martes, 6 de abril de 2021

Pequeñas Semillitas 4631

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 16 - Número 4631 ~ Martes 6 de Abril de 2021.
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
La sabiduría es un don celestial. Cuando la posees obras con sensatez y te comunicas con cordura, pues dices a tu interlocutor lo que conviene y callas, en forma oportuna, para escucharlo con atención.
Actúas con sabiduría al guardar silencio sobre ti mismo y al aceptar con humildad el reconocimiento de tus méritos.
Obras con sabiduría, en especial, cuando te niegas a criticar despiadadamente al otro, y más bien, exaltas sus cualidades en un gesto de amor sincero.
Obras con sabiduría, cuando te brindas generoso a atender las necesidades del prójimo, viendo en cada uno de ellos el rostro de Jesús.
Para obtener sabiduría, recordemos invocar la ayuda del Espíritu Santo, pues ése es uno de sus dones.
 
¡Buenos días María!
¿Cómo podría la Virgen, presente en la primera comunidad de los discípulos (cf. Hch 1,14), haber sido excluida del número de los que encontraron a su Divino Hijo, que había resucitado de entre los muertos? La ausencia de María del grupo de mujeres que se dirigieron al sepulcro al amanecer (cf. Mc 16,1; Mt 28,1), ¿no podría constituir un indicio de que ella ya se había encontrado con Jesús? Esta deducción quedaría confirmada también por el hecho de que las primeras testigos de la Resurrección, por voluntad de Jesús, fueron las mujeres, las cuales permanecieron fieles al pie de la cruz y, por tanto, más firmes en la fe.
En efecto, es a una de ellas, María Magdalena, a quien el Resucitado le encomienda anunciar su resurrección a los Apóstoles (cf. Jn 20,17-18). Tal vez también este dato permite pensar que Jesús se apareció primero a su Madre, pues ella fue la más fiel, la que conservó intacta su fe en medio de la prueba.
Por último, el carácter único y especial de la presencia de la Virgen en el Calvario y su perfecta unión con su Hijo en el sufrimiento de la cruz parecen sugerir una participación particularísima en el misterio de la Resurrección.  
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Hechos 2,36-41
 
Salmo: Sal 33 (32),4-5.18-19.20.22
 
SANTO EVANGELIO: Juan 20,11-18
En aquel tiempo, estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. Dícenle ellos: «Mujer, ¿por qué lloras?». Ella les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto». Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Le dice Jesús: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?». Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré». Jesús le dice: «María». Ella se vuelve y le dice en hebreo: «Rabbuní», que quiere decir “Maestro”». Dícele Jesús: «No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: ‘Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios’». Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas palabras.
 
Comentario:
Hoy, en la figura de María Magdalena, podemos contemplar dos niveles de aceptación de nuestro Salvador: imperfecto, el primero; completo, el segundo. Desde el primero, María se nos muestra como una sincerísima discípula de Jesús. Ella lo sigue, maestro incomparable; le es heroicamente adherente, crucificado por amor; lo busca, más allá de la muerte, sepultado y desaparecido. ¡Cuán impregnadas de admirable entrega a su “Señor” son las dos exclamaciones que nos conservó, como perlas incomparables, el evangelista Juan: «Se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto» (Jn 20,13); «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré»! (Jn 20,15). Pocos discípulos ha contemplado la historia, tan afectos y leales como la Magdalena.
No obstante, la buena noticia de hoy, de este martes de la octava de Pascua, supera infinitamente toda bondad ética y toda fe religiosa en un Jesús admirable, pero, en último término, muerto; y nos traslada al ámbito de la fe en el Resucitado. Aquel Jesús que, en un primer momento, dejándola en el nivel de la fe imperfecta, se dirige a la Magdalena preguntándole: «Mujer, ¿por qué lloras?» (Jn 20,15) y a la cual ella, con ojos miopes, responde como corresponde a un hortelano que se interesa por su desazón; aquel Jesús, ahora, en un segundo momento, definitivo, la interpela con su nombre: «¡María!» y la conmociona hasta el punto de estremecerla de resurrección y de vida, es decir, de Él mismo, el Resucitado, el Viviente por siempre. ¿Resultado? Magdalena creyente y Magdalena apóstol: «Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor» (Jn 20,18).
Hoy no es infrecuente el caso de cristianos que no ven claro el más allá de esta vida y, pues, que dudan de la resurrección de Jesús. ¿Me cuento entre ellos? De modo semejante son numerosos los cristianos que tienen suficiente fe como para seguirle privadamente, pero que temen proclamarlo apostólicamente. ¿Formo parte de ese grupo? Si fuera así, como María Magdalena, digámosle: —¡Maestro!, abracémonos a sus pies y vayamos a encontrar a nuestros hermanos para decirles: —El Señor ha resucitado y le he visto.
* Rev. D. Antoni ORIOL i Tataret (Vic, Barcelona, España)
 
Santoral Católico:
San Pedro de Verona
Sacerdote y Mártir
Nació en Verona de padres valdenses a finales del siglo XII. En la escuela aprendió el catecismo y abrazó la fe católica. Siendo adolescente y estudiante en Bolonia, entró en la Orden de Predicadores, de cuyo fundador recibió el hábito. Se ordenó de sacerdote y se consagró a la predicación con intensidad y por amplias regiones de Italia. Combatió con firmeza las herejías y en 1242 fue nombrado Inquisidor General para Lombardía. No le faltaron enemigos, y en un viaje entre Como y Milán lo asesinaron. Murió proclamando el Credo. Era el año 1252.
Para más información hacer clic acá.
* Directorio Franciscano – Aciprensa – Catholic.net
 
Pensamiento del día
“Durante 40 años, cada año en la fiesta de San José le he pedido alguna gracia o favor especial, y no me ha fallado ni una sola vez. Yo les digo a los que me escuchan que hagan el ensayo de rezar con fe a este gran santo, y verán que grandes frutos van a conseguir”.
(Santa Teresa de Avila)
 
Historias:
Conversión en la hora de la muerte
Se refiere en las Revelaciones de santa Brígida que había un caballero cuya liviandad y dañadas costumbres corrían parejas con la nobleza de su cuna. Por pacto expreso se había entregado en cuerpo y alma al demonio y por espacio se sesenta años había servido como vil esclavo a su infernal señor alejado de los sacramentos y con una vida rota y descompuesta.
 
Al fin el hombre cayó enfermo, y Jesucristo, queriendo usar de misericordia con él, dijo a santa Brígida, que mandara a su confesor a visitarlo y le exhortara a confesarse.
 
El confesor de la santa fue a ver al paciente, el cual le dijo que no tenía necesidad pues se había confesado muchas veces. Fue segunda vez el confesor, y segunda vez, el esclavo de satanás rehusó confesarse. De nuevo se apareció el Señor a santa Brígida pidiéndole que de nuevo fuera el sacerdote a visitar al anciano enfermo. Volvió a verlo por tercera vez y le dijo que había vuelto tantas veces en nombre de Jesucristo, porque así lo había pedido a su sierva Brígida para ser instrumento de sus misericordias.
 
Estas palabras enternecieron al pobre enfermo y rompió a llorar diciendo: “Pero ¿hay perdón para mí que durante sesenta años he sido esclavo de satanás y he manchado mi alma con innumerables pecados?”
 
“Ten ánimo, hijo mío –le dijo el sacerdote– no dudes de alcanzar misericordia; basta que te arrepientas para que yo, en nombre de Jesucristo, te perdone”.
 
Abriendo el pecador su corazón a la confianza, dijo al confesor: “Padre, yo me tenía ya por condenado y estaba desesperado de mi salvación, pero ahora siento tan gran dolor de mis pecados que me da aliento para esperar de Dios el perdón. Ya que el Señor no me ha abandonado, quiero ahora mismo confesarme”.
 
Se confesó aquel día cuatro veces con gran dolor; al día siguiente recibió la Sagrada Comunión. No había pasado una semana cuando murió tranquilo y resignado.
 
Poco después le reveló Jesucristo a santa Brígida que aquel hombre se había salvado, y que estaba en el purgatorio. Y le dijo más: que se había salvado merced a intercesión de su santísima Madre, porque, en medio de sus desórdenes y pecados, había conservado siempre la devoción a sus dolores, pues cada vez que pensaba en ellos no podía dejar de compadecerse de Ella.
("Las Glorias de María" - San Alfonso María de Ligorio)
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
Lo que he visto con toda claridad es que los miedos y las tribulaciones se vuelven tanto más pequeñas cuanto más seguro está uno con Dios.
Mientras las esperanzas y la confianza se pongan en los hombres y en las cosas materiales, que tan fácilmente se quiebran y tan rápido se desvanecen, lo único que hacemos es alimentar miedos y tribulaciones.
Sólo hizo falta que me decidiera por "Dios sólo" para que perdieran su importancia todas las cosas que pasan por ser tan necesarias.
Se revalorizaron los valores. Todo se volvió del revés, hasta que todo estuvo en su sitio.
Comencé a desprenderme de los valores aparentes. Desprendiéndome de todo fue como empezar de nuevo. Y cuanto más me desprendía de las cosas, tanto más libre me sentía, y tanto más capaz era de disfrutar de todo.
"Yo he experimentado a Dios en mi vida".
Eso de experimentar a Dios no es que le anden a uno pellizcando el brazo.
Es una sensación mucho más profunda, es un sentimiento tan singular que no se puede describir.
Es encontrarse con un ser al que no se ve, pero cuya presencia se nota, en la honda paz y en la alegría indecible que a veces le inunda a uno.
(Phil Bosmans)
 
"Pequeñas Semillitas" por e-mail
Si lo deseas puedes recibir todos los días "Pequeñas Semillitas" por correo electrónico.
Las suscripciones son totalmente gratuitas y solo tienes que solicitarlas dirigiéndote por e-mail a  feluzul@gmail.com  
A todos los que las reciben, los invito a que compartan las "Pequeñas Semillitas" reenviándolas a sus contactos, y de ese modo ayudan a sembrar en el mundo la alegría del Evangelio.
 
Año de San José
 
San José, hombre justo y modelo de virtudes,
es el Patrono Universal de la santa Iglesia,
y por lo tanto de todos nosotros.
Es el santo que tuvo en la tierra
la misión más grande y noble:
proteger al Niño Dios y su Santísima Madre.
 
Abril 6
Le damos infinitas gracias a Dios por haberte elegido san José, entre tantos santos, para ser padre adoptivo de su unigénito hijo sobre la tierra y para guía segura del mismo y de su santa Madre. Sé Tú también nuestra guía segura hasta el fin de nuestras vidas. Así sea.
(P. Florentín Brusa, cmf)
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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AMDG

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