PEQUEÑAS
SEMILLITAS Año
18 - Número 5360 ~ Sábado 1 de Julio de 2023Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina) ¡Alabado sea Jesucristo!
Dios es grande en las cosas grandes, pero es grandísimo en las cosas
pequeñas, dice Henry Dyer. Un grupo de excursionistas están en la cumbre del
Matterhorn (Alpes suizos) admirando la sublimidad de la escena cuando un
caballero sacó un microscopio de bolsillo, cazó una mosca y la puso bajo el
objetivo. Nos hizo recordar que la mosca doméstica de Inglaterra carece de
vello en sus patas. En seguida nos mostró las patas de esta mosquita alpina.
Estaban completamente cubiertas de vello, lo que nos indicaba que el mismo Dios
que hizo las altas montañas de Suiza, había pensado en la comodidad de sus más
pequeñas criaturas, hasta el punto de proveer de medias y guantes para la mosquita,
que tiene su hogar en aquellas montañas. ¡Ese es nuestro Dios!
(J. Parker)
La Palabra de Dios Lecturas del día ♡ Primera Lectura: Gén 18,1-15
♡ Salmo: Sal 1,46-47.48-49.50.53.54-55
♡ Santo Evangelio: Mt 8,5-17
En aquel tiempo, al entrar en Cafarnaúm, se le acercó un centurión y le
rogó diciendo: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles
sufrimientos». Dícele Jesús: «Yo iré a curarle». Replicó el centurión: «Señor,
no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi
criado quedará sano. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a
mis órdenes, y digo a éste: ‘Vete’, y va; y a otro: ‘Ven’, y viene; y a mi
siervo: ‘Haz esto’, y lo hace». Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los
que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan
grande. Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la
mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos, mientras que los hijos
del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el
rechinar de dientes». Y dijo Jesús al centurión: «Anda; que te suceda como has
creído». Y en aquella hora sanó el criado.
Al llegar Jesús a casa de Pedro, vio a la suegra de éste en cama, con
fiebre. Le tocó la mano y la fiebre la dejó; y se levantó y se puso a servirle.
Al atardecer, le trajeron muchos endemoniados; Él expulsó a los espíritus con
una palabra, y curó a todos los enfermos, para que se cumpliera el oráculo del
profeta Isaías: «Él tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades».
♡ Comentario:
Hoy, en el Evangelio, vemos el amor, la fe, la confianza y la humildad de
un centurión, que siente una profunda estima hacia su criado. Se preocupa tanto
de él, que es capaz de humillarse ante Jesús y pedirle: «Señor, mi criado yace
en casa paralítico con terribles sufrimientos» (Mt 8,6). Esta solicitud por los
demás, especialmente para con un siervo, obtiene de Jesús una pronta respuesta:
«Yo iré a curarle» (Mt 8,7). Y todo desemboca en una serie de actos de fe y
confianza. El centurión no se considera digno y, al lado de este sentimiento,
manifiesta su fe ante Jesús y ante todos los que estaban allí presentes, de tal
manera que Jesús dice: «En Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande»
(Mt 8,10).
Podemos preguntarnos qué mueve a Jesús para realizar el milagro. ¡Cuántas
veces pedimos y parece que Dios no nos atiende!, y eso que sabemos que Dios
siempre nos escucha. ¿Qué sucede, pues? Creemos que pedimos bien, pero, ¿lo
hacemos como el centurión? Su oración no es egoísta, sino que está llena de
amor, humildad y confianza. Dice san Pedro Crisólogo: «La fuerza del amor no
mide las posibilidades (...). El amor no discierne, no reflexiona, no conoce
razones. El amor no es resignación ante la imposibilidad, no se intimida ante
dificultad alguna». ¿Es así mi oración?
«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo...» (Mt 8,8). Es la
respuesta del centurión. ¿Son así tus sentimientos? ¿Es así tu fe? «Sólo la fe
puede captar este misterio, esta fe que es el fundamento y la base de cuanto
sobrepasa a la experiencia y al conocimiento natural» (San Máximo). Si es así,
también escucharás: «‘Anda; que te suceda como has creído’. Y en aquella hora
sanó el criado» (Mt 8,13).
¡Santa María, Virgen y Madre!, maestra de fe, de esperanza y de amor
solícito, enséñanos a orar como conviene para conseguir del Señor todo cuanto
necesitamos.
* Rev. D. Xavier JAUSET i Clivillé (Lleida, España)
Santoral Católico: San Oliverio Plunkett Nació en Irlanda el año
1625. Estudió en Roma y, ordenado de sacerdote en 1654, continuó allí como
profesor del seminario de Propaganda Fide y Agente de los obispos irlandeses.
En 1669 fue elegido arzobispo de Armagh y primado de Irlanda. Reconstruyó y
reorganizó la Iglesia irlandesa, tan castigada en los años precedentes. En 1673
tuvo que pasar a la clandestinidad. Cuando las circunstancias lo permitieron,
reemprendió su labor apostólica. Poco después lo detuvieron y lo acusaron
falsamente de participar en una conspiración. Lo trasladaron a Londres y lo
condenaron por traidor y por difundir el catolicismo. Fue ahorcado y
descuartizado en la plaza de Tyburn de Londres el año 1681, en tiempo del rey
Carlos II.
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© Directorio Franciscano – ACI Prensa – Catholic.net
Palabras del Santo Padre Pío «Si queremos recoger la
cosecha, es necesario no sólo sembrar la semilla sino también echarla en buena
tierra; y cuando esta semilla llegue a hacerse planta, hemos de estar muy atentos
para vigilar que la cizaña no sofoque las todavía tiernas plantitas»
Tema del día: 3 anécdotas de San
Alberto Hurtado 1- Alberto no podía entrar a los jesuitas porque debía sostener
económicamente a su familia. El padre Damián Symon relata cómo vino la
solución: “Durante todo el mes del Sagrado Corazón de Jesús del año 1923, a las
10 de la noche, lo vi tenderse en el suelo, frente al altar del Santísimo
Sacramento, y pasar una hora entera en esa postura, implorando, en la oración
más fervorosa, que el Señor le solucionara sus problemas económicos para poder
consagrarse totalmente a Dios”. La solución llegó de modo providencial,
precisamente el día del Sagrado Corazón.
2- Un misionero capuchino lo observó cuando rezaba la Misa, y le llamó tan
poderosamente la atención que dijo no haber visto nunca una celebración tan
devota y edificante; y teniendo así los sacerdotes chilenos un ejemplo tan
notable, todos deberían ser santos. ¡Su fuego era capaz de encender otros
fuegos…! (Mons. Francisco Valdés).
3- Tenía la costumbre de no irse nunca a dormir sin antes haber rezado el
Rosario. “A cualquier hora que termine, rezo primero el Rosario antes de
acostarme”. En la casa de retiros yo lo vi a veces empezar el Rosario a la una
de la mañana. (P. Arturo Gaete sj).
Biblioteca de archivos Recuerda que tenemos una Biblioteca de archivos. Ingresando en ella
encontrarás una selección de más de 250 artículos publicados en “Pequeñas
Semillitas”, los cuales los podrás leer o descargar a tu computadora o
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Humor de sábados Juan le había pedido a Roberto que lo ayudara a reparar el tejado de su
casa después del trabajo, así que Roberto fue directamente a la casa de Juan.
Cuando llegaron a la puerta, Juan fue a su esposa, la abrazó y le dijo lo
hermosa que era y lo mucho que la echaba de menos en el trabajo.
Cuando llegó la hora de la cena, felicitó a su esposa por su cocina, la
besó y le dijo cuánto la amaba.
Una vez que estaban trabajando fuera reparando el tejado, Roberto le dijo
a Juan que estaba sorprendido de que tanto se preocupara por su esposa.
Juan dijo que había comenzado esto hace unos seis meses, había revivido su
matrimonio, y las cosas no podían ser mejores.
Roberto pensó que lo probaría. Cuando llegó a casa, le dio a su esposa un
abrazo, la besó y le dijo que la amaba. Su esposa estalló en lágrimas.
Roberto estaba confundido y le preguntó por qué estaba llorando.
Ella dijo: "Este es el peor día de mi vida. Primero, el pequeño Billy
se cayó de la bicicleta y se torció el tobillo. Luego, la lavadora se rompió e
inundó el sótano. ¡Y ahora, llegas a casa borracho!"
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas” La hermana Briege McKenna en su libro ‘Los milagros sí ocurren’ dice: Un
día me telefoneó un sacerdote muy angustiado. Acababa de saber que tenía cáncer
en las cuerdas vocales y que, dentro de tres semanas, tendrían que extirparle
la laringe. Me dijo que estaba desesperado, había sido ordenado apenas hacía
seis años. Al orar con él, sentí que el Señor quería que yo le hablara de la
Eucaristía. Le dije: “Padre, yo puedo orar por usted ahora por teléfono y lo
haré. Pero, ¿esta mañana no tuvo un encuentro con Jesús? ¿No se encuentra con
él cada día? Padre, cada día, cuando celebra la misa, cuando toma la hostia
sagrada, usted se encuentra con Jesús. ¿Se da cuenta de que Jesús pasa a través
de su garganta? No hay nadie mejor a quien ir sino a Jesús. Pídale a Jesús que
lo sane”.
Lo oí llorar por teléfono. Y se despidió dándome las gracias. Tres semanas
después, ingresó al hospital para ser operado. Me llamó más tarde para decirme
que la cirugía no se realizó. Los médicos descubrieron que el cáncer había
desaparecido y que sus cuerdas vocales estaban como nuevas. Nunca supe su
nombre. Pero un año después, tuve noticias de él a través de un amigo suyo.
Antes de su enfermedad, este sacerdote joven había dejado de celebrar la misa
diaria excepto los domingos. Él tomaba la misa muy a la ligera. Y Dios usó esta
experiencia del cáncer para transformar su vida. Este sacerdote fue sanado
completamente, no sólo físicamente. Se volvió un sacerdote centrado en la
Eucaristía. La Eucaristía se volvió para él, un momento de encuentro con Jesús
vivo.
(P. Ángel Peña)
Recordando al Padre Natalio Sé luz en el mundo
El Señor te ha regalado la luz de la fe para que la
irradies a tu alrededor, con el ejemplo y con la palabra. Jesús te anima a
hacer brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ti (Mateo 5,
13-15). Cada uno tiene posibilidades distintas, pero no menos importantes aunque
parezcan limitadas. Dios ha dispuesto que las almas vayan iluminando otras
almas, como si fueran antorchas.
Si puedes ser una estrella en el cielo, sé
una estrella en el cielo. Si no puedes ser una estrella en el cielo, sé una
hoguera en la montaña. Si no puedes ser una hoguera en la montaña, sé una
lámpara en tu casa.
Esto me hace recordar un aviso para cierta
celebración, cuya ambigüedad hizo sonreír a todos los presentes: “El párroco
encenderá su vela en la del altar. El diácono encenderá la suya en la del
párroco, y luego encenderá uno por uno a todos los fieles de la primera fila”.
Ojalá que todos fuéramos antorchas vivientes de Cristo Jesús “luz del mundo”,
para iluminar a tantos que todavía “yacen en tinieblas y en sombras de muerte”.
Que Dios, que “es luz y en quien no hay tiniebla alguna”, te bendiga e impulse
a tu misión.
(P. Natalio)
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