domingo, 24 de julio de 2022

Pequeñas Semillitas 5042

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 17 - Número 5042 ~ Domingo 24 de Julio de 2022
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
Hoy Jesús nos enseña que muchas veces debemos acudir a Dios a través de la oración, y por eso nace la oración del Padrenuestro que explica a sus discípulos que le pedían aprender a orar.
Y también nos cuenta una parábola para decirnos que debemos acudir a Dios con mucha confianza y muchas veces también con perseverancia. Nos cuenta lo que le sucede a uno que tiene una visita inesperada a media noche y debe cumplir con la ley de la hospitalidad. Va donde un amigo y no deja de pedir hasta que este amigo se levanta y le da lo que necesita. Y Jesús termina haciendo esta reflexión: Si este amigo termina dándole lo necesario, ¿Cómo no nos va a dar nuestro Padre celestial el Espíritu Santo a quienes lo pidan?
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Gén 18,20-32
 
Salmo: Sal 137,1-2a.2bc-3.6-7ab.7c-8
 
Segunda Lectura: Col 2,12-14
 
Santo Evangelio: Lc 11,1-13
Un día que Jesús estaba en oración, en cierto lugar, cuando hubo terminado, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan lo enseñó a sus discípulos». Les dijo: «Cuando oréis, decid: ‘Padre, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Danos cada día el pan que necesitamos. Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos todos los que nos han ofendido. Y no nos expongas a la tentación’».
También les dijo Jesús: «Supongamos que uno de vosotros tiene un amigo, y que a medianoche va a su casa y le dice: ‘Amigo, préstame tres panes, porque otro amigo mío acaba de llegar de viaje a mi casa y no tengo nada que ofrecerle’. Sin duda, aquel le contestará desde dentro: ‘¡No me molestes! La puerta está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme a darte nada’. Pues bien, os digo que aunque no se levante a dárselo por ser su amigo, se levantará por serle importuno y le dará cuanto necesite. Por esto os digo: Pedid y Dios os dará, buscad y encontraréis, llamad a la puerta y se os abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra y al que llama a la puerta, se le abre. ¿Acaso algún padre entre vosotros sería capaz de darle a su hijo una culebra cuando le pide pescado? ¿O de darle un alacrán cuando le pide un huevo? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre que está en el cielo dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!».
 
Comentario:
Hoy, Jesús en oración nos enseña a orar. Fijémonos bien en lo que su actitud nos enseña. Jesucristo experimenta en muchas ocasiones la necesidad de encontrarse cara a cara con su Padre. Lucas, en su Evangelio, insiste sobre este punto.
¿De qué hablaban aquel día? No lo sabemos. En cambio, en otra ocasión, nos ha llegado un fragmento de la conversación entre su Padre y Él. En el momento en que fue bautizado en el Jordán, cuando estaba orando, «y vino una voz del cielo: ‘Tú eres mi hijo; mi amado, en quien he puesto mi complacencia’» (Lc 3,22). Es el paréntesis de un diálogo tiernamente afectuoso.
Cuando, en el Evangelio de hoy, uno de los discípulos, al observar su recogimiento, le ruega que les enseñe a hablar con Dios, Jesús responde: «Cuando oréis, decid: ‘Padre, santificado sea tu nombre…’» (Lc 11,2). La oración consiste en una conversación filial con ese Padre que nos ama con locura. ¿No definía Teresa de Ávila la oración como “una íntima relación de amistad”: «estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama»?
Benedicto XVI encuentra «significativo que Lucas sitúe el Padrenuestro en el contexto de la oración personal del mismo Jesús. De esta forma, Él nos hace participar de su oración; nos conduce al interior del diálogo íntimo del amor trinitario; por decirlo así, levanta nuestras miserias humanas hasta el corazón de Dios».
Es significativo que, en el lenguaje corriente, la oración que Jesucristo nos ha enseñado se resuma en estas dos únicas palabras: «Padre Nuestro». La oración cristiana es eminentemente filial.
La liturgia católica pone esta oración en nuestros labios en el momento en que nos preparamos para recibir el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. Las siete peticiones que comporta y el orden en el que están formuladas nos dan una idea de la conducta que hemos de mantener cuando recibamos la Comunión Eucarística.
* Abbé Jean GOTTIGNY (Bruxelles, Bélgica)
 
Palabras de San Juan Pablo II
“Orar no significa evadirse de la historia y de los problemas que plantea; significa optar por afrontar la realidad no solos, sino con la fuerza que viene de lo alto, la fuerza de la verdad y del amor, cuyo manantial está en Dios […] La oración es el secreto para entrar y morar en la Voluntad de Dios, es fiarse de Dios, ponerse en sus manos […] En la oración el misterio de la divinidad se revela como fidelidad y amor.”
 
Predicación del Evangelio:
Tú reza, que Dios cumplirá
DIOS PROMETE Y CUMPLE
Nuestra oración insistente, clarifica y nos abre hacia aquello que, por nosotros mismos, somos incapaces de realizar: Dios de una manera segura, simple y suficiente es capaz de colmar nuestras aspiraciones.
 
¿QUÉ CONDICIONES NOS PONE?
* Algo tan sencillo como el pedir.
* Algo tan natural como pedirlo al Padre.
* Algo tan fácil como hacerlo a través de Jesús.
* Algo tan imprescindible como el solicitarlo con Fe.
* Algo tan comprometedor como el permanecer en Él.
 
¿QUÉ IMPEDIMENTOS SALEN A ESA PETICIÓN?
+ La falta de sinceridad; cuando pedimos sin hacer ver a Dios los móviles verdaderos de nuestra solicitud. No me conviene... pero se lo pido porque me apetece.
+ La ausencia de reconciliación; cuando estando rotos por dentro intentamos que sea Dios quien resuelva el caos o la guerra de nuestra existencia interna o externa. Ya que otros me lo han impedido-
+ El egoísmo; cuando conocedores de que la felicidad no siempre se consigue con el tener, nos precipitamos por acaparar lo indecible. Siempre es más bueno tener que necesitar. Le diré a Dios que me restituya lo que me corresponde.
+ La falta de paciencia; cuando ante la esterilidad aparente de nuestras oraciones nos aburrimos de hablar amistosamente con Dios y, convertimos la oración, en un medio de instrumentalización: ¡cómo no me das… te dejo!
+ La incredulidad; cuando surgen dudas e interrogantes sobre el fruto y el valor más profundo de la oración. ¡Para qué voy a rezar si Dios está sordo!
 
El Evangelio, de este domingo, nos trae a la memoria una gran realidad: Dios se interesa por nosotros. Es ahí donde, el cristiano, descubre que toda su vida –por ser importante para Dios– cobra nuevo impulso cuando se presenta ante Él:
- cuando esperamos sin sobresaltos ni exigencias;
- cuando comprendemos que para Dios no hay nada imposible;
- cuando, haciendo un repaso de nuestra historia personal, concluimos que Dios nos da mucho más de lo que le pedimos;
- cuando, lejos de encerrarnos en nuestra autosuficiencia y complacencia, vemos la oración como el arma más poderosa que podemos tener en la mano para agradecer y pedir a Dios aquello que sea necesario para nuestra vida espiritual y material.
 
Me viene a la memoria la anécdota de aquel náufrago profundamente creyente que pedía y confiaba mucho en Dios, pero que no supo ver su mano en aquel momento donde, en la soledad de una isla, se debatía entre la vida y la muerte. Llegó una embarcación y el capitán le invitó a subir a proa; el náufrago le contestó: “váyase tranquilo; yo confío en Dios”. Al día siguiente un submarino se percató de la presencia del accidentado y nuevamente le pidieron que recapacitara en su postura y que embarcase; “váyanse tranquilos… confío plenamente en Dios”. Por tercera vez un trasatlántico atisbó las circunstancias trágicas en las que se encontraba el solitario náufrago convidándole una vez más a abandonar la isla. Ante su negativa el crucero siguió su curso. Cuando pasaron los días y las fuerzas se fueron debilitando el náufrago cerró ojos y se presentó ante Dios increpándole: “¡cómo no has hecho nada por mí en los momentos de peligro!” “¿no te das cuenta el ridículo en que me has dejado ante mis familiares y amigos cuando yo tanto esperaba de Ti?”. Dios le contestó: “amigo; tres embarcaciones te envié y no quisiste ninguna”.
 
Que nuestra oración sea como la del agua que, por su persistencia y no por su consistencia, es capaz de romper o erosionar la mayor de las rocas. Que nuestra oración sea, sobre todo, unos prismáticos que nos ayuden a ver y aprovechar los signos de la presencia de Dios en nuestra vida. Dicho de otra manera; que la oración sea esa sensibilidad para ver ciertos golpes de gracia… como la mano certera de Dios a nuestras necesidades.
(Padre Javier Leoz)
 
Poesía
Sonetos del amor oscuro
 
Quiero llorar mi pena y te lo digo
para que tú me quieras y me llores
en un anochecer de ruiseñores,
con un puñal, con besos y contigo.
 
Quiero matar al único testigo
para el asesinato de mis flores
y convertir mi llanto y mis sudores
en eterno montón de duro trigo.
 
Que no se acabe nunca la madeja
del te quiero me quieres, siempre ardida
con decrépito sol y luna vieja.
 
Que lo que no me des y no te pida
será para la muerte, que no deja
ni sombra por la carne estremecida.
(Federico García Lorca)
 
Biblioteca de archivos
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Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
💕 Desde Montevideo, Uruguay, nos llega una oración de acción de gracias por el cumpleaños número 36 de Alejandro A., hijo de una apreciada amiga y lectora de esta página. Nos unimos a la plegaria de agradecimiento al Señor y a la Virgen. 
 
Bendito seas, Dios mío, porque a pesar de ser yo indigno de toda ayuda, tu generosidad e infinita bondad nunca dejan de otorgar el bien aún a los ingratos y a los que se han apartado de ti. Conviértenos a ti, para que seamos agradecidos, humildes y piadosos, pues Tú eres nuestra salud, nuestra fortaleza y nuestra salvación.  
 
Un minuto para volar
Julio 24
San Ambrosio decía que los creyentes no aprietan, solo tocan. La persona de fe profunda toca a Jesús, mientras muchos simplemente lo aprietan. Lo aprietan como si fuera un mago que debe resolver todas sus necesidades. El que tiene fe simplemente toca y espera. No se obsesiona presionando a Jesús y exigiéndole cosas. Simplemente se hace camino en medio de los problemas, se acerca a él con fe, y lo doca delicadamente con confianza creyente. No aprieta un crucifijo como si tuviera una energía extraña, lo toca porque ve a Jesús amando y entregándose, y confía en ese amor poderoso.
(Mons. Víctor M. Fernández)

FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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