PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año
13 - Número 3779 ~ Domingo 23 de Setiembre de 2018
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
La
verdadera grandeza consiste en servir. Para Jesús, el primero no es el que
ocupa un cargo de importancia, sino quien vive sirviendo y ayudando a los
demás. Los primeros en la Iglesia no son los jerarcas sino esas personas
sencillas que viven ayudando a quienes encuentran en su camino. No hemos de
olvidarlo.
Para
Jesús, su Iglesia debería ser un espacio donde todos piensan en los demás. Una
comunidad donde estemos atentos a quien más nos pueda necesitar. Para él es tan
importante que les va a poner un ejemplo gráfico.
Se
sienta y llama a sus discípulos. Luego acerca un niño y lo pone en medio de
todos para que fijen su atención en él. En el centro de la Iglesia apostólica
ha de estar siempre ese niño, símbolo de las personas débiles y desvalidas, los
necesitados de acogida, apoyo y defensa. No han de estar fuera, lejos de la
Iglesia de Jesús. Han de ocupar el centro de nuestra atención.
La
enseñanza de Jesús es clara: el camino para acoger a Dios es acoger a su Hijo
Jesús presente en los pequeños, los indefensos, los pobres y desvalidos. ¿Por
qué lo olvidamos tanto? ¿Qué es lo que hay en el centro de la Iglesia si ya no
está ese Jesús identificado con los pequeños?
© José Antonio Pagola
¡Buenos días!
¡Padre, ruegue por mis
hijitos!
Para que tu oración llegue a Dios debe ser humilde,
confiada y perseverante. Es bueno también recurrir a los santos del cielo y a
las buenas personas de la tierra para buscar apoyo a tus peticiones. Por otra
parte, es un modo excelente de vivir “la comunión de los santos”, esa
misteriosa unidad de los que aman a Dios.
Una señora muy devota
del Padre Pío nunca se iba a dormir sin haberle encomendado antes a sus hijos.
Todas las noches se arrodillaba frente a la imagen del Padre y le decía: “Padre
Pío, ruegue por mis hijitos”. Después de tres años de rezar todos los días la
misma jaculatoria pudo ir a San Giovanni Rotondo. Cuando vio al Padre le dijo:
“Padre, ruegue por mis hijitos”. “Lo sé, hija mía”, le dijo el Padre, “¡hace
tres años que me vienes repitiendo lo mismo todos los días!”.
Qué fe y amor tan grande tenía esta mujer para rezar
por tres años a favor de sus hijos a Dios por intercesión del santo Padre Pío.
Y que don tan maravilloso concedía Dios al buen fraile para que supiera durante
tanto tiempo que esa mujer le pedía un recuerdo ante Dios por sus hijitos. Que
el Señor te proteja y bendiga.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios
Lecturas de hoy
♥ Primera Lectura: Sab 2, 12. 17-20
♥ Salmo: Sal 53, 3-6. 8
♥ Segunda Lectura: Sant 3, 16—4, 3
♥ SANTO EVANGELIO: Mc 9, 30-37
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos pasaban por
Galilea, pero Él no quería que se supiera, porque iba enseñando a sus
discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre será entregado en manos de los
hombres; le matarán y a los tres días de haber muerto resucitará». Pero ellos
no entendían lo que les decía y temían preguntarle.
Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, les
preguntaba: «¿De qué discutíais por el camino?». Ellos callaron, pues por el
camino habían discutido entre sí quién era el mayor. Entonces se sentó, llamó a
los Doce, y les dijo: «Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y
el servidor de todos». Y tomando un niño, le puso en medio de ellos, le
estrechó entre sus brazos y les dijo: «El que reciba a un niño como éste en mi
nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, no me recibe a mí sino a Aquel
que me ha enviado».
♥ Comentario:
Hoy, nos cuenta el Evangelio que Jesús marchaba con
sus discípulos, sorteando poblaciones, por una gran llanura. Para conocerse,
nada mejor que caminar y viajar en compañía. Surge entonces con facilidad la
confidencia. Y la confidencia es confianza. Y la confianza es comunicar amor.
El amor deslumbra y asombra al descubrirnos el misterio que se alberga en lo
más íntimo del corazón humano. Con emoción, el Maestro habla a sus discípulos
del misterio que roe su interior. Unas veces es ilusión; otras, al pensarlo,
siente miedo; la mayoría de las veces sabe que no le entenderán. Pero ellos son
sus amigos, todo lo que recibió del Padre debe comunicárselo y hasta ahora así
ha venido haciéndolo. No le entienden pero sintonizan con la emoción con que
les habla, que es aprecio, prueba de que ellos cuentan con Él, aunque sean tan
poca cosa, para lograr que sus proyectos tengan éxito. Será entregado, lo
matarán, pero resucitará a los tres días (cf. Mc 9,31).
Muerte y resurrección. Para unos serán conceptos
enigmáticos; para otros, axiomas inaceptables. Él ha venido a revelarlo, a
gritar que ha llegado la suerte gozosa para el género humano, aunque para que
así sea le tocará a Él, el amigo, el hermano mayor, el Hijo del Padre, pasar
por crueles sufrimientos. Pero, ¡Oh triste paradoja!: mientras vive esta
tragedia interior, ellos discuten sobre quien subirá más alto en el podio de
los campeones, cuando llegue el final de la carrera hacia su Reino. ¿Obramos
nosotros de manera diferente? Quien esté libre de ambición, que tire la primera
piedra.
Jesús proclama nuevos valores. Lo importante no es
triunfar, sino servir; así lo demostrará el día culminante de su quehacer
evangelizador lavándoles los pies. La grandeza no está en la erudición del
sabio, sino en la ingenuidad del niño. «Aun cuando supieras de memoria la
Biblia entera y las sentencias de todos los filósofos, ¿de qué te serviría todo
eso sin caridad y gracia de Dios?» (Tomás de Kempis). Saludando al sabio
satisfacemos nuestra vanidad, abrazando al pequeñuelo estrujamos a Dios y de Él
nos contagiamos, divinizándonos.
Rev. D. Pedro-José YNARAJA i Díaz (El Montanyà, Barcelona, España)
Santoral Católico:
San Pío de Pietrelcina
Religioso Capuchino
Nació en Pietrelcina (Benevento, Italia) el año 1887,
y en 1903 entró en la Orden Capuchina. Ordenado de sacerdote en 1910, fue
destinado en 1916 al convento de San Giovanni Rotondo, donde permaneció hasta
su muerte, desarrollando una extraordinaria aventura de taumaturgo y de apóstol
del confesonario. Desde 1918 llevó en su cuerpo las llagas del Señor y fue
objeto de otros dones divinos extraordinarios. Se santificó viviendo a fondo en
carne propia el misterio de la cruz de Cristo y cumpliendo en plenitud su
vocación de colaborador en la Redención. Centró su vida pastoral en la
dirección espiritual de los fieles, la reconciliación sacramental de los
penitentes y la celebración de la Eucaristía. Su preocupación por los pobres y
los enfermos se materializó en la «Casa Alivio del Sufrimiento». Otra
iniciativa suya fueron los grupos de oración, que rápidamente se extendieron
por todo el mundo. Murió el 23 de septiembre de 1968 en San Giovanni Rotondo
(Apulia). Juan Pablo II lo beatificó en 1999 y lo canonizó en 2002.
Oración: Dios
omnipotente y eterno que, con gracia singular concediste al sacerdote san Pío
participar en la cruz de tu Hijo y, por medio de su ministerio, has renovado
las maravillas de tu misericordia, concédenos, por su intercesión, que unidos
constantemente a la pasión de Cristo podamos llegar felizmente a la gloria de
la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
© Directorio Franciscano – Aciprensa –
Catholic.net
Palabras de San Juan
Pablo II
"El dogma de la maternidad divina de María fue
para el Concilio de Éfeso y es para la Iglesia como un sello del dogma de la
Encarnación en la que el Verbo asume realmente en la unidad de su persona la
naturaleza humana sin anularla [...] María es 'llena de gracia', porque la
Encarnación del Verbo, la unión hipostática del Hijo de Dios con la naturaleza
humana, se realiza y cumple precisamente en ella". (Madre del Redentor # 4 y 9)
Predicación del
Evangelio:
Ser los últimos
“Estando ya en casa, les
preguntó: «¿Qué discutíais por el camino?» Pero ellos callaban, porque por el
camino habían discutido entre ellos sobre quién era el mayor. Entonces se
sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Si alguno quiere ser el primero, hágase el
último y el servidor de todos»” (Mc 9, 33-35)
¡Qué humano es querer ser reconocido! Y qué poco
sobrenatural, porque, como dice san Gregorio Magno, «sólo quien ama en verdad a
Dios no se acuerda de sí mismo». Aquí tenemos una señal de nuestra humildad, y
en definitiva de nuestro amor a Dios. Sería una pena que hiciéramos el bien con
el secreto deseo de autofelicitarnos o de recibir la gloria de los demás.
Es una necedad vivir de cara al público, intentar que
se hable de uno mismo, inquirir qué opinión tienen. Además es fuente de
sufrimiento y de envidia. Lógicamente haremos muchas cosas bien, para la gloria
de Dios y el bien de los demás. Pero aunque no nos lo reconozcan –mejor si no
lo advierten– no hemos de tener pena ni sentirnos humillados.
Quien intenta actuar bien, nada le tiene que importar
lo que puedan pensar o decir los demás. Lo único que importa es agradar a Dios.
Eso sí que deja paz en el alma; incluso aunque, procurando obrar bien, se haya
actuado mal.
Teresa de Lisieux lo vio con claridad y así lo vivió:
«comprendí lo que era la verdadera gloria. Aquel cuyo reino no es de este mundo
me enseñó que la verdadera sabiduría consiste en querer ser ignorado y tenido
por nada, en poner su gozo en el desprecio de sí mismo. ¡Ah!, como el de Jesús,
yo quería que mi rostro estuviera verdaderamente escondido, que nadie sobre la
tierra me reconociera (cf. Is 53,3). Tenía sed de sufrir y de ser olvidada»
(Historia de un alma).
Señor, ayúdanos a entender que todo lo de esta tierra
–bienes y honores– nada valen en comparación con poseer tu amor, y que el amor
se manifiesta en el servicio, en hacer el
bien, en ayudar eficazmente. Que no queramos ser los primeros, si no es
en el amor.
© Padre Jesús Martínez García
Nuevo vídeo y artículo
Hay
un nuevo vídeo subido al blog
de
"Pequeñas Semillitas" en
internet.
Para
verlo tienes que ir al final de esta página
Ofrecimiento para
sacerdotes y religiosas
Formulo
el siguiente ofrecimiento únicamente
para sacerdotes o religiosas que reciben diariamente "Pequeñas Semillitas"
por e-mail: Si desean recibir los comentarios del Evangelio del domingo
siguiente con dos o tres días de anticipación, para tener tiempo de preparar
sus meditaciones, homilías o demás trabajos pastorales sobre la Palabra de
Dios, pueden pedírmelo a feluzul@gmail.com
Sólo
deben indicar claramente su nombre, su correo electrónico, ciudad de residencia
y a qué comunidad religiosa pertenecen.
Agradecimientos
Imaginemos
que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las
oraciones de las personas en la tierra:
Una
es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que
atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que
llegan en todo momento.
La
otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y
en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega
ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde
esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por
semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina:
agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros
pedidos de oración.
♡ Desde Montevideo,
Uruguay, Karen S. agradece por un año más de vida que ha cumplido su esposo Gustavo, con el que conforma un feliz
matrimonio.
♡ También desde
Montevideo, Uruguay, parroquia “María Reina de la Paz” elevan una oración de
agradecimiento porque se cumplieron 4 (cuatro) años del grupo de oración de San Pío.
♡ Desde Buenos Aires, Argentina, Cecilia
Claudia B. agradece al Señor el nacimiento de su primera nieta, Guadalupe, ocurrido el pasado día 13,
hija de María
Cecilia. Tanto la mamá como la bebé se encuentran muy
bien y todos agradecidos a Dios.
Meditaciones de
“Pequeñas Semillitas”
Un día un hombre salió de la iglesia, después de
haberse confesado con el Padre Pío, y se puso a gritar, loco de alegría, a
todas las personas que se le acercaban: "Hacía 35 años que no entraba en
una iglesia. Sí, 35 años que no quería saber nada ni de Dios ni de la Virgen ni
de los santos. ¡Llevaba una vida de infierno! Un día una persona me dijo: ¡Vaya
a San Giovanni Rotondo y verá! Solté la carcajada y contesté: Si usted cree que
ese cura me va a convencer, está muy equivocada. Pero esta idea no me dejó en
paz. Era como una perforadora que escarbaba dentro de mí. Finalmente, no
pudiendo más, me dije: ¿Por qué no ir? Así acabaré con esta obsesión. Llegué
anoche. No había lugar para uno como yo, acostumbrado a las comodidades. Pasé
la noche pensando en mis pecados y sudando abundantemente. A las dos de la
madrugada, se oyen varios despertadores.
Me levanté con todos los demás; pero blasfemando
contra todos. No obstante, me dirigí a la iglesia. No entendía lo que me pasaba
por dentro. Esperé como los demás y entré como los demás. Asistí a la Misa del
Padre Pío. ¡Qué Misa! Me mordía los labios, me defendía... pero no tenía nada
que hacer, comenzaba a perder terreno. La cabeza me estaba explotando. Después
de la Misa seguí a los hombres que iban a la sacristía como un autómata. Al
entrar, el Padre Pío vino a mi encuentro y me dijo: “¿No sientes en la cabeza
la mano de Dios?” Yo contesté: “Confiéseme, padre”. Apenas me había
arrodillado, sentí la cabeza vacía como una olla. Me era imposible recordar mis
pecados. El padre esperó un poco y luego me dijo: “Ánimo, hijo, ¿no me dijiste
todo durante la Misa? ¡Ánimo!” ¡Y me dijo todos mis pecados! Yo le contestaba
solamente “Sí”. ¡Ahora me siento limpio como un niño! ¡Ahora me siento
feliz!"
Cinco minutos del
Espíritu Santo
Setiembre 23
Nuestro corazón humano está permanentemente inclinado
al egoísmo. Es imposible que sólo con sus propias fuerzas logre dar el paso
hacia una verdadera generosidad.
A veces sentimos que sería bello entregar la vida en
el servicio, con un amor verdaderamente preocupado por los demás, capaz de
darlo todo. Pero al mismo tiempo sentimos que no somos capaces, que de
inmediato nos preocupamos por nuestras cosas, y los demás quedan para otro
momento. Muchas veces nos engañamos creyendo que amamos, pero en realidad
buscamos a las personas que puedan hacernos sentir bien. Eso no es más que otra
forma de buscarse a sí mismo, y de tener a los demás al servicio de las propias
necesidades.
Ya que es imposible cambiar eso con nuestras fuerzas,
no nos queda más que pedirle cada día al Espíritu Santo que nos regale un
corazón generoso.
Sin embargo, podemos cooperar con el Espíritu Santo,
ya que él no nos cambia sin nosotros. Él debe derramar primero su amor y su
gracia, pero ese amor no produce frutos, no crece, no termina de cambiar
nuestro comportamiento, sin alguna cooperación de nuestra parte.
Además de suplicar, nosotros podemos cooperar de
distintas maneras. Por ejemplo, tratando de motivarnos, para que se despierten
más inquietudes en nuestro corazón y descubramos que es bello ser generosos.
Entonces, podemos leer cosas que nos motiven a la generosidad, podemos escuchar
canciones que nos ayuden a alimentar ese deseo, y evitar todo lo que alimente
nuestro egoísmo. Otra manera de cooperar con el Espíritu Santo es hacer algunos
intentos, aunque sea pequeño, de dedicar tiempo a los demás, de renunciar a
algo por la felicidad de otro.
Esta cooperación nuestra, como respuesta a la gracia
del Espíritu Santo, permitirá que un día logremos tomar una decisión firme y
clara de darnos a los demás, de donarnos generosamente, de estar atentos a las
necesidades de los demás para ayudarlos a ser felices. Esa decisión sincera
será un cambio precioso en nuestra vida.
* Mons. Víctor Manuel Fernández
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito
de todos)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por participar comentando! Por favor, no te olvides de incluir tu nombre y ciudad de residencia al finalizar tu comentario dentro del cuadro donde escribes.