domingo, 3 de abril de 2022

Pequeñas Semillitas 4955

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 17 - Número 4955 ~ Domingo 3 de Abril de 2022
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
La historia que se relata en el evangelio hoy nos refuerza la confianza en Jesús. Ante la situación de la mujer encontrada en adulterio que está por ser apedreada, controla el momento con toda la maestría de un cirujano en el salón de cirugía. Primero burla a los fariseos que utiliza a la adúltera para atraparlo. Su estrategia es si Jesús dice que la mujer debe ser apedreada, estaría violando la ley romana. Pero si dice que no merece la muerte, estaría transgrediendo la ley judía. Jesús los burla con la demanda que la persona sin pecado lance la primera piedra.
Su tratamiento de la mujer parece aún más maravilloso. Solo quedan los dos, como dice San Agustín “la miseria y la misericordia”. Jesús no condena la mujer; ni la regaña. Simplemente la corrige. Le dice que se vaya y no vuelva a pecar. Ella se sentirá tan agradecida a Jesús que no pueda desconocer su mandato. Sepamos que a nosotros nos trata de manera semejante.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Is 43,16-21
 
Salmo: Sal 125,1-2ab.2cd-3.4-5.6
 
Segunda Lectura: Flp 3,8-14
 
Santo Evangelio: Jn 8,1-11
En aquel tiempo, Jesús se fue al monte de los Olivos. Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a Él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles. Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?». Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra.
Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra». E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?». Ella respondió: «Nadie, Señor». Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más».
 
Comentario:
Hoy vemos a Jesús «escribir con el dedo en la tierra» (Jn 8,6), como si estuviera a la vez ocupado y divertido en algo más importante que el escuchar a quienes acusan a la mujer que le presentan porque «ha sido sorprendida en flagrante adulterio» (Jn 8,3).
Llama la atención la serenidad e incluso el buen humor que vemos en Jesucristo, aún en los momentos que para otros son de gran tensión. Una enseñanza práctica para cada uno, en estos días nuestros que llevan velocidad de vértigo y ponen los nervios de punta en un buen número de ocasiones.
La sigilosa y graciosa huida de los acusadores, nos recuerda que quien juzga es sólo Dios y que todos nosotros somos pecadores. En nuestra vida diaria, con ocasión del trabajo, en las relaciones familiares o de amistad, hacemos juicios de valor. Más de alguna vez, nuestros juicios son erróneos y quitan la buena fama de los demás. Se trata de una verdadera falta de justicia que nos obliga a reparar, tarea no siempre fácil. Al contemplar a Jesús en medio de esa “jauría” de acusadores, entendemos muy bien lo que señaló santo Tomás de Aquino: «La justicia y la misericordia están tan unidas que la una sostiene a la otra. La justicia sin misericordia es crueldad; y la misericordia sin justicia es ruina, destrucción».
Hemos de llenarnos de alegría al saber, con certeza, que Dios nos perdona todo, absolutamente todo, en el sacramento de la confesión. En estos días de Cuaresma tenemos la oportunidad magnífica de acudir a quien es rico en misericordia en el sacramento de la reconciliación.
Y, además, para el día de hoy, un propósito concreto: al ver a los demás, diré en el interior de mi corazón las mismas palabras de Jesús: «Tampoco yo te condeno» (Jn 8,11).
Pbro. D. Pablo ARCE Gargollo (Ciudad de México, México)
 
Palabras del Papa Francisco
“En la Cuaresma podemos imaginar al Señor Resucitado que nos llama a salir de nuestras tinieblas, y nosotros nos ponemos en camino hacia Él, que es la Luz. Estos 40 días son también para todos nosotros una salida de la esclavitud del pecado a la libertad, al encuentro del Cristo Resucitado. Cada paso, cada fatiga, cada prueba, cada caída y cada salida, todo tiene sentido solo dentro del designio de salvación de Dios, que quiere para su pueblo la vida y no la muerte, la alegría y no el dolor.”
 
Predicación del Evangelio:
No lanzar piedras
El Evangelio de hoy nos muestra cómo manejó Jesús el caso de una mujer judía acusada de ser infiel a su esposo, conducta que merecía –según la ley de Moisés– la lapidación, es decir, morir a pedradas. ¿Por qué Jesús debe pronunciarse sobre este difícil caso?
 
Sus adversarios rechazaban la forma como Jesús trataba a los pecadores; se dejaba invitar a sus casas, les hablaba con amabilidad y les anunciaba la misericordia de Dios.
 
Por el contrario, los líderes religiosos de Israel mostraban desprecio hacia determinados grupos sociales a quienes descalificaban por razones morales o sociales o de enfermedad; evitaban su trato; se sentían superiores como si el cumplimiento de una serie de formalismos fuera garantía de salvación.
 
En este contexto de confrontación, que se fue agudizando a medida que pasaban los días, deciden tenderle una trampa (no pensemos que se trató de una inocente consulta, libre de prejuicios).
 
Si Jesús afirmaba que esta mujer, sorprendida en flagrante infidelidad, no debía ser condenada a muerte, estaría en oposición a la ley de Moisés, supremo legislador de su pueblo; si decía que se debería proceder a ejecutar la sentencia, perdería su prestigio de profeta bondadoso, comprensivo de las miserias humanas.
 
Este castigo brutal –que se sigue aplicando en países musulmanes fundamentalistas– es expresión de una cultura machista, pues la condena se dirigía exclusivamente a la mujer sorprendida actuando de esta manera; y se guardaba un silencio cómplice frente a la infidelidad masculina.
 
¿Cómo manejó Jesús esta situación?
 
Nos dice el texto que “Jesús se agachó y se puso a escribir en el suelo con el dedo”. Podemos imaginar el tenso silencio que acompañó a este gesto de Jesús. Seguramente, Él estaba estructurando su respuesta y quería crear suspenso alrededor de sus palabras.
 
Después de ponerse de pie, los fulminó diciéndoles: “Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra”
 
La respuesta de Jesús los sorprendió pues los sacó del terreno jurídico en el que se sentían seguros y los trasladó a otro terreno, el de su situación frente a Dios. Ninguno se proclamó libre de pecado; ninguno lanzó la primera piedra; todos se marcharon. Con una sola frase desbarató la conjura que le habían preparado.
 
En poco tiempo se disolvió el tumulto y Jesús quedó a solas con la mujer.
 
Entonces le formuló dos preguntas: “¿Dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?”. Ante la respuesta de la mujer, Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar”
 
En el pasado, algunos autores manifestaron su desconcierto ante estas palabras, pues las consideraban excesivamente benévolas ante un comportamiento inaceptable, y hasta alcanzaron a afirmar que habían sido introducidas tardíamente en el texto sagrado.
 
No podemos interpretar estas palabras de Jesús como una posición ambigua frente a la infidelidad matrimonial. Más aún, Jesús expresa su rechazo, pero lo hace con delicadeza diciéndole a la mujer: “Vete y no vuelvas a pecar”
 
El núcleo del mensaje que Jesús transmite en este relato es el rechazo frontal de aquellos que se autodesignan conciencias morales de la sociedad y establecen su propio sistema moral acusatorio para sentar en el banquillo a los demás, evitando mirar sus propios pecados. 
 
La manera como Jesús manejó este caso de la mujer sorprendida siéndole infiel a su esposo es una denuncia de las diversas formas de hipocresía. En nuestros tiempos no destruimos la vida física de las personas arrojándoles piedras, pero sí las podemos destruir moralmente poniendo a circular rumores o expresando dudas insidiosas. Las palabras de Jesús siguen resonando en nuestros oídos: “Aquel de ustedes que no tenga pecado, que tire la primera piedra”
(Padre Jorge Humberto Peláez S.J.)
 
Poesía
La flor del perdón
 
Es la flor del perdón tan delicada
que, si la tienes, bueno es regalarla
lo más pronto posible y no dejarla,
como un adorno, para ti guardada.
 
No es esa flor, tan bella y perfumada,
para que la conserves y admirarla,
sino a quien te ofendió debes de darla
porque esa flor nació para ser dada.
 
Regálale esa flor al que te ha herido
y no lo pienses mucho, convencido
de que darla, al brotar, se necesita.
 
Porque si pierdes tiempo al conservarla
cuando decidas por fin, obsequiarla
entre tus manos ya estará marchita.
(Guillermo González Martínez)
 
Nuevo vídeo y artículo
 
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de esta página
 
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
 
Cuarenta días para acercarnos a Jesús
Vete y no peques más
I. Mujer, ¿ninguno te ha condenado? –Ninguno, Señor. –Tampoco yo te condeno. Anda y en adelante no peques más (Juan 8, 10-11) Podemos imaginar la enorme alegría de aquella mujer pecadora, sus deseos de comenzar de nuevo, su profundo amor a Cristo después de recibir Su perdón. En el alma de esta mujer, manchada por el pecado y por su pública vergüenza, se ha realizado un cambio tan profundo, que sólo podemos entreverlo a la luz de la fe. Cada día, en todos los rincones del mundo, Jesús a través de sus ministros los sacerdotes, sigue diciendo: “Yo te absuelvo de tus pecados...” Es el mismo Cristo que perdona. San Agustín afirma que el prodigio que obran estas palabras supera a la misma creación del mundo (Comentario sobre el Evangelio de San Lucas). En nuestra oración de hoy podemos mostrar nuestra gratitud al Señor por el don tan grande del sacramento de la Confesión.
 
II. Por la absolución, el hombre se une a Cristo redentor, que quiso cargar con nuestros pecados. Por esta unión, el pecador participa de nuevo de esa fuente de gracia que mana sin cesar del costado abierto de Jesús. En el momento de la absolución intensificaremos el dolor de nuestros pecados, renovaremos el propósito de enmienda, y escucharemos con atención las palabras del sacerdote que nos conceden el perdón de Dios. Después de cada confesión debemos dar gracias a Dios por la misericordia que ha tenido con nosotros y concretaremos cómo poner en práctica los consejos recibidos. Una manifestación de nuestra gratitud es procurar que nuestros amigos acudan a esa fuente de gracias, acercarlos a Cristo. ¡Difícilmente encontraremos una obra de caridad mayor!
 
III. Nuestros pecados, aun después de ser perdonados, merecen una pena temporal que se ha de satisfacer en esta vida o en el purgatorio. Debemos poner mucho amor en el cumplimiento de la penitencia que el sacerdote nos impone antes de impartir la absolución. Si consideramos la desproporción de nuestros pecados con la satisfacción, aumentaremos nuestro espíritu de penitencia en este tiempo de Cuaresma, en el que la Iglesia nos invita de una manera particular. Al terminar nuestra oración, invocamos a Santa María, Refugio de los pecadores, con ánimo y decisión de unirnos a su dolor, en reparación por nuestros pecados y por los de los hombres de todos los tiempos.
(Francisco Fernández Carvajal)
 
Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
💕 Desde la provincia de Santa Fe, Argentina, llega el agradecimiento a Dios, a la Virgen y a todos los que rezaron por la salud de Pedro Daniel M., de 56 años de edad, que estuvo muy grave en terapia intensiva por un cuadro respiratorio, conectado a ventilación asistida en coma farmacológico y se ha ido recuperando, de modo que pasó a sala común y está próximo al alta. Nos sumamos al agradecimiento.
 
💕 Desde Buenos Aires, Argentina, Cecilia Claudia B., 63 años, agradece al Señor por los buenos resultados de su chequeo médico anual.
 
Un minuto para volar
Abril 3
Cuando el agua se evapora no deja de existir. Simplemente ha tomado otra forma. Se ha convertido en vapor y se ha vuelto invisible para nuestros ojos. Pero está allí, en el aire, rodeándonos sutilmente. Lo mismo pasa con muchas realidades importantes que nosotros ya no vemos. Están ahí, pero hemos perdido la consciencia de su existencia: Dios, por ejemplo, su amor tan grande, su luz que nos guía, Él vive, está, no lo olvides.   
(Mons. Víctor M. Fernández)

FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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