PEQUEÑAS
SEMILLITAS Año
18 - Número 5454 ~ Domingo 15 de Octubre de 2023Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina) ¡Alabado sea Jesucristo!
El Señor compara la llegada al cielo como la invitación a una fiesta de
boda, y en el Apocalipsis se habla de los que se salvan como los que participan
en las bodas del cordero, del Cordero que es Cristo (Ap 19,7). Hay gente que no
quiere ir porque prefiere otro «plan». Es sorprendente que haya gente que de
hecho no quiera ir al cielo. ¿Por qué? Porque no saben, no valoran –nadie se lo
ha explicado bien–, o porque son perezosos y les vence la comodidad y el gusto.
La Misa es un encuentro de amor, y Jesús la estableció a modo de banquete,
es decir, al modo como los hombres celebramos los asuntos importantes e
invitamos a quienes amamos: sentaos y comed conmigo nos dice. Mas que un
precepto, debemos ver la participación en la misa dominical como una invitación
del Señor, que desea estar con nosotros, con todos los cristianos ese día, y
poder darnos sus dones sobrenaturales, y sobre todo poder darse a nosotros.
La Palabra de Dios Lecturas del día ♡ Primera Lectura: Is 25,6-10a
♡ Salmo: Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6
♡ Segunda Lectura: Flp 4,12-14.19-20
♡ Santo Evangelio: Mt 22,1-14
En aquel tiempo, tomando Jesús de nuevo la palabra les habló en parábolas,
diciendo: «El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete
de bodas de su hijo. Envió sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero
no quisieron venir. Envió todavía otros siervos, con este encargo: Decid a los
invitados: ‘Mirad, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y
animales cebados, y todo está a punto; venid a la boda’.
»Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su
negocio; y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron.
Se airó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y
prendió fuego a su ciudad.
»Entonces dice a sus siervos: ‘La boda está preparada, pero los invitados
no eran dignos. Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis,
invitadlos a la boda’. Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos
los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales.
»Entró el rey a ver a los comensales, y al notar que había allí uno que no
tenía traje de boda, le dice: ‘Amigo, ¿Cómo has entrado aquí sin traje de
boda?’. Él se quedó callado. Entonces el rey dijo a los sirvientes: ‘Atadle de
pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el
rechinar de dientes’. Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos».
♡ Comentario:
Hoy, Jesús nos muestra al rey (el Padre), invitando —por medio de sus
“siervos” (los profetas)— al banquete de la alianza de su Hijo con la humanidad
(la salvación). Primero lo hizo con Israel, «pero no quisieron venir» (Mt
22,3). Ante la negativa, el Padre no deja de insistir: «Mirad mi banquete está
preparado, (...) y todo está a punto; venid a la boda» (Mt 22,4). Pero ese
desaire, de escarnio y muerte de los siervos, suscita el envío de tropas, la
muerte de aquellos homicidas y la quema de “su” ciudad (cf. Mt 22,6-7):
Jerusalén.
Así es que, otros “siervos” (los apóstoles) —fueron enviados a ir por «los
cruces de los caminos» (Mt 22,9): «Id, pues, y haced discípulos a todas las
gentes bautizándolas...», dirá más tarde el Señor Jesús en Mt 28,19— y así
fuimos invitados nosotros, el resto de la humanidad, es decir, «todos los que
encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales» (Mt
22,10): la Iglesia.
Aun así, la cuestión no es sólo estar en la sala de bodas por la
invitación, sino que tiene mucho que ver también con la dignidad con la que se
está (el «traje de boda», cf. Mt 22,12). San Jerónimo comentó al respecto: «Los
vestidos de fiesta son los preceptos del Señor y las obras cumplidas según la
Ley y el Evangelio que son las vestiduras del hombre nuevo». Es decir, las
obras de la caridad con las que se debe acompañar a la fe.
Conocemos que la Madre Teresa de Calcuta, salía todas las noches a las
calles de Calcuta a recoger moribundos para darles, con amor, un buen morir:
limpios, bien arropados y, si era posible, bautizados. Cierta vez comentó: «No
tengo miedo de morir, porque cuando esté delante del Padre, habrá tantos pobres
que le entregué con el traje de bodas que sabrán defenderme». ¡Bienaventurada ella!
—Aprendamos la lección nosotros.
* P. Julio César RAMOS González SDB (Mendoza, Argentina)
Santa Teresa de Jesús Nació en Ávila (España)
el año 1515. Mujer de excepcionales dotes de mente y de corazón, a los 18 años
entró en el Carmelo. A los 45, para responder a las gracias extraordinarias del
Señor, emprendió una vida cuya divisa sería: «O sufrir o morir», y en la que
encontró el eficaz apoyo de san Pedro de Alcántara. Entonces fundó el convento
de San José de Ávila, primero de los 15 Carmelos que establecería en España.
Con san Juan de la Cruz, introdujo la gran reforma carmelitana. Sus escritos
son un modelo seguro en los caminos de la plegaria y de la perfección. Supo
conciliar el don de gentes con el trato íntimo con Cristo, el espíritu
emprendedor con la oración contemplativa, la actividad incesante con la unión
mística con Dios, que ella nos describe con el lenguaje llano del pueblo.
Contribuyó a la renovación de la entera comunidad eclesial. Murió en Alba de
Tormes (Salamanca) el año 1582, la noche del 4 de octubre, convertida en 15 de
octubre por la reforma gregoriana del calendario. San Pablo VI la declaró en
1970 Doctora de la Iglesia.
Oración: Señor, Dios
nuestro, que por tu Espíritu has suscitado a Santa Teresa de Jesús, para
mostrar a tu Iglesia el camino de la perfección, concédenos vivir de su
doctrina y enciende en nosotros el deseo de la verdadera santidad. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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© Directorio Franciscano – ACI Prensa – Catholic.net
Pensamiento del día ¡qué
duros estos destierros!¡esta
cárcel, estos hierrosen que
el alma está metida!Sólo
esperar la salida me causa dolor tan fiero,que me
muero porque no muero»(SANTA TERESA DE ÁVILA) Predicación del Evangelio:¿A dónde han pasado los invitados? Frecuentemente, la Biblia compara a Dios con un esposo casado con Israel.
En el Evangelio, el festín, la música, la danza y la fiesta celebran la alegre
alianza que une para siempre a Jesús con sus discípulos; no es el momento de
ayunar (Marc 2, 19). He aquí otra parábola sobre el juicio, cuyo fin es atraer
la atención sobre la orientación y el fin último de toda vida humana.
El elemento de sorpresa es que en lugar de entrar alegremente en la sala
de bodas, los invitados no van. Uno vuelve a su campo, otro a su comercio, y el
rey se queda solo ante la mesa de fiesta, desbordante de frutos y manjares
sabrosos. ¿Qué hará?
Esta alegoría es la historia de todo ser humano. Todos están invitados a
este encuentro alegre del Hijo de Dios: el Reino en el que se realizan la
justicia, el servicio fraterno, en el que los pobres y marginados tiene por fin
su parte de felicidad. Pero cada uno retarda su participación en la fiesta, a
pesar de la presión ejercida por el rey.
Los primeros rechazan ir sin explicación. Insiste una vez más: “Mi comida
está preparada... venid a la boda.” Pero los invitados van a maltratar y hasta
matar a los mensajeros. Encolerizado el rey “hizo perecer a los asesinos
quemando su ciudad.”
En fin, envía a otros servidores al cruce de los caminos para vinieran
todos, los buenos y los malos. La sala se llenó, y a pesar de un despliegue de
fuerza y autoridad, se encuentra todavía un hombre que resiste y se opone hasta
el final. Es un elemento de sorpresa en esta parábola.
Sería erróneo ver aquí a personajes lejanos o ficticios. Se trata de
nosotros. Somos invitados a la comida del Señor. Con mucha ternura y fidelidad,
el Maestro ha preparado el festín de bodas de su Hijo. Cada vez que rechazamos
su llamada, nos dice: “Ven.” Pues las amenazas bíblicas son ante todo una forma
de insistencia: lo que más desea Dios es compartir su felicidad con nosotros.
-
(P. Felipe Santos SDB)
Poesía Sólo un viaje cortoLlegaste desnudo.Te irás desnudo.Llegaste débil.Te irás débil.Llegaste sin bienes ni dinero.También te irás sin bienes ni dinero.¿Tu primer baño? Alguien te lavó.¿Tu último baño? Alguien te lavará.¡Así es la vida! Entonces, ¿por qué tanta malicia?¿Por qué tanta envidia?¿Por qué tanto odio?¿Por qué tanto resentimiento?¿Por qué tanto egoísmo?Sé bueno con todos.Haz cosas buenas.Tenemos un tiempo limitado en la Tierra.No lo desperdicies en cosas innecesarias.-(Autor desconocido) Nuevo vídeo y artículo Hay un nuevo vídeo
subido al blogde "Pequeñas Semillitas" en internetreferido al Evangelio de
este Domingo.Para verlo tienes que ir
al final de esta página: Hay nuevo material
publicado en el blog"Juan Pablo II inolvidable"sobre el tema: Misterios Luminosos del RosarioPuedes acceder en la
dirección:
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas” A veces alguien nos pregunta a los católicos por qué hay personas que no tienen
fe, al menos aparentemente sin culpa suya. Responder a esta pregunta no es
fácil y, en todo caso, no hay duda de que Dios no va a reprochar a nadie su
ausencia de fe si no ha tenido la posibilidad de tenerla. La fe es un don y no
tenerla es una carencia que te priva del horizonte de la esperanza y de la luz
y la fuerza en el orden de la caridad. Sin embargo, lo que sí que es cierto es
que con muchísima mayor frecuencia que el caso anterior, se produce otro: el de
aquellos que no tienen fe porque no quieren tenerla o incluso porque, aun
teniéndola o habiéndola tenido, viven como si no la tuviera o la han ido
perdiendo a base de no ejercitarla.
¿Por qué sucede esto? ¿Por qué muchos viven como si no tuvieran fe y
llegan incluso a perderla? Sólo hay una explicación: esos consideran que la fe
es un inconveniente en la vida, un freno para la realización personal, una
incómoda conexión con una conciencia moral que te impide hacer aquello que te
gustaría hacer y que podrías hacer porque está al alcance de tu mano y tu
bolsillo.
Necesitamos experimentar -o recordar si ya lo hemos experimentado- que la
fe es un don, que estar con el Señor es una bendición. Cristo no ha venido a
amargarnos la vida, a impedir que disfrutemos, sino a llevarnos a una plenitud
de alegría y felicidad que pasa sólo por el camino del amor. Por lo tanto,
acudamos a su fiesta cuando nos invite. Participemos en la Eucaristía aunque
suponga algún sacrificio, porque si no lo hacemos es muy probable que la fe se
entibie e incluso se pierda.
(P. Santiago Martín)
Recordando al Padre Natalio Súplica de paz interior
Defiende y cultiva la paz en tu corazón, porque es
el clima indispensable para crecer en plenitud en todas las dimensiones de tu
vida. Vigila cuanto entra en tu corazón para que no se infiltre en él el polvo
de la ansiedad, el ácido de la irritación, o el veneno del odio. Gozar de la
paz profunda del alma merece estar en permanente alerta. De Monseñor Víctor
Fernández es esta oración:
Señor, mira mi mente y mi imaginación.
Ayúdame a dominarlas para que reine la paz en mi interior. Domínalas tú con tu
santísima luz. Calma ese mundo interior alocado y llévate lejos todo
pensamiento que provoque angustias o nerviosismos. Armoniza esas imágenes
desordenadas que dan vueltas dentro de mí, para que pueda reflexionar
serenamente, orar en calma y vivir sin preocupaciones inútiles. Llena mi mente
de pensamientos buenos y bellos, para que pueda recuperar la claridad interior
y caminar en tu paz. Quiero que seas tú el Señor de mi cabeza y que reines
glorioso en mi vida interior. Amén.
San Francisco de Sales, el santo siempre dulce y
amable, te da este valioso consejo: “No dejes que el enojo ocupe el más mínimo
lugar de tu corazón. Deséchalo por completo, aun cuando parezca justificado y
razonable. Porque una vez que entra en tu corazón, es difícil desarraigarlo”.
Defiende con incansable dedicación la paz interior.
(P. Natalio)
FELIPE -Jardinero de Dios-(el más pequeñito de todos) BLOG ”PEQUEÑAS
SEMILLITAS”♡”JUAN PABLO II
INOLVIDABLE”♡FACEBOOK de “FELIPE
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La Palabra de Dios
Santa Teresa de Jesús
Pensamiento del día
Poesía
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
Recordando al Padre Natalio
FELIPE
Nada te turbe, nada te espante
ResponderEliminartodo se pasa, Dios no se muda,
la paciencia todo lo alcanza,
quien a Dios tiene nada le falta,
sólo Dios basta.
Santa Teresa de Jesús
Desde Salamanca
José Luis Sevillano -España