domingo, 4 de abril de 2021

Pequeñas Semillitas 4629

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 16 - Número 4629 ~ Domingo 4 de Abril de 2021.
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Celebramos hoy la fiesta de la Resurrección del Señor.
Las mujeres que fueron al sepulcro se asustaron al ver y al oír al ángel. María, en cambio, cuando habló con Gabriel, no. No debemos asustarnos ante lo sobrenatural, ante la voz del cielo. Sólo se asustan quienes no creen en el verdadero Dios, sino en cosas misteriosas, que realmente dan miedo. A diferencia de lo esotérico, la voz de Dios es siempre a la luz del día, como en la mañana de Resurrección. Por tanto, lejos de nosotros el miedo, ese miedo del que habla el Génesis que tuvo Adán cuando se alejó de Dios. El miedo que sintió Jesús en Getsemaní, al cargar con los pecados. Y es que el miedo y el pecado andan juntos. Si caminamos a la luz de Dios, nada hemos de temer.
¡Ha resucitado! Esta alborada, es el sol más brillante del año, el amanecer con más futuro para el hombre, la noticia que ningún medio de comunicación social tendría que dejar de señalar en primera página: ¡Hoy el hombre, por fin, tiene solución! ¡Cristo ha resucitado!
 
¡Buenos días María!
Si María pudo ser tentada, como Jesús en el desierto, fue sobre todo al pie de la cruz: una tentación de lo más insidiosa y dolorosa, porque Jesús mismo fue la causa.
Ella creía en las promesas, creía que Jesús era el Mesías, el Hijo de Dios. Sabía que, si Jesús hubiera rezado, el Padre le habría enviado "más de doce legiones de ángeles" (cf. Mateo 26,53). Pero Jesús no hace nada. Al liberarse de la cruz, la liberaría de su terrible dolor. Pero no lo hizo.
Sin embargo, María no le reclama: “Baja de la cruz, ¡sálvate a ti mismo y a mí contigo!”. Tampoco: "Salvaste a muchos otros, ¿por qué ahora no puedes salvarte tú también, Hijo mío?”.
María calla, "dando a la inmolación de la víctima nacida de su carne el consentimiento de su amor", dice un texto de Vaticano II. Ella celebra su Pascua con él.
(R. Cantalamessa)
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Hechos de los Apóstoles 10,34a.37-43
 
Salmo: Sal 118 (117),1-2.16-17.22-23
 
Segunda Lectura: Colosenses 3,1-4.
 
SANTO EVANGELIO: Juan 20,1-9
El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto».
Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos.
 
Comentario:
Hoy «es el día que hizo el Señor», iremos cantando a lo largo de toda la Pascua. Y es que esta expresión del Salmo 117 inunda la celebración de la fe cristiana. El Padre ha resucitado a su Hijo Jesucristo, el Amado, Aquél en quien se complace porque ha amado hasta dar su vida por todos.
Vivamos la Pascua con mucha alegría. Cristo ha resucitado: celebrémoslo llenos de alegría y de amor. Hoy, Jesucristo ha vencido a la muerte, al pecado, a la tristeza... y nos ha abierto las puertas de la nueva vida, la auténtica vida, la que el Espíritu Santo va dándonos por pura gracia. ¡Que nadie esté triste! Cristo es nuestra Paz y nuestro Camino para siempre. Él hoy «manifiesta plenamente el hombre al mismo hombre y le descubre su altísima vocación» (Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes 22).
El gran signo que hoy nos da el Evangelio es que el sepulcro de Jesús está vacío. Ya no tenemos que buscar entre los muertos a Aquel que vive, porque ha resucitado. Y los discípulos, que después le verán Resucitado, es decir, lo experimentarán vivo en un encuentro de fe maravilloso, captan que hay un vacío en el lugar de su sepultura. Sepulcro vacío y apariciones serán las grandes señales para la fe del creyente. El Evangelio dice que «entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó» (Jn 20,8). Supo captar por la fe que aquel vacío y, a la vez, aquella sábana de amortajar y aquel sudario bien doblados eran pequeñas señales del paso de Dios, de la nueva vida. El amor sabe captar aquello que otros no captan, y tiene suficiente con pequeños signos. El «discípulo a quien Jesús quería» (Jn 20,2) se guiaba por el amor que había recibido de Cristo.
“Ver y creer” de los discípulos que han de ser también los nuestros. Renovemos nuestra fe pascual. Que Cristo sea en todo nuestro Señor. Dejemos que su Vida vivifique a la nuestra y renovemos la gracia del bautismo que hemos recibido. Hagámonos apóstoles y discípulos suyos. Guiémonos por el amor y anunciemos a todo el mundo la felicidad de creer en Jesucristo. Seamos testigos esperanzados de su Resurrección.
* Mons. Joan Enric VIVES i Sicília Obispo de Urgell (Lleida, España)
 
Palabras del Papa Francisco
“Celebrar la Pascua, es volver a creer que Dios irrumpe y no deja de irrumpir en nuestras historias desafiando nuestros ‘conformantes’ y paralizadores determinismos. Celebrar la Pascua es dejar que Jesús venza esa pusilánime actitud que tantas veces nos rodea e intenta sepultar todo tipo de esperanza”.
 
Predicación del Evangelio:
Cristo ha resucitado
Evangelio significa ‘Buena Noticia’. Hoy se nos da la mejor de las noticias: Cristo ha resucitado. Si Cristo no hubiera resucitado nuestra fe sería vana, descansaría en el vacío y en la muerte. Pero Cristo resucitó y nuestra fe se acrecienta en la esperanza de que nosotros también un día podemos resucitar y entrar en la vida definitiva. Proclamar la Resurrección es anunciar que la muerte está vencida, que la muerte no es el final.
 
Nadie fue testigo del momento de la resurrección del Señor, porque no fue un hecho físico y sensible como el de levantarse del sepulcro para vivir la vida de antes. Fue un hecho estrictamente sobrenatural. Los apóstoles no vieron el hecho transformante, pero fueron testigos de los efectos: Vieron a Jesús, le palparon, y este acontecimiento les trasformó totalmente la vida. Hay personas que quizá piensen que la resurrección de Jesús fue como un revivir, como fue lo de Lázaro, la hija de Jairo o el joven de Naín. En ese caso después tendría que volver a morir. Lo de Jesús fue un paso adelante hacia otra vida superior, hacia una vida para siempre, una vida que será para nosotros.
 
Hoy lo primero que se nos pide es un acto de fe: creemos que Cristo resucitó, que vive entre nosotros. Cristo resucitó y por lo tanto vive para nosotros y en nosotros. La Resurrección del Señor no es un acto que pasó. Es actual, porque vive y lo debemos sentir que está con nosotros. La Resurrección nos revela que Dios no nos abandona, sino que está con nosotros en nuestro caminar de la vida. Por eso es un día de acción de gracias y de alegría. La alegría es un fruto del Espíritu Santo. No debemos ahogarla aunque hayamos sufrido con Cristo clavado en la cruz el Viernes Santo. Precisamente a aquellos que más unidos estuvieron con el dolor de Jesús en su muerte, en el día de su resurrección Jesús les quiere dar una mayor alegría. Sentir la alegría de Cristo resucitado sería una gracia que debemos pedir a Dios vivamente en este día.
 
El evangelio de este domingo nos cuenta cómo María Magdalena, al ver el sepulcro vacío, va a contárselo a los apóstoles. Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, marchan a toda prisa al sepulcro. Los dos ven lo mismo: que el cuerpo del Maestro no está, que las vendas y ropa están bien colocadas, cosa que no harían unos ladrones, y el que más ama cree. La fe verdadera es una mezcla de razones y de amor. En este día se nos dan razones para creer, sobre todo por el testimonio de los apóstoles y otras personas, que sintieron transformada su vida y con su predicación comenzaron a transformar al mundo. Así nuestra vida de cristianos tiene que ser también un testimonio de que Cristo vive entre nosotros. Y esto será verdad, si nuestra vida es una vida de seres resucitados o vivificados por el impulso de Jesucristo.
 
Como al discípulo amado también nuestro amor debe llevarnos a la fe. La alegría de la Pascua madura sólo en el terreno de un amor fiel. También nuestro apostolado será más eficaz, si vivimos como personas resucitadas con Cristo. Hoy san Pablo nos dice en la segunda lectura que, si hemos resucitado con Cristo, debemos aspirar a los bienes de arriba. Es lo mismo que cuando pedimos que “venga su Reino”. En primer lugar ese reino pedimos que venga sobre nosotros y también sobre los demás.
 
Cuando comenzaron a predicar los apóstoles, como se dice en la primera lectura, el principal mensaje era la Resurrección de Jesús: que Él vive. Esta es nuestra gran persuasión. Por eso se enciende el cirio pascual en la liturgia: para recordarnos que Cristo está vivo entre nosotros. En verdad, como decía san Pablo, si Cristo no hubiera resucitado seríamos “los más miserables de los hombres”.
 
Es el día de reavivar el compromiso bautismal para estar más unidos a Cristo, como se hacía anoche en la Vigilia. Hoy saludamos con alegría a la Virgen María, que fue la que más se alegró en ese día. Y le pedimos que nos ayude a que vivamos en nuestro corazón el misterio de esta alegría, para que podamos dar testimonio en nuestro trabajo de cada día del amor y la esperanza que Cristo resucitado nos da en nuestro caminar.
(P. Silverio Velasco)
 
De los envíos del P. Natalio
Alegría pascual
El triunfo de Jesús que resucitó glorioso después de su muerte en la cruz, constituye el motivo central de nuestra alegría pascual. La Pascua, celebrada con fe, dará profundidad a tu alegría, porque la esperanza cierta de resucitar con él a la dicha sin fin del Cielo, te alentará a superar pruebas y sacrificios, para ganar una corona de gloria eterna. Aquí tienes pensamientos selectos para cuidar el don de la alegría.
 
- Me gusta ver reír a la gente. Un cristiano no tiene ningún motivo para estar triste y tiene muchos para estar alegre. (San Ignacio)
- No hay madera de santo en un alma melancólica; la alegría es como un misionero que predica a Dios haciéndolo amar. (P. Federico Faber)
- Ten buena conciencia y tendrás siempre alegría. Si alguna alegría hay en el mundo, la tiene seguramente el hombre de corazón puro. (Tomás Kempis)
- La alegría es el perfume de Dios percibido por el alma. (Ernesto Hello)
- He aquí las cuatro virtudes cristianas: la fe, la esperanza, la caridad y el buen humor. (Mons. Benson)
 
Gracias, Padre, por haber enviado a tu divino Hijo para consolarme de mis aflicciones y llenarme de la verdadera alegría. Perdóname, Señor, las faltas de alegría, el dejarme abatir por las dificultades, el no confiar suficientemente en ti. Por tu bondad, concédeme pasar todo este día en paz, con alegría y júbilo. Que así sea.
* P. Natalio
 
Poesía
Hoy es Pascua
 
Cuando el calvario: tristes, de hinojos;
y ante el sepulcro, llanto en los ojos.
Hoy, que es la Pascua, la tumba vacía
grita en silencio a la muerte vencida.
 
Hoy te levantas, Jesús Nazareno,
y son tus huellas camino de Cielo.
Hoy, a tu lado, se viste la Iglesia
y, si la llamas, a ti se presenta.
 
Hoy calla el diablo, que va en retirada;
y en pasmo la muerte también va callada.
Hoy libres pregonan las razas y pueblos
que Cristo ha vencido y ya no están presos.
 
Hoy muere la noche y el día se afianza;
¡Victoria, aleluya! ¡Por fin hoy es Pascua!
(¿Autor?)
 
Nuevo vídeo y artículo
 
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de esta página:
 
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
Cristianos, ofrezcamos al Cordero pascual nuestro sacrificio de alabanza.
El Cordero ha redimido a las ovejas: Cristo, el inocente, reconcilió a los pecadores con el Padre.
La muerte y la vida se enfrentaron en un duelo admirable: el Rey de la vida estuvo muerto, y ahora vive.
Dinos, María Magdalena ¿qué viste en el camino?
He visto el sepulcro del Cristo viviente y la gloria del Señor resucitado.
He visto a los ángeles testigos del milagro, he visto el sudario y las vestiduras.
Ha resucitado Cristo, mi esperanza, y precederá a los discípulos en Galilea.
Sabemos que Cristo resucitó realmente; Tú, Rey victorioso, ten piedad de nosotros.
 
Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
 El autor de esta página (Felipe) agradece a Jesús con la mediación de la Virgen de Lourdes y la intercesión de San José, San Juan Pablo II y el Santo Cura Brochero, por los buenos resultados de sus recientes estudios médicos, faltando sólo recibir una biopsia que estará en los próximos días.
 
Año de San José 
San José, hombre justo y modelo de virtudes,
es el Patrono Universal de la santa Iglesia,
y por lo tanto de todos nosotros.
Es el santo que tuvo en la tierra
la misión más grande y noble:
proteger al Niño Dios y su Santísima Madre.
 
Abril 4
Glorioso patriarca, padre adoptivo de nuestro Redentor, y poderoso abogado nuestro en toda tribulación, en toda necesidad y en todo peligro; te elegimos por patrono y abogado para toda la vida y la muerte. Te pedimos humildemente con toda el alma que nos recibas como perpetuos siervos y esclavos vuestros. Así sea.
(P. Florentín Brusa, cmf)
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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AMDG

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