PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año
14 - Número 3973 ~ Domingo 14 de Abril de 2019
+ DOMINGO
DE RAMOS +
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Hoy
inauguramos lo que llamamos la Semana Mayor de los cristianos. Estamos en
Semana Santa. Queremos coronar lo que hemos reflexionado durante toda la
Cuaresma y lo hacemos con la doble posibilidad, de seguir al Señor, aclamarlo y
luego abandonarlo, o seguirlo silenciosos por el camino doloroso de la
ascensión hacia el calvario.
Las
palmas y ramos de olivo acaparan el espacio visual de todo el conjunto de la
liturgia, porque son símbolos de nuestra vida de discípulos misioneros. Cuando
nos unimos al Señor somos alabanza y bendición, nos mantenemos verdes y
lozanos. Cuando lo aclamamos aceptamos ser arrancados para el servicio. Somos testigos
de lo ocurrido en el monte de la crucifixión y, así damos testimonio de amor,
de comprensión, de solidaridad, de compasión y de diálogo.
(El Domingo)
¡Buenos días!
Domingo de Ramos
Comenzamos hoy las celebraciones de la gran semana
cristiana. Recordamos la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, entre cantos
de júbilo, con palmas y ramos de olivo. Estuvo una multitud presente en la
fiesta y el ruido del Domingo de Ramos, pero ausente en los días de la Pasión y
en gozo de la Resurrección. Que esta historia no se repita contigo.
Jesús, te convoca hoy a la celebración para ofrecerte
su perdón, su misericordia, su amor y su proyecto de vida. Acudes a la iglesia
porque quieres acompañar a Jesús y reproducir sus mismos sentimientos de amor.
Para eso hermano/a, llora tus pecados, los propios y los de la sociedad; acepta
la mirada bondadosa de Jesús, como Pedro, que se arrepintió y lloró amargamente
su falta; sé cireneo de algún “pobre Cristo”, a quien le cueste llevar su cruz.
Que el ramo de olivo que llevas a casa te ayude a acercarte a la cruz y dejarte
abrazar por el amor misericordioso de Jesús, en especial, en el sacramento de
la Reconciliación. (“Aportes”, Ed. San Pablo).
Hoy se lee el relato de la Pasión de Jesús. Es un
drama grandioso y conmovedor. Se nos presenta a Jesús como el Mesías esperado,
el Servidor sufriente, el Justo perseguido, el Hijo de Dios. Dispón tus oídos,
pero sobre todo tu corazón para escuchar con cariño y agradecimiento, lo que ha
padecido Jesús, muerto por cada uno de nosotros.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios
Lecturas del día
♥ Evangelio (En la
bendición de los ramos): Lc 19, 28-40
♥ Primera Lectura: Is 50, 4-7
♥ Salmo: Sal 21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24
♥ Segunda Lectura: Flp 2, 6-11
♥ SANTO EVANGELIO: Lc 22,14—23,56
Llegada la hora, se sentó Jesús con sus discípulos, y
les dijo: «He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros antes
de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer hasta que se cumpla en
el Reino de Dios». Y tomando una copa, dio gracias y dijo: «Tomad esto,
repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé desde ahora del fruto
de la vid hasta que venga el Reino de Dios».
Y tomando pan, dio gracias; lo partió y se lo dio
diciendo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en
memoria mía». Después de cenar, hizo lo mismo con la copa diciendo: «Esta copa
es la Nueva Alianza sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros. Pero
mirad: la mano del que me entrega está con la mía en la mesa. Porque el Hijo
del Hombre se va según lo establecido; pero... ¡Ay de ése que lo entrega!».
Ellos empezaron a preguntarse unos a otros quién de
ellos podía ser el que iba a hacer eso. Los discípulos se pusieron a disputar
sobre quién de ellos debía ser tenido como el primero. Jesús les dijo: «Los
reyes de los gentiles los dominan y los que ejercen la autoridad se hacen
llamar bienhechores. Vosotros no hagáis así, sino que el primero entre vosotros
pórtese como el menor, y el que gobierne, como el que sirve. Porque, ¿quién es
más, el que está en la mesa o el que sirve?, ¿verdad que el que está en la
mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve. Vosotros sois los
que habéis perseverado conmigo en mis pruebas, y yo os transmito el Reino como
me lo transmitió mi Padre a mí: comeréis y beberéis a mi mesa en mi Reino, y os
sentaréis en tronos para regir a las doce tribus de Israel».
Y añadió: «Simón, Simón, mira que Satanás os ha
reclamado para cribaros como trigo. Pero yo he pedido por ti para que tu fe no
se apague. Y tú, cuando te recobres, da firmeza a tus hermanos». Él le
contestó: «Señor, contigo estoy dispuesto a ir incluso a, la cárcel y a la
muerte». Jesús le replicó: «Te digo, Pedro, que no cantará hoy el gallo antes
que tres veces hayas negado conocerme».
Y dijo a todos: «Cuando os envié sin bolsa ni
alforja, ni sandalias, ¿os faltó algo?». Contestaron: «Nada». Él añadió: «Pero
ahora, el que tenga bolsa que la coja, y lo mismo la alforja; y el que no tiene
espada que venda su manto y compre una. Porque os aseguro que tiene que
cumplirse en mí lo que está escrito: ‘Fue contado con los malhechores’. Lo que
se refiere a mí toca a su fin». Ellos dijeron: «Señor, aquí hay dos espadas».
Él les contestó: «Basta».
Y salió Jesús como de costumbre al monte de los
Olivos, y lo siguieron los discípulos. Al llegar al sitio, les dijo: «Orad,
para no caer en la tentación». Él se arrancó de ellos, alejándose como a un
tiro de piedra y arrodillado, oraba diciendo: «Padre, si quieres, aparta de mí ese
cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya». Y se le apareció un
ángel del cielo que lo animaba. En medio de su angustia oraba con más
insistencia. Y le bajaba el sudor a goterones, como de sangre, hasta el suelo.
Y, levantándose de la oración, fue hacia sus discípulos, los encontró dormidos
por la pena, y les dijo: «¿Por qué dormís? Levantaos y orad, para no caer en la
tentación».
Todavía estaba hablando, cuando aparece gente: y los
guiaba el llamado Judas, uno de los Doce. Y se acercó a besar a Jesús. Jesús le
dijo: «Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?». Al darse cuenta los
que estaban con él de lo que iba a pasar, dijeron: «Señor, ¿herimos con la
espada?». Y uno de ellos hirió al criado del Sumo Sacerdote, y le cortó la
oreja derecha. Jesús intervino diciendo: «Dejadlo, basta». Y, tocándole la
oreja, lo curó. Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los oficiales del templo,
y a los ancianos que habían venido contra Él: «¿Habéis salido con espadas y
palos a la caza de un bandido? A diario estaba en el templo con vosotros, y no
me echasteis mano. Pero ésta es vuestra hora: la del poder de las tinieblas».
Ellos lo prendieron, se lo llevaron y lo hicieron
entrar en casa del sumo sacerdote. Pedro lo seguía desde lejos. Ellos
encendieron fuego en medio del patio, se sentaron alrededor y Pedro se sentó
entre ellos. Al verlo una criada sentado junto a la lumbre, se le quedó mirando
y le dijo: «También éste estaba con Él». Pero él lo negó diciendo: «No lo
conozco, mujer». Poco después lo vio otro y le dijo: «Tú también eres uno de
ellos». Pedro replicó: «Hombre, no lo soy». Pasada cosa de una hora, otro
insistía: «Sin duda, también éste estaba con Él, porque es galileo». Pedro
contestó: «Hombre, no sé de qué hablas». Y estaba todavía hablando cuando cantó
un gallo. El Señor, volviéndose, le echó una mirada a Pedro, y Pedro se acordó
de la palabra que el Señor le había dicho: «Antes de que cante hoy el gallo, me
negarás tres veces». Y, saliendo afuera, lloró amargamente.
Y los hombres que sujetaban a Jesús se burlaban de Él
dándole golpes. Y, tapándole la cara, le preguntaban: «Haz de profeta: ¿quién
te ha pegado?». Y proferían contra Él otros muchos insultos.
Cuando se hizo de día, se reunió el senado del
pueblo, o sea, sumos sacerdotes y letrados, y, haciéndole comparecer ante su
Sanedrín, le dijeron: «Si tú eres el Mesías, dínoslo». Él les contestó: «Si os
lo digo, no lo vais a creer; y si os pregunto no me vais a responder. Desde
ahora el Hijo del Hombre estará sentado a la derecha de Dios todopoderoso».
Dijeron todos: «Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?». Él les contestó:
«Vosotros lo decís, yo lo soy». Ellos dijeron: «¿Qué necesidad tenemos ya de
testimonios? Nosotros mismos lo hemos oído de su boca».
El senado del pueblo o sea, sumos sacerdotes y
letrados, se levantaron y llevaron a Jesús a presencia de Pilato. Y se pusieron
a acusarlo diciendo: «Hemos comprobado que éste anda amotinando a nuestra
nación, y oponiéndose a que se paguen tributos al César, y diciendo que Él es
el Mesías rey». Pilato preguntó a Jesús: «¿Eres tú el rey de los judíos?». Él
le contestó: «Tú lo dices». Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la turba:
«No encuentro ninguna culpa en este hombre». Ellos insistían con más fuerza
diciendo: «Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde Galilea hasta
aquí». Pilato, al oírlo, preguntó si era galileo; y al enterarse que era de la
jurisdicción de Herodes se lo remitió. Herodes estaba precisamente en Jerusalén
por aquellos días.
Herodes, al ver a Jesús, se puso muy contento; pues
hacía bastante tiempo que quería verlo, porque oía hablar de Él y esperaba
verlo hacer algún milagro. Le hizo un interrogatorio bastante largo; pero Él no
le contestó ni palabra. Estaban allí los sumos sacerdotes y los letrados
acusándolo con ahínco. Herodes, con su escolta, lo trató con desprecio y se
burló de Él; y, poniéndole una vestidura blanca, se lo remitió a Pilato. Aquel
mismo día se hicieron amigos Herodes y Pilato, porque antes se llevaban muy
mal.
Pilato, convocando a los sumos sacerdotes, a las
autoridades y al pueblo, les dijo: «Me habéis traído a este hombre, alegando
que alborota al pueblo; y resulta que yo le he interrogado delante de vosotros,
y no he encontrado en este hombre ninguna de las culpas que le imputáis; ni
Herodes tampoco, porque nos lo ha remitido: ya veis que nada digno de muerte se
le ha probado. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré». Por la fiesta
tenía que soltarles a uno. Ellos vociferaron en masa diciendo: «¡Fuera ése!
Suéltanos a Barrabás». A éste lo habían metido en la cárcel por una revuelta
acaecida en la ciudad y un homicidio. Pilato volvió a dirigirles la palabra con
intención de soltar a Jesús. Pero ellos seguían gritando: «¡Crucifícalo,
crucifícalo!». Él les dijo por tercera vez: «Pues, ¿qué mal ha hecho éste? No
he encontrado en Él ningún delito que merezca la muerte. Así es que le daré un
escarmiento y lo soltaré». Ellos se le echaban encima pidiendo a gritos que lo
crucificara; e iba creciendo el griterío. Pilato decidió que se cumpliera su petición:
soltó al que le pedían (al que había metido en la cárcel por revuelta y
homicidio), y a Jesús se lo entregó a su arbitrio.
Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto
Simón de Cirene, qué volvía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevase
detrás de Jesús. Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se daban
golpes y lanzaban lamentos por Él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo:
«Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros
hijos, porque mirad que llegará el día en que dirán: ‘Dichosas las estériles y
los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado’. Entonces
empezarán a decirles a los montes: ‘Desplomaos sobre nosotros’, y a las
colinas: ‘Sepultadnos’; porque si así tratan al leño verde, ¿qué pasará con el
seco?».
Conducían también a otros dos malhechores para
ajusticiarlos con Él. Y cuando llegaron al lugar llamado "La
Calavera", lo crucificaron allí, a Él y a los malhechores, uno a la
derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben
lo que hacen». Y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte. El pueblo
estaba mirando. Las autoridades le hacían muecas diciendo: «A otros ha salvado;
que se salve a sí mismo, si Él es el Mesías de Dios, el Elegido». Se burlaban
de Él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: «Si eres tú el rey
de los judíos, sálvate a ti mismo». Había encima un letrero en escritura
griega, latina y hebrea: «Éste es el rey de los judíos».
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba
diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros». Pero el
otro le increpaba: «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio?
Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio,
éste no ha faltado en nada». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a
tu Reino». Jesús le respondió: «Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el
Paraíso».
Era ya eso de mediodía y vinieron las tinieblas sobre
toda la región, hasta la media tarde; porque se oscureció el sol. El velo del
templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo: «Padre, a
tus manos encomiendo mi espíritu». Y dicho esto, expiró.
El centurión, al ver lo que pasaba, daba gloria a
Dios diciendo: «Realmente, este hombre era justo». Toda la muchedumbre que
había acudido a este espectáculo, habiendo visto lo que ocurría, se volvían
dándose golpes de pecho. Todos sus conocidos se mantenían a distancia, y lo
mismo las mujeres que lo habían seguido desde Galilea y que estaban mirando.
Un hombre llamado José, que era senador, hombre bueno
y honrado (que no había votado a favor de la decisión y del crimen de ellos),
que era natural de Arimatea y que aguardaba el Reino de Dios, acudió a Pilato a
pedirle el cuerpo de Jesús. Y, bajándolo, lo envolvió en una sábana y lo colocó
en un sepulcro excavado en la roca, donde no habían puesto a nadie todavía. Era
el día de la Preparación y rayaba el sábado. Las mujeres que lo habían
acompañado desde Galilea fueron detrás a examinar el sepulcro y cómo colocaban
su cuerpo. A la vuelta prepararon aromas y ungüentos. Y el sábado guardaron
reposo, conforme al mandamiento.
♥ Comentario:
Hoy leemos el relato de la pasión según san Lucas. En
este evangelista, los ramos gozosos de la entrada en Jerusalén y el relato de
la pasión están en relación mutua, aunque el primer paso suene a triunfo y el
segundo a humillación.
Jesús llega a Jerusalén como rey mesiánico, humilde y
pacífico, en actitud de servicio y no como un rey temporal que usa y abusa de
su poder. La cruz es el trono desde donde reina (no le falta la corona real),
amando y perdonando. En efecto, el Evangelio de Lucas se puede resumir diciendo
que revela el amor de Jesús manifestado en la misericordia y el perdón.
Este perdón y esta misericordia se muestran durante
toda la vida de Jesús, pero de una manera eminente se hacen sentir cuando Jesús
es clavado en la cruz. ¡Qué significativas resultan las tres palabras que,
desde la cruz, escuchamos hoy de los labios de Jesús!:
—Él ama y perdona incluso a sus verdugos: «Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34).
—Al ladrón de su derecha, que le pide un recuerdo en
el Reino, también lo perdona y lo salva: «Hoy estarás conmigo en el Paraíso»
(Lc 23,43).
—Jesús perdona y ama sobre todo en el momento supremo
de su entrega, cuando exclama: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu» (Lc
23,46).
Ésta es la última lección del Maestro desde la cruz:
la misericordia y el perdón, frutos del amor. ¡A nosotros nos cuesta tanto
perdonar! Pero si hacemos la experiencia del amor de Jesús que nos excusa, nos
perdona y nos salva, no nos costará tanto mirar a todos con una ternura que
perdona con amor, y absuelve sin mezquindad.
San Francisco lo expresa en su Cántico de las
Criaturas: «Alabado seas, oh Señor, por aquellos que perdonan por tu amor».
Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM (Barcelona, España)
Palabras de San Juan
Pablo II
Cristo
permitió que en el umbral de los acontecimientos de su Pasión, precisamente
hoy, Domingo de Ramos, se delinease ante los ojos del pueblo de elección
divina, ese Reino de la expectación definitiva de los corazones humanos y de
las conciencias... ese Reino al que están llamados todos los que confiesan su
Nombre... Por esto, también nosotros llevamos las palmas en la procesión y
cantamos: "¡Hosanna al Hijo de
David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!".
Predicación del
Evangelio:
La Semana Santa
La Iglesia nos presenta en esta semana los hechos más
importantes de nuestra redención: la pasión, muerte y resurrección de Jesús.
Dios nos podría haber salvado con medios más sencillos, pero quiere unirse a
nuestro dolor y testifica con su sufrimiento que su amor es sincero, es
grandioso y que merece toda nuestra correspondencia. Para ello Dios se hizo
hombre, aceptó un cuerpo como el nuestro y se entregó a la muerte y una muerte
de cruz. Pero san Pablo hoy en la 2ª lectura nos dice que, por ese acto de
humillación, Dios lo levantó por encima de todo hasta la resurrección. El dolor
no es el final. Dios quiere para nosotros también un final de gloria y
felicidad. La Pasión conduce a la Resurrección.
La liturgia de este día tiene dos partes bien
diferenciadas, La primera, con la bendición de ramos y procesión, revivimos la
entrada solemne de Jesús en Jerusalén. Luego en la Eucaristía se revive la
Pasión, que se lee en el Evangelio. Parece ser que proviene de la antigüedad
cuando este domingo era nombrado en Roma como domingo de pasión, mientras que
en Jerusalén celebraban la entrada con los ramos. Luego para toda la Iglesia se
unieron las dos partes en una misma celebración.
La entrada de Jesús montado sobre un burrito lo
suscitó Él mismo. Es posible que algunos discípulos quisieran aprovechar esa
entrada, cercana la Pascua, para exaltar a Jesús como un mesías triunfador para
comenzar un imperio material o una guerra santa contra los romanos. Jesús,
porque así lo quiere, entra como Mesías, pero lleno de mansedumbre, deseando
proclamar su reino de paz y de amor. A los que iban con Jesús se unieron otros
salidos de Jerusalén, pues era costumbre que muchas personas salieran a recibir
a grupos de peregrinos para entrar cantando con ellos. Nosotros en la procesión
también queremos aclamar a nuestro verdadero Rey y Maestro con ramas verdes,
que son signo de paz y de esperanza. No es sólo recuerdo. Es realidad.
En esa entrada de Jesús también se va fraguando la
Pasión, porque allí estaban los enemigos de siempre, fariseos y jefes
religiosos del pueblo. Estaban llenos de envidia porque la gente se iba tras de
Jesús, y esto llenaba la copa de su indignación y soberbia. Donde no hay amor y
perdón, la venganza y el rencor no tienen freno. También había gente indecisa,
que aquel día gritaban: “Hosanna”, y pocos días después gritarían:
“Crucifícale”. En la Misa recordamos la Pasión con su lectura en el evangelio.
Este año, ciclo C, se lee la Pasión según san Lucas.
Cada evangelista narra la Pasión según el motivo que
le ha inducido a narrar la vida de Jesús. San Lucas es el evangelista de la
misericordia. Es el que más habla del amor infinito de Dios, que se manifiesta
por medio de Jesucristo. Lo vemos por medio de sus parábolas y de la
preocupación que siente Jesús por las personas marginadas, como eran los
enfermos, los pecadores, las viudas y en general las mujeres. Y ese aspecto de
la misericordia aparece en este evangelio de pasión de manera especial:
Con los mismos apóstoles: No dice que les encuentra
por tres veces dormidos, ni que huyeron, ni las palabras fuertes de Pedro antes
de negar, con quien tiene la delicadeza de mirarle con misericordia como signo
de perdón; cura la oreja a quien ha sido herido en Getsemaní; consuela a las
mujeres que lloran por Él; perdona a todos los que le están clavando o gritando
en contra; promete el Paraíso al buen ladrón; usa de misericordia hasta con los
mismos que causaron su muerte, como Pilato, que aparenta ser inocente. Quizá el
evangelista tenía interés en no culpar a los romanos. Más que culpar a nadie,
el evangelista pretende que nosotros nos sintamos culpables, pero llenos de
esperanza en el perdón rechazando toda violencia. Debemos vivir con esa
confianza en Dios Padre, con la que Jesús, al morir, sin hacer gestos trágicos
ni signos de angustia, entrega su espíritu al Padre de las misericordias.
Padre Silverio Velasco
Cuaresma
día a día
Día 40º. Domingo 14 de
abril
Es necesario dar Gloria a Dios. Los discípulos
"trajeron la borrica y el pollino, y pusieron sobre ellos los mantos, y
encima de ellos montó Jesús. La mayor parte de la gente desplegaba sus mantos
por el camino, mientras que otros, cortando ramas de árboles, los extendían por
la calzada. La multitud que le precedía y la que le seguía gritaba, diciendo:
¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del señor! ¡Hosanna
en las alturas!" (Mt 21, 7,9).
¡Cómo alaban a Dios! Alabar a una persona es decirle,
¡qué bien has hecho esto!; o qué buen amigo eres; o alguna otra afirmación por
el estilo.
Alabar significa que se reconoce algo bueno como
bueno; que se valora, y que se dice a quien lo ha hecho o a quien pertenece.
Esto es un gozo para quien lo escucha y para quien lo dice (si lo dice
sinceramente, y no para sacar algún beneficio).
Alabar a Dios es una obligación para toda criatura.
Es bueno que alabes muchas veces a Dios: que le digas lo bueno que es, que
agradezcas lo bien que ha hecho esto o aquello, la belleza del mundo, etc. Y
que cuando reces el gloria, lo hagas con esta intención.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo; como
era en un principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén
Web Católico de Javier
Nuevo vídeo y artículo
Hay
un nuevo vídeo subido al blog
de
"Pequeñas Semillitas" en
internet.
Para
verlo tienes que ir al final de esta página
Hay
nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
Puedes
acceder en la dirección:
Ofrecimiento para
sacerdotes y religiosas
Formulo
el siguiente ofrecimiento únicamente
para sacerdotes o religiosas que reciben diariamente "Pequeñas
Semillitas" por e-mail: Si desean recibir los comentarios del Evangelio
del domingo siguiente con dos o tres días de anticipación, para tener tiempo de
preparar sus meditaciones, homilías o demás trabajos pastorales sobre la
Palabra de Dios, pueden pedírmelo a feluzul@gmail.com
Sólo
deben indicar claramente su nombre, su correo electrónico, ciudad de residencia
y a qué comunidad religiosa pertenecen.
Agradecimientos
Imaginemos
que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las
oraciones de las personas en la tierra:
Una
es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que
atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que
llegan en todo momento.
La
otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y
en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega
ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde
esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por
semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina:
agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros
pedidos de oración.
♡ Desde Córdoba, Argentina, Norma C. agradece al Señor y a las
personas que rezaron por el éxito del procedimiento de artroscopia de rodilla
que le efectuaron durante la semana pasada y que se realizó sin inconvenientes.
♡ Desde Montevideo, Uruguay, Karen S. eleva una oración de agradecimiento a Dios por los 81 años de edad que cumple su papá Roberto. Nos sumamos y le enviamos un cálido abrazo.
♡ Desde Bogotá, Colombia, Carlos C. O. escribe y dice: “Doy gracias a Dios por la esposa -María Trinidad (Trini)-, que me ha dado
hace ya poco más de 36 años. Una mujer íntegra, inteligente, excelente madre,
esposa, compañera y amiga, de una fe y una esperanza inconmensurables, siempre
depositando su enorme confianza en el Señor, mariana cien por ciento, católica
convencida, instrumento del Señor para mi conversión. El 8 de abril, hemos
celebrando su onomástico y pido al Señor, en nombre de nuestros hijos Carlos y María Paula, nos la conserve muchos años más, done salud y
bienestar, siempre con la intercesión de nuestra Madre del cielo, la Virgen
María”
♡ Desde San Lorenzo, Santa Fe, Argentina, Exequiel
expresa su agradecimiento a Dios y a las personas que rezaron por la salud de
su esposa Pamela que ha sido
estudiada por una formación quística en la base del cerebro, y gracias a Dios,
el neurocirujano les ha dado la tranquilidad de que no será necesaria ninguna
intervención, y seguirá con sus tratamientos habituales para compensarla
emocionalmente. Seguiremos orando por ella y su hermosa familia.
♡ Desde la
provincia de Santa Fe, Argentina, llega el agradecimiento por la buena
recuperación que ha tenido Florencia,
la chica de 20 años que luego de una severa crisis asmática había tenido una
descompensación cardíaca y estuvo intubada, en coma farmacológico, pero ya está
de alta en su casa con sus niños, gracias a la misericordia infinita de Dios.
♡ Otros
agradecimientos que llegaron de personas por las que hemos estado rezando son: Robert O. (65-Canada) declarado en
remisión de cáncer de garganta y esófago. Pedro
F. (75-Miami) que va mejorando de la diverticulitis. Y finalmente, la
familia Kuri, de México agradece las oraciones por Josefina, que fue llamada al
Reino del Padre celestial.
Meditaciones de
“Pequeñas Semillitas”
Hoy, cuando me levanté, repentinamente me di cuenta
que este es el mejor día de mi vida. Ha habido ocasiones en que me pregunto si
podré hacer algo provechoso el día de hoy... y lo he hecho. Creo que esto es
más que suficiente para celebrar.
Hoy voy a celebrar la increíble vida que he tenido llena de bendiciones, y también
con muchas adversidades, que me han servido para hacerme cada día más fuerte.
Yo voy a vivir este día con la frente bien en alto y
un corazón feliz. Me sorprenderé de los “simples” regalos que Dios, mi Padre,
me ha dado hoy: una mañana tranquila, el sol, las nubes, los árboles, las
flores, los pájaros, el agua, hoy ninguna de estas minúsculas creaciones van a
escapar de mi vista.
Compartiré mi emoción por la vida con otras personas,
voy a hacer sonreír a alguien, voy a realizar un inesperado acto de bondad con
alguien aunque no lo conozca.
Dejaré de preocuparme por lo que no tengo y empezaré
a ser agradecido con Dios por todas las
cosas maravillosas que Él me ha dado.
Tendré presente que la preocupación es sólo una
pérdida de tiempo, porque mi fe en Dios Padre y su Plan de Divinidad, me
asegura que en un futuro todo estará bien.
Antes de ir a descansar observaré la noche y elevaré
mis ojos al cielo para admirar la belleza de las estrellas, la luna...Y elevaré
una oración a Dios por esos magníficos
tesoros.
Y... cuando el día finalice y ponga mi cabeza en la
almohada, agradeceré al Todopoderoso por el mejor día de mi vida y dormiré el
sueño de un niño feliz, emocionado por la esperanza de saber que mañana será el
mejor día de mi vida. Gracias a ti Señor.
Cinco minutos con Jesús
Abril 14
Nicodemo creyó en Jesús, pero no se entregó a él
incondicionalmente; fue a ver a Jesús, pero fue a verlo de noche por miedo.
¿No habrás sido tú también en alguna oportunidad un
cristiano con vergüenza? ¿No habrás sido remiso en confesarte en público como
discípulo y seguidor de Jesús?
No te dejes dominar nunca por el respeto humano;
respeta más bien a Dios y a su Palabra.
(Padre Alfonso Milagro)
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito
de todos)
Páginas de Felipe de Urca:
|
”PEQUEÑAS SEMILLITAS”
|
”JUAN PABLO II INOLVIDABLE”
|
FACEBOOK de “FELIPE DE URCA”
|
FACEBOOK de “PEQUEÑAS SEMILLITAS”
|
TWITTER de “PEQUEÑAS SEMILLITAS”
|
INSTAGRAM: FELIPE DE URCA
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por participar comentando! Por favor, no te olvides de incluir tu nombre y ciudad de residencia al finalizar tu comentario dentro del cuadro donde escribes.