domingo, 15 de octubre de 2017

Pequeñas Semillitas 3478

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 12 - Número 3478 ~ Domingo 15 de Octubre de 2017
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
El Señor compara la llegada al cielo como la invitación a una fiesta de boda, y en el Apocalipsis se habla de los que se salvan como los que participan en las bodas del cordero, del Cordero que es Cristo (Ap 19,7). Hay gente que no quiere ir porque prefiere otro «plan». Es sorprendente que haya gente que de hecho no quiera ir al cielo, ¿por qué? Porque no saben, no valoran –nadie se lo ha explicado bien–, o porque son perezosos y les vence la comodidad y el gusto.
La Misa es un encuentro de amor, y Jesús la estableció a modo de banquete, es decir, al modo como los hombres celebramos los asuntos importantes e invitamos a quienes amamos: sentaos y comed conmigo nos dice. Más que un precepto, debemos ver la participación en la misa dominical como una invitación del Señor, que desea estar con nosotros, con todos los cristianos ese día, y poder darnos sus dones sobrenaturales, y sobre todo poder darse a nosotros.
Que yo entienda el tesoro que encierra la Eucaristía; que advierta que es lo más importante del domingo –incluso lo más importante de cada día–. Que no me venza la pereza, que no tenga prisa. Que sepa explicárselo a los demás para que todos acudamos a esa llamada de amor, signo de estar en comunión con Cristo.
Padre Jesús Martínez García

¡Buenos días!

El perro y el carnicero
El hombre descubre en su conciencia una ley que él no se da a sí mismo, sino que debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en su corazón, llamándole siempre a amar y a hacer el bien y a evitar el mal... Horacio, poeta latino, escribió: “Tu regla inviolable deber ser, no hacer nunca nada que hiera tu conciencia y de lo que tengas que ruborizarte”.

Cuenta Esopo, fabulista griego, que una vez entró un perro en una carnicería, y notando que el carnicero estaba muy ocupado con sus clientes, arrebató un trozo de carne y salió corriendo. Se volvió el carnicero y, viéndolo huir y sin poder hacer ya nada, gritó amenazándolo con mucha severidad: —¡Oye, amigo, allí donde te encuentre, no dejaré de mirarte!

El buen carnicero quería ser como la voz de la conciencia para el perro ladrón… Alguien dijo acertadamente: “El tigre desgarra a su presa y duerme; el hombre se convierte en homicida y no puede conciliar el sueño”. Mediante el dictamen de su conciencia el hombre percibe y reconoce las prescripciones de la ley divina.  Aprovecha bien este regalo de Dios.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En aquel tiempo, tomando Jesús de nuevo la palabra les habló en parábolas, diciendo: «El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo. Envió sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir. Envió todavía otros siervos, con este encargo: Decid a los invitados: ‘Mirad, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a punto; venid a la boda’.
»Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio; y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron. Se airó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad.
»Entonces dice a sus siervos: ‘La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos. Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda’. Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales.
»Entró el rey a ver a los comensales, y al notar que había allí uno que no tenía traje de boda, le dice: ‘Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?’. Él se quedó callado. Entonces el rey dijo a los sirvientes: ‘Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes’. Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos». (Mt 22,1-14)

Comentario:
Hoy, Jesús nos muestra al rey (el Padre), invitando —por medio de sus “siervos” (los profetas)—, al banquete de la alianza de su Hijo con la humanidad (la salvación). Primero lo hizo con Israel, «pero no quisieron venir» (Mt 22,3). Ante la negativa, no deja el Padre de insistir: «Mirad mi banquete está preparado, (...) y todo está a punto; venid a la boda» (Mt 22,4). Pero ese desaire, de escarnio y muerte de los siervos, suscita el envío de tropas, la muerte de aquellos homicidas y la quema de “su” ciudad (cf. Mt 22,6-7): Jerusalén.
Así es que, por otros “siervos” (apóstoles) —enviados a ir por «los cruces de los caminos» (Mt 22,9): «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas...», dirá más tarde el Señor Jesús en Mt 28,19— fuimos invitados nosotros, el resto de la humanidad, es decir, «todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales» (Mt 22,10): la Iglesia. Aún así, la cuestión, no es sólo estar en la sala de bodas por la invitación, sino que, tiene que ver también y mucho, con la dignidad con la que se está («traje de boda», cf. v. 12). San Jerónimo comentó al respecto: «Los vestidos de fiesta son los preceptos del Señor y las obras cumplidas según la Ley y el Evangelio que son las vestiduras del hombre nuevo». Es decir, las obras de la caridad con las que se debe acompañar a la fe.
Conocemos que Madre Teresa, todas las noches, salía a las calles de Calcuta a recoger moribundos para darles, con amor, un buen morir: limpios, bien arropados y, si era posible, bautizados. Cierta vez comentó: «No tengo miedo de morir, porque cuando esté delante del Padre, habrá tantos pobres que le entregué con el traje de bodas que sabrán defenderme». ¡Bienaventurada ella! —Aprendamos la lección nosotros.
P. Julio César RAMOS González SDB (Mendoza, Argentina)

Palabras de San Juan Pablo II
La Iglesia vive del Cristo eucarístico, de Él se alimenta y por Él es iluminada. [El banquete de] la Eucaristía es misterio de fe y, al mismo tiempo, «misterio de luz». Cada vez que la Iglesia la celebra, los fieles pueden revivir de algún modo la experiencia de los dos discípulos de Emaús: ‘Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron’ (Lc 24, 31). Verdaderamente la Eucaristía es «mysterium fidei», misterio que supera nuestro pensamiento y puede ser acogido sólo en la fe.

Predicación del Evangelio:
Invitados al banquete
Hay un estribillo de un canto, que sobre todo en el tiempo de Adviento, recobra especial relevancia: “es Cristo quien invita, alegra el corazón, viste el alma de fiesta que viene tu Señor”. La Eucaristía, sigue solicitando de nosotros actitudes de fiesta y de encuentro, de alegría y de perdón, de caridad y de justicia. Son, todas ellas, diferentes costuras del auténtico traje de fiesta que desea el Señor para aquellos que acudimos, con debilidades pero con confianza, al banquete pascual.

Como Rey, Dios, domingo tras domingo, prepara un banquete de bodas en cada altar. Convoca con campanas y cánticos a su pueblo para que escuche su Palabra, para que lo sientan cercano. Unos somos sensibles a su llamada y acudimos. En otros, ese tañido de convocatoria y de invitación, hace tiempo que dejó de ser decisivo y de marcar la orientación del Día del Señor.

Como Rey, Dios, el día primero de cada semana, intenta disuadirnos de esa pereza que nos aleja de él, de esa tentación que supone decir a todo “sí” (deporte, campo, playa, montaña) dejando en inferioridad de condiciones a la misa dominical por ejemplo.

-A un banquete no se va por obligación. Pero, cuando uno deja de comer, su cuerpo se debilita, su organismo se desequilibra. ¿No ocurre algo parecido en la vida de muchos cristianos? Comenzaron por dejar la misa, olvidaron la oración y han acabado teniendo a Dios como un eterno desconocido.

-A un banquete no se va por la fuerza. Pero, como educadores, también los padres, hemos de saber transmitir a los hijos que la Eucaristía es un magnífico regalo de Dios, un momento intenso para vivir y celebrar la presencia del Señor. ¿Por qué muchos padres indican, valoran, exigen cualquier otro camino a sus hijos antes que aquel que conduce a la Eucaristía?

-A un banquete no se acude por simple cortesía. Dios no necesita nuestras alabanzas pero, la Eucaristía, cada fin de semana, es una fuente que emana muchos sentimientos que en el mundo escasean. La Eucaristía es pan para los que quieren ser fuertes ante un mundo que nos debilita.

¿Por qué hacemos del domingo un torbellino de actividades y no damos prioridad a algo que es mucho más profundo como la Eucaristía? ¿Por qué en el domingo todo sí y Dios no?

San Juan Pablo II nos dejó una exhortación apostólica sobre la Eucaristía. Entre otras cosas decía que no era cuestión de celebrar cosas extraordinarias, cuanto el recuperar, revivir, saborear y potenciarla más y mejor.

Que nadie, ni el rumbo ni las modas de los nuevos tiempos, nos rompan la tarjeta de invitación que desde el cielo, Dios como Rey, nos hace llegar para que compartamos este don, gracia, encuentro, sacramento y fiesta que hace del domingo un día diferente al resto de los días de la semana.

Dejar a un lado la Eucaristía dominical, a la larga o la corta, implica dejar a Cristo de lado y dejar nuestra vida interior sin un contraste con la Palabra, con la comunidad, con la iglesia y con nosotros mismos. ¡No seamos desagradecidos!
© Padre Javier Leoz

Nuevo vídeo

Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de esta página

Ofrecimiento para sacerdotes y religiosas

Formulo el siguiente ofrecimiento únicamente para sacerdotes o religiosas que reciben diariamente "Pequeñas Semillitas" por e-mail: Si desean recibir el power point y los comentarios del Evangelio del domingo siguiente con dos o tres días de anticipación, para tener tiempo de preparar sus meditaciones, homilías o demás trabajos pastorales sobre la Palabra de Dios, pueden pedírmelo a feluzul@gmail.com 
Sólo deben indicar claramente su nombre, su correo electrónico, ciudad de residencia y a qué comunidad religiosa pertenecen.

Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

Desde España, Marcela agradece a Dios y a las personas que rezaron por la salud de su mamá Lilian, internada en Córdoba, Argentina, y que va mejorando lentamente de su afección.

Saludo a las MADRES en su día
Hoy en Argentina (y tal vez en otros países) celebramos el “Día de la Madre”. Y más allá de saber que todos los días son para honrar a las madres, tomamos este día especial para abrazarlas muy fuerte y expresarles lo mucho que las amamos. Y para quienes ya no tenemos a nuestra mamá junto a nosotros porque Dios la llevó a vivir al cielo, nuestro recuerdo hecho oración, sin tristeza por su ausencia física, sino con el agradecimiento al Creador por habérnosla dado a semejanza de María, la Madre de Jesús.

Los cinco minutos de María
Octubre 15
Hay una sola cosa en la que no cabe el quizá: es el amor.
Así como la Virgen Santísima amó a Dios y a los hombres con toda su intensidad y con toda la vehemencia de su corazón, así debemos hacer nosotros: hemos de amar siempre sin restricciones, sin límites, sin excepciones de ninguna clase; hemos de amar a Dios cuanto seamos capaces de amar, hemos de amar el prójimo, todo cuanto el prójimo necesita de nosotros.
La Iglesia te llama Madre del amor hermoso; haz que la hermosura de nuestro amor consista en dar la vida por lo que amamos
* P. Alfonso Milagro
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)

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