jueves, 7 de abril de 2022

Pequeñas Semillitas 4959

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 17 - Número 4959 ~ Jueves 7 de Abril de 2022
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Mi Jesús, hazme creer cada día más en Ti. Dame la gracia de poder confiar en Ti en todo momento, en cada circunstancia, en cada situación difícil por la que atraviese. Te pido con toda humildad, mi Señor, que aumentes mi fe, creer en tu poder y en tu protección divina. No permitas que los miedos me separen de Ti. Quiero convencerme Señor, que permaneces siempre a mi lado. Yo nada puedo sin Ti, sin tu amor, sin tu bendición. Eres el dueño de todo, hasta los vientos más descontrolados y las aguas más violentas te obedecen, porque todo se rige bajo tu dominio; en cambio yo, rebelde y testarudo, a veces me voy por caminos que sé bien que no me conducen a Ti, a veces tomo decisiones basadas en lo que yo creo y no en lo que Tú esperas de mí, Señor ¡Qué tonto soy a veces Jesús! Te pido desde lo más profundo de mi ser que vengas a mí y calmes las tempestades de este corazón agitado y deslumbrado por las cosas de este mundo, y que no me permite confiar plenamente en tu Señorío sobre todas las cosas. Quiero que Tú, Señor mío, seas siempre mi fortaleza, aquél que en todo me conforta. No quiero que la barca de mi vida vaya a la deriva por mi falta de fe y debilidad, por causa del pecado que cometo y me deja sin rumbo. Sólo Tú tienes el poder de desintegrar todas esas fragilidades de mi ser que quieren hundirme. Sólo en Ti podré conseguir paz y seguridad, y aunque en ocasiones, Tú duermas, calles y yo sienta que no me respondes, en esos momentos es donde tengo que avivar más la llama de la fe, fiarme de tus promesas de amor y saber que, de todo problema o dificultad, Tú sabes sacar una lección importante para mi vida. ¡Sálvame Señor! Confío en que Tú todo lo restauras y haces que llegue la calma, y por eso te alabo y te bendigo en todo momento. Como María, quiero aprender a confiar plenamente en que Tú todo lo puedes y quedar admirado de tu grandeza y de tu poder. Amén.
(Píldoras de Fe)
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Gén 17,3-9
 
Salmo: Sal 104,4-5.6-7.8-9
 
Santo Evangelio: Jn 8,51-59
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «En verdad, en verdad os digo: si alguno guarda mi Palabra, no verá la muerte jamás». Le dijeron los judíos: «Ahora estamos seguros de que tienes un demonio. Abraham murió, y también los profetas; y tú dices: ‘Si alguno guarda mi Palabra, no probará la muerte jamás’. ¿Eres tú acaso más grande que nuestro padre Abraham, que murió? También los profetas murieron. ¿Por quién te tienes a ti mismo?». Jesús respondió: «Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada; es mi Padre quien me glorifica, de quien vosotros decís: ‘Él es nuestro Dios’, y sin embargo no le conocéis, yo sí que le conozco, y si dijera que no le conozco, sería un mentiroso como vosotros. Pero yo le conozco, y guardo su Palabra. Vuestro padre Abraham se regocijó pensando en ver mi día; lo vio y se alegró». Entonces los judíos le dijeron: «¿Aún no tienes cincuenta años y has visto a Abraham?». Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: antes de que Abraham existiera, Yo Soy». Entonces tomaron piedras para tirárselas; pero Jesús se ocultó y salió del Templo.
 
Comentario:
Hoy nos sitúa san Juan ante una manifestación de Jesús en el Templo. El Salvador revela un hecho desconocido para los judíos: que Abraham vio y se alegró al contemplar el día de Jesús. Todos sabían que Dios había hecho una alianza con Abraham, asegurándole grandes promesas de salvación para su descendencia. Sin embargo, desconocían hasta qué punto llegaba la luz de Dios. Cristo les revela que Abraham vio al Mesías en el día de Yahvé, al cual llama mi día.
En esta revelación Jesús se muestra poseyendo la visión eterna de Dios. Pero, sobre todo se manifiesta como alguien preexistente y presente en el tiempo de Abraham. Poco después, en el fuego de la discusión, cuando le alegan que aún no tiene cincuenta años les dice: «En verdad, en verdad os digo: antes de que Abraham existiera, Yo Soy» (Jn 8,58) Es una declaración notoria de su divinidad, podían entenderla perfectamente, y también hubieran podido creer si hubieran conocido más al Padre. La expresión “Yo soy” es parte del tetragrama santo Yahvhé, revelado en el monte Sinaí.
El cristianismo es más que un conjunto de reglas morales elevadas, como pueden ser el amor perfecto, o, incluso, el perdón. El cristianismo es la fe en una persona. Jesús es Dios y hombre verdadero. «Perfecto Dios y perfecto Hombre», dice el Símbolo Atanasiano. San Hilario de Poitiers escribe en una bella oración: «Otórganos, pues, un modo de expresión adecuado y digno, ilumina nuestra inteligencia, haz también que nuestras palabras sean expresión de nuestra fe, es decir, que nosotros, que por los profetas y los Apóstoles te conocemos a ti, Dios Padre y al único Señor Jesucristo, podamos también celebrarte a ti como Dios, en quien no hay unicidad de persona, y confesar a tu Hijo, en todo igual a ti».
* Rev. D. Enric CASES i Martín (Barcelona, España)
 
Santoral Católico:
San Juan Bautista de la Salle
Presbítero, educador y fundador
Nació en Reims (Francia) el año 1651 de padres nobles, pero no ricos. Culminó sus estudios en la Sorbona de París, residiendo en San Sulpicio. Ordenado de sacerdote en 1678, renunció al canonicato para dedicarse a las clases sociales más pobres y en particular a la educación de los niños, dando así inicio a lo que llegarían a ser los Hermanos de las Escuelas Cristianas, por cuya existencia y desarrollo hubo de soportar innumerables dificultades. Comenzó por formar bien a los maestros. El método pedagógico innovador que adoptó, que incluía la pedagogía racional, eliminando elementos tradicionales ya inútiles, y el uso de la lengua materna en lugar del latín, le procuró de momento muchas contrariedades, aunque luego alcanzó gran difusión. Murió en Saint-Yon, cerca de Ruán, el 7 de abril de 1719.
Oración: Señor, tú que has elegido a san Juan Bautista de la Salle para educar a los jóvenes en la vida cristiana, suscita maestros en tu Iglesia que se entreguen con generosidad a la formación humana y cristiana de la juventud. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
© Directorio Franciscano – Aciprensa – Catholic.net
 
Pensamiento del día
 
“Pon empeño en volcarte a la oración.
Ya sabes que de este ejercicio
depende la bendición de Dios
sobre los demás y que sirve
para atraer sus gracias hacia nosotros.”
(Juan de la Salle)
 
Historias:
La necesidad de Dios
Me llamaron para visitarlo en su casa. Era un caso distinto a todos los demás. Se llama... no importa el nombre, sí es vital su historia. No es la historia de todos, pero sí de muchos. No es fácil mirar al futuro teniendo 23 años y una columna vertebral partida en mil pedazos...
 
Me llamaron para visitar a un joven que hacía un año había tenido un grave accidente. No salía de su casa y es por ello que yo me acerqué a verlo.
 
Me esperaba en su sala de estar, una casa espaciosa, con un bien cuidado jardín a la entrada. El silencio que allí reinaba era sepulcral. Nadie hablaba. La luz entraba tenue por entre las cortinas que, entreabiertas, daban la visión de otro jardín, enorme, con árboles y flores, con piscina y una cancha de tenis bien cuidada. En medio de la sala un joven fortachón, pelo largo, ojos apagados, sentado en una silla de ruedas, me miró. Intentó sonreír, pero no pudo.
 
"Juan -me dijo- ¿para qué mi colegio, mi universidad, mis inicios de postgrado en Inglaterra? ¿Para qué mis clases de fútbol, de ajedrez? Nunca me prepararon para caerme de una moto y quedar inválido. Mis padres me decían: "Tenemos un hijo que va a ser nuestro orgullo. Tú serás el continuador de mi imperio y tú serás temido entre mis competidores, porque yo te estoy preparando para ser un triunfador" Tenía todo... me faltaba una moto, también la tuve. La mejor: 750 centímetros cúbicos. ¡Una bala! Tuve la moto y con ello lo creí tener todo... Nunca tuve a Dios. No lo necesitaba. No estaba en mis planes ni en los planes de mi padre. Nuestra ruta era la del triunfo, no quedaba de camino Dios.
 
Un día había llovido toda la noche. La pista estaba mojada. Yo quise arriesgar y vivir el límite de mis posibilidades, pero la moto rodó por el asfalto y yo me golpeé contra el suelo. Mi columna se partió en cien pedazos. Meses de hospital, recuperaciones, futuro incierto. Nunca me prepararon para esto. Se olvidaron y me olvidé de mi alma. Díselo tú a la gente. A mí no me van a creer. Simplemente descríbeme y mi imagen es la más clara necesidad de Dios.
 
Para ser un triunfador en la vida, hay que empezar, seguir y terminar en Dios. Sólo así, con un espíritu fortalecido en la fe, podrás sentirte un hombre triunfador.
 
Quise contarte retazos de un cuadro de la vida. Amigo lector, tú serás ahora quien le dé color, luz e imagen. Las fuerzas están en tus manos. De ellas sacarás la imagen que tú quieras y que, por supuesto, más necesites.
 
Uno hace una casa para que cuando llueva no nos mojemos. Hacemos una casa para construir un hogar y, cuando llueva, si llegara a llover, tendremos dónde resguardarnos. Uno no tiene a Dios en su alma para cuando tengas un accidente, o tengas un cáncer, o te despidan del trabajo... No. Tienes a Dios para ser feliz y, si te pasa algo, Él te resguarda del peligro.
 
Gracias por llegar hasta aquí. ¡Que Dios nos bendiga!
(Web Católico de Javier)
 
Cuarenta días para acercarnos a Jesús
Contemplar la Pasión
I. La liturgia de estos días nos acerca ya al misterio fundamental de nuestra fe: la Resurrección del Señor. Pero no podremos participar de Ella, si no nos unimos a su Pasión y Muerte. Por eso, durante estos días, acompañemos a Jesús, con nuestra oración, en su vía dolorosa y en su muerte en la Cruz. No olvidemos que nosotros fuimos protagonistas de aquellos horrores, porque Jesús cargó con nuestros pecados (1 Pedro 2, 24), con cada uno de ellos. Fuimos rescatados de las manos del demonio y de la muerte a gran precio (1 Corintios 6, 20), el de la Sangre de Cristo. Santo Tomás de Aquino decía: “La Pasión de Cristo basta para servir de guía y modelo a toda nuestra vida”. Al preguntarle a San Buenaventura de donde sacaba tan buena doctrina para sus obras, le contestó presentándole un Crucifijo, ennegrecido por los muchos besos que le había dado: “Este es el libro que me dicta todo lo que escribo; lo poco que sé aquí lo he aprendido”
 
II. Nos hace mucho bien contemplar la Pasión de Cristo: en nuestra oración personal, al leer los Santos Evangelios, en los misterios dolorosos del Santo Rosario, en el Vía Crucis... En ocasiones nos imaginamos a nosotros mismos presentes entre los espectadores que fueron testigos en esos momentos. También podemos intentar con la ayuda de la gracia, contemplar la Pasión como la vivió el mismo Cristo (R. A. Knox, ‘Ejercicios para seglares’). Parece imposible, y siempre será una visión muy empobrecida de la realidad, pero para nosotros puede llegar a ser una oración de extraordinaria riqueza. Dice San León Magno que “el que quiera de verdad venerar la pasión del Señor debe contemplar de tal manera a Jesús crucificado con los ojos del alma, que reconozca su propia carne en la carne de Jesús” (Sermón 15 sobre la Pasión)
 
III. La meditación de la Pasión de Cristo nos consigue innumerables frutos. En primer lugar, nos ayuda a tener una aversión grande a todo pecado, pues Él fue traspasado por nuestras iniquidades y molido por nuestros pecados (Isaías 53, 5). Los padecimientos nos animan a huir de todo lo que pueda significar aburguesamiento y pereza; avivan nuestro amor y alejan la tibieza. Hacen nuestra alma mortificada, guardando mejor los sentidos. Y si alguna vez, el Señor permite el dolor, nos será de gran ayuda y alivio considerar los dolores de Cristo en su Pasión. Hagamos el propósito de estar más cerca de la Virgen estos días que preceden a la Pasión de su Hijo, y pidámosle que nos enseñe a contemplarle en esos momentos en los que tanto sufrió por nosotros.
(Francisco Fernández Carvajal)
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
Cada uno de nosotros se hace la pregunta del nacimiento de Dios en nuestro interior. A cada instante el Ángel nos interpela y constata que el Señor está con nosotros, que nos ama no importa quienes seamos o lo que hayamos hecho. Pero esto no se detiene aquí.
Dios bendice también el fruto de nuestras entrañas, lo que producimos y lo que creamos. La mayor cosa extraordinaria del mundo es que el hombre participa en la creación divina. La más grande blasfemia y causa de desdicha es impedir a la fuerza de la creación individual renovarse.
Si respondemos con un «si» a la invitación de Dios, Él hará crecer lo que poseemos en germen, Él mismo crecerá en nosotros, se hará intimo o aún más íntimo en nuestro ser, para hacer surgir nuestra verdadera personalidad, que se esconde bajo las máscaras y las heridas que la vida del mundo nos ha impuesto; ya que nuestro verdadero yo es como una semilla sumergida profundamente en nosotros.
Cuando aceptamos como María a Cristo en nuestra vida, le permitimos actuar y desarrollar un modo de existencia que no se limita a nuestro mundo temporal sino que se inscribe desde ahora en la Eternidad.
 
Un minuto para volar
Abril 7
¿Te gustaría sentir que vives en la luz, experimentar que tu corazón está iluminado? ¿Te gustaría descubrir que hay un resplandor divino en todas las cosas, un fuego precioso que te permite ver todo de una manera más clara? Si eso te interesa, recuerda el consejo de la Biblia: Si alguien ama a su hermano, permanece en la luz y no tropieza. Pero si no ama a su hermano, está en la oscuridad, camina en la oscuridad, no sabe adónde va (1Jn 2, 10-11). Solo serás una persona iluminada en la medida en que ames a los demás. ¿Por qué no pedirle a Dios su gracia para vivirlo hoy? 
(Mons. Víctor M. Fernández)
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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