PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año
13 - Número 3780 ~ Lunes 24 de Setiembre de 2018
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Mi
Dios, sabes que todos los vacíos de mi ser sólo pueden ser llenados por tu
gracia y tu presencia. Mis miedos, mis preocupaciones, mis dolores, mis
confusiones, sólo pueden encontrar soluciones y sanación en Ti. Gracias, porque
sé que siempre estarás conmigo y me ayudarás a que todo me salga bien y harás
que todas las dificultades y todos los problemas sean auténticos trampolines
que me impulsen a la consecución de los objetivos que tengo en mi vida. Te
suplico que seas el escudo que no permita que los malos deseos, las palabras
destructivas y las acciones de aquellos que no me quieren, me hagan daño y me
hagan sufrir, Cuento con tu presencia que me protege siempre y que me brinda
fortalezas para la realización de tantos sueños que tengo y quiero ver
realizados. Amén.
¡Buenos días!
Adoración y alabanza
La adoración y alabanza surgen del conocimiento de
quién es Dios. La Biblia dice que es eterno e inmutable, santo y perfectísimo,
fiel y misericordioso, grande y poderoso, cercano y presente, autor de
maravillas, omnipresente e inmenso. Exprésale tus sentimientos con esta hermosa
oración de Mons. V. Fernández:
Te adoro, Señor, me
postro, me entrego, porque sólo tú eres el grande, el infinito, el glorioso,
Señor del universo y de la vida. Te alabo, Dios, el fuerte, el potente, el
vigoroso, mi seguridad y mi defensa. En ti me siento firme, en ti mi corazón
descansa y se afianza. Gloria a ti, que derramas en el mundo calor y hermosura,
música y vida. Santo eres, puro y limpio, simple y sin engaños. Luminoso como
el agua clara, como la nieve, como el manantial feliz y siempre nuevo. Bendito
seas, Señor. Amén.
Ante este Ser, que es Rey y soberano de todo, lleno
de gloria y majestad, misterioso e inefable, admirable y deslumbrante,
espiritual e invisible, a nosotros sus criaturas nos corresponde adorarlo desde
nuestra pequeñez, y elevarle cánticos de alabanza en su honor y gloria. Alabar
y adorar a Dios es lo justo y correcto.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios
Lecturas de hoy
♥ Primera Lectura: Prov 3, 27-34
♥ Salmo: Sal14, 2-4b. 5
♥ SANTO EVANGELIO: Lc 8,16-18
En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «Nadie
enciende una lámpara y la cubre con una vasija, o la pone debajo de un lecho,
sino que la pone sobre un candelero, para que los que entren vean la luz. Pues
nada hay oculto que no quede manifiesto, y nada secreto que no venga a ser
conocido y descubierto. Mirad, pues, cómo oís; porque al que tenga, se le dará;
y al que no tenga, aun lo que crea tener se le quitará».
♥ Comentario:
Hoy, este Evangelio tan breve es rico en temas que
atraen nuestra atención. En primer lugar, “dar luz”: ¡todo es patente ante los
ojos de Dios! Segundo gran tema: las Gracias están engarzadas, la fidelidad a
una atrae a otras: «Gratiam pro gratia» (Jn 1,16). En fin, es un lenguaje
humano para cosas divinas y perdurables.
¡Luz para los que entran en la Iglesia! Desde siglos,
las madres cristianas han enseñado en la intimidad a sus hijos con palabras
expresivas, pero sobre todo con la “luz” de su buen ejemplo. También han
sembrado con la típica cordura popular y evangélica, comprimida en muchos
refranes, llenos de sabiduría y de fe a la vez. Uno de ellos es éste: «Iluminar
y no difuminar». San Mateo nos dice: «(...) para que alumbre a todos los que
están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres para que, al ver
vuestras buenas obras, den gloria a vuestro Padre que está en los cielos» (Mt
5,15-16).
Nuestro examen de conciencia al final del día puede
compararse al tendero que repasa la caja para ver el fruto de su trabajo. No
empieza preguntando: —¿Cuánto he perdido? Sino más bien: —¿Qué he ganado? Y
acto seguido: —¿Cómo podré ganar más mañana, qué puedo hacer para mejorar? El
repaso de nuestra jornada acaba con acción de gracias y, por contraste, con un
acto de dolor amoroso. —Me duele no haber amado más y espero lleno de ilusión,
estrenar mañana el nuevo día para agradar más a Nuestro Señor, que siempre me
ve, me acompaña y me ama tanto. —Quiero proporcionar más luz y disminuir el
humo del fuego de mi amor.
En las veladas familiares, los padres y abuelos han
forjado —y forjan— la personalidad y la piedad de los niños de hoy y hombres de
mañana. ¡Merece la pena! ¡Es urgente! María, Estrella de la mañana, Virgen del
amanecer que precede a la Luz del Sol-Jesús, nos guía y da la mano. «¡Oh Virgen
dichosa! Es imposible que se pierda aquel en quien tú has puesto tu mirada»
(San Anselmo).
+ Rev. D. Joaquim FONT i Gassol (Igualada, Barcelona, España)
Santoral Católico:
Fiesta de Nuestra Señora
de la Merced
La Virgen de la Merced o Nuestra Señora de las
Mercedes es una advocación mariana venerada por los católicos de la
Bienaventurada Virgen María. Es equivalente también el nombre de Virgen de la
Misericordia. Su fiesta se celebra el día 24 de septiembre.
Esta advocación tiene su inicio el 1 de agosto de
1218, cuando la Virgen María —en su advocación de Virgen de la Merced— se
apareció, por separado, a tres ilustres barceloneses: a san Pedro Nolasco,
quien sería el fundador de la Orden de la Merced; al rey Jaime I de Aragón,
conocido como "el conquistador", y reinante en aquel momento en la
Corona de Aragón; y a San Raimundo de Peñafort, fraile dominico, maestro
general de su orden de predicadores, y confesor del primero. Diez días después
de la aparición, los tres caballeros se encontraron en la Catedral de Barcelona
y compartieron haber tenido la misma aparición: la Virgen María les pedía la
fundación de una orden religiosa dedicada a la redención de los cautivos. Sería
la Orden de la Merced para la redención de los cautivos
Para más información hacer clic acá.
© Aciprensa
Pensamiento del día
“Virgen y Señora nuestra de
la Merced,
a ti acudimos como hijos
tuyos
para que intercedas ante tu
Hijo Jesucristo.
Ayúdanos a alcanzar
la verdadera libertad de los
hijos de Dios
y libéranos de cualquier
esclavitud,
de modo que experimentemos
en nosotros
la alegría de la salvación.
Amén”
Tema del día:
La Orden de la Merced
La Orden de la Merced fue fundada en Barcelona el 10
de agosto de 1218. El carisma Mercedario nace cuando un joven mercader llamado
Pedro Nolasco, nacido en un pueblo cercano a Barcelona, dice sentir día a día
un especial llamado de Dios. Veía muchas miserias e injusticias que ocurrían en
el mundo en el que él vivía. Esto lo llevó a preguntarse: “¿Qué podría hacer
para atenuar tanto dolor y para acabar con tanta injusticia?”. A partir de allí
él comienza un nuevo camino en el que se dedica a luchar por la libertad de los
cristianos que habían abandonado la religión y sobre todo de aquellos que en
situación de esclavitud estaban en peligro de perder su fe.
Nolasco sentía un gran amor por la Virgen María y fue
ella quien en la madrugada del 2 de Agosto de 1218 se le apareció rodeada de
Ángeles y de Santos y le dijo “En voluntad de mi Santísimo Hijo y Mía fundes en
el mundo una Orden que en mi honor deberá llamarse ORDEN DE LA VIRGEN MARIA DE
LA MERCED DE LA REDENCIÓN DE CAUTIVOS. El hábito será blanco en honor a mi
pureza, en el pecho llevará una cruz roja en recuerdo de mi Hijo y el escudo
del Rey al que sirves”.
Fue así que el 10 de agosto del mismo año Pedro funda
la Orden de la Merced en el Hospital de Santa Eulalia, en Barcelona, con la
participación del rey Jaime de Aragón y ante el obispo de la ciudad, Berenguer
de Palou.
Por la confirmación del Papa Gregorio IX, el 17 de
enero de 1235, la Iglesia testificó la acción del Espíritu Santo en la
fundación de la Orden; la ratificó en la práctica de la regla de San Agustín;
le dio carácter universal incorporándola plenamente a su vida y sancionó su
obra como misión en el pueblo de Dios.”(COM 1-2).
Este mercader renuncia a la compra-ventas en
beneficio propio y descubre el mercado de los cautivos cristianos, privados de
libertad y oprimidos en su dignidad de seres humanos y se convierte en nuevo
mercader de la libertad, entregando sus bienes y su vida para redimir cautivos,
como obra máxima de misericordia.
Los cautivos cristianos al saber de esta nueva obra y
al estar en plena situación angustiosa, invocaban a María pidiendo la merced,
su propia redención y la liberación. María se convierte gracias a éstas
acciones mercedarias en Virgen redentora, dadora de libertad y dignificadora de
sus hijos más oprimidos.
Los frailes mercedarios de Santa María se unieron
estrechamente y los cautivos redimidos así lo entendieron y proclamaron acción
liberadora y presencia de María que libera a través de sus mensajes de
liberación. Y fue así que proclamaron el cuarto voto, de quedar en rehenes, si
fuese necesario para salvar la vida y la fe del cristiano cautivo. El cuarto
voto convierte a los redentores mercedarios en representación y actualización
viva de Cristo, que entregó su vida para redimir al mundo.
Con el transcurso de la historia y según las
necesidades de la Iglesia, además de nuestra misión redentora, los mercedarios
hemos asumido una serie de ministerios caritativos y apostólicos. Actualmente
seguimos realizando estos ministerios, organizándolos conforme a las
necesidades de cada iglesia particular y actualizándolos a la luz de la misión
redentora que San Pedro Nolasco y María de la Merced nos legó.
Fuente. Merced.org
Meditaciones de
“Pequeñas Semillitas”
En 1572, el erudito napolitano (Italia) Cesare
Baronius, miembro del Oratorio, cayó gravemente enfermo. Recibió los últimos
sacramentos y se esperaba que muriera de un momento a otro; pero su superior y
amigo era san Felipe Neri, gran devoto de la Santísima Virgen.
Felipe se puso a orar por la vida de su querido
discípulo. Baronius pronto se durmió. Entrando en un sueño muy dulce, vio a su
superior a los pies del Salvador y de su Santísima Madre, que les preguntaba
sobre su salud en estos términos: “¡Señor, dame a Baronius! ¡Devuélvemelo, cómo
lo deseo y lo quiero!”. Como Jesús se negara, se volvió entonces a María y,
cuando Ella intercedió por él, supo de inmediato que había sido escuchado.
En ese mismo momento, Baronius se despertó,
convencido de que no moriría de esta enfermedad. De hecho, se recuperó el mismo
día y, en sus Anales, no dejó de informar a su amado padre, sobre su doctrina y
su vida (Traducido del francés).
R. F. Rohrbacher, historiador
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el
Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes,
diáconos, seminaristas, monjas, religiosas, novicias, catequistas y todos los
que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para
que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto
con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de
Jesús y del Inmaculado Corazón de María;
por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y
martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros
hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el
abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por
los pacientes internados en la Casa de la Bondad en Córdoba (Argentina); por los niños con cáncer
y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por
los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por las
víctimas de catástrofes naturales; por la unión de las familias, la fidelidad
de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento;
por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración para las siguientes personas: Raúl D., de París, Francia, 80 años,
padece de artrosis, asma, hipertensión arterial y problemas neurológicos; Edda, 71 años, de Miami (USA), que está
siendo sometida a diversos estudios médicos; Katia, 49 años, de Canadá, operada de un tendón de la mano
izquierda y todavía no logra recuperar la plenitud de los movimientos; Mabe T., de Argentina, por salud
emocional y física; Elena,
diabética, para que se estabilice su glucosa; M. Irene y Ana A., de Argentina, por salud y paz en sus familias; Carola C. S., de Perú, afectada de
cáncer con muchos dolores y debilidad; Luis R., de Perú, con problemas de
vista; Marina R., de Málaga, España,
con enfermedad oncológica muy compleja. Por todas estas personas, te rogamos
Señor.
Continuamos unidos en oración por medio del rezo del
Santo Rosario poniendo en Manos de Nuestra Madre Bendita todas nuestras
preocupaciones, alegrías y necesidades, poniendo al mundo entero en Manos de
nuestra Madre y pidiéndole a Ella paz para el mundo. Al rezar por la paz,
rezamos por todo, por la paz en el mundo, en los corazones, porque la violencia
sea desterrada, por la paz para los niños que están en peligro de ser
abortados. Paz para los jóvenes que no encuentran el camino, paz para los
deprimidos. Paz para los que no han tenido la dicha de conocer al Amor. En fin
rezamos por la paz, y sigamos haciéndolo.
Tú quisiste, Señor, que
tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto
el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha las plegarias
que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se
hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse
elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la
pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo
nuestro Señor.
Amén
Cinco minutos del
Espíritu Santo
Setiembre 24
No podemos olvidar que Jesús nos ha dejado un
precioso regalo que nos ayuda a tomar conciencia de que él está: su presencia
en la Eucaristía.
El Espíritu Santo es el que convierte el pan en
Jesús. Por eso, en la Misa, el sacerdote invoca al Espíritu Santo para que
descienda sobre los dones del altar.
Entonces, podemos pedirle al Espíritu Santo que nos
ilumine, para reconocer la presencia de Jesús en la Eucaristía y para que
podamos encontrarnos con él.
Cuando nos ponemos a orar frente al sagrario, o
cuando lo contemplamos en una adoración eucarística, podemos reconocerlo a
Jesús presente frente a nosotros, dispuesto a entablar un diálogo cercano,
íntimo, sincero. Y aunque a Jesús podemos encontrarlo en todas partes, su
presencia en la Eucaristía es la más perfecta de todas.
Por eso, si deseamos estar en su presencia, no hay
nada mejor que invocar al Espíritu Santo, y colocarnos frente a la Eucaristía,
mirarlo, dejarnos mirar por él, hablarle de nuestras cosas, escuchar su
delicada voz.
Ese momento puede llenarnos de fuerza y de paz,
porque de la Eucaristía brota la vida del Espíritu Santo; allí se derrama el
Espíritu para nosotros.
* Mons. Víctor Manuel Fernández
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito
de todos)
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