PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año
16 - Número 4622 ~ Domino 28 de Marzo de 2021.Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina) Alabado sea Jesucristo…
Hoy,
Domingo de Ramos, trasladémonos a las calles de Jerusalén, atiborradas de
peregrinos que han subido a la capital para celebrar la Pascua; caminemos
detrás de Jesús y con entusiasmo reconozcámoslo como nuestro Señor y Salvador.
El
entrar en Jerusalén montado en un borrico es una muestra más de la mesianidad
de Jesucristo, pues Zacarías (9:9) profetizó del Mesías: «Alégrate Jerusalén
porque tu Señor vendrá a ti montado en un borrico».
La
idea que brota espontánea al contemplar la entrada en Jerusalén de Jesucristo
aclamado por el pueblo es la volubilidad de las masas: hoy lo aclaman con
entusiasmo y a los tres días van a pedir que lo crucifiquen. Esto se repite hoy
día: las masas se dejan manipular por los agitadores.
Pero
también tiene una aplicación a nosotros mismos: un día estamos fervorosos, y
entusiasmados en nuestro servicio al Señor, y a los pocos días le ofendemos
tranquilamente.
La
fidelidad es uno de los mayores valores de la persona humana. El haber sido
fieles al Señor durante toda la vida será una de las mayores alegrías que tendremos
a la hora de la muerte.
(P. Jorge Loring S.J.)
¡Buenos días María!
Dios, que todo lo puede, quiso crearse una Madre, una
Hija y una Esposa a su medida, y por eso ha creado a María. Ella está hecha a
la medida de Dios, es decir, sin medida.
La Virgen, como dicen los santos, está en los límites
de la divinidad, y si bien es una simple criatura, también es cierto que no hay
criatura superior a Ella, aún reunidas las perfecciones de todas ellas, no
podrían superar la perfección de María Santísima.
Ahora bien, si pensamos que Jesús, en el momento de
su agonía en la Cruz, nos ha entregado a María como Madre nuestra, y que
realmente, a partir de ese momento la Virgen es verdaderamente nuestra Madre, y
nosotros somos sus dueños, es la cosa más admirable del mundo, pues el Señor
nos ha dado su mayor tesoro, que es la Virgen, para que nos cuide y proteja.
Debemos volvernos todos locos de amor por María,
porque teniendo devoción a María, automáticamente seremos de Dios.
Vayamos a María, que en Ella siempre encontraremos a
Jesús, a Dios, porque la Virgen es toda relativa a Dios, y nunca está separada
del Altísimo.
La Palabra de Dios Lecturas del día ♥ Primera Lectura: Isaías 50,4-7.
♥ Salmo: Sal 22 (21),8-9.17-18a.19-20.23-24
♥ Segunda Lectura: Filipenses 2,6-11
♥ Santo Evangelio: Mc 14,1—15,47
Faltaban dos días para la Pascua y los Ázimos. Los
sumos sacerdotes y los escribas buscaban cómo prenderle con engaño y matarle.
Pues decían: «Durante la fiesta no, no sea que haya alboroto del pueblo».
Estando Él en Betania, en casa de Simón el leproso,
recostado a la mesa, vino una mujer que traía un frasco de alabastro con
perfume puro de nardo, de mucho precio; quebró el frasco y lo derramó sobre su
cabeza. Había algunos que se decían entre sí indignados: «¿Para qué este
despilfarro de perfume? Se podía haber vendido este perfume por más de
trescientos denarios y habérselo dado a los pobres». Y refunfuñaban contra
ella. Mas Jesús dijo: «Dejadla. ¿Por qué la molestáis? Ha hecho una obra buena
en mí. Porque pobres tendréis siempre con vosotros y podréis hacerles bien
cuando queráis; pero a mí no me tendréis siempre. Ha hecho lo que ha podido. Se
ha anticipado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura. Yo os aseguro:
dondequiera que se proclame la Buena Nueva, en el mundo entero, se hablará
también de lo que ésta ha hecho para memoria suya».
Entonces, Judas Iscariote, uno de los Doce, se fue
donde los sumos sacerdotes para entregárselo. Al oírlo ellos, se alegraron y
prometieron darle dinero. Y él andaba buscando cómo le entregaría en momento
oportuno.
El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el
cordero pascual, le dicen sus discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a hacer
los preparativos para que comas el cordero de Pascua?». Entonces, envía a dos
de sus discípulos y les dice: «Id a la ciudad; os saldrá al encuentro un hombre
llevando un cántaro de agua; seguidle y allí donde entre, decid al dueño de la
casa: ‘El Maestro dice: ¿Dónde está mi sala, donde pueda comer la Pascua con
mis discípulos?’. Él os enseñará en el piso superior una sala grande, ya
dispuesta y preparada; haced allí los preparativos para nosotros». Los
discípulos salieron, llegaron a la ciudad, lo encontraron tal como les había
dicho, y prepararon la Pascua.
Y al atardecer, llega Él con los Doce. Y mientras
comían recostados, Jesús dijo: «Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará,
el que come conmigo». Ellos empezaron a entristecerse y a decirle uno tras
otro: «¿Acaso soy yo?». Él les dijo: «Uno de los Doce que moja conmigo en el
mismo plato. Porque el Hijo del hombre se va, como está escrito de Él, pero ¡ay
de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese
hombre no haber nacido!».
Y mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo
partió y se lo dio y dijo: «Tomad, este es mi cuerpo». Tomó luego una copa y,
dadas las gracias, se la dio, y bebieron todos de ella. Y les dijo: «Ésta es mi
sangre de la Alianza, que es derramada por muchos. Yo os aseguro que ya no
beberé del producto de la vid hasta el día en que lo beba nuevo en el Reino de
Dios». Y cantados los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos.
Jesús les dice: «Todos os vais a escandalizar, ya que
está escrito: ‘Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas’. Pero después de
mi resurrección, iré delante de vosotros a Galilea». Pedro le dijo: «Aunque
todos se escandalicen, yo no». Jesús le dice: «Yo te aseguro: hoy, esta misma
noche, antes que el gallo cante dos veces, tú me habrás negado tres». Pero él
insistía: «Aunque tenga que morir contigo, yo no te negaré». Lo mismo decían
también todos.
Van a una propiedad, cuyo nombre es Getsemaní, y dice
a sus discípulos: «Sentaos aquí, mientras yo hago oración». Toma consigo a
Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir pavor y angustia. Y les dice: «Mi
alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad». Y
adelantándose un poco, caía en tierra y suplicaba que a ser posible pasara de
Él aquella hora. Y decía: «¡Abbá, Padre!; todo es posible para ti; aparta de mí
esta copa; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras tú». Viene
entonces y los encuentra dormidos; y dice a Pedro: «Simón, ¿duermes?, ¿ni una
hora has podido velar? Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el
espíritu está pronto, pero la carne es débil». Y alejándose de nuevo, oró
diciendo las mismas palabras. Volvió otra vez y los encontró dormidos, pues sus
ojos estaban cargados; ellos no sabían qué contestarle. Viene por tercera vez y
les dice: «Ahora ya podéis dormir y descansar. Basta ya. Llegó la hora. Mirad
que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores.
¡Levantaos! ¡Vámonos! Mirad, el que me va a entregar está cerca».
Todavía estaba hablando, cuando de pronto se presenta
Judas, uno de los Doce, acompañado de un grupo con espadas y palos, de parte de
los sumos sacerdotes, de los escribas y de los ancianos. El que le iba a entregar
les había dado esta contraseña: «Aquel a quien yo dé un beso, ése es, prendedle
y llevadle con cautela». Nada más llegar, se acerca a Él y le dice: «Rabbí», y
le dio un beso. Ellos le echaron mano y le prendieron. Uno de los presentes,
sacando la espada, hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le llevó la oreja. Y
tomando la palabra Jesús, les dijo: «¿Cómo contra un salteador habéis salido a
prenderme con espadas y palos? Todos los días estaba junto a vosotros enseñando
en el Templo, y no me detuvisteis. Pero es para que se cumplan las Escrituras».
Y abandonándole huyeron todos. Un joven le seguía cubierto sólo de un lienzo; y
le detienen. Pero él, dejando el lienzo, se escapó desnudo.
Llevaron a Jesús ante el Sumo Sacerdote, y se reúnen
todos los sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas. También Pedro le
siguió de lejos, hasta dentro del palacio del Sumo Sacerdote, y estaba sentado
con los criados, calentándose al fuego. Los sumos sacerdotes y el Sanedrín
entero andaban buscando contra Jesús un testimonio para darle muerte; pero no
lo encontraban. Pues muchos daban falso testimonio contra Él, pero los
testimonios no coincidían. Algunos, levantándose, dieron contra Él este falso
testimonio: «Nosotros le oímos decir: ‘Yo destruiré este Santuario hecho por
hombres y en tres días edificaré otro no hecho por hombres’». Y tampoco en este
caso coincidía su testimonio. Entonces, se levantó el Sumo Sacerdote y
poniéndose en medio, preguntó a Jesús: «¿No respondes nada? ¿Qué es lo que
éstos atestiguan contra ti?». Pero Él seguía callado y no respondía nada. El
Sumo Sacerdote le preguntó de nuevo: «¿Eres tú el Cristo, el Hijo del
Bendito?». Y dijo Jesús: «Sí, yo soy, y veréis al Hijo del hombre sentado a la
diestra del Poder y venir entre las nubes del cielo». El Sumo Sacerdote se
rasga las túnicas y dice: «¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Habéis oído
la blasfemia. ¿Qué os parece?». Todos juzgaron que era reo de muerte. Algunos
se pusieron a escupirle, le cubrían la cara y le daban bofetadas, mientras le decían:
«Adivina», y los criados le recibieron a golpes.
Estando Pedro abajo en el patio, llega una de las
criadas del Sumo Sacerdote y al ver a Pedro calentándose, le mira atentamente y
le dice: «También tú estabas con Jesús de Nazaret». Pero él lo negó: «Ni sé ni
entiendo qué dices», y salió afuera, al portal, y cantó un gallo. Le vio la
criada y otra vez se puso a decir a los que estaban allí: «Éste es uno de
ellos». Pero él lo negaba de nuevo. Poco después, los que estaban allí
volvieron a decir a Pedro: «Ciertamente eres de ellos pues además eres
galileo». Pero él, se puso a echar imprecaciones y a jurar: «¡Yo no conozco a
ese hombre de quien habláis!». Inmediatamente cantó un gallo por segunda vez. Y
Pedro recordó lo que le había dicho Jesús: «Antes que el gallo cante dos veces,
me habrás negado tres». Y rompió a llorar.
Pronto, al amanecer, prepararon una reunión los sumos
sacerdotes con los ancianos, los escribas y todo el Sanedrín y, después de
haber atado a Jesús, le llevaron y le entregaron a Pilato. Pilato le
preguntaba: «¿Eres tú el Rey de los judíos?». Él le respondió: «Sí, tú lo
dices». Los sumos sacerdotes le acusaban de muchas cosas. Pilato volvió a
preguntarle: «¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan». Pero Jesús
no respondió ya nada, de suerte que Pilato estaba sorprendido.
Cada Fiesta les concedía la libertad de un preso, el
que pidieran. Había uno, llamado Barrabás, que estaba encarcelado con aquellos
sediciosos que en el motín habían cometido un asesinato. Subió la gente y se
puso a pedir lo que les solía conceder. Pilato les contestó: «¿Queréis que os
suelte al Rey de los judíos?». Pues se daba cuenta de que los sumos sacerdotes
le habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes incitaron a la gente
a que dijeran que les soltase más bien a Barrabás. Pero Pilato les decía otra
vez: «Y ¿qué voy a hacer con el que llamáis el Rey de los judíos?». La gente
volvió a gritar: «¡Crucifícale!». Pilato les decía: «Pero, ¿qué mal ha hecho?».
Pero ellos gritaron con más fuerza: «¡Crucifícale!». Pilato, entonces,
queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás y entregó a Jesús, después
de azotarle, para que fuera crucificado.
Los soldados le llevaron dentro del palacio, es
decir, al pretorio y llaman a toda la cohorte. Le visten de púrpura y,
trenzando una corona de espinas, se la ciñen. Y se pusieron a saludarle:
«¡Salve, Rey de los judíos!». Y le golpeaban en la cabeza con una caña, le
escupían y, doblando las rodillas, se postraban ante Él. Cuando se hubieron
burlado de Él, le quitaron la púrpura, le pusieron sus ropas y le sacan fuera
para crucificarle.
Y obligaron a uno que pasaba, a Simón de Cirene, que
volvía del campo, el padre de Alejandro y de Rufo, a que llevara su cruz. Le
conducen al lugar del Gólgota, que quiere decir: Calvario. Le daban vino con
mirra, pero Él no lo tomó. Le crucifican y se reparten sus vestidos, echando a
suertes a ver qué se llevaba cada uno. Era la hora tercia cuando le
crucificaron. Y estaba puesta la inscripción de la causa de su condena: «El Rey
de los judíos». Con Él crucificaron a dos salteadores, uno a su derecha y otro
a su izquierda. Y los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y
diciendo: «¡Eh, tú!, que destruyes el Santuario y lo levantas en tres días,
¡sálvate a ti mismo bajando de la cruz!». Igualmente los sumos sacerdotes se
burlaban entre ellos junto con los escribas diciendo: «A otros salvó y a sí
mismo no puede salvarse. ¡El Cristo, el Rey de Israel!, que baje ahora de la
cruz, para que lo veamos y creamos». También le injuriaban los que con Él
estaban crucificados.
Llegada la hora sexta, hubo oscuridad sobre toda la
tierra hasta la hora nona. A la hora nona gritó Jesús con fuerte voz: «Eloí,
Eloí, ¿lema sabactaní?», que quiere decir «¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me
has abandonado?». Al oír esto algunos de los presentes decían: «Mira, llama a
Elías». Entonces uno fue corriendo a empapar una esponja en vinagre y,
sujetándola a una caña, le ofrecía de beber, diciendo: «Dejad, vamos a ver si
viene Elías a descolgarle». Pero Jesús lanzando un fuerte grito, expiró.
Y el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba
abajo. Al ver el centurión, que estaba frente a Él, que había expirado de esa
manera, dijo: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios». Había también unas
mujeres mirando desde lejos, entre ellas, María Magdalena, María la madre de
Santiago el menor y de José, y Salomé, que le seguían y le servían cuando
estaba en Galilea, y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén.
Y ya al atardecer, como era la Preparación, es decir,
la víspera del sábado, vino José de Arimatea, miembro respetable del Consejo,
que esperaba también el Reino de Dios, y tuvo la valentía de entrar donde
Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús. Se extrañó Pilato de que ya estuviese
muerto y, llamando al centurión, le preguntó si había muerto hacía tiempo. Informado
por el centurión, concedió el cuerpo a José, quien, comprando una sábana, lo
descolgó de la cruz, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro que
estaba excavado en roca; luego, hizo rodar una piedra sobre la entrada del
sepulcro. María Magdalena y María la de José se fijaban dónde era puesto.
♥ Comentario:
Hoy, en la Liturgia de la palabra leemos la pasión
del Señor según san Marcos y escuchamos un testimonio que nos deja
sobrecogidos: «Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios» (Mc 15,39). El
evangelista tiene mucho cuidado en poner estas palabras en labios de un
centurión romano, que atónito, había asistido a una más de entre tantas
ejecuciones que le debería tocar presenciar en función de su estancia en un
país extranjero y sometido.
No debe ser fácil preguntarse qué debió ver en Aquel
rostro -a duras penas humano- como para emitir semejante expresión. De una
manera u otra debió descubrir un rostro inocente, alguien abandonado y quizá
traicionado, a merced de intereses particulares; o quizá alguien que era objeto
de una injusticia en medio de una sociedad no muy justa; alguien que calla,
soporta e, incluso, misteriosamente acepta todo lo que se le está viniendo
encima. Quizá, incluso, podría llegar a sentirse colaborando en una injusticia
ante la cual él no mueve ni un dedo por impedirla, como tantos otros se lavan
las manos ante los problemas de los demás.
La imagen de aquel centurión romano es la imagen de
la Humanidad que contempla. Es, al mismo tiempo, la profesión de fe de un pagano.
Jesús muere solo, inocente, golpeado, abandonado y confiado a la vez, con un
sentido profundo de su misión, con los "restos de amor" que los golpes
le han dejado en su cuerpo.
Pero antes -en su entrada en Jerusalén- le han
aclamado como Aquel que viene en nombre del Señor (cf. Mc 11,9). Nuestra
aclamación este año no es de expectación, ilusionada y sin conocimiento, como
la de aquellos habitantes de Jerusalén. Nuestra aclamación se dirige a Aquel
que ya ha pasado por el trago de la donación total y del que ha salido
victorioso. En fin, «nosotros deberíamos prosternarnos a los pies de Cristo, no
poniendo bajo sus pies nuestras túnicas o unas ramas inertes, que muy pronto
perderían su verdor, su fruto y su aspecto agradable, sino revistiéndonos de su
gracia» (San Andrés de Creta).
* Rev. D. Fidel CATALÁN
i Catalán (Terrassa, Barcelona, España)
Palabras de San Juan
Pablo II “Que
las palmas y el olivo nos recuerden durante todo el año, que aclamamos a Jesús
como nuestro Rey y Señor. Y nos ayude para que no seamos, con nuestros pecados,
los que el viernes santo gritamos «¡Crucifícale!»... Jesús, ten misericordia de
nosotros”.
Predicación del
Evangelio: Semana Santa Comenzamos la Semana Santa. La Iglesia nos presenta
en esta semana los hechos más importantes de nuestra redención: la pasión,
muerte y resurrección de Jesús. Dios nos podría haber salvado con medios más
sencillos, pero quiere unirse a nuestro dolor y testifica con su sufrimiento
que su amor es sincero, es grandioso y que merece toda nuestra correspondencia.
Para ello Dios se hizo hombre, aceptó un cuerpo como el nuestro y se entregó a
la muerte y una muerte de cruz.
Pero el dolor no es el final de Jesús, como tampoco
Dios quiere que sea nuestro final, sino la gloria y la felicidad. Por eso esa
demostración sublime de amor terminó en la gloria de la resurrección. Hoy
comenzamos la consideración de la Pasión de Jesús, que va unida al triunfo de
su entrada en Jerusalén. La liturgia de este día tiene dos partes: En la
primera asistimos al recuerdo, hecho vida en nosotros, de la entrada triunfal
de Jesús. Después se celebra la misa donde se lee en el evangelio la Pasión de
Jesús. Este año, que es el ciclo B, las dos lecturas son del evangelio de san
Marcos.
San Marcos es el evangelio más sencillo. Según todos
los entendidos fue el primero que se escribió. San Marcos era algo así como el
secretario de san Pedro, de quien recoge estas grandiosas vivencias de un modo
tierno y sencillo. En la entrada triunfal en Jerusalén se fija de una manera
especial en la sencillez y mansedumbre. Parece ser que fue el mismo Jesús quien
suscitó esa entrada cabalgando como en señal de triunfo o más bien de
protagonismo profético. Porque ya lo había dicho el profeta que el Mesías iba a
entrar en Jerusalén aclamado, pero de una manera humilde. La diferencia con un
líder triunfador es que éste hubiera entrado cabalgando un caballo muy bien
adornado, mientras que Jesús va a entrar cabalgando un burro o borriquito.
Algo que debemos destacar en esta “entrada” es la
aclamación profética que hacen las gentes sencillas, que se dejan llevar del
entusiasmo de algunos. Seguramente los apóstoles serían algunos de los que
excitarían a muchos a gritar: “hosanna”. Pero hoy nuestra consideración debe ir
a la inconstancia de la gente, precisamente por no estar muy fundamentada en la
fe y en el amor.
Muchos de los que ese día gritaban “hosanna”, el
viernes santo gritarían: “Crucifícale”. Para nosotros debe ser una gran lección
y un acicate en nuestra fe y en el amor a Jesús. Hoy nosotros debemos clamar y
bendecir a Jesús: a Dios que se hizo hombre por nuestro amor. Él quiere entrar
triunfante en nuestros corazones. En vista de aquella falta de coherencia de la
multitud, prometamos al Señor ser fieles y perseverantes en la fe y en el amor
continuo a Dios.
En esa entrada de Jesús también se va fraguando la
Pasión, porque allí estaban los enemigos de siempre, fariseos y jefes
religiosos del pueblo. Estaban llenos de envidia porque la gente se iba tras de
Jesús. Esto llenaba la copa de su indignación y soberbia. Donde no hay amor y
perdón, la venganza y el rencor no tienen freno.
En la misa de hoy se lee la Pasión. San Marcos
recalca al principio el drama de Judas. Es muy difícil entrar en esa alma
atormentada por las dudas sobre el mesianismo de Jesús, por la ambición de
dinero y quizá de poder temporal. El hecho es que ese hombre se siente
decepcionado por los mensajes de Jesús de amor y perdón. Judas hubiera
preferido a un Mesías poderoso y ambicioso en lo material. También aparecen los
enemigos de Jesús, los de siempre, rematando su obra de odio en aquella noche
con la ayuda de Judas.
Y nosotros debemos pensar que las acciones grandes no
se hacen de un momento a otro, sino que se van preparando por pequeños actos.
¿Para qué nos preparamos nosotros? Seamos perseverantes en el bien y en el
aclamar a Jesús, veamos y aprendamos su gran humildad y mansedumbre, su entrega
al sufrimiento o al triunfo. Dios nos irá presentando lo que nos sea más
conveniente. De nuestra parte pongamos mucho amor y sacaremos salvación y
gloria.
(P. Silverio Velasco)
De los envíos del P. Natalio Las estalactitas
Cuando una
dificultad seria se te interpone para alcanzar tus metas, es hora de pensar si
vale la pena seguir luchando; si el discernimiento es positivo, no te
desanimes, puedes comenzar de nuevo, porque paso tras paso se llega a la
cumbre, ladrillo tras ladrillo se edifican los palacios y hachazo tras hachazo
se derriban los árboles gigantes.
La paciencia es como las estalactitas y estalagmitas de la
vida: se van formando poco a poco en la oscuridad, se integran gota a gota y de
manera irregular, no geométrica, requieren tiempo, y crecen por arriba y por
abajo siendo al fin muy hermosas. La paciencia se parece también a un bonsái,
esos arbolitos enanos: solo tiempo, fe, cuidados y mimos los hacen crecer. No
se puede separar el arbolito de las ramas, ni sacarlo de su maceta, para ver si
está echando raíces. Necesita la humildad del humus para desarrollarse.
En la base de
los verdaderos triunfos está siempre una voluntad indomable. “Los caracteres de
recio temple hallan un gozo especial en las adversidades, lo mismo que el
soldado intrépido en los más duros combates”. Que el Señor te ayude a
desarrollar una voluntad de acero para ver en los obstáculos un aliciente para
lanzarte con más ímpetu hacia tus metas.
* P. Natalio
Poesía Palmas triunfales ¡Abrióse la mañana esplendorosaaquel domingo pleno de ventura;de gala revistióse la naturapues fue la luz del sol aún más radiosa! Jerusalén, la Santa, la gloriosa,se apresta a abrir sus puertas de hermosura,y soltando sus salmos de ternura,al Rey espera, como Reina esposa: ¡Ya viene! ¡Ya se escuchan los clamores!Hay un ondear de palmas y de flores,de Cristo Dios, en ovación de amor: ¡Hosanna! ¡Hosanna! en jubiloso grito,niños y ancianos loan al Bendito,al Rey que viene, en nombre del Señor!…(Rafael Moreno Guillén) Nuevo vídeo y artículo Hay
un nuevo vídeo subido al blogde
"Pequeñas Semillitas" en
internet.Para
verlo tienes que ir al final de esta página: Hay
nuevo material publicado en el blog"Juan Pablo II inolvidable"Puedes
acceder en la dirección: Reflexiones de Cuaresma Día 40º. Domingo de
Ramos.
Es necesario dar Gloria
a Dios. Los discípulos
"trajeron la borrica y el pollino, y pusieron sobre ellos los mantos, y
encima de ellos montó Jesús. La mayor parte de la gente desplegaba sus mantos
por el camino, mientras que otros, cortando ramas de árboles, los extendían por
la calzada. La multitud que le precedía y la que le seguía gritaba, diciendo:
¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del señor! ¡Hosanna
en las alturas!" (Mt 21, 7,9).
¡Cómo alaban a Dios! Alabar a una persona es decirle,
¡qué bien has hecho esto!; o qué buen amigo eres; o alguna otra afirmación por
el estilo.
Alabar significa que se reconoce algo bueno como
bueno; que se valora, y que se dice a quien lo ha hecho o a quien pertenece.
Esto es un gozo para quien lo escucha y para quien lo dice (si lo dice
sinceramente, y no para sacar algún beneficio).
Alabar a Dios es una obligación para toda criatura.
Es bueno que alabes muchas veces a Dios: que le digas lo bueno que es, que
agradezcas lo bien que ha hecho esto o aquello, la belleza del mundo, etc. Y que
cuando reces el gloria, lo hagas con esta intención.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo; como
era en un principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén
Continúa hablándole a Dios con tus palabras.
Agradecimientos Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas
diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la
tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y
allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la
cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos
por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque
prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para
dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas"
pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la
segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como
respuesta a nuestros pedidos de oración.
♡ Desde Córdoba, Argentina, María del Pilar
agradece a Dios, a la Virgen de Lourdes y a todos los lectores que rezaron por
la cirugía de su hijo Nicolás, que
se realizó el día viernes con todo éxito. Nos sumamos a la oración de
agradecimiento.
♡ Desde Costa Rica, Sonia agradece a todos los
que rezan por su sobrino Marvin,
severamente afectado por adicción a las drogas, y solicita que sigamos rezando
para que el Espíritu Santo lo ilumine y pueda modificar sus conductas
adictivas.
♡ Desde Bogotá, Colombia, John Fredy G. M., agradece al buen Dios y a todas las personas que
han rezado por su salud emocional, pues ha encontrado el apoyo necesario con
una profesional psicóloga que lo está ayudando a superar sus dificultades.
¡Bendito sea Dios que siempre nos escucha!
♡ Esta es una carta
que llega desde Colombia relativa a dos enfermos de Covid por los que hemos
estado rezando: «...te comento de PACHO,
dice el médico que está maravillado porque ha sido testigo de un milagro en él.
Cuando ingresó detectaron que estaba complicado. Luego empeoraba cada día progresivamente
y por eso lo comentó a la familia. Y el día que iban a entrarlo a UCI de
repente se le quitó la fiebre y se detuvo el proceso inflamatorio. El médico se
quebrantó y se le salieron las lágrimas. Pacho estaba sanado y hoy lo enviaron
a casa y el médico le dijo que quería escucharlo dando el testimonio. He
llorado emocionada con semejante noticia. Y MAGDA que llegó al hospital con un pulmón comprometido totalmente y
el otro con la mitad comprometida con la neumonía y el médico dijo: “esta
delicadísima, por favor estamos en manos de Dios, oren mucho”, pues ayer
amaneció bastante mejor y al medio día también le dieron el alta y está en casa
desde ayer. Han sido bendecidos por la oración de personas como tú. Están en
casa siguiendo su tratamiento cada uno.»
Año de San José San José, hombre justo y modelo de virtudes,es el Patrono Universal de la santa Iglesia,y por lo tanto de todos nosotros.Es el santo que tuvo en la tierrala misión más grande y noble:proteger al Niño Dios y su Santísima Madre.
Marzo 28
San José, tú no dejaste faltar nada a la Sagrada Familia.
Socorre a todas aquellas a las que no les alcanza el sustento diario; sé su
providencia en todo lo necesario. Así sea.
(P. Florentín Brusa, cmf)
FELIPE -Jardinero
de Dios-(el más pequeñito de
todos) ♡BLOG ”PEQUEÑAS
SEMILLITAS”♡FACEBOOK de
“FELIPE DE URCA”♡FACEBOOK de
“PEQUEÑAS SEMILLITAS”♡TWITTER de
“PEQUEÑAS SEMILLITAS”♡INSTAGRAM:
FELIPE DE URCA♡ AMDG
¡Buenos días María!
La Palabra de Dios
Palabras de San Juan
Pablo II
Predicación del
Evangelio:
De los envíos del P. Natalio
Poesía
Agradecimientos
Año de San José
FELIPE
Gracias a todos los que estan orando para que mi nieta pueda quedar embarazada Soy Silvia de CABA
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