jueves, 26 de octubre de 2023

Pequeñas Semillitas 5465

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 18 - Número 5465 ~ Jueves 26 de Octubre de 2023
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
“Nos encontramos hoy, frente al combate más grande que ha visto la humanidad. No pienso que la comunidad cristiana lo haya comprendido completamente. Estamos ante la lucha final entre la Iglesia y la Anti-Iglesia, entre el Evangelio y el Anti-Evangelio” afirmaba el Cardenal Karol Wojtyla el 9 de noviembre de 1976.
Una cosa es cierta, la victoria final es de Dios y eso se confirmará gracias a María, la mujer del Génesis y del Apocalipsis, que combatirá al frente del ejército de sus hijos contra las fuerzas enemigas de Satanás y aplastará la cabeza de la serpiente.
Debemos permanecer cercanos a María porque Ella es la antorcha que nos ilumina el camino a la salvación.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Rom 6,19-23
 
Salmo: Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6
 
Santo Evangelio: Lc 12,49-53
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra».
 
Comentario:
Hoy, el Evangelio nos presenta a Jesús como una persona de grandes deseos: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo!» (Lc 12,49). Jesús ya querría ver el mundo arder en caridad y virtud. ¡Ahí es nada! Tiene que pasar por la prueba de un bautismo, es decir, de la cruz, y ya querría haberla pasado. ¡Naturalmente! Jesús tiene planes, y tiene prisa por verlos realizados. Podríamos decir que es presa de una santa impaciencia. Nosotros también tenemos ideas y proyectos, y los querríamos ver realizados enseguida. El tiempo nos estorba. «¡Qué angustia hasta que se cumpla!» (Lc 12,50), dijo Jesús.
Es la tensión de la vida, la inquietud experimentada por las personas que tienen grandes proyectos. Por otra parte, quien no tenga deseos es un apocado, un muerto, un freno. Y, además, es un triste, un amargado que acostumbra a desahogarse criticando a los que trabajan. Son las personas con deseos las que se mueven y originan movimiento a su alrededor, las que avanzan y hacen avanzar.
¡Ten grandes deseos! ¡Apunta bien alto! Busca la perfección personal, la de tu familia, la de tu trabajo, la de tus obras, la de los encargos que te confíen. Los santos han aspirado a lo máximo. No se asustaron ante el esfuerzo y la tensión. Se movieron. ¡Muévete tú también! Recuerda las palabras de san Agustín: «Si dices basta, estás perdido. Añade siempre, camina siempre, avanza siempre; no te pares en el camino, no retrocedas, no te desvíes. Se para el que no avanza; retrocede el que vuelve a pensar en el punto de salida, se desvía el que apostata. Es mejor el cojo que anda por el camino que el que corre fuera del camino». Y añade: «Examínate y no te contentes con lo que eres si quieres llegar a lo que no eres. Porque en el instante que te complazcas contigo mismo, te habrás parado». ¿Te mueves o estás parado? Pide ayuda a la Santísima Virgen, Madre de Esperanza.
* Rev. D. Joan MARQUÉS i Suriñach (Vilamarí, Girona, España) [Textos de EVANGELI NET]
 
Santoral Católico:
San Evaristo
Se desconoce su fecha de nacimiento; murió alrededor del 107. En el Catálogo Liberiano su nombre aparece como Aristo. En los catálogos papales del siglo II usados por San Ireneo y San Hipólito, él aparece como el cuarto sucesor de San Pedro, inmediatamente después del Papa San Clemente. La misma lista le concede ocho años de pontificado, que cubren desde fines del siglo I hasta comienzos del siglo II (desde alrededor de 98 o 99 hasta cerca de 106 o 107). Las fuentes históricas más antiguas no ofrecen información auténtica sobre él. El “Liber Pontificalis” dice que Evaristo provenía de una familia helénica, y que era hijo de un judío de Belén. También le atribuye el reparto de iglesias a los presbíteros romanos, y la división de la ciudad en siete diaconías o diaconatos. Se cree que fue enterrado en Vaticano cerca de la tumba de San Pedro. El martirio de Evaristo, aunque tradicional, no está probado históricamente. Su fiesta se celebra el 26 de octubre.
Para más información hacer clic acá.
Textos e imágenes tomados de: ACI Prensa
 
Palabras de Benedicto XVI
 
«Precisamente ahora, en que la cultura relativista dominante
renuncia y desprecia la búsqueda de la verdad,
que es la aspiración más alta del espíritu humano,
debemos proponer con coraje y humildad
el valor universal de Cristo,
como salvador de todos los hombres
y fuente de esperanza para nuestra vida»
 
Tema del día:
Jesús médico de almas y cuerpos
Por: Padre Guillermo Juan Morado | Fuente: Autores católicos
 
1.“Curó a muchos enfermos de diversos males”, anota, refiriéndose a Jesús, el evangelista San Marcos (Mc 1, 34). Jesucristo se manifiesta así como médico de las almas y de los cuerpos (Catecismo de la Iglesia Católica, 1421). Las curaciones son signos de la llegada del reino de Dios; de un acontecimiento que comporta la salvación integral para el hombre entero.
 
La curación de las enfermedades anticipan una sanación más radical, que tiene lugar por la Pascua de Cristo. El Señor, que “tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades” (Mateo 8, 17), venció en la Cruz al mal y al pecado, triunfando sobre las consecuencias del pecado: sobre la enfermedad, sobre el sufrimiento, sobre la muerte. Todos estos aspectos sombríos de la condición humana han sido asumidos y redimidos por el Hijo de Dios hecho hombre.
 
Esta apropiación del sufrimiento por parte del Redentor permite contemplar la enfermedad con una mirada nueva, porque los caminos del dolor han sido ya explorados por el Hijo de Dios, que los ha convertido en caminos de vida. El sufrimiento, la enfermedad y el dolor tienen, desde la Cruz, un sentido, una razón de ser, una finalidad: son ocasión propicia para unirse a la pasión redentora del Salvador. Contemplando la Cruz, el hombre sabe que jamás sufre solo, ni muere solo; tiene la posibilidad de morir con Cristo para resucitar con Él, uniendo el propio padecer a la ofrenda del Señor que se entrega por la salvación del mundo. El sufrimiento se transforma así en amor; en un amor que vence al mal.
 
San Juan Pablo II escribió en el año 1984, con el título “Salvifici doloris”, una carta apostólica sobre el sentido cristiano del sufrimiento humano. El Papa dio testimonio, durante los años de su enfermedad, de la verdad de cuanto había escrito en ese texto. Realmente, la mejor encíclica de Juan Pablo II fue su propia vida; fue el modo de asumir su enfermedad y su muerte. Con su ejemplo puso de manifiesto que es posible “aceptar nuestro propio sufrimiento y unirlo al sufrimiento de Cristo. De este modo, ese sufrimiento se funde con el amor redentor y, en consecuencia, se transforma en una fuerza contra el mal en el mundo” (Benedicto XVI, “Discurso”, 22 de Diciembre de 2005).
 
2. A pesar de los progresos de la medicina, la enfermedad –física o psíquica–, el dolor y el sufrimiento acompañan al hombre. Son, además de herencia del pecado, muestras de nuestra caducidad y contingencia. En carne propia, o en la experiencia de personas cercanas, todos hemos podido saludar a estos compañeros de viaje. Como Job, cada uno de nosotros, en los momentos de angustia, podría quizá exclamar: “al acostarme pienso: ¿cuándo me levantaré? Se alarga la noche y me harto de dar vueltas hasta el alba. Mis días corren más que la lanzadera...” (Job 7, 1-4.6-7).
 
Cristo nos da la esperanza de saber que la enfermedad y el sufrimiento no serán, como no lo fue la Cruz, lo definitivo. Cristo nos da la posibilidad de transformarlos en ofrenda de amor. Y Cristo nos pide que estemos al lado del que sufre, sabiendo que cada vez que nos acercamos a un enfermo, nos estamos acercando al mismo Señor. “Venid, benditos de mi Padre, porque estaba enfermo y me visitasteis” (Mateo 25, 36).
 
3. La Iglesia continúa, con la fuerza del Espíritu Santo, la obra de Jesucristo de curar y salvar. De modo particular a través de los sacramentos de curación; el sacramento de la Penitencia y el sacramento de la Unción de los Enfermos.
 
Debemos dejarnos curar por Cristo, como se dejó curar por Él la suegra de Simón y tantos otros enfermos. Debemos ansiar que, en la confesión personal, Cristo-Médico se incline sobre nuestra dolencia para restaurarnos y devolvernos a la comunión fraterna (Catecismo de la Iglesia Católica, 1484). Debemos valorar la Unción de los Enfermos como sacramento especialmente destinado a reconfortar a los atribulados por la enfermedad (Catecismo de la Iglesia Católica, 1511). No podemos olvidar las palabras del apóstol Santiago, que siguen teniendo plena vigencia: “¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados” (Santiago 5, 14-15).
 
Mensaje de María Reina de la Paz 
 
Mensaje de María Reina de la Paz del 25 de octubre de 2023
 
“¡Queridos niños! Vientos de maldad, odio y malestar soplan a través de la tierra para destruir vidas. Es por eso que el Altísimo me envió a ti para guiarte hacia el camino de la paz y la unidad con Dios y el pueblo. Ustedes, niños pequeños, son mis manos extendidas: oren, ayunen y sacrifiquen por la paz. El tesoro que todo corazón anhela. Gracias por responder a mi llamada."
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
Ojalá podamos merecer que nos llamen locos.
Ojalá podamos tener el coraje de estar solos y la valentía de arriesgarnos a estar juntos.
Ojalá podamos ser tan porfiados para seguir creyendo, contra toda evidencia, que la condición humana vale la pena, porque no estamos terminados.
Ojalá podamos ser capaces de seguir caminando los caminos del viento, a pesar de las caídas y las traiciones y las derrotas, porque la historia continúa, más allá de nosotros, y cuando ella dice adiós, está diciendo: hasta luego.
Ojalá seamos dignos de la desesperada esperanza.
Ojalá podamos ser desobedientes, cada vez que recibimos órdenes que humillan nuestra conciencia o violan nuestro sentido común.
Ojalá podamos mantener viva la certeza de que es posible ser compatriota y contemporáneo de todo aquel que viva animado por la voluntad de justicia y la voluntad de belleza, nazca donde nazca y viva cuando viva, porque no tienen fronteras los mapas del alma ni del tiempo.
(Eduardo Galeano)
 
Recordando al Padre Natalio
Junto a los hijos
Cuando Dios regala a una familia un hijo, es porque confía que lo cuidarán con amor y responsabilidad hasta la edad adulta. Se ha escrito mucho sobre cómo educar a los hijos. Por eso, cuando encuentro sobre el tema una orientación luminosa, breve y perfecta, siento el deseo de compartirla para que todos aprovechen ese condensado de sabiduría. Lee y medita:
 
Si el supremo Creador te da un hijo, tiembla por el sagrado depósito que confía a tus cuidados. Haz que ese hijo hasta los diez años, te admire. Hasta los veinte, te ame. Y hasta la muerte, te respete. Sé para ese hijo hasta los diez años, su padre, hasta los veinte años, su maestro y hasta la muerte, su amigo.
 
Qué metas simples pero exigentes: ser para el hijo un padre, un maestro y un amigo, poniendo sin embargo el acento hasta los diez años, en la paternidad protectora, hasta los veinte en la docencia del difícil arte de vivir honestamente, y hasta la muerte en la amistad que todo lo comparte con humildad y sabiduría. Es una buena iluminación para orientarte.
(P. Natalio)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
 
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