martes, 3 de octubre de 2023

Pequeñas Semillitas 5442

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 18 - Número 5442 ~ Martes 3 de Octubre de 2023
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
Señor Jesús, quiero estar completamente dispuesto a confiar en Ti, en tus promesas y en tus designios de amor. Quiero pedirte que me llenes de amor sincero para compartirlo a través de mis acciones y actitudes. Tú conoces las cosas que no andan bien en mi vida, por eso te las entrego, para que me ayudes a apaciguar esas tormentas que mantienen mi alma en la angustia y el dolor. Ayúdame a ser caritativo y generoso en todo momento, porque cualquier día y hora es momento siempre es bueno para hacer el bien al prójimo, atendiendo sus necesidades y sus carencias espirituales. Deseo tener un verdadero encuentro contigo, ese encuentro que transforma, que me hace sentir que jamás estoy solo, que eres mi esperanza para siempre. Cuento tu gracia para avivar la llama de mi fe que me invita a dar lo mejor, con un corazón renovado en tu amor y en tu verdad. Ayúdame a mirar el corazón de mi hermano, descubrir sus males, detectar sus problemas más profundos, para que, con tus manos a través de las mías, sanes sus heridas y renueves la esperanza perdida. Amén.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Zac 8,20-23
 
Salmo: Sal 86,1-3. 4-5. 6-7
 
Santo Evangelio: Lc 9,51-56
Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, Él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén, y envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?». Pero volviéndose, les reprendió; y se fueron a otro pueblo.
 
Comentario:
Hoy, el Evangelio nos ofrece dos puntos principales para la reflexión personal. En primer lugar, nos dice que «cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén» (Lc 9,51). El verbo que usa san Lucas significa “completar”, “consumar”; Jesús lleva a plenitud el tiempo marcado por el Padre para completar su misión salvífica mediante la crucifixión, muerte y resurrección. Después va a ser glorificado, “llevado al cielo”. Ante esta perspectiva, Jesucristo «tomó la decisión de subir a Jerusalén», es decir la firme decisión de amar al Padre realizando su voluntad redentora. Jesús muere en la cruz diciendo: «Todo está cumplido» (Jn 19,30). El Señor ha vivido para cumplir la voluntad del Padre, y ha mantenido esa actitud de fidelidad hasta la muerte.
Así debemos vivir también nosotros aunque experimentemos en el camino hacia Dios la oposición o el rechazo, el desprecio o la marginación por ser fieles al Señor. Dice el Papa Francisco: «El verdadero progreso de la vida espiritual no consiste en multiplicar los éxtasis, sino en ser capaces de perseverar en los tiempos difíciles: camina, camina, camina; si estás cansado detente un poco y luego vuelve a caminar, con perseverancia».
En segundo lugar, ante el rechazo de los samaritanos, Santiago y Juan quieren hacer descender fuego del cielo (cf. Lc 9,54). El Señor les reprende por su celo indiscreto. Debemos recordar la paciencia que Dios tiene con nosotros, y ser pacientes con nuestros hermanos en su camino hacia Dios, aunque no respondan inmediatamente a su gracia. Dios quiere que todos los hombres se salven y ha entregado a su Hijo único en la cruz por todos. Dios agota todas las posibilidades de acercarse a cada hombre, y espera con paciencia divina el momento en el que cada corazón se abre a su Misericordia.
* Rev. D. Félix LÓPEZ SHM (Alcalá de Henares, España)
 
Santoral Católico:
San Francisco de Borja
[Murió el 30 de septiembre y su memoria se celebra en España el 3 de octubre]. Nació en Gandía, provincia de Valencia (España), el año 1510. Gran privado del Emperador Carlos V y caballerizo de la emperatriz Isabel, vivió ejemplarmente en palacio. La vista del cadáver de la emperatriz le impulsó a despreciar las vanidades de la corte. Suya es la frase famosa: «No quiero servir a señor que se me pueda morir». Fue virrey de Cataluña y duque de Gandía. En 1529 contrajo matrimonio con Leonor de Castro, y tuvieron ocho hijos. Después de la muerte de su esposa, acaecida en 1546, que acabó de desligarlo del mundo, fue recibido por san Ignacio en la Compañía de Jesús, de la que llegó a ser superior general, después de haberse dedicado, ya sacerdote, al apostolado y a los asuntos de la naciente Compañía. Se distinguió, sobre todo, por su profunda humildad. Dio gran impulso a las misiones, especialmente de América. Murió en Roma el 30 de septiembre de 1572.
Oración: Señor Dios nuestro, que nos mandas valorar los bienes de este mundo según el criterio de tu ley, al celebrar la fiesta de san Francisco de Borja, tu siervo fiel y cumplidor, enséñanos a comprender que nada hay en el mundo comparable a la alegría de gastar la vida en tu servicio. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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© Directorio Franciscano – ACI Prensa
 
Pensamiento del día
  
Conozco personas que sufren que comunican alegría.
Conozco personas incomprendidas que saben comprender.
Conozco personas puras que conquistan con mirar.
Conozco personas bondadosas que a todos tienen algo que dar.
Conozco personas perseguidas que saben perdonar.
Conozco a esas personas cuyo secreto es AMAR»
 
Historia de una conversión
San Ignacio de Loyola era muy aficionado a los llamados libros de caballerías, narraciones llenas de historias fabulosas e imaginarias. Cuando fue herido en batalla y debió guardar muchos meses de reposo, pidió que le trajeran algunos de esos libros para entretenerse, pero no se halló en su casa ninguno; entonces le dieron para leer un libro llamado ‘Vida de Cristo’ y otro sobre vida de los santos, escritos en su lengua materna.
 
Con la frecuente lectura de estas obras, empezó a sentir algún interés por las cosas que en ellas se trataban. A intervalos volvía su pensamiento a lo que había leído en tiempos pasados y entretenía su imaginación con el recuerdo de las vanidades que habitualmente retenían su atención durante su vida anterior. Pero entretanto iba actuando también la misericordia divina, inspirando en su ánimo otros pensamientos, además de los que suscitaba en su mente lo que acababa de leer. En efecto, al leer la vida de Jesucristo o de los santos, a veces se ponía a pensar y se preguntaba a sí mismo: “¿Y si yo hiciera lo mismo que san Francisco o que santo Domingo?”.
 
Y, así, su mente estaba siempre activa. Estos pensamientos duraban mucho tiempo, hasta que, distraído por cualquier motivo, volvía a pensar, también por largo tiempo, en las cosas vanas y mundanas. Esta sucesión de pensamientos duró bastante tiempo.
 
Pero había una diferencia; y es que, cuando pensaba en las cosas del mundo, ello le producía de momento un gran placer; pero cuando, hastiado, volvía a la realidad, se sentía triste y árido de espíritu; por el contrario, cuando pensaba en la posibilidad de imitar las austeridades de los santos, no sólo entonces experimentaba un intenso gozo, sino que además tales pensamientos lo dejaban lleno de alegría.
 
De esta diferencia él no se daba cuenta ni le daba importancia, hasta que un día se le abrieron los ojos del alma y comenzó a admirarse de esta diferencia que experimentaba en sí mismo, que, mientras una clase de pensamientos lo dejaban triste, otros, en cambio, alegre. Y así fue como empezó a reflexionar seriamente en las cosas de Dios. Más tarde, cuando se dedicó a las prácticas espirituales, esta experiencia suya le ayudó mucho a comprender lo que sobre la discreción de espíritus enseñaría luego a los suyos.
 
Así la voluntad de Dios cambió un militar de caballería por un hombre santo que creó una nueva compañía: la Compañía de Jesús.
  
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
A veces obtenemos lo que queremos inmediatamente. Otras, nos preguntamos si alguna vez serán satisfechos nuestros deseos.
Seremos satisfechos de la mejor manera y lo más pronto posible, pero algunas cosas se llevan su tiempo. A veces, primero tenemos lecciones que aprender, lecciones que nos preparan para aceptar lo bueno que merecemos. Se están resolviendo las cosas dentro de nosotros y dentro de los demás. Se están quitando obstáculos que teníamos. Se están echando sólidos cimientos
Sé paciente. Relájate y confía. Déjalo ir. Luego, déjalo ir otro poco. Se han planeado para nosotros cosas buenas. Las recibiremos en el primer momento disponible. Tendremos todo lo que nuestro corazón anhela. Relájate y confía.
“Hoy identificaré lo que quiero y necesito; luego, estaré dispuesto a dejarlo ir. Dedicaré mi energía a vivir mi vida hoy, para que pueda dominar mis lecciones lo más pronto posible. Confiaré en que está por llegarme lo que quiero y necesito. Dejaré ir mi necesidad de controlar los detalles”.
 
Recordando al Padre Natalio
La felicidad de dar
San Pablo recordaba a los cristianos de Éfeso que Jesús había dicho: «La felicidad está más en dar que en recibir». Sin duda él mismo sentía gran alegría en llevar el mensaje de salvación por pueblos y ciudades a toda clase de personas. Y es la vivencia que tú puedes experimentar cuando por amor te dones a los demás en gestos de servicio humilde.
 
Un anciano muy pobre se dedicaba a sembrar árboles de mango. Alguien le dijo: ”¿Cómo es que a su edad se dedica a plantar mangos?  ¡Tenga por seguro que no vivirá lo suficiente para consumir sus frutos!” El anciano respondió apaciblemente: “Toda mi vida he comido mangos de árboles sembrados por otros. ¡Que los míos rindan frutos para quienes me sobrevivan! Habitamos un universo espléndido en el que todo y todos tienen algo que ofrecer. Los árboles dan, los ríos dan, la tierra da, el sol y la luna y las estrellas dan. ¿De dónde, pues, esa ansiedad por tomar, recibir, amasar, juntar, acumular, sin dar nada a cambio?
Todos podemos dar algo, por pobres que seamos. Podemos ofrecer pensamientos agradables, dulces palabras, sonrisas radiantes, conmovedoras canciones…
 
¡Qué hermosa lección! “Todos podemos dar algo por pobres que seamos”. Esto será, para otros, motivo de alegría y felicidad, pero sobre todo para ti será una fuente de satisfacción y dicha profunda, porque nada plenifica tanto al hombre como sus gestos de amor gratuito. Es mi deseo que experimentes hoy la felicidad de dar.
(P. Natalio)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
 
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