lunes, 2 de octubre de 2017

Pequeñas Semillitas 3465

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 12 - Número 3465 ~ Lunes 2 de Octubre de 2017
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
El mes de octubre está dedicado al Santo Rosario, singular oración contemplativa con la que, guiados por la Madre celestial del Señor, fijamos nuestra mirada en el rostro del Redentor, para ser configurados con su misterio de alegría, de luz, de dolor y de gloria. Cada año la Virgen nos invitara a redescubrir la belleza de esta oración, tan sencilla y tan profunda. El beato Juan Pablo II fue gran apóstol del Rosario: lo recordamos arrodillado, con el rosario entre las manos, sumergido en la contemplación de Cristo.
Octubre es también el Mes Misionero, y el domingo 22 celebraremos la Jornada Mundial de las Misiones. La Iglesia es por su misma naturaleza misionera. “Como el Padre me envió, también yo os envío” (Jn 20, 21), dijo Jesús resucitado a los Apóstoles en el Cenáculo. La misión de la Iglesia es la continuación de la de Cristo: llevar a todos el amor de Dios, anunciándolo con las palabras y con el testimonio concreto de la caridad. San Pablo, el apóstol de los gentiles, escribió: “El amor de Cristo nos apremia” (2 Co 5, 14). Que todo cristiano haga suyas estas palabras, con la gozosa experiencia de ser misionero del Amor allí donde la Providencia lo ha puesto, con humildad y valentía, sirviendo al prójimo sin segundas intenciones y sacando de la oración la fuerza de la caridad alegre y activa.

¡Buenos días!

Llamados misteriosos de Dios
En la Biblia y en la historia de los santos encontramos cómo Dios llama al hombre, de maneras muy diversas y desde distintas situaciones, a colaborar con él en un proyecto de salvación. A veces hay una sola llamada. Otras veces estas invitaciones se van especificando como en etapas que disponen a la persona a una fidelidad mayor. Aquí tienes unos ejemplos.

María Magdalena era una pecadora, antes de entregarse plenamente al amor de Dios. Agustín de Tagaste vivía atrapado por sus amoríos, antes de dedicarse al servicio del Señor. Camilo de Lelis era un jugador empedernido, antes de servir a Cristo en los enfermos. Tomás Beckett no era un modelo de virtudes cuando el rey Enrique II lo nombró Arzobispo de Cantórbery en el año 1162, pensando que, con el nombramiento de este viejo amigo suyo, podría manejarlo a su antojo y, con él, a toda la Iglesia. Es entonces cuando Tomás descubre su llamado a defender el honor de Dios y aceptó ese querer divino hasta morir mártir por orden del nefasto rey.

Acércate a la Palabra de Dios con un corazón pobre y humilde y sentirás sus apremiantes invitaciones a progresar en el amor a Dios y a los hermanos, a enderezar tu camino según su  voluntad, a despegarte de afectos terrenos que detienen tu empuje para una mayor generosidad… Dios te necesita para llevar a tu entorno familiar y laboral la luz del Evangelio.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En aquel tiempo, se suscitó una discusión entre los discípulos sobre quién de ellos sería el mayor. Conociendo Jesús lo que pensaban en su corazón, tomó a un niño, le puso a su lado, y les dijo: «El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor».
Tomando Juan la palabra, dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no viene con nosotros». Pero Jesús le dijo: «No se lo impidáis, pues el que no está contra vosotros, está por vosotros». (Lc 9,46-50)

Comentario:
Hoy, camino de Jerusalén hacia la pasión, «se suscitó una discusión entre los discípulos sobre quién de ellos sería el mayor» (Lc 9,46). Cada día los medios de comunicación y también nuestras conversaciones están llenas de comentarios sobre la importancia de las personas: de los otros y de nosotros mismos. Esta lógica solamente humana produce frecuentemente deseo de triunfo, de ser reconocido, apreciado, agradecido, y falta de paz, cuando estos reconocimientos no llegan.
La respuesta de Jesús a estos pensamientos —y quizá también comentarios— de los discípulos recuerda el estilo de los antiguos profetas. Antes de las palabras hay los gestos. Jesús «tomó a un niño, le puso a su lado» (Lc 9,47). Después viene la enseñanza: «El más pequeño de entre vosotros, ése es mayor» (Lc 9,48). —Jesús, ¿por qué nos cuesta tanto aceptar que esto no es una utopía para la gente que no está implicada en el tráfico de una tarea intensa, en la cual no faltan los golpes de unos contra los otros, y que, con tu gracia, lo podemos vivir todos? Si lo hiciésemos tendríamos más paz interior y trabajaríamos con más serenidad y alegría.
Esta actitud es también la fuente de donde brota la alegría, al ver que otros trabajan bien por Dios, con un estilo diferente al nuestro, pero siempre valiéndose del nombre de Jesús. Los discípulos querían impedirlo. En cambio, el Maestro defiende a aquellas otras personas. Nuevamente, el hecho de sentirnos hijos pequeños de Dios nos facilita tener el corazón abierto hacia todos y crecer en la paz, la alegría y el agradecimiento. Estas enseñanzas le han valido a santa Teresita de Lisieux el título de “Doctora de la Iglesia”: en su libro Historia de una alma, ella admira el bello jardín de flores que es la Iglesia, y está contenta de saberse una pequeña flor. Al lado de los grandes santos —rosas y azucenas— están las pequeñas flores —como las margaritas o las violetas— destinadas a dar placer a los ojos de Dios, cuando Él dirige su mirada a la tierra.
Prof. Dr. Mons. Lluís CLAVELL (Roma, Italia)

Santoral Católico:
Fiesta de los Ángeles Custodios
La tradición bíblica nos presenta a los ángeles como ministros o funcionarios de Dios, mensajeros de su voluntad y ejecutores de sus órdenes, que por designio divino son los custodios, guardianes o protectores de los hombres. San Francisco de Asís, según nos cuenta su biógrafo Tomás de Celano, «tenía en muchísima veneración y amor a los ángeles, que están con nosotros en la lucha y van con nosotros entre las sombras de la muerte. Decía que a tales compañeros había que venerarlos en todo lugar; que había que invocar, cuando menos, a los que son nuestros custodios. Enseñaba a no ofender la vista de ellos y a no osar hacer en su presencia lo que no se haría delante de los hombres. Y porque en el coro o capilla se salmodia en presencia de los ángeles, quería que todos cuantos hermanos pudieran se reunieran en el coro y salmodiaran allí con devoción» (2 Cel 197).
Oración: Oh Dios, que en tu providencia amorosa te has dignado enviar para nuestra custodia a tus santos ángeles, concédenos, atento a nuestras súplicas, vernos siempre defendidos por su protección y gozar eternamente de su compañía. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano

Pensamientos del día

“Los niños a menudo tienen amigos imaginarios.
Sospecho que la mitad de ellos son realmente sus ángeles de la guarda”
San Francisco de Sales

“Los ángeles son amor en movimiento.
Que no para nunca, que lucha para crecer,
que está más allá del bien y del mal.
El amor que todo devora, que todo destruye, que todo perdona.
Los ángeles están hechos de ese amor
y, al mismo tiempo, son sus mensajeros”
Paulo Coelho

“Ángel de Dios,
bajo cuya custodia me puso el Señor con amorosa piedad,
a mí que soy tu encomendado,
alúmbrame hoy, guárdame, rígeme y gobiérname, amén”

Tema del día:
Qué es el Rosario
La palabra Rosario significa “Corona de Rosas”. Nuestra Señora ha revelado a varias personas que cada vez que dicen el Ave María le están dando a Ella una hermosa rosa y que cada Rosario completo le hace una corona de rosas. La rosa es la reina de las flores, y así el Rosario es la rosa de todas las devociones, y por ello la más importante de todas.

El Papa San Pío V en su ‘Bula’ de 1569 nos enseñó que “El Rosario o salterio de la Santísima Virgen, es un modo piadosísimo de oración, al alcance de todos, que consiste en ir repitiendo el saludo que el ángel le dio a María; interponiendo un Padrenuestro entre cada diez Avemarías y tratando de ir meditando mientras tanto en la Vida de Nuestro Señor”. El rosario es la oración del cristiano que avanza en la peregrinación de la fe, siguiendo a Jesús, precedido por María.

La plegaria del Rosario es oración del hombre en favor del hombre: es la oración de la solidaridad humana, oración colegial de los redimidos, que refleja el espíritu y las intenciones de la primera redimida, María, Madre e imagen de la Iglesia: oración en favor de todos los hombres del mundo y de la historia, vivos o difuntos, llamados a formar con nosotros Cuerpo de Cristo y a ser, con El, coherederos de la gloria del Padre.

El santo Rosario es un «compendio de todo el Evangelio”, en cuanto saca de él el enunciado de los misterios y las fórmulas principales; se inspira en el Evangelio para sugerir, partiendo del gozoso saludo del Ángel y del religioso consentimiento de la Virgen, la actitud con que debe recitarlo el fiel; y continúa proponiendo, en la sucesión armoniosa de las Ave Marías, un misterio fundamental del Evangelio -la Encarnación del Verbo- en el momento decisivo de la Anunciación hecha a María. Oración evangélica por tanto el Rosario, como hoy día, quizá más que en el pasado, gustan definirlo los pastores y los estudiosos (La Marialis cultus en el 44).

Y, este mismo tenor, la MC 45, enseña que “el Rosario considera en armónica sucesión los principales acontecimientos salvíficos que se han cumplido en Cristo: desde la concepción virginal y los misterios de la infancia hasta los momentos culminantes de la Pascua -la pasión y la gloriosa resurrección- y a los efectos de ella sobre la Iglesia naciente en el día de Pentecostés y sobre la Virgen en el día en que, terminando el exilio terreno, fue asunta en cuerpo y alma a la patria celestial. Y se ha observado también cómo la cuadruple división de los misterios del Rosario no sólo se adapta estrictamente al orden cronológico de los hechos, sino que sobre todo refleja el esquema del primitivo anuncio de la fe y propone nuevamente el misterio de Cristo…”.

Elementos del Santo Rosario
San Pío V enseña que el Rosario consta varios elementos orgánicamente dispuestos:

1) la contemplación, en comunión con María, de una serie de misterios de la salvación, sabiamente distribuidos en ciclos que expresan el gozo de los tiempos mesiánicos, el dolor salvífico de Cristo, la gloria del Resucitado que inunda la Iglesia; contemplación que, por su naturaleza, lleva a la reflexión práctica y a estimulante norma de vida;

2) la oración dominical o Padrenuestro, que por su inmenso valor es fundamental en la plegaria cristiana y la ennoblece en sus diversas expresiones;

3) la sucesión litánica del Avemaría, que está compuesta por el saludo del Ángel a la Virgen (Cf. Lc 1,28) y la alabanza obsequiosa del santa Isabel (Cf. Lc 1,42), a la cual sigue la súplica eclesial Santa María. La serie continuada de las Avemarías es una característica peculiar del Rosario y su número, en la forma típica y plenaria de ciento cincuenta, presenta cierta analogía con el Salterio y es un dato que se remonta a los orígenes mismos de este piadoso ejercicio. Pero tal número, según una comprobada costumbre, se distribuye —dividido en decenas para cada misterio— en los ciclos de los que hablamos antes, dando lugar a la conocida forma del Rosario compuesto por cincuenta Avemarías, que se ha convertido en la medida habitual de la práctica del mismo y que ha sido así adoptado por la piedad popular y aprobado por la Autoridad pontificia, que lo enriqueció también con numerosas indulgencias;

4) la doxología Gloria al Padre que, en conformidad con una orientación común de la piedad cristiana, termina la oración con la glorificación de Dios, uno y trino, “de quien, por quien y en quien subsiste todo” (Cf. Rom 11,36).
© Servicio Católico Hispano

Meditaciones
Si los Ángeles coronan a María, es porque ella es Reina, Reina de todo el Universo creado, por consiguiente, también reina de esos Ángeles que la glorifican a su manera, como una diadema. El fundamento histórico y teológico de este reino mariano es conocido: María es la Madre del Hijo del Altísimo (Lc 1, 32), la Madre del Señor mismo (Lc 1, 43). Ella es asociada por El a su misión real que se extiende a todo el universo visible e invisible (Jn 2,11; 19, 27).
Es importante ver que la Madre del Señor no es reina de una manera honorifica, su título corresponde a su acción concreta, a su libre y frecuentemente dolorosa participación en la obra de Redención realizada por su Hijo. (…).
Podríamos pedir a la Reina de los Ángeles volvernos más atentos y sensibles a las inspiraciones de esos espíritus angélicos, comenzando por supuesto con las de nuestro propio Ángel de la guarda. Deberíamos también rezar con más frecuencia a los Ángeles, ya que ellos nos pueden ayudar a amar mejor y servir a su Rey y a su Reina, que son también los nuestros.

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración para Leidis M., de 46 años, que vive en Santa Clara, Cuba, diagnosticada con un carcinoma de recto y que comienza esta semana la quimioterapia, rogando que Nuestra Señora la Virgen de la Caridad le dé fuerzas en esos momentos difíciles e interceda por ella y su familia, por la Misericordia de Nuestro Señor.

Continuamos unidos en oración por medio del rezo del Santo Rosario poniendo en Manos de Nuestra Madre Bendita todas nuestras preocupaciones, alegrías y necesidades, poniendo al mundo entero en Manos de nuestra Madre y pidiéndole a Ella paz para el mundo, al rezar por la paz; rezamos por todo, por la paz en el mundo, en los corazones, porque la violencia sea desterrada, por la paz para los niños que están en peligro de ser abortados.  Paz para los jóvenes que no encuentran el camino, paz para los deprimidos. Paz para los que no han tenido la dicha de conocer al Amor. En fin rezamos por la paz, y sigamos haciéndolo.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Los cinco minutos de María
Octubre 2
María estaba contenta y llena de gozo en todo momento, porque en su humildad, en su actitud ante la grandeza de Dios, experimentó que “a quien se humille, lo ensalzarán”. Dios se aleja de los soberbios, pero da gracia a los humildes.
Dios se delita en María porque ella es de un modo eminente lo que Él quiere que sean todos los hombres.
Ya ves cómo, asemejándote a María, estás cerca de ser lo que Dios quiere que seas.
Nuestra Señora Madre de los humildes, danos un corazón sencillo siempre dispuesto al servicio de los más necesitados.
* P. Alfonso Milagro
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)

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