domingo, 2 de septiembre de 2018

Pequeñas Semillitas 3758

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 13 - Número 3758 ~ Domingo 2 de Setiembre de 2018
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina) 
Alabado sea Jesucristo…
En el Evangelio de hoy leemos: "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí". Este es siempre el riesgo de toda religión: dar culto a Dios con los labios, repitiendo fórmulas, recitando salmos, pronunciando palabras hermosas, mientras nuestro corazón "está lejos de él". Sin embargo, el culto que agrada a Dios nace del corazón, de la adhesión interior, de ese centro íntimo de la persona de donde nacen nuestras decisiones y proyectos.
Cuando nuestro corazón está lejos de Dios, nuestro culto queda sin contenido. Le falta la vida, la escucha sincera de la Palabra de Dios, el amor al hermano. La religión se convierte en algo exterior que se practica por costumbre, pero en la que faltan los frutos de una vida fiel a Dios.
En la religión cristiana, lo primero es siempre Jesús y su llamada al amor. Solo después vienen nuestras tradiciones humanas, por muy importantes que nos puedan parecer. No hemos de olvidar nunca lo esencial.
© José Antonio Pagola

¡Buenos días!

Amar es una decisión
La incomprensión entre las personas es una realidad cotidiana. Entre los mismos miembros de la familia, en las asociaciones apostólicas y grupos humanos sucede lo que la Reina de la Paz señaló en un mensaje: “Hijitos, oren y no permitan que Satanás actúe en sus vidas con malentendidos, incomprensiones y faltas de aceptación entre unos y otros”.

Un esposo fue a visitar a un sabio consejero y le dijo que ya no quería a su esposa y que pensaba separarse. El sabio lo escuchó, y solamente le dijo una palabra: “ámela”.
—Pero..., es que ya no siento nada por ella.  —Ámela, –insistió el sabio. Y ante el desconcierto del señor, agregó: “Amar es una decisión, no un sentimiento; amar es dedicación y entrega. El amor es como un ejercicio de jardinería: prepare el terreno, siembre, sea paciente, riegue y cuide. Esté preparado porque habrá plagas, sequías o excesos de lluvia, mas no por eso abandone el jardín. Ame a su pareja, es decir, acéptela, valórela, dele afecto y ternura, admírela y compréndala. Eso es todo, ámela”. (Gonzalo Gallo).

“El amor todo lo puede. No hay dificultad por muy grande que sea, que el amor no la supere. No hay puerta por muy cerrada que esté, que el amor no la abra. No hay muro por muy alto que sea, que el amor no lo derrumbe. No hay distancias por extremas que sean, que el amor no las acorte. No hay situación por desesperada que sea, que: el amor no la resuelva”.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios
Lecturas de hoy 
Primera Lectura: Deut 4, 1-2. 6-8

Salmo: Sal 14, 2-5

Segunda Lectura: Sant 1, 17-18. 21b-22. 27

SANTO EVANGELIO: Mc 7,1-8.14-15.21-23
En aquel tiempo, se reunieron junto a Jesús los fariseos, así como algunos escribas venidos de Jerusalén, y vieron que algunos de sus discípulos comían con manos impuras, es decir no lavadas. Es que los fariseos y todos los judíos no comen sin haberse lavado las manos hasta el codo, aferrados a la tradición de los antiguos, y al volver de la plaza, si no se bañan, no comen; y hay otras muchas cosas que observan por tradición, como la purificación de copas, jarros y bandejas. Por ello, los fariseos y los escribas le preguntan: «¿Por qué tus discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen con manos impuras?». Él les dijo: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito: ‘Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres’. Dejando el precepto de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres».
Llamó otra vez a la gente y les dijo: «Oídme todos y entended. Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre».  

Comentario:
Hoy, la Palabra del Señor nos ayuda a discernir que por encima de las costumbres humanas están los Mandamientos de Dios. De hecho, con el paso del tiempo, es fácil que distorsionemos los consejos evangélicos y, dándonos o no cuenta, substituimos los Mandamientos o bien los ahogamos con una exagerada meticulosidad: «Al volver de la plaza, si no se bañan, no comen; y hay otras muchas cosas que observan por tradición, como la purificación de copas, jarros y bandejas...» (Mc 7,4). Es por esto que la gente sencilla, con un sentido común popular, no hicieron caso a los doctores de la Ley ni a los fariseos, que sobreponían especulaciones humanas a la Palabra de Dios. Jesús aplica la denuncia profética de Isaías contra los religiosamente hipócritas: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí» (Mc 7,6).
En estos últimos años, San Juan Pablo II, al pedir perdón en nombre de la Iglesia por todas las cosas negativas que sus hijos habían hecho a lo largo de la historia, lo ha manifestado en el sentido de que «nos habíamos separado del Evangelio».
«Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre» (Mc 7,15), nos dice Jesús. Sólo lo que sale del corazón del hombre, desde la interioridad consciente de la persona humana, nos puede hacer malos. Esta malicia es la que daña a toda la Humanidad y a uno mismo. La religiosidad no consiste precisamente en lavarse las manos (¡recordemos a Pilatos que entrega a Jesucristo a la muerte!), sino mantener puro el corazón.
Dicho de una manera positiva, es lo que santa Teresa del Niño Jesús nos dice en sus Manuscritos biográficos: «Cuando contemplaba el cuerpo místico de Cristo (...) comprendí que la Iglesia tiene un corazón (...) encendido de amor». De un corazón que ama surgen las obras bien hechas que ayudan en concreto a quien lo necesita «Porque tuve hambre, y me disteis de comer...» (Mt 25,35).
Rev. D. Josep Lluís SOCÍAS i Bruguera (Badalona, Barcelona, España)

Palabras de San Juan Pablo II 
"En la cruz de Cristo no solo se ha cumplido la redención mediante el sufrimiento, sino que el mismo sufrimiento humano ha quedado redimido [...] La cruz de Cristo se ha convertido en una fuente de la que brotan ríos de agua viva".

Predicación del Evangelio:
Saber reconocer lo esencial 
Encontramos a los fariseos que se quejan ante Jesús por el hecho de que algunos discípulos se ponían a comer sin lavarse las manos. Hoy también muchas madres les dicen a sus hijos pequeños que se laven las manos antes de ponerse a comer. No tiene que ver nada una cosa con la otra. Lo que muchas madres quieren para sus hijos es que tengan aseo e higiene. Pero los fariseos se lavaban las manos antes de comer, no por higiene sino porque creían que algunos alimentos estaban impuros, es decir contaminados, por el hecho de que habían sido vendidos o transportados por gente pecadora o por extranjeros, con quienes no podían tratar en asuntos de comida, ya que ellos, los fariseos, eran los únicos que se creían puros.

Así que para ellos el lavarse las manos indicaba un acto de soberbia y desprecio para muchas personas. Por eso no podía estar Jesús de acuerdo con esa conducta. Además aquellos fariseos pensaban que con limpiar bien los platos y las ollas, y sobre todo las manos, ya eran puros ellos. Jesús tampoco podía estar de acuerdo con esto, ya que para Jesús lo principal en nosotros es el corazón, lo interior de la persona. Los fariseos limpiaban el exterior, pero dejaban la suciedad del corazón. Lo peor es que estaban bien creídos que con cumplir esas leyes externas, que ellos mismos habían ido poniendo con el tiempo, ya estaban muy en paz con Dios. En realidad sólo buscaban el aplauso de la gente y no el aplauso de Dios, que es para quien cumple la justicia, la caridad y la misericordia, para quien pone su corazón en el amor de Dios.

Jesús les recordó lo que ya había dicho el profeta sobre el pueblo de Israel: sólo buscan el culto externo y este culto está vacío. Porque lo que Dios estima es la entrega interior de la persona para cumplir su voluntad. Hoy el salmo responsorial pregunta quién puede entrar en la casa de Dios. Se trata de entrar dignamente en la casa externa, pero sobre todo poder entrar con certeza en la casa definitiva del cielo. Irá respondiendo que es el que procede honradamente y practica la justicia, el que hace el bien constantemente. Todo esto cuesta, porque muchas veces es difícil controlar el corazón, si está dominado por la envidia, el orgullo o la lujuria. Para ello hace falta una continua lucha, realizar muchos actos buenos para que venga la virtud, que es una facilidad de hacer el bien. Ya lo expresaba san Pablo cuando decía: “queriendo hacer el bien, es el mal el que se me apega” (Rom 7,21). Por eso necesitamos la gracia de Dios. El mismo san Pablo decía poco después: “¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias a Dios por Jesucristo...” (Rom 7,24). Con la gracia de Dios, aunque uno esté rodeado de lodo, no se mancha el corazón, si se mantiene unido a Dios. Jesús les dice hoy a los fariseos que las cosas que nos vienen de fuera no manchan necesariamente el corazón. Lo que importa es lo que sale de dentro. Porque de dentro salen el odio y el egoísmo, o sale el amor y la misericordia.

Otra consideración podemos hacer sobre el evangelio de hoy. Los fariseos, por aferrarse a las tradiciones de sus mayores, descuidaban algunos preceptos más importantes de Dios, como era todo lo relativo al amor y la misericordia. Hoy también hay muchas personas que se aferran demasiado a tradiciones humanas. Se oye en alguna ocasión: “Esto hay que hacerlo así, porque siempre se ha hecho de este modo”. Es verdad que hay tradiciones muy buenas y dignas de ser mantenidas, porque nos ayudan a perseverar en la fe. Pero hay que tener en cuenta que por encima de las tradiciones están los mandamientos de Dios y el principal de Jesús, que es el amor. Entonces un cristiano tiene que tener como principal actitud la de cumplir el precepto de Jesús y el de mejorar, tendiendo a cumplir la voluntad de Dios. Por eso hay tradiciones, que han servido para un tiempo, que seguramente habrá que mejorar y cambiar en parte para acomodarse a los tiempos y para que todos podamos mejor cumplir lo principal. Ver cuál es lo mejor para la gloria de Dios, no para la nuestra.
© Padre Silverio Velasco

Nuevo vídeo

Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet.
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Ofrecimiento para sacerdotes y religiosas
  
Formulo el siguiente ofrecimiento únicamente para sacerdotes o religiosas que reciben diariamente "Pequeñas Semillitas" por e-mail: Si desean recibir los comentarios del Evangelio del domingo siguiente con dos o tres días de anticipación, para tener tiempo de preparar sus meditaciones, homilías o demás trabajos pastorales sobre la Palabra de Dios, pueden pedírmelo a feluzul@gmail.com 
Sólo deben indicar claramente su nombre, su correo electrónico, ciudad de residencia y a qué comunidad religiosa pertenecen.
  
Agradecimientos
 
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

 Desde Bogotá, Colombia, llega el agradecimiento de Carlos por la recuperación de su hermano Herman C. O. que ha salido de la crisis en la que entró luego de una cirugía de próstata. Gracias Dios... Gracias Santísima Virgen María... Y gracias a los lectores de esta página que estuvieron rezando por él.

Desde ciudad de México, dan gracias a Dios porque la operación de miomas de Tania ha salido bien y ahora resta que se recupere del todo. ¡Gracias Señor por escucharnos!

♡ Desde Madrid, España, llega el agradecimiento a Dios y a los que rezaron por María de Fátima, que tuvo una caída en su casa y se fracturó el hombro izquierdo. Está mejorando muy lentamente, y si no fuera por la providencia divina, pudo haber sido mucho peor. Damos gracias al Señor.

Cinco minutos del Espíritu Santo 
Setiembre 2
El Espíritu Santo no espera que nos obsesionemos buscando la perfección. Por eso dice la Biblia: "No quieras ser demasiado perfecto ni busques ser demasiado sabio. ¿Para qué destruirte?" (Eclesiastés 7,16).
No tienes por qué ser perfecto en todo, ni hacerlo todo bien, ni hacerlo todo ahora. Suelta ese falso ideal. Porque estás llamado a ser feliz en lo que haces, no a destruirte haciendo cosas. La base de todo cambio está en aceptarse serenamente a uno mismo. Eso brinda una calma interior para descubrir los pequeños pasos que podemos dar sin destruirnos. No conviene dar lugar a los reproches interiores que terminan bloqueando todo posible crecimiento. Porque no es cierto que si no cambias ese defecto, no sirves para nada. Ese cambio puede ser importante, pero mientras no lo logres hay muchas cosas bellas que puedes hacer. Tampoco es cierto que nunca vas a cambiar. El cambio llegará en el momento justo. Pero si te desprecias y te lastimas no te preparas para recibirlo.
Vivir culpándose a uno mismo no sirve para nada, no nos estimula ni nos ayuda a cambiar. El Espíritu Santo no quiere sentimientos de culpa sino buenos deseos. Por eso es tan importante mirarse a sí mismos con el amor compasivo y paciente del Señor, perdonarse, y liberarse de esos ideales de perfección que provocan permanentes sentimientos de culpabilidad y de inferioridad. Pidamos al Espíritu Santo que destruya esos sentimientos inútiles.
* Mons. Víctor Manuel Fernández 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)

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