martes, 31 de octubre de 2023

Pequeñas Semillitas 5470

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 18 - Número 5470 ~ Martes 31 de Octubre de 2023
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
Cuando yo era niño, llamó Dios a la puerta de mi corazón. En aquella temprana etapa vivía tan absorto en los juegos de la infancia que no presté atención a sus palabras lejanas.
Años después volvió Dios a visitarme. Esta vez golpeó con la fuerza de sus nudillos la puerta de mi corazón. Aún recuerdo su voz, pero me asediaban los problemas de la juventud: mi primer amor, los estudios y el ejercicio de diversas cualidades destacables. También en la madurez vino Dios, pero me resultaba imposible escuchar; no encontraba el momento oportuno para responder a su llamada.
Poco antes de morir, estando sumido en las preocupaciones sobre la inminencia del más allá, abrí la rendija de mi puerta para buscar respuestas ante tanta incertidumbre. Me quedé estupefacto: un hombre de cabellos blancos como la nieve y ojos refulgentes permanecía sentado junto a mi endeble corazón. Me acerqué a él y le pregunté qué deseaba. "Yo soy Dios", me dijo. "Llevo aquí sentado durante toda tu vida para traerte un mensaje de felicidad". Entonces, mis manos acogieron una misión maravillosa que pude disfrutar sólo unos momentos antes de morir.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Rom 8,18-25
 
Salmo: Sal 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6
 
Santo Evangelio: Lc 13,18-21
En aquel tiempo, Jesús decía: «¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza, que tomó un hombre y lo puso en su jardín, y creció hasta hacerse árbol, y las aves del cielo anidaron en sus ramas». Dijo también: «¿A qué compararé el Reino de Dios? Es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo».
 
Comentario:
Hoy, los textos de la liturgia, mediante dos parábolas, ponen ante nuestros ojos una de las características propias del Reino de Dios: es algo que crece lentamente —como un grano de mostaza— pero que llega a hacerse grande hasta el punto de ofrecer cobijo a las aves del cielo. Así lo manifestaba Tertuliano: «¡Somos de ayer y lo llenamos todo!». Con esta parábola, Nuestro Señor exhorta a la paciencia, a la fortaleza y a la esperanza. Estas virtudes son particularmente necesarias a quienes se dedican a la propagación del Reino de Dios. Es necesario saber esperar a que la semilla sembrada, con la gracia de Dios y con la cooperación humana, vaya creciendo, ahondando sus raíces en la buena tierra y elevándose poco a poco hasta convertirse en árbol. Hace falta, en primer lugar, tener fe en la virtualidad —fecundidad— contenida en la semilla del Reino de Dios. Esa semilla es la Palabra; es también la Eucaristía, que se siembra en nosotros mediante la comunión. Nuestro Señor Jesucristo se comparó a sí mismo con el «grano de trigo [que cuando] cae en tierra y muere (...) da mucho fruto» (Jn 12,24).
El Reino de Dios, prosigue Nuestro Señor, es semejante «a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo» (Lc 13,21). También aquí se habla de la capacidad que tiene la levadura de hacer fermentar toda la masa. Así sucede con “el resto de Israel” de que se habla en el Antiguo Testamento: el “resto” habrá de salvar y fermentar a todo el pueblo. Siguiendo con la parábola, sólo es necesario que el fermento esté dentro de la masa, que llegue al pueblo, que sea como la sal capaz de preservar de la corrupción y de dar buen sabor a todo el alimento (cf. Mt 5,13). También es necesario dar tiempo para que la levadura realice su labor.
Parábolas que animan a la paciencia y la segura esperanza; parábolas que se refieren al Reino de Dios y a la Iglesia, y que se aplican también al crecimiento de este mismo Reino en cada uno de nosotros.
* Rev. D. Francisco Lucas MATEO Seco (Pamplona, Navarra, España)
 
Santoral Católico:
San Alonso Rodríguez
Nació en Segovia (España) el año 1533; su padre se dedicaba al comercio de paños. Empezó estudios en Alcalá, pero, al fallecer su padre, tuvo que hacerse cargo del negocio familiar. Contrajo matrimonio en 1557 y tuvo dos hijos. Pronto fue perdiendo toda la familia a la vez que los negocios le iban mal. Hombre de fe, se planteó ante el Señor su situación y decidió entrar en la Compañía de Jesús como hermano coadjutor. Lo rechazó la provincia de Castilla, pero lo admitió la de Aragón y en 1571 empezó el noviciado. Lo destinaron al colegio de Monte Sión en Palma de Mallorca, donde pasó el resto de su vida. Trabó una gran amistad con san Pedro Claver. Su ocupación principal fue la de portero, lo que le dio ocasión de relacionarse con muchas personas a las que dejaba edificadas. Trataba a cada uno como si fuera el mismo Jesús en persona. Era hombre de profunda vida espiritual y los superiores le mandaron escribir sus experiencias. Murió con fama de santo el 31 de octubre de 1617.
Para más información hacer clic acá.
(Textos e imágenes tomados de: Directorio Franciscano – Catholic.net - Facebook Somos Jesuitas)
 
Pensamiento del día
 
culpa es de todos los que por falta de cultura y de ideal
no han sabido amarlo como patria:
de todos los que vivieron de ella sin trabajar para ella»
(JOSÉ INGENIEROS)
 
Tema del día:
La sinceridad vence la corrupción
1)  Para saber
“Una manera de ganar buena reputación es dedicarse a ser lo que deseas aparentar”. Esta frase atribuida a Sócrates, nos invita a ser honestos.
 
El Papa Francisco comentó la parábola de aquel padre que invita a sus dos hijos a ir a trabajar a su campo. Uno le dice que sí va a ir, pero no va. El segundo, le dice que no, pero se arrepiente y sí va a trabajar. No obstante su rechazo inicial, el segundo hijo es quien cumple la voluntad de su padre. Además, tiene una cualidad de la que carece el primero: es sincero. El primero miente para “quedar bien” ante su padre, para no recibir ninguna reprimenda. Incluso ante sí mismo pretende quedar bien, se cree bueno porque dijo que sí. Se esconde detrás de un falso “sí”, que esconde su pereza. Es un hipócrita que se escabulle sin conflictos, pero engaña y desilusiona a su padre, faltándole el respeto. El problema de un hombre que se comporta así es que no solo es un pecador, sino también un corrupto, porque miente sin problema para cubrir y camuflar su desobediencia, dice el Papa.
 
2)  Para pensar
Decía el escritor Dostoievski que nada en este mundo es más difícil que decir la verdad y nada es más fácil que la adulación. Una muestra lo cuentan médicos experimentados. A veces tienen que hacer auténticos malabarismos para conseguir que los pacientes den los datos con objetividad. Por ejemplo, si le preguntan a un enfermo cuánto bebe, no basta que contesten que "lo normal", porque si se pregunta a continuación qué considera él "lo normal", puede resultar que son varios litros de vino al día. Es lo "normal" para él, ¡claro!
 
Contaba un médico que le preguntaba a una paciente mayor si había tenido enfermedades de pequeña. La mujer aseguraba que de pequeña no se había enfermado. Pero aquello no cuadraba con toda la información. Entonces el doctor le hizo una pregunta clave: “¿Y de más pequeña?” A lo que la mujer contestó: “Sí; de más pequeña, sí”.
 
El conocimiento propio es requisito si queremos mejorar. Quien se cree perfecto, se quedará igual. Para conocerse, se requiere ser humilde. La persona soberbia no acepta que le corrijan. Pensemos si aceptamos lo que nos dicen, sobre todo, aquellos que nos aman.
 
3)  Para vivir
El hijo que dice “no”, pero luego va, aunque no es perfecto, es sincero. Sus palabras sinceras le muestran cómo es, y así decide luchar contra sí mismo Es por ello que se arrepiente y rectifica. Se conoce pecador, pero recapacita. El otro hijo se quedó tan campante al no confrontarse con sus palabras, y de esta forma, dice el Papa, es un corrupto.
 
Para el pecador hay siempre esperanza de redención; en cambio, para el corrupto es mucho más difícil, pues se refugia en sus falsos “sí”, aparentemente elegantes pero hipócritas y no reconocerá que debe cambiar.
 
El Papa Francisco nos invita a mirarnos a nosotros mismos y preguntarnos, ¿estoy dispuesto a comprometerme con mi “sí” a la voluntad del Padre, aunque cueste? Y cuando digo "no", cuando me equivoco, ¿estoy dispuesto a arrepentirme y a regresar sobre mis pasos? ¿O hago como si nada y vivo llevando una máscara, preocupándome solo en aparecer como bueno? Evitemos la corrupción siendo sinceros con nosotros mismos y con los demás.
.
(Texto del Pbro. José Martínez Colín - Imagen de elcollardemacarrones)
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
La Oración no sucede simplemente cuando nos arrodillamos o ponemos nuestras manos juntas y nos centramos y esperamos cosas de Dios.
* Pensar positivo y desear  el bien para los demás. Es una oración.
* Cuando abrazas a un amigo. Es una oración.
* Cuando cocinas algo para alimentar a la familia y amigos. Eso es una oración.
* Cuando a nuestros seres cercanos y queridos les decimos, 'maneja con cuidado’ o 'cuídate mucho’. Esa es una oración.
* Cuando estás ayudando a alguien necesitado, dando tu tiempo y energía. Estás orando.
* Cuando perdonas a alguien de corazón. Eso es oración.
La oración es:
Una vibración. Un sentimiento. Un pensamiento. La oración es la voz del amor, la amistad, las relaciones genuinas.
La oración es una expresión de tu ser silencioso.
 
Recordando al Padre Natalio
El barquero y el filósofo
Tu vida, como la de todos, transcurre entre sencillas tareas. Puedes caer en el grave error de juzgarlas sin importancia y hacerlas sin implicarte con entusiasmo y amor. Otro error es desbordar vanidad por la propia profesión y despreciar a los demás. Con razón dijo Madre Teresa de Calcuta: “No es importante lo que uno hace, sino cómo lo hace, cuánto amor, sinceridad y fe pone en lo que realiza”.
 
Un filósofo se acercó al barquero y le pidió que lo cruzara al otro lado del ancho río. Una vez en la barca y para hacer alarde de sus conocimientos, el intelectual le preguntó: —¿Has estudiado alguna vez metafísica? —No, respondió el barquero, ni conozco esa palabra. —¡Pues has perdido la mitad de tu vida! Le dijo el filósofo. Después de un rato y cuando estaban en medio del ancho río, empezó a caer un verdadero diluvio y el barquero le preguntó al filósofo altanero: —¿Sabe usted nadar?  —No, le dijo aquel.  —Pues, entonces ha perdido usted toda su vida, ¡nos estamos hundiendo!
 
Si te preocupas demasiado por ti mismo y tu propio entorno, no te quedará tiempo para los demás. Si no vives para los demás, la vida carecerá de sentido para ti. El científico Albert Einstein dijo: “Comienza a manifestarse la madurez cuando sentimos que nuestra preocupación es mayor por los otros que por nosotros mismos”.
(P. Natalio)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
 
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