domingo, 11 de octubre de 2020

Pequeñas Semillitas 4473

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 15 - Número 4473 ~ Domingo 11 de Octubre de 2020
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
En el evangelio de hoy el Señor compara la llegada al cielo como la invitación a una fiesta de boda. Ya en el Apocalipsis se habla de los que se salvan como los que participan en las bodas del cordero, del Cordero que es Cristo (Ap 19,7). Hay gente que no quiere ir porque prefiere otro «plan». Es sorprendente que haya gente que de hecho no quiera ir al cielo, ¿por qué? Porque no saben, no valoran –nadie se lo ha explicado bien–, o porque son perezosos y les vence la comodidad y el gusto.
En la celebración eucarística (la misa) está místicamente el cielo: está la Santísima Trinidad, están los ángeles y toda la Iglesia, con la Santísima Virgen, y es como un encuentro entre el Cordero que es Cristo y cada uno de los que participa en ella; un encuentro de amor, en el que Cristo se entrega al hombre y espera que el hombre se entregue totalmente a Él.
La Misa es un encuentro de amor, y Jesús la estableció a modo de banquete, es decir, al modo como los hombres celebramos los asuntos importantes e invitamos a quienes amamos: sentaos y comed conmigo nos dice. Más que un precepto, debemos ver la participación en la misa dominical como una invitación del Señor, que desea estar con nosotros, con todos los cristianos ese día, y poder darnos sus dones sobrenaturales, y sobre todo poder darse a nosotros.
(P. Jesús Martínez García)
 
¡Buenos días!
Prodigios de misericordia
Te ofrezco hoy un “collage” con fragmentos de salmos en que el autor expresa su admiración y gratitud al Señor que siempre protege a quien lo toma por refugio y defensa. Este tema está muy bien desarrollado en el salmo 91, clásico salmo de protección.
 
Bendito el Señor que ha hecho por mí prodigios de misericordia (31). En el día del peligro te llamo, y tú me escuchas. No tienes igual entre los dioses, Señor, ni hay obras como las tuyas (86). Tus acciones, Señor, son mi alegría, y mi júbilo, las obras de tus manos. ¡Qué magníficas son tus obras, ¡Señor, qué profundos tus designios! (92). Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos (95). Señor, dueño nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra. (8). Alaba, alma mía, al Señor: alabaré al Señor mientras viva, tañeré para mi Dios mientras exista (146).
 
Los salmos son poesías inspiradas por Dios. Hay una distancia abismal entre la poesía humana y la inspirada. Por eso debes acercarte a ella “quitándote las sandalias”, como ordenó Dios a Moisés desde la zarza que ardía sin consumirse. Ése es el secreto: tratarlos con fe, humildad y devoción. Con esta actitud alimentan la adoración, la alabanza, la gratitud…
* Enviado por el P. Natalio
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Isaías 25:6-10
 
Salmo: Sal 23 (22):1-6
 
Segunda Lectura: Filipenses 4:12-14, 19-20
 
Santo Evangelio: Mt 22,1-14
En aquel tiempo, tomando Jesús de nuevo la palabra les habló en parábolas, diciendo: «El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo. Envió sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir. Envió todavía otros siervos, con este encargo: Decid a los invitados: ‘Mirad, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a punto; venid a la boda’.
»Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio; y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron. Se airó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad.
»Entonces dice a sus siervos: ‘La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos. Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda’. Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales.
»Entró el rey a ver a los comensales, y al notar que había allí uno que no tenía traje de boda, le dice: ‘Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?’. Él se quedó callado. Entonces el rey dijo a los sirvientes: ‘Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes’. Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos».
 
Comentario:
Hoy, Jesús nos muestra al rey (el Padre), invitando —por medio de sus “siervos” (los profetas)—, al banquete de la alianza de su Hijo con la humanidad (la salvación). Primero lo hizo con Israel, «pero no quisieron venir» (Mt 22,3). Ante la negativa, no deja el Padre de insistir: «Mirad mi banquete está preparado, (...) y todo está a punto; venid a la boda» (Mt 22,4). Pero ese desaire, de escarnio y muerte de los siervos, suscita el envío de tropas, la muerte de aquellos homicidas y la quema de “su” ciudad (cf. Mt 22,6-7): Jerusalén.
Así es que, por otros “siervos” (apóstoles) —enviados a ir por «los cruces de los caminos» (Mt 22,9): «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas...», dirá más tarde el Señor Jesús en Mt 28,19— fuimos invitados nosotros, el resto de la humanidad, es decir, «todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales» (Mt 22,10): la Iglesia. Aún así, la cuestión, no es sólo estar en la sala de bodas por la invitación, sino que, tiene que ver también y mucho, con la dignidad con la que se está («traje de boda», cf. v. 12). San Jerónimo comentó al respecto: «Los vestidos de fiesta son los preceptos del Señor y las obras cumplidas según la Ley y el Evangelio que son las vestiduras del hombre nuevo». Es decir, las obras de la caridad con las que se debe acompañar a la fe.
Conocemos que Madre Teresa, todas las noches, salía a las calles de Calcuta a recoger moribundos para darles, con amor, un buen morir: limpios, bien arropados y, si era posible, bautizados. Cierta vez comentó: «No tengo miedo de morir, porque cuando esté delante del Padre, habrá tantos pobres que le entregué con el traje de bodas que sabrán defenderme». ¡Bienaventurada ella! —Aprendamos la lección nosotros.
* P. Julio César RAMOS González SDB (Mendoza, Argentina)
 
Palabras de San Juan XXIII
"La mujer ha adquirido una conciencia cada día más clara de su propia dignidad humana. Por ello no tolera que se la trate como una cosa inanimada o un mero instrumento; exige, por el contrario, que, tanto en el ámbito de la vida doméstica como en el de la vida pública, se le reconozcan los derechos y obligaciones propios de la persona humana".
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"La justicia se defiende con la razón y no con las armas. No se pierde nada con la paz, y puede perderse todo con la guerra. Un hombre pacífico hace más que uno con mucho conocimiento"
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"¡Qué alegría recibir el perdón! ¡Qué consuelo salir de la conversación con el confesor, al que nos hemos presentado humildemente, y oírle decir: 'Vete en paz, hijo mío. ¡Ánimo! Sigue tu camino con buena voluntad. Yo te absuelvo de tus pecados’"
 
Predicación del Evangelio:
Invitados al banquete
Frecuentemente, la Biblia compara a Dios con un esposo casado con Israel. En el Evangelio, el festín, la música, la danza y la fiesta celebran la alegre alianza que une para siempre a Jesús con sus discípulos; no es el momento de ayunar (Marc 2,19). He aquí otra parábola sobre el juicio, cuyo fin es atraer la atención sobre la orientación y el fin último de toda vida humana.
 
El elemento de sorpresa es que en lugar de entrar alegremente en la sala de bodas, los invitados no van. Uno vuelve a su campo, otro a su comercio, y el rey se queda solo ante la mesa de fiesta, desbordante de frutos y manjares sabrosos. ¿Qué hará?
 
Esta alegoría es la historia de todo ser humano. Todos están invitados a este encuentro alegre del Hijo de Dios: el Reino en el que se realizan la justicia, el servicio fraterno, en el que los pobres y marginados tiene por fin su parte de felicidad. Pero cada uno retarda su participación en la fiesta, a pesar de la presión ejercida por el rey.
 
Los primeros rechazan ir sin explicación. Insiste una vez más: “Mi comida está preparada... venid a la boda.” Pero los invitados van a maltratar y hasta matar a los mensajeros. Encolerizado el rey “hizo perecer a los asesinos quemando su ciudad.”
 
En fin, envía a otros servidores al cruce de los caminos para vinieran todos, los buenos y los malos. La sala se llenó, y a pesar de un despliegue de fuerza y autoridad, se encuentra todavía un hombre que resiste y se opone hasta el final. Es un elemento de sorpresa en esta parábola.
 
Sería erróneo ver aquí a personajes lejanos o ficticios. Se trata de nosotros. Somos invitados a la comida del Señor. Con mucha ternura y fidelidad, el Maestro ha preparado el festín de bodas de su Hijo. Cada vez que rechazamos su llamada, nos dice: “Ven.” Pues las amenazas bíblicas son ante todo una forma de insistencia: lo que más desea Dios es compartir su felicidad con nosotros.
(Padre Felipe Santos SDB)
 
Poesía
Desparramando vida
 
Tú vas, Señor, desparramando vida
en la pobre aridez del barro  humano;
todo surco regado por tu mano
es viviente canción de rubio grano.
 
Tú conviertes la sed de pozos muertos
en fuentes refrescantes de aguas vivas;
y los desiertos, Cristo, que cultivas,
florecen en tus manos compasivas.
 
Llevas en Ti, Señor, todo el milagro
de los huertos en flor, llenos de trinos;
y cuando pasas tú por los caminos,
se estremecen de cánticos divinos.
 
(Francisco Estrello)

Decálogo de la serenidad
San Juan XXIII, un Papa visionario de alma joven que lanzó a la Iglesia a la aventura del Concilio Vaticano II, dejó a los jóvenes algunos consejos prácticos para vivir con intensidad:
 
1. Solo por hoy trataré de vivir exclusivamente al día, sin querer resolver los problemas de mi vida todos de una vez.
 
2. Solo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto; seré cortés en mis maneras, no criticaré a nadie y no pretenderé criticar o castigar a nadie, sino a mí mismo.
 
3. Solo por hoy seré feliz con la certeza de que he sido creado para encontrar la felicidad, no solo en el otro mundo sino en éste también.
 
4. Solo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que las circunstancias se adapten a todos mis caprichos y deseos.
 
5. Solo por hoy dedicaré diez minutos a una buena lectura; recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria para la vida del alma.
 
6. Solo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie.
 
7. Solo por hoy haré por lo menos una cosa que no deseo hacer; y si me sintiere ofendido en mis sentimientos, procuraré que nadie se entere.
 
8. Solo por hoy me haré un programa detallado para llenar mi día. Quizá no lo cumpliré cabalmente, pero lo redactaré. Y me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión.
 
9. Solo por hoy creeré firmemente, aunque las circunstancias me demuestren lo contrario, que la buena Providencia de Dios se ocupa de mí como si nadie más existiera en el mundo.
 
10. Solo por hoy no tendré temores. De manera particular no tendré miedo de gozar de lo que es bello y de creer en la bondad.
      
San Juan XXIII, el Papa Bueno...
San Juan XXIII, papa de 1958 a 1963, cuyo nombre era Ángelo Giuseppe Roncalli, nació en Soto il Monte (Bérgamo) el año 1881 en el seno de una modesta familia campesina. A los 11 años entró en el seminario diocesano y después fue alumno del Pontificio Seminario Romano. Recibió la ordenación sacerdotal en 1904. Fue secretario de su obispo G. M. Tedeschi hasta que, en 1921, inició su servicio a la Santa Sede en las Obras Pontificias de la Propagación de la Fe. Después el Papa lo nombró representante de la Santa Sede en Bulgaria, en Turquía y Grecia, en 1944 Nuncio Apostólico en Francia y en 1953 Patriarca de Venecia. El año 1958, a la muerte de Pío XII, fue elegido Papa. Durante su pontificado convocó el Sínodo Romano, instituyó la Comisión para la revisión del Código de Derecho Canónico y, sobre todo, convocó el Concilio Vaticano II. Fue un hombre sencillo y amigo de todos, que cautivó por la bondad de su corazón, el «Papa bueno», trató de infundir en todos la caridad cristiana y de promover la paz entre los pueblos. Murió el 3 de junio de 1963 y fue canonizado el 27-IV-2014. Su memoria se celebra el 11 de octubre, aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II.
  
Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
 Parece que hoy nadie tiene nada para agradecer....
 
¡Hasta mañana! con Madre Teresa
Octubre 11
Hay muchas personas que hablan de Dios y del amor, pero tal vez no aman en absoluto. El amor tiene que ser puesto en práctica.
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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~AMDG~

2 comentarios:

  1. Riquísimas las lecturas de hoy!
    Además de las litúrgicas, recordarlo a San Juan XXIII. Desde Salta, quiero agradecer nuevamente el restablecimiento de mi hermana, María del Socorro, de la enfermedad del covid-19 al igual que sus hijos, Rosario,Juan José y Juan Pablo.
    Y seguir rogando al Señor que con misericordia alivies a tantos enfermos como hay en Salta, fortalezca a los médicos y trabajadores de la salud que se encuentran tan agobiados ante tantos enfermos.
    Muchas gracias por brindar la posibilidad despresar tanto nuestras rogativas como nuestra acción de gracias.
    Tita Fernández.

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  2. Demos gracias a Dios por escuchar nuestras oraciones, y no nos cansemos de rezar para pedir por las necesidades de todos.

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