domingo, 4 de octubre de 2020

Pequeñas Semillitas 4466

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 15 - Número 4466 ~ Domingo 4 de Octubre de 2020
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Este domingo el evangelio nos narra cómo el propietario entrega la viña a los trabajadores elegidos, y estos no solamente no la trabajan sino que además matan a los mensajeros de su señor e incluso a su propio hijo.
Al igual que a esos trabajadores infieles les fue quitada la viña para entregarla a otros, también el Reino de Dios (la viña) será para quienes sepan trabajar por ella sin dobleces, sin tener la mente ni el corazón contaminados por la violencia.
¿Qué nos dice la parábola hoy? Es una advertencia y una invitación a unirnos ante todo a su Hijo único y comprender cuáles son nuestras responsabilidades en el seno de su pueblo.
 
¡Buenos días!
Oración del amigo
Un amigo es alguien que se interesa por todo lo que haces y piensas; alguien a quien acudes en los buenos y en los malos tiempos; que comprende todo lo que haces; que te dice la verdad sobre ti mismo, que sabe lo que te ocurre en todo momento, que se niega a escuchar habladurías sobre ti. Un amigo es una parte de ti mismo sin la cual no te sientes completo.
 
Jesús, tú que lloraste por un amigo y le diste vida nueva, ayúdanos a valorar a nuestros amigos, aceptar sus vidas, respetar sus ideales, perdonar sus errores, compartir con ellos el dolor y la alegría., a ofrecerles lo mejor de nosotros.  Gracias porque tú estás en ellos y nos acompañas en el vivir de cada día. Bendícelos con el don de la verdadera paz, cuídalos para que siempre irradien la luz de tu amor. Amén.
 
Los amigos son escasos. Los puedes contar con los dedos de la mano y siempre te sobrarán dedos. Por eso tal vez no tengas muchos, pero los que tienes siempre serán suficientes para llenar tu alma. Un amigo es como la perla evangélica que, cuando la encuentras, vas y vendes todo, con tal de poseerla. Con un buen amigo no hay camino largo.
* Enviado por el P. Natalio
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Isaías 5,1-7
 
Salmo: Sal 79, 9. 12-16. 19-20
 
Segunda Lectura: Flp 4,6-9
 
Santo Evangelio: Mt 21, 33-43
En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «Escuchad otra parábola. Era un propietario que plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores y se ausentó. Cuando llegó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores para recibir sus frutos. Pero los labradores agarraron a los siervos, y a uno le golpearon, a otro le mataron, a otro le apedrearon. De nuevo envió otros siervos en mayor número que los primeros; pero los trataron de la misma manera. Finalmente les envió a su hijo, diciendo: ‘A mi hijo le respetarán’.
»Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron entre sí: ‘Este es el heredero. Vamos, matémosle y quedémonos con su herencia’. Y agarrándole, le echaron fuera de la viña y le mataron. Cuando venga, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?». Dícenle: «A esos miserables les dará una muerte miserable arrendará la viña a otros labradores, que le paguen los frutos a su tiempo». Y Jesús les dice: «¿No habéis leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos? Por eso os digo: Se os quitará el Reino de Dios para dárselo a un pueblo que rinda sus frutos».
 
Comentario:
Hoy contemplamos el misterio del rechazo de Dios en general, y de Cristo en particular. Sorprende la reiterada resistencia de los hombres ante el amor de Dios.
Pero la parábola hoy se refiere más específicamente al rechazo que los judíos tuvieron con Cristo: «Finalmente les envió a su hijo, diciendo: ‘A mi hijo le respetarán’. Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron entre sí: ‘Este es el heredero. Vamos, matémosle y quedémonos con su herencia’. Y agarrándole, le echaron fuera de la viña y le mataron» (Mt 21,37-39). No es fácil entender esto: es porque Cristo vino a redimir al mundo entero, y los judíos esperan a su “mesías” particular que les dé a ellos el dominio de todo el mundo…
Cuando estuve en Tierra Santa me dieron un prospecto turístico de Israel donde están los judíos más famosos de la historia: desde Moisés, Gedeón y Josué hasta Ben Gurión, que fue el realizador del Estado de Israel. Sin embargo, en ese prospecto no está Jesucristo. Y Jesús ha sido el judío más conocido de la historia: hoy se le conoce en el mundo entero, y ya hace dos mil años que murió…
A los grandes personajes, al cabo del tiempo, se les admira, pero no se les ama. Hoy nadie ama a Cervantes o a Miguel Ángel. Sin embargo, Jesús es el más amado de la historia. Hombres y mujeres dan la vida por amor a Él. Unos de golpe en el martirio, y otros “gota a gota”, viviendo sólo para Él. Son miles y miles en el mundo entero.
Y Jesús es el que más ha influido en la historia. Valores hoy aceptados en todas partes, son de origen cristiano. No sólo eso, sino que además se constata que hoy hay un acercamiento a Jesucristo, también entre judíos (“nuestros hermanos mayores en la fe”, como dijera San Juan Pablo II). Pidamos a Dios particularmente por la conversión de los judíos, pues este pueblo, de grandes valores, convertido al catolicismo, puede ser un gran beneficio para la humanidad entera.
* P. Jorge LORING SJ (Cádiz, España)
 
Palabras de San Juan XXIII
"No me importa que me humillen con tal de que todo sea para gloria de Dios y verdadero bien mío, para santificación de mi espíritu [...] A propósito de la humildad, evitaré en cuanto sea posible el hablar de mí en primera persona".
 
Predicación del Evangelio:
Crisis religiosa
La parábola de los “viñadores homicidas” es un relato en el que Jesús va descubriendo con acentos alegóricos la historia de Dios con su pueblo elegido. Es una historia triste. Dios lo había cuidado desde el comienzo con todo cariño. Era su “viña preferida”. Esperaba hacer de ellos un pueblo ejemplar por su justicia y su fidelidad. Serían una “gran luz” para todos los pueblos.
 
Sin embargo aquel pueblo fue rechazando y matando uno tras otro a los profetas que Dios les iba enviando para recoger los frutos de una vida más justa. Por último, en un gesto increíble de amor, les envío a su propio Hijo. Pero los dirigentes de aquel pueblo terminaron con él. ¿Qué puede hacer Dios con un pueblo que defrauda de manera tan ciega y obstinada sus expectativas?
 
Los dirigentes religiosos que están escuchando atentamente el relato responden espontáneamente en los mismos términos de la parábola: el señor de la viña no puede hacer otra cosa que dar muerte a aquellos labradores y poner su viña en manos de otros. Jesús saca rápidamente una conclusión que no esperan: “Por eso yo os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca frutos”.
 
Comentaristas y predicadores han interpretado con frecuencia la parábola de Jesús como la reafirmación de la Iglesia cristiana como “el nuevo Israel” después del pueblo judío que, después de la destrucción de Jerusalén el año setenta, se ha dispersado por todo el mundo.
 
Sin embargo, la parábola está hablando también de nosotros. Una lectura honesta del texto nos obliga a hacernos graves preguntas: ¿Estamos produciendo en nuestros tiempos “los frutos” que Dios espera de su pueblo: justicia para los excluidos, solidaridad, compasión hacia el que sufre, perdón...?
 
Dios no tiene por qué bendecir un cristianismo estéril del que no recibe los frutos que espera. No tiene por qué identificarse con nuestra mediocridad, nuestras incoherencias, desviaciones y poca fidelidad. Si no respondemos a sus expectativas, Dios seguirá abriendo caminos nuevos a su proyecto de salvación con otras gentes que produzcan frutos de justicia.
 
Nosotros hablamos de “crisis religiosa”, “descristianización”, “abandono de la práctica religiosa”... ¿No estará Dios preparando el camino que haga posible el nacimiento de una Iglesia más fiel al proyecto del reino de Dios? ¿No es necesaria esta crisis para que nazca una Iglesia menos poderosa pero más evangélica, menos numerosa pero más entregada a hacer un mundo más humano? ¿No vendrán nuevas generaciones más fieles a Dios que nosotros?
(Padre José Antonio Pagola)
 
Poesía
 
Agranda la puerta, padre,
porque no puedo pasar;
la hiciste para los niños,
yo he crecido a mi pesar.
 
Si no me agrandas la puerta,
achícame, por piedad;
vuélveme a la edad bendita
en que vivir es soñar.
(Miguel de Unamuno)
 
Nuevo vídeo
 
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de esta página

Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
 Desde Buenos Aires, Argentina, María Rosa E., “tía del corazón” del autor de esta página, nos escribe para confirmar, ecografía mediante, que su tumor de mama por cuya sanación rezamos hace unos meses, se ha reducido en un cincuenta por ciento con quimio oral. María Rosa dice: “Creo que es un hermoso regalo que Jesús me dio” y agradece las oraciones que todos hicimos por ella.
 
Desde Canals, provincia de Córdoba, Argentina, llega el agradecimiento a Dios, en primer lugar, y luego a todos los que rezaron por Francisquito, bebé de cuatro meses que fue operado exitosamente de ambos ojitos. Sigamos rezando para su completa recuperación.
 
 
¡Hasta mañana! con Madre Teresa
Octubre 4
Como recuerda san Francisco, cada uno de nosotros somos lo que somos ante Dios, ni más ni menos. Todos somos llamados a ser santos. No hay nada de extraordinario en esta vocación. Todos hemos sido creados a imagen de Dios para amar y ser amados. Jesús desea nuestra santidad con un ardor inefable. “Porque ésta es la voluntad de Dios: que vivan como consagrados a Él”. Su divino corazón desborda de un deseo insaciable de vernos progresar en la santidad.
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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