PEQUEÑAS
SEMILLITAS Año
19 - Número 5520 ~ Domingo 14 de Enero de 2024Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina) ¡Alabado sea Jesucristo!
De todos los títulos que oímos para Jesús, “Cordero de Dios” puede ser el
más raro. Pensamos en Jesús como un pastor, no como un cordero. Sin embargo, en
el evangelio hoy Juan Bautista utiliza este título para señalar que Jesús va a
ser sacrificado para cumplir el plan de Dios de la salvación.
Para aquellos primeros seguidores de entonces, como para nosotros hoy, no
se trata de conocer cosas sobre Jesús, sino de sintonizar con él, interiorizar
sus actitudes fundamentales y experimentar que su persona nos hace bien,
reaviva nuestro espíritu y nos infunde fuerza y esperanza para vivir.
Pero lo decisivo para ser cristiano es tratar de vivir como vivía él,
aunque sea de manera pobre y sencilla. Creer en lo que él creyó, dar
importancia a lo que se la daba él, interesarse por lo que él se interesó.
Mirar la vida como la miraba él, tratar a las personas como él las trataba:
escuchar, acoger y acompañar como lo hacía él. Confiar en Dios como él
confiaba, orar como oraba él, contagiar esperanza como la contagiaba él.
¿Qué se siente cuando uno trata de vivir así? ¿No es esto aprender a
vivir?
La Palabra de Dios Lecturas del día ♡ Primera Lectura: 1Sam 3,3b-10.19
♡ Salmo: Sal 39, 2 y 4ab. 7-8a. 8b-9. 10
♡ Segunda Lectura: 1Cor 6,13c-15a.17-20
♡ Santo Evangelio: Jn 1,35-42
En aquel tiempo, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus
discípulos. Fijándose en Jesús que pasaba, dice: «He ahí el Cordero de Dios».
Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y
al ver que le seguían les dice: «¿Qué buscáis?». Ellos le respondieron: «Rabbí
—que quiere decir “Maestro”— ¿dónde vives?». Les respondió: «Venid y lo
veréis». Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con Él aquel día. Era
más o menos la hora décima. Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los
dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. Éste se encuentra
primeramente con su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías» —que
quiere decir, Cristo—. Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él,
le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas» —que quiere
decir, “Piedra”—.
♡ Comentario:
Hoy vemos a Jesús que venía por la ribera del Jordán: ¡Es Cristo que pasa!
Debían ser las cuatro de la tarde cuando, viendo que dos chicos le seguían, se
ha girado para preguntarles: «Qué buscáis?» (Jn 1,38). Y ellos, sorprendidos
por la pregunta, han respondido: «Rabbí —que quiere decir “Maestro”— ¿dónde
vives? (...) ‘Venid y lo veréis’» (Jn 1,39).
También yo sigo a Jesús, pero... ¿qué quiero?, ¿qué busco? Es Él quien me
lo pregunta: «De verdad, ¿qué quieres?». ¡Oh!, si fuera suficientemente audaz
para decirle: «Te busco a ti, Jesús», seguro que le habría encontrado, «porque
todo el que busca encuentra» (Mt 7,8). Pero soy demasiado cobarde y le respondo
con palabras que no me comprometen demasiado: «¿Dónde vives?». Jesús no se
conforma con mi respuesta, sabe demasiado bien que no es un montón de palabras
lo que necesito, sino un amigo, el Amigo: Él. Por esto me dice: «Ven y lo
verás», «venid y lo veréis».
Juan y Andrés, los dos mozos pescadores, fueron con Él, «vieron dónde
vivía y se quedaron con Él aquel día» (Jn 1,39). Entusiasmado por el encuentro,
Juan podrá escribir: «La gracia y la verdad se han hecho realidad por
Jesucristo» (Jn 1,17b). ¿Y Andrés? Correrá a buscar a su hermano para hacerle
saber: «Hemos encontrado al Mesías» (Jn 1,41). «Y le llevó donde Jesús. Jesús,
fijando su mirada en él, le dijo: ‘Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te
llamarás Cefas’, que quiere decir “Piedra”» (Jn 1,42).
¡Piedra!, ¿Simón, una piedra? Ninguno de ellos está preparado para
comprender estas palabras. No saben que Jesús ha venido a levantar su Iglesia
con piedras vivas. Él tiene ya escogidos los dos primeros sillares, Juan y
Andrés, y ha dispuesto que Simón sea la roca en la que se apoye todo el
edificio.
Y, antes de subir al Padre, nos dará respuesta a la pregunta: «Rabbí,
¿dónde vives?». Bendiciendo a su Iglesia dirá: «Yo estaré con vosotros cada día
hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).
* Rev. D. Lluís RAVENTÓS i Artés (Tarragona, España)
Palabras de San Juan XXIII «¡Qué alegría recibir el perdón! ¡Qué consuelo salir
de la conversación con el confesor, al que nos hemos presentado humildemente, y
oírle decir: ‘Vete en paz, hijo mío. ¡Ánimo! Sigue tu camino con buena
voluntad. Yo te absuelvo de tus pecados’»
Predicación del Evangelio: “¿Qué buscáis?” Después de la vocación de Jesús, en su bautismo, he aquí la de los
primeros discípulos. Leemos la narración de su llamada hoy en san Juan, y el
domingo próximo, en san Marcos.
Juan Bautista ha identificado a Cristo: “He aquí el Cordero de Dios que
quita el pecado del mundo.” Como el cuarto evangelio fue redactado después
de la resurrección, los lectores conocían bien este título que es el puente
entre el Antiguo y Nuevo Testamento. Con motivo de la primera Pascua en tiempos
de Moisés, se inmoló un cordero para que los primeros recién nacidos de Israel
se salvaran.
Más tarde, Isaías anunció la obra de un Siervo de Dios que quita el pecado
del mundo y “que no abre la boca, parecido a un cordero llevado al matadero.”
El Maestro a quien se unen hoy algunos discípulos de Juan será un Siervo
sufriente, humillado, rechazado, pero también un Siervo combatiente y vencedor
que obtendrá la vida verdadera y la libertad para todo el pueblo.
En san Juan, el testimonio de Juan Bautista es determinante en la llamada
de los primeros discípulos, pues al designarles al Salvador del mundo, el
profeta del desierto orienta hacia él a sus propios discípulos. Jesús se vuelve
y les plantea una cuestión. Es la primera frase del Mesías en el cuarto
evangelio: “¿Qué buscáis?”
La cuestión se dirige a los discípulos de todos los tiempos: es imposible
encontrar un sentido a su propia vida si no se le busca verdaderamente. A esta
cuestión de Jesús, los dos primeros responden con otra pregunta: “Rabbi,
¿dónde vives?” Es también la cuestión que los discípulos de todos los
tiempos deberán plantearse sin cesar. Reconocer a Jesucristo como el Maestro,
buscarlo, caminar con él y permanecer junto a él son las actitudes
fundamentales para todas las generaciones de discípulos.
Pues la vocación de hoy es universal. Como en el episodio de los
discípulos de Emaús, en san Lucas, el discípulo no identificado representa al
discípulo perfecto, al ser nuevo que toda persona es llamada a ser en la fe, en
la lectura de los testimonios aportados por el Evangelio según san Juan.
.
(Texto: P. Felipe Santos SDB -
Imagen de ‘El Diario’)
Nuevo vídeo y artículo Hay un nuevo vídeo subido
al blogde "Pequeñas Semillitas" en internetreferido al Evangelio de
este Domingo.Para verlo tienes que ir
al final de esta página: Hay nuevo material
publicado en el blog"Juan Pablo II inolvidable"sobre el tema: Bautismo de Jesús.Puedes acceder en la
dirección: Agradecimientos Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para
tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí
los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la
cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las
gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque
prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para
dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas"
pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la
segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como
respuesta a nuestros pedidos de oración.
💕 Desde Córdoba, Argentina, agradecemos a Dios, a la Virgen de Lourdes, a San José y a San Juan Pablo II, por estar iniciando un nuevo año de publicaciones de "Pequeñas Semillitas", el décimo noveno consecutivo. A Ellos, que son nuestros inspiradores y "asesores de redacción" nuestra gratitud y el pedido que nos sigan acompañando por mucho tiempo más.
Bendito seas, Dios mío, porque a
pesar de ser yo indigno de toda ayuda, tu generosidad e infinita bondad nunca
dejan de otorgar el bien aún a los ingratos y a los que se han apartado de ti. Conviértenos
a ti, para que seamos agradecidos, humildes y piadosos, pues Tú eres nuestra
salud, nuestra fortaleza y nuestra salvación.
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas” Juan Bautista presentó a Jesús como el ‘cordero de Dios que quita el pecado
del mundo’. Algunos de los discípulos de Juan, al oírlo, se fueron tras el
Señor. Buscaban, probablemente, seguir al ‘enviado del Altísimo’, pero también
verse libres de las cadenas de sus propios pecados. Lo que no sabían en aquel
instante era cómo iba el Mesías a llevar a cabo su misión. No sabían que el
final era la Cruz. Pero tampoco sabían que el medio para cumplir esa misión era
amar a los que iba a redimir, amar a los pecadores. La liberación del pecado se
hizo a base de amar al pecador y de amarle hasta el límite máximo de la Cruz.
Nosotros, tantos años después de aquel acontecimiento, tenemos que seguir
creyendo que Dios tiene poder para hacer hoy lo que hizo entonces: salvarnos a
base de amor, salvarnos con su gracia santificadora y redentora. Tenemos que
creer en la gracia de Dios y, para demostrarlo, tenemos que practicar los
sacramentos. Creer en la gracia no es fácil, pues con frecuencia no se
“experimenta” nada de tipo sensible, pero es decisivo para seguir adelante y
para confiar en que Dios no nos deja solos en medio de las pruebas. A la larga,
además, se comprueba que los que han creído han perseverado y que los que han
perseverado han vencido, incluso a los demonios personales, que son los más
difíciles de someter. Creamos, pues en al amor de Dios, que es un amor
redentor. Creamos en la eficacia de ese amor. Creamos en la gracia. Dejémonos
curar por el Señor de la vida.
(P. Santiago Martín)
Extractos de cartas del Padre Pío (Recopilación: P. Gianluigi Pasquale en “365
días con el Padre Pío”) 14 de enero
Inquietarnos después de una acción porque no ha
salido según la intención pura que se tenía no es humildad; es signo claro de
que el alma no había puesto la perfección de su obra en la ayuda divina, sino
que más bien había confiado demasiado en sus propias fuerzas.
Mi Raffaelina se preservará de esta secreta
filosofía de Satanás, desechando sus sugerencias tan pronto como las haya
advertido. La gracia vigilante del Señor te libere en todo momento de ser
conquistada, incluso levemente, por ese espíritu maligno. Nunca es de poca
importancia para un alma desposada con el Hijo de Dios haber caído, incluso en cosas
pequeñas, en las malas artimañas de este terrible monstruo.
(17 de diciembre de 1914, a Raffaelina
Cerase, Ep. II, 273)
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