PEQUEÑAS
SEMILLITAS Año
19 - Número 5517 ~ Jueves 11 de Enero de 2024Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina) ¡Alabado sea Jesucristo!
¿Qué me traerá el año que ha empezado?
Lo que Tú quieras Señor, pero te pido fe para mirarte en todo, esperanza
para no desfallecer, y caridad para amarte cada día más, y para hacerte amar
entre los que me rodean.
Dame paciencia y humildad, desprendimiento y generosidad, dame Señor, lo
que tú sabes que me conviene y yo no sé pedir.
Que tenga el corazón alerta, el oído atento, las manos y la mente activas,
y que me halle siempre dispuesto a hacer tu Santa Voluntad.
Derrama Señor, tus gracias sobre todos los que amo y concede tu paz al
mundo entero. Amén.
La Palabra de Dios Lecturas del día ♡ Primera Lectura: 1Sam 4,1-11
♡ Salmo: Sal 43, 10-11. 14-15. 24-25
♡ Santo Evangelio: Mc 1,40-45
En aquel tiempo, vino a Jesús un leproso suplicándole y, puesto de
rodillas, le dice: «Si quieres, puedes limpiarme». Compadecido de él, extendió
su mano, le tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio». Y al instante, le
desapareció la lepra y quedó limpio. Le despidió al instante prohibiéndole
severamente: «Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y
haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de
testimonio».
Pero él, así que se fue, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la
noticia, de modo que ya no podía Jesús presentarse en público en ninguna
ciudad, sino que se quedaba a las afueras, en lugares solitarios. Y acudían a
Él de todas partes.
♡ Comentario:
Hoy, en la primera lectura, leemos: «¡Ojalá oyereis la voz del Señor: ‘No
queráis endurecer vuestros corazones’!» (Heb 3,7-8). Y lo repetimos
insistentemente en la respuesta al Salmo 94. En esta breve cita, se contienen
dos cosas: un anhelo y una advertencia. Ambas conviene no olvidarlas nunca.
Durante nuestro tiempo diario de oración deseamos y pedimos oír la voz del
Señor. Pero, quizá, con demasiada frecuencia nos preocupamos de llenar ese
tiempo con palabras que nosotros queremos decirle, y no dejamos tiempo para
escuchar lo que el Buen Dios nos quiere comunicar. Velemos, por tanto, para
tener cuidado del silencio interior que —evitando las distracciones y centrando
nuestra atención— nos abre un espacio para acoger los afectos, inspiraciones...
que el Señor, ciertamente, quiere suscitar en nuestros corazones.
Un riesgo, que no podemos olvidar, es el peligro de que nuestro corazón
—con el paso del tiempo— se nos vaya endureciendo. A veces, los golpes de la
vida nos pueden ir convirtiendo, incluso sin darnos cuenta de ello, en una persona
más desconfiada, insensible, pesimista, desesperanzada... Hay que pedir al
Señor que nos haga conscientes de este posible deterioro interior. La oración
es ocasión para echar una mirada serena a nuestra vida y a todas las
circunstancias que la rodean. Hemos de leer los diversos acontecimientos a la
luz del Evangelio, para descubrir en cuáles aspectos necesitamos una auténtica
conversión.
¡Ojalá que nuestra conversión la pidamos con la misma fe y confianza con
que el leproso se presentó ante Jesús!: «Puesto de rodillas, le dice: ‘Si
quieres, puedes limpiarme’» (Mc 1,40). Él es el único que puede hacer posible
aquello que por nosotros mismos resultaría imposible. Dejemos que Dios actúe
con su gracia en nosotros para que nuestro corazón sea purificado y, dócil a su
acción, llegue a ser cada día más un corazón a imagen y semejanza del corazón
de Jesús. Él, con confianza, nos dice: «Quiero; queda limpio» (Mc 1,41).
* Rev. D. Xavier PAGÉS i Castañer (Barcelona, España)
Santoral Católico: Santo Tomás de Cori Nació en Cori (Latina,
Italia) en 1655. Pronto quedó huérfano de padre y madre. Trabajó como pastor y,
casadas sus dos hermanas, ingresó en la Orden franciscana. Fue ordenado
sacerdote en 1683; poco después pidió integrarse en el nuevo Retiro de Bellegra
(Roma); allí permaneció hasta su muerte, excepto los seis años en que fue
guardián de Palombara, donde instauró el Retiro. El aspecto más evidente de su
vida espiritual fue sin duda la centralidad de la Eucaristía, testimoniada en
la celebración eucarística, intensa y participada, y en la oración silenciosa
de adoración en las largas noches de retiro, después del oficio divino
celebrado a medianoche. Su vida de oración estuvo marcada por una aridez
persistente de espíritu. Nunca olvidó el bien de sus hermanos y el corazón de
la vocación franciscana, que es apostólico. Recorrió comarcas y pueblos del
Lacio, anunciando con sencillez el Evangelio, administrando los sacramentos y
realizando milagros, signo de la presencia del Reino. Murió en Bellegra el 11
de enero de 1729. Lo canonizó san Juan Pablo II en 1999.
Para más información hacer clic acá.
(Directorio Franciscano – ACI Prensa – Catholic.net)
Palabras de San Juan Pablo II «En el hogar de Nazaret, la cohesión y la fidelidad
van mucho más allá de las exigencias institucionales para convertirse en reflejo límpido de la comunión
trinitaria. ¡Familias, sed lo que sois! Vosotros sois la representación viva de
la caridad de Dios, pues tenéis la misión de custodiar, revelar y comunicar el
amor, como reflejo vivo y participación real del amor de Dios por la humanidad
y del amor de Cristo Señor por la Iglesia su esposa.»
Tema del día: Oración a San José San José, Custodio de
Nuestro Señor Jesús…
San José, ruega a Jesús
que venga a mi corazón y lo inflame de caridad.
San José, ruega a Jesús
que venga a mi inteligencia y la ilumine.
San José, ruega a Jesús
que venga a mi voluntad y la fortalezca.
San José, ruega a Jesús
que venga a mis pensamientos y los purifique.
San José, ruega a Jesús
que venga a mis afectos y los ordene.
San José, ruega a Jesús
que venga a mis deseos y los dirija.
San José, ruega a Jesús
que venga a mis acciones y las bendiga.
San José, haz que Jesús
me done su Santo Amor.
San José, haz que Jesús
me done la imitación de sus virtudes.
San José, haz que Jesús
me done la verdadera humildad de espíritu.
San José, haz que Jesús
me done la paz del alma.
San José, que Jesús me
done el santo temor de Dios.
San José, que Jesús me
done el deseo de la perfección.
San José, haz que Jesús
me done la dulzura de carácter.
San José, que Jesús me
done un corazón puro y caritativo.
San José, haz que Jesús
me done la gracia de soportar con paciencia los sufrimientos de la vida.
San José, por el amor
que le diste a Jesús ayúdame a amarlo de verdad.
San José, recíbeme y
protégeme como tu fiel devoto.
San José, yo me pongo en
tus manos, acéptame y socórreme.
San José, no me
abandones en la hora de mi muerte.
Amén.
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Semillitas” por email Si lo deseas puedes
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Recuerden, queridos
lectores, que, desde el día mismo de nuestro Bautismo, todos somos discípulos y
misioneros, y en tal condición tenemos que ayudar a llevar la Palabra y las
divinas enseñanzas de Jesús a tantas personas como nos sea posible.
También pueden difundir “Pequeñas
Semillitas” a través de las redes sociales en las que estamos presentes,
como Facebook, Twitter, etc.
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas” Estrella resplandeciente de la mañana, Virgen María, tu luz se eleva antes
de que llegue el día, porque tu venida precede a la de Jesucristo, tu Hijo
bendito, Él que es luz y día. Y si la luna y las estrellas desaparecen cuando
llega la luz del sol, tú que brillaste al amanecer, todavía brillas cuando
aparece el Sol, y su luz no te hace perder tu claridad: tú que diste a luz al
Sol, brillas con Él, tu Hijo bendito.
Y cuanto más espléndida sea su dignidad, más espléndida será la tuya, tú
que eres su Madre; y debido a que el honor del Hijo es el honor de la Madre, en
la excelencia de tu bendito Hijo la tuya resplandece, pues eres la Madre que
mereció engendrar a tal Hijo.
Estrella de la mañana, a mí que estoy sujeto a la corrupción, llévame
hacia ti, tú que eres la Incorrupta. Estoy vacío de toda gracia, ante ti que
eres llena de gracia; yo que soy imperfecto, ante ti que eres perfecta; yo que
soy pequeño, ante ti que eres grande; yo que soy débil, ante ti que eres
fuerte. Así, cuando caiga, no me voy a romper nada, porque tú, Madre de la
Divina Misericordia, me protegerás, ahora y por la eternidad.
(Raymond Jordán)
Extractos de cartas del Padre Pío (Recopilación: P. Gianluigi Pasquale en “365
días con el Padre Pío”) 11 de enero
El conocimiento de la indignidad potencial, que
consiste en saber qué seríamos o qué podríamos hacer sin la asistencia de la
gracia, y del que hemos hablado hasta ahora, no debe confundirse con la
indignidad actual. La primera hace a la criatura aceptable y grata a los ojos
del Altísimo; la segunda la hace detestable, porque es el reflejo de la
iniquidad presente en el alma, en la conciencia.
Vosotras, en las tinieblas en que os encontráis la
mayor parte de las veces, confundís una con otra; y, del conocimiento de lo que
podríais ser, teméis que ya sois aquello que es sólo posible en vosotras.
El ignorar si ante Dios sois dignas de amor o de
odio es un sufrimiento y no un castigo, porque nadie teme ser indigno cuando
verdaderamente lo quiere ser o lo es. Tal incertidumbre es permitida por Dios
para todos los seres humanos, para que no presuman y para que caminen con
cautela en la consecución de la salvación eterna.
(7 de diciembre de 1916, a las hermanas
Ventrella, Ep. III, 541)
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