martes, 20 de agosto de 2024

Pequeñas Semillitas 5730

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 19 - Número 5730 ~ Martes 20 de Agosto de 2024
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
Muchas veces se escucha decir: “Rezá vos por mí, que estás más cerca de Dios que yo”. Y creo que si bien parte de verdad tiene, pues hay algunos a los que Dios les encomendó la misión de presentar la ofrenda que los demás ponen en sus manos, se corre el riesgo de autoexcluirse del regalo de ser escuchados por Dios.
Si lo pensamos en el ámbito de la familia, veremos que si bien los padres escuchan de manera más adulta a sus hijos mayores, esto no significa que los escuchen más que a los pequeños. Me atrevo a decir que posiblemente es justo al revés: más escuchan a los pequeños porque saben lo decisivo que ese diálogo es en su crecimiento.
Aquí es donde aparece lo grande del amor de Dios, que en su corazón de Padre, a los que creen que no están cerca, Él se acerca, se abaja, se pone a la altura de sus más pequeñas necesidades para escucharlas. Sabe que para ellos, este diálogo es decisivo en su crecimiento.
(Javier Albisu S.J.)
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Ez 28, 1-10
 
Salmo: Deuteronomio 32, 26-27ab. 27cd-28. 30. 35cd-36ab
 
Santo Evangelio: Mt 19,23-30
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Yo os aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los Cielos. Os lo repito, es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos». Al oír esto, los discípulos, llenos de asombro, decían: «Entonces, ¿quién se podrá salvar?». Jesús, mirándolos fijamente, dijo: «Para los hombres eso es imposible, mas para Dios todo es posible».
Entonces Pedro, tomando la palabra, le dijo: «Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué recibiremos, pues?». Jesús les dijo: «Yo os aseguro que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, os sentaréis también vosotros en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará la vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros».
 
Comentario:
Hoy, contemplamos la reacción que suscitó entre los oyentes el diálogo del joven rico con Jesús: «¿Quién se podrá salvar?» (Mt 19,25). Las palabras del Señor dirigidas al joven rico son manifiestamente duras, pretenden sorprender, despertar nuestras somnolencias. No se trata de palabras aisladas, accidentales en el Evangelio: veinte veces repite este tipo de mensaje. Lo debemos recordar: Jesús advierte contra los obstáculos que suponen las riquezas, para entrar en la vida...
Y, sin embargo, Jesús amó y llamó a hombres ricos, sin exigirles que abandonaran sus responsabilidades. La riqueza en sí misma no es mala, sino su origen si fue injustamente adquirida, o su destino, si se utiliza egoístamente sin tener en cuenta a los más desfavorecidos, si cierra el corazón a los verdaderos valores espirituales (donde no hay necesidad de Dios).
«¿Quién se podrá salvar?». Jesús responde: «Para los hombres eso es imposible, mas para Dios todo es posible» (Mt 19,26). —Señor, Tú conoces bien las habilidades de los hombres para atenuar tu Palabra. Tengo que decírtelo, ¡Señor, ayúdame! Convierte mi corazón.
Después de marchar el joven rico, entristecido por su apego a sus riquezas, Pedro tomó la palabra y dijo: —Concede, Señor, a tu Iglesia, a tus Apóstoles ser capaces de dejarlo todo por Ti.
«En la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria...» (Mt 19,28). Tu pensamiento se dirige a ese “día”, hacia ese futuro. Tú eres un hombre con tendencia hacia el fin del mundo, hacia la plenitud del hombre. En ese tiempo, Señor, todo será nuevo, renovado, bello.
Jesucristo nos dice: —Vosotros, que lo habéis dejado todo por el Reino, os sentaréis con el Hijo del Hombre... Recibiréis el ciento por uno de lo que habéis dejado... Y heredaréis la vida eterna... (cf. Mt 19,28-29).
El futuro que Tú prometes a los tuyos, a los que te han seguido renunciando a todos los obstáculos... es un futuro feliz, es la abundancia de la vida, es la plenitud divina.
—Gracias, Señor. ¡Condúceme hasta ese día!
* Rev. D. Fernando PERALES i Madueño (Terrassa, Barcelona, España) © Textos de Evangeli.net 
 
Santoral Católico:
San Bernardo de Claraval
Nació en el castillo de Fontaines-les-Dijon (Francia), el año 1090, de familia noble. Recibió una piadosa educación, y el año 1111 entró con 30 compañeros en el monasterio de Cîteaux (Borgoña, Francia), recién fundado. Poco después lo eligieron fundador y primer abad del monasterio de Claraval, en el departamento francés de Aube, donde permaneció hasta su muerte. Fue un monje contemplativo y de actividad desbordante al servicio de la Iglesia en la que promovió una vida más evangélica, formador de monjes y reformador de comunidades religiosas, consejero de papas y obispos, predicador insigne y escritor lleno de sabiduría y unción. Recorrió Europa para restablecer la paz y la unidad. Con su vida y sus escritos ejerció una enorme influencia en la vida y espiritualidad cristiana de su tiempo y de los siglos posteriores, e inspiró un devoto afecto a la humanidad de Cristo y a la Virgen Madre. Murió el 20 de agosto de 1153.
Oración: Señor, Dios nuestro, tú hiciste del abad san Bernardo, inflamado en el celo de tu casa, una lámpara ardiente y luminosa en medio de tu Iglesia; concédenos, por su intercesión, participar de su ferviente espíritu y caminar siempre como hijos de la luz. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
(Directorio Franciscano – ACI Prensa – Catholic.net)
 
Pensamiento del día
«Hay quienes buscan el conocimiento por el bien del conocimiento: eso es CURIOSIDAD. Hay quienes buscan el conocimiento para ser reconocidos por los demás: eso es VANIDAD. Hay quienes buscan conocimiento para servir: eso es AMOR»
(SAN BERNARDO DE CLARAVAL)
 
Tema del día:
Vive mejor la Misa
Los católicos sabemos que una de nuestras obligaciones es acudir a la santa Misa todos los domingos. Cada caso particular es distinto y no se trata de evaluar el comportamiento de nadie, sino de conocer a fondo las partes de la Eucaristía para vivirla mejor.
 
Dos partes principales:
Lo primero que debemos tener en mente es que hay que llegar puntualmente porque la Misa consta de dos partes principales; y la primera es preparación para la segunda: la liturgia de la Palabra y la liturgia de la Eucaristía.
 
1. Liturgia de la Palabra
 
La Misa comienza con los ritos iniciales, el primero es el canto de entrada. El sacerdote puede hacer una procesión con los ministros, lectores y acólitos, o bien, llegar al altar sencillamente.
 
En seguida nos signamos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
 
Entonces el presidente -así se le nombra al presbítero que está presidiendo la celebración-, nos saluda: "El Señor esté con ustedes". Y respondemos: "Y con tu espíritu".
 
Después hacemos el acto penitencial: reconocemos nuestros pecados y pedimos perdón a Dios con el canto de "Señor, ten piedad". En domingo y solemnidades, además, entonamos el "Gloria".
 
Ahora, el sacerdote hace la oración colecta y nos sentamos para escuchar la Palabra de Dios, inicia la liturgia de la Palabra.
 
En Misa diaria, una lectura, un salmo y el Evangelio. En Misa dominical, dos lecturas, el salmo y el Evangelio.
 
Luego, la homilía, que entre semana no es necesaria, pero indispensable en domingo.
 
En seguida, recitamos el creo y hacemos la oración universal, que conocemos como peticiones.
 
2. Liturgia de la Eucaristía
 
A su vez, vamos a participar en tres partes: la presentación de ofrendas, la Plegaria eucarística y el rito de comunión.
 
Se llevan al altar los dones del pan y del vino que, durante la plegaria eucarística, se ofrecen a Dios para ser convertidos, por la invocación del Espíritu Santo, en el cuerpo y la sangre de Cristo.
 
Después adoramos a Cristo, que está presente en las sagradas especies, ofrecemos el sacrificio de Cristo en comunión con el Papa, el obispo y toda la Iglesia.
 
Después rezamos el Padre Nuestro para prepararnos para la sagrada comunión.
 
Finalizamos con la oración y bendición del presidente, quien nos envía a predicar lo que hemos vivido.
 
Este sencillo esquema nos puede ayudar a entender mejor que la sagrada Eucaristía es la celebración del gran misterio de nuestra fe, encomendada por Cristo a los Apóstoles.
 
Con los años y mucho discernimiento, grandes santos, padres y doctores de la Iglesia han añadido oraciones para embellecer y rendir honor y gloria a Dios con la santa Misa.
 
En la celebración eucarística, a quien ofrecemos es a su propio Hijo como Víctima agradabilísima que sigue intercediendo por nosotros una y otra vez, derramando gracias inagotables a quien participe de la actualización de su sacrificio.
 
Recordémoslo cada vez que acudamos a la santa Misa.
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(Mónica Muñoz – Aleteia)
 
Difundan "Pequeñas Semillitas" 
Para los que leen diariamente “Pequeñas Semillitas” por correo electrónico o por el canal de WhatsApp, va este pedido: les pido por favor que las compartan con sus amigos y contactos, para que la alegría del Evangelio llegue a muchos corazones más en todo el mundo.
A la vez, les pueden transmitir que quedan todavía unos pocos lugares disponibles para inscribirse y recibirlas por email (pedirlas a feluzul@gmail.com) y un número ilimitado de plazas vacantes en el canal de WhatsApp al cual pueden acceder entrando en este link: https://whatsapp.com/channel/0029VablI734o7qTX6m58i2X  y una vez allí tocan “ver canal” y a continuación “seguir”.
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
El mundo era indigno –dice San Agustín– de recibir al Hijo de Dios directamente de manos del Padre, quien lo entregó a María para que el mundo lo recibiera por medio de Ella. Dios Hijo se hizo hombre para nuestra salvación, pero en María y por María.
Dios Espíritu Santo formó a Jesucristo en María, pero después de haberle pedido su consentimiento por medio de uno de los primeros ministros de su corte.
Dios Padre comunicó a María su fecundidad, en cuanto una pura creatura era capaz de recibirla, para que pudiera engendrar a su Hijo y a todos los miembros de su Cuerpo místico.
Dios Hijo descendió al seno virginal de María como nuevo Adán a su paraíso terrestre para complacerse y realizar allí secretamente maravillas de gracia.
«Este Dios-hombre encontró su libertad en dejarse aprisionar en su seno; manifestó su poder en dejarse llevar por esta jovencita; cifró su gloria y la de su Padre en ocultar sus resplandores a todas las creaturas de la tierra para no revelarlos sino a María. » (…) Ella le da el pecho, lo alimenta, lo cuida, lo educa y sacrifica por nosotros.    (San Louis-Marie Grignion de Monfort)
🌸
En Roma, en la festividad de la Asunción, una mujer entró en la basílica erigida en el Capitolio en honor de la Santísima Virgen María. ¡Cuál fue su sorpresa al ver a una de sus vecinas muerta hacía un año!
- ¿No eres tú, Marozina, mi vecina, muerta hace poco?
- Sí soy yo.
- ¿Y cómo estás aquí ahora?
La mujer le confesó que había sufrido mucho en el Purgatorio debido a algunos errores cometidos en su infancia.
Hoy, continuó, la Reina del mundo ha intercedido por nosotros y me ha sacado del Purgatorio junto a muchos otros, y la cantidad de almas liberadas supera al número de los habitantes de Roma. Por eso, en acción de gracias, visitamos los lugares dedicados a nuestra gloriosa Señora, la Virgen María.
Y, como prueba de la realidad de su aparición, la afortunada mujer le dijo a su amiga que en un año, en esa misma fecha, ella iba a morir; lo cual sucedió de acuerdo con su predicción. (Un minuto con María)
 
Extractos de cartas del Padre Pío
(Recopilación: P. Gianluigi Pasquale en “365 días con el Padre Pío”)
20 de agosto
Os exhorto, mis queridísimos hijos, a cuidar con todo empeño vuestros corazones. Procurad mantener la paz, controlando vuestro temperamento. Yo no digo, escuchad bien, mantened la paz, sino que os digo que procuréis mantenerla: que este sea vuestro deseo importante; y guardaos bien de que sea motivo de inquietud el no poder controlar la variedad de los sentimientos y de vuestro temperamento.
Aprended bien qué significa el claustro, para que no os llevéis a engaño. Es la academia de la necesaria corrección, en la que el alma debe aprender a dejarse trabajar, cepillar y pulir, para que, estando bien pulida y enderezada, pueda unirse y acoplarse a la voluntad de Dios. La contraseña evidente de la perfección es querer ser corregidos, porque este es el fruto principal de la humildad, que nos lleva a reconocer que necesitamos la corrección.
El claustro es un hospital de enfermos espirituales, que quieren ser curados; y, para conseguirlo, se someten a la sangría, al bisturí, a la navaja, al hierro, al fuego y a todos los inconvenientes de las medicinas. En la primitiva Iglesia, a los religiosos se les llamaba con un nombre que significa médico. Hijos míos, sed también vosotros médicos y no hagáis caso a lo que el amor propio os pueda sugerir en contra; y, dulce, amable y amorosamente, tomad esta decisión: o morir o curarse. Y, porque no se quiere morir espiritualmente, elegid la curación. Y, para curaros, aceptad sufrir los cuidados y la corrección, y suplicad a los médicos del alma que no os priven de ningún medio que os pueda alcanzar la curación. Sed siempre sinceros con el que tiene que curar vuestras enfermedades espirituales.
(18 de enero de 1918, a los novicios, Ep. IV, 366)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
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