domingo, 23 de mayo de 2021

Pequeñas Semillitas 4678

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 16 - Número 4678 ~ Domingo 23 de Mayo de 2021.
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Había sido en el Cenáculo donde Jesús les demostró su amor hasta el extremo, instituyendo la Eucaristía, la Nueva Alianza. Fue en el Cenáculo donde estaban reunidos ese domingo de resurrección, donde Jesús se les aparece y les llena de alegría. Y será en ese mismo lugar, a los cincuenta días, que descenderá el Espíritu Santo sobre ellos, como leemos en la primera lectura de la misa de hoy. Pentecostés fue la experiencia mística del amor de Dios. De toda la Iglesia, y de cada uno de sus miembros, como se simbolizó en las lenguas de fuego que recibieron cada uno personalmente. La Iglesia somos las personas con Cristo y con María, no los edificios. Y el Espíritu Santo desciende sobre nosotros, en el Bautismo, y en plenitud en el día que recibimos el sacramento de la Confirmación.
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles, el mío. Enciende en mí el fuego de tu amor, para que te conozca a fondo, porque sólo en el amor se te conoce a Ti, Dios, Amor infinito.
 
¡Buenos días María!
Dios ha hecho a María dueña de todo, porque Él le ha confiado todo su poder y la ha colmado de todas las gracias. Entonces no desconfiemos al acudir a la Virgen, pensando que no nos puede socorrer en alguna cosa, pues Ella todo lo puede con su oración, y todo lo puede porque Dios le ha participado de su Omnipotencia. No es que la Virgen sea igual a Dios en naturaleza, sino que Dios la ha hecho todopoderosa por gracia. De la mano de María no hay nada que temer, ni a los demonios, ni a nuestros pecados, ni al juicio de Dios, porque en todo esto María es la vencedora. De nuestra parte solo es necesaria una gran confianza y abandono en sus brazos maternales. Como dice el dicho popular: ¡Ave María y adelante!
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Hechos 2,1-11
 
Salmo: Sal 104 (103) 1ab.24ac.29bc-30.31.34
 
Segunda Lectura: 1Cor 12,3b-7.12-13
 
SANTO EVANGELIO: Juan 20,19-23
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío». Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
 
Comentario:
Hoy, en el día de Pentecostés, se realiza el cumplimiento de la promesa que Cristo había hecho a los Apóstoles. En la tarde del día de Pascua sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo» (Jn 20,22). La venida del Espíritu Santo el día de Pentecostés renueva y lleva a plenitud ese don de un modo solemne y con manifestaciones externas. Así culmina el misterio pascual.
El Espíritu que Jesús comunica, crea en el discípulo una nueva condición humana, y produce unidad. Cuando el orgullo del hombre le lleva a desafiar a Dios construyendo la torre de Babel, Dios confunde sus lenguas y no pueden entenderse. En Pentecostés sucede lo contrario: por gracia del Espíritu Santo, los Apóstoles son entendidos por gentes de las más diversas procedencias y lenguas.
El Espíritu Santo es el Maestro interior que guía al discípulo hacia la verdad, que le mueve a obrar el bien, que lo consuela en el dolor, que lo transforma interiormente, dándole una fuerza, una capacidad nuevas.
El primer día de Pentecostés de la era cristiana, los Apóstoles estaban reunidos en compañía de María, y estaban en oración. El recogimiento, la actitud orante es imprescindible para recibir el Espíritu. «De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno» (Hch 2,2-3).
Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y se pusieron a predicar valientemente. Aquellos hombres atemorizados habían sido transformados en valientes predicadores que no temían la cárcel, ni la tortura, ni el martirio. No es extraño; la fuerza del Espíritu estaba en ellos.
El Espíritu Santo, Tercera Persona de la Santísima Trinidad, es el alma de mi alma, la vida de mi vida, el ser de mi ser; es mi santificador, el huésped de mi interior más profundo. Para llegar a la madurez en la vida de fe es preciso que la relación con Él sea cada vez más consciente, más personal. En esta celebración de Pentecostés abramos las puertas de nuestro interior de par en par.
* Mons. José Ángel SAIZ Meneses, Arzobispo de Sevilla (Sevilla, España)
 
Palabras de San Juan Pablo II
“Por medio del Espíritu Santo, Cristo renueva nuestra vida y nos hace partícipes de esa misma vida divina que nos introduce en la intimidad de Dios y nos hace experimentar su amor por nosotros (…) Es el Espíritu Santo el autor de esa paz que es fruto del amor. La paz verdadera de Cristo, infundida y vivida en los corazones bajo el impulso del Espíritu Santo”.
(San Juan Pablo II)
 
Predicación del Evangelio:
Defensor, testigo, guía, educador
Ya lo hemos observado, el evangelio según san Juan se concibe como un proceso en el que diversos testigos se suceden desde Juan Bautista. La apuesta del proceso es la verdad sobre el origen de la misión de Jesús. Sus testigos más creíbles serán los que y las que lo hayan seguido por los caminos de Galilea. Pero el mejor guía será el Espíritu Santo de la luz, de la inteligencia y del discernimiento.
 
Antes de salir, Jesús promete enviar este Testigo por excelencia: “Cuando venga el Defensor, que os enviaré del Padre, el Espíritu de la verdad que procede del Padre, dará testimonio en mi favor.”
 
Este “Paráclito” representa diversos papeles en san Juan. “Llamado junto a” a los discípulos, asegura la continuidad de la presencia de Jesús (14, 16). Como Defensor, lucha contra la influencia del mundo del error y del mal (16, 8). Como una presencia cálida, mantiene vivo el recuerdo de Jesús (14, 26). En fin, como educador, “cuando venga el Espíritu de la verdad, os guiará a la verdad completa” (16, 13).
 
La comunidad de Juan sufre crisis fuertes: atracción del movimiento gnóstico y sectas, divisiones internas, persecución cada vez más abierta y expulsiones masivas. Así, en el gran proceso que opone a sus adversarios, la comunidad se acuerda de las promesas de Jesús.
 
El Espíritu Santo vendrá del Padre pero será enviado por Cristo para testimoniar en su favor. Para los creyentes, reconocer al Hijo equivaldrá a reconocer al Padre.
 
En la partida del Señor, su revelación del Padre era completa y el Espíritu de Dios debía dar el mismo testimonio que él: conducir a los discípulos al pleno conocimiento del Hijo de Dios, tendrán la capacidad de darle testimonio. Hallarán en el Espíritu Santo la fuerza y la seguridad que les permitirá atreverse a proclamarse como testigos del Hijo de Dios.
 
El versículo 13 citado más arriba nos indica que, guiados por el Espíritu Santo, estarán en condiciones de leer correctamente el plan de Dios en las situaciones que se presenten. Como los profetas de los tiempos nuevos, estarán llamados a ser verdaderos testigos, a dirigir a los demás hacia la verdad completa.
(P. Felipe Santos S.D.B.)
 
De los envíos del P. Natalio
Ven, Espíritu Santo 
“Frente a la aguda crisis actual, que es la pérdida del sentido de lo invisible, la crisis del sentido de Dios, el Espíritu está jugando en lo pequeño e invisible su partido victorioso”. En esta solemnidad de Pentecostés abre tu corazón al Divino Espíritu que anhela comunicarte sus dones admirables. Esta oración te ayudará a entrar en su presencia.
 
Ven a mí, Espíritu Santo, Espíritu de sabiduría: dame mirada y oído interior, para que no me apegue a las cosas materiales, sino que busque siempre las realidades del espíritu. Ven a mí, Espíritu Santo, Espíritu de amor: haz que mi corazón siempre sea capaz de más caridad. Ven a mí, Espíritu Santo, Espíritu de verdad: concédeme llegar al conocimiento de la verdad en toda su plenitud. Ven a mí, Espíritu Santo, agua viva que salta hasta la vida eterna: concédeme la gracia de llegar a contemplar el rostro del Padre en la vida y en la alegría sin fin. Amén.
 
“El Espíritu Santo está presente tanto hoy como en tiempos de Jesús y los Apóstoles... está y actúa, llega antes que nosotros, trabaja más y mejor que nosotros. A nosotros no nos toca ni sembrarlo, ni despertarlo, sino ante todo reconocerlo, recibirlo, secundarlo, abrirle camino, seguirlo” (Carlos Martín). Que el Espíritu Santo te haga gozar la nueva vida.
* Padre Natalio
 
Poesía
ARGENTINA
 
Inmensa, regia y divina,
hogar de sueños y gloria,
tu capítulo en la Historia
es el de lucha constante,
el de salir adelante
y no darse por vencido.
Y el de cuidar lo obtenido
con el sudor de la frente,
el andar de los valientes
y el de la esperanza y la Fe.
¡Argentina!
¡Siempre de pie!
No te roban ni te matan
¡Nunca!
(Mariela Marianetti)
 
Nuevo vídeo y artículo
 
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de esta página:
 
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
Con relación al Espíritu Santo que se derrama sobre la Iglesia en Pentecostés, contemplemos estas meditaciones breves:
“No penséis, hijas mías, que la oración sea obra del espíritu humano, es un don especial del Espíritu Santo, que eleva las potencias del alma sobre las fuerzas naturales, para unirse a Dios por sentimientos y comunicaciones de que son incapaces el raciocinio y la sabiduría de los hombres.” (San Francisco de Sales)
“El consuelo es la alegría que envuelve al dolor, es la alegría que brota de las entrañas mismas del dolor; por eso el Espíritu Santo se llama «el Paráclito el Consolador», porque derrama en las almas esa alegría del destierro, esa alegría que no es incompatible con el dolor, antes bien en cierta manera lo supone [...] “¡Si comprendiéramos esto, si nos diéramos cuenta de que llevamos al Espíritu Santo en nuestras almas, cómo se transformaría nuestra vida! ¿Por qué quejarnos de la soledad cuando nos acompaña el Espíritu Santo? ¿Por qué sentir pena e inquietud cuando llevamos en nuestra alma al Paráclito? ¿Por qué andar suspirando por la felicidad de los bienaventurados? ¡Oh!, ¡Si tuviéramos una fe viva! ¡Si nos diéramos cuenta del misterio que se realiza en nuestras almas! Como dijo Jesús a la Samaritana en el brocal del pozo de Jacob: “Si scires donum Dei — ¡Si conocieras el don de Dios…!”
 
Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
 Desde San Lorenzo, Santa Fe, Argentina, Pamela y familia agradecen a Dios, a la mediación de la Virgen de Itatí, y a las personas que rezaron, porque ya le han realizado la biopsia renal programada y ahora espera se completen los trámites burocráticos para iniciar el tratamiento específico. Nos sumamos al agradecimiento.
  
Año de San José 
San José, hombre justo y modelo de virtudes,
es el Patrono Universal de la santa Iglesia,
y por lo tanto de todos nosotros.
Es el santo que tuvo en la tierra
la misión más grande y noble:
proteger al Niño Dios y su Santísima Madre.
 
Mayo 23
Gran dolor causó a María y a José la profecía del anciano Simeón “una espada atravesará tu alma” y que se cumplió sobre todo en el momento de la crucifixión donde solo quedaron María y Juan para recibir el testamento sagrado: “Allí tienes a tu hijo, allí tiene a tu Madre”. San José, acompaña con tu intercesión y consuelo todos nuestros momentos de dolor. Así sea.
(P. Florentín Brusa, cmf)
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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AMDG

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