domingo, 13 de septiembre de 2020

Pequeñas Semillitas 4445

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 15 - Número 4445 ~ Domingo 13 de Setiembre de 2020
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
El evangelio de hoy plantea el tema del perdón, que es una de las experiencias más difíciles para los seres humanos. ¡Cómo nos cuesta perdonar! Dentro de nuestro corazón cultivamos resentimientos, gastamos muchas horas dando vueltas a los problemas que se nos presentan en las relaciones familiares y sociales.
El orgullo es el principal obstáculo para perdonar, pues nos impide dar el primer paso: esperamos que sea la otra persona quien tome la iniciativa y que nos pida disculpas. El orgullo nos impide aceptar nuestra parte de responsabilidad dentro de esos conflictos; nos sentimos que somos inocentes en un 100% y que la otra persona es culpable en el 100%.
Si fuéramos capaces de perdonar de verdad, seríamos más felices, dormiríamos mejor, eliminaríamos una de las principales causas de estrés.
(P. Jorge Peláez SJ)
 
¡Buenos días!
Las tres hijas del rey
La justicia con amor te hace justo, sin amor te hace duro. La bondad con amor te hace amable, sin amor te hace hipócrita. La inteligencia con amor sirve a la justicia, sin amor te hace cruel. La agudeza con amor te hace capaz de adquirir la verdad, sin amor te hace agresivo. La autoridad con amor te hace guía y protector, sin amor te hace déspota.
 
Un rey tenía tres hijas, y a cada una le pidió una explicación del valor de su amor por él. La mayor dijo que lo quería tanto como el pan; la segunda, tanto como el vino, y la tercera, tanto como la sal... El rey se enojó con su hija menor por haber elegido la sal, y la desterró de su presencia. La hija permaneció desheredada, hasta que un día el cocinero del palacio le dio un valioso consejo... Preparó a su padre una de sus comidas favoritas, pero sin sal, totalmente insípida. Cuando el monarca probó aquel manjar, nada apetecible porque carecía de sal, comprendió que no podía vivir sin la sal, y recibió con gusto a su hija, al entender la profundidad de su amor.
 
La amistad con amor te hace generoso, sin amor te hace interesado. La alegría con amor te ayuda a ver a Dios en todo, sin amor te hace un bufón. Tus éxitos con amor te hacen crecer, sin amor te hacen orgulloso. La vida con amor, lo es todo,  tiene sentido; sin amor, no vale nada” En verdad, el amor es como la sal: da sabor y gusto a la vida.
* Enviado por el P. Natalio
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Eclo 27,33—28,9
 
Salmo: Sal 103 (102)
 
Segunda Lectura: Rom 14,7-9
 
Santo Evangelio: Mt 18,21-35
En aquel tiempo, Pedro preguntó a Jesús: «Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?». Dícele Jesús: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por eso el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía 10.000 talentos. Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase. Entonces el siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: ‘Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré’. Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda.
»Al salir de allí aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y, ahogándole, le decía: ‘Paga lo que debes’. Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba: ‘Ten paciencia conmigo, que ya te pagaré’. Pero él no quiso, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo que debía.
»Al ver sus compañeros lo ocurrido, se entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido. Su señor entonces le mandó llamar y le dijo: ‘Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?’. Y encolerizado su señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía. Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano».
 
Comentario:
Hoy, en el Evangelio, Pedro consulta a Jesús sobre un tema muy concreto que sigue albergado en el corazón de muchas personas: pregunta por el límite del perdón. La respuesta es que no existe dicho límite: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete» (Mt 18,22). Para explicar esta realidad, Jesús emplea una parábola. La pregunta del rey centra el tema de la parábola: «¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?» (Mt 18,33).
El perdón es un don, una gracia que procede del amor y la misericordia de Dios. Para Jesús, el perdón no tiene límites, siempre y cuando el arrepentimiento sea sincero y veraz. Pero exige abrir el corazón a la conversión, es decir, obrar con los demás según los criterios de Dios.
El pecado grave nos aparta de Dios (cf. Catecismo de la Iglesia Católica n. 1470). El vehículo ordinario para recibir el perdón de ese pecado grave por parte de Dios es el sacramento de la Penitencia, y el acto del penitente que la corona es la satisfacción. Las obras propias que manifiestan la satisfacción son el signo del compromiso personal —que el cristiano ha asumido ante Dios— de comenzar una existencia nueva, reparando en lo posible los daños causados al prójimo.
No puede haber perdón del pecado sin algún genero de satisfacción, cuyo fin es: 1. Evitar deslizarse a otros pecados más graves; 2. Rechazar el pecado (pues las penas satisfactorias son como un freno y hacen al penitente más cauto y vigilante); 3. Quitar con los actos virtuosos los malos hábitos contraídos con el mal vivir; 4. Asemejarnos a Cristo.
Como explicó santo Tomás de Aquino, el hombre es deudor con Dios por los beneficios recibidos, y por sus pecados cometidos. Por los primeros debe tributarle adoración y acción de gracias; y, por los segundos, satisfacción. El hombre de la parábola no estuvo dispuesto a realizar lo segundo, por lo tanto se hizo incapaz de recibir el perdón.
* Rev. P. Anastasio URQUIZA Fernández MCIU (Monterrey, México)
 
Palabras de Benedicto XVI 
"Seguros de su amor, acercaos a Él
con la llama de vuestra fe.
Él os colmará de su vida.
Edificad vuestra vida
sobre Cristo y su Evangelio"
 
Predicación del Evangelio:
Vivir perdonando
Los discípulos le han oído a Jesús decir cosas increíbles sobre el amor a los enemigos, la oración al Padre por los que nos persiguen, el perdón a quien nos hace daño. Seguramente les parece un mensaje extraordinario pero poco realista y muy problemático.
 
Pedro se acerca ahora a Jesús con un planteamiento más práctico y concreto que les permita, al menos, resolver los problemas que surgen entre ellos: recelos, envidias, enfrentamientos, conflictos y rencillas. ¿Cómo tienen que actuar en aquella familia de seguidores que caminan tras sus pasos. En concreto: «Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar?».
 
Antes que Jesús le responda, el impetuoso Pedro se le adelanta a hacerle su propia sugerencia: «¿Hasta siete veces?». Su propuesta es de una generosidad muy superior al clima justiciero que se respira en la sociedad judía. Va más allá incluso de lo que se practica entre los rabinos y los grupos esenios que hablan como máximo de perdonar hasta cuatro veces.
 
Sin embargo Pedro se sigue moviendo en el plano de la casuística judía donde se prescribe el perdón como arreglo amistoso y reglamentado para garantizar el funcionamiento ordenado de la convivencia entre quienes pertenecen al mismo grupo.
 
La respuesta de Jesús exige ponerse en otro registro. En el perdón no hay límites: «No te digo hasta siete veces sino hasta setenta veces siete». No tiene sentido llevar cuentas del perdón. El que se pone a contar cuántas veces está perdonando al hermano se adentra por un camino absurdo que arruina el espíritu que ha de reinar entre sus seguidores.
 
En muy pocos años el malestar ha ido creciendo en el interior de la Iglesia provocando conflictos y enfrentamientos cada vez más desgarradores y dolorosos. La falta de respeto mutuo, los insultos y las calumnias son cada vez más frecuentes. Sin que nadie los desautorice, sectores que se dicen cristianos se sirven de internet para sembrar agresividad y odio destruyendo sin piedad el nombre y la trayectoria de otros creyentes.
 
Necesitamos urgentemente testigos de Jesús, que anuncien con palabra firme su Evangelio y que contagien con corazón humilde su paz. Creyentes que vivan perdonando y curando esta obcecación enfermiza que ha penetrado en su Iglesia.
(Padre José Antonio Pagola)
 
Poesía
Si tú me dices «¡ven!»
 
Si tú me dices «¡ven!», lo dejo todo...
No volveré siquiera la mirada
para mirar a la mujer amada...
Pero dímelo fuerte, de tal modo
 
que tu voz, como toque de llamada,
vibre hasta el más íntimo recodo
del ser, levante el alma de su lodo
y hiera el corazón como una espada.
 
Si tú me dices «¡ven!», todo lo dejo.
Llegaré a tu santuario casi viejo,
y al fulgor de la luz crepuscular;
 
mas he de compensarte mi retardo,
difundiéndome ¡Oh Cristo! ¡como un nardo
de perfume sutil, ante tu altar!
(Amado Nervo)
 
Nuevo vídeo
 
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de esta página
 
Ofrecimiento para sacerdotes y religiosas
  
Formulo el siguiente ofrecimiento únicamente para sacerdotes o religiosas que reciben diariamente "Pequeñas Semillitas" por e-mail: Si desean recibir los comentarios del Evangelio del domingo siguiente con dos o tres días de anticipación, para tener tiempo de preparar sus meditaciones, homilías o demás trabajos pastorales sobre la Palabra de Dios, pueden pedírmelo a feluzul@gmail.com  
Sólo deben indicar claramente su nombre, su correo electrónico, ciudad de residencia y a qué comunidad religiosa pertenecen.
  
Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
 Damos gracias a Dios y a todas las personas que rezaron por muchos hermanos y hermanas nuestras de diversas nacionalidades que han estado infectadas con el coronavirus y han podido superar la enfermedad y se han sanado. Y seguimos orando por los que actualmente están pasando por esa infección.
 
¡Hasta mañana! con Madre Teresa
Setiembre 13
La oración nos ayuda a amar a los demás porque cuando Jesús está con nosotros no hay distracciones. El error y la pérdida de la gracia vienen de la falta de oración porque ésta es al alimento de la vida espiritual... Cuando dejamos la oración la pérdida de la gracia se vuelve inevitable. Pidamos, entonces a María que nos enseñe a rezar... y a ser constantes en la oración.
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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