PEQUEÑAS
SEMILLITAS Año
18 - Número 5456 ~ Martes 17 de Octubre de 2023Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina) ¡Alabado sea Jesucristo!
Hoy es un buen momento para meditar sobre la riqueza. Cuando una persona
es creyente y verdaderamente piadosa, no tiene puesta su mirada en convertirse
en rica. El motivo es que dispone de unos recursos interiores que le
proporcionan unas riquezas mucho mayores que las que el mundo le puede ofrecer.
Recuerda aquellas frases que decían: "Es mejor tener el banco en el Cielo
que tener el cielo en el banco". "Lo que evita que una persona vaya
al Cielo no es que posea riquezas, sino que las riquezas lo posean a
ella".
Ten en cuenta que si tu tesoro está en la tierra, lo vas a abandonar; si
está en el Cielo, te lo han de entregar.
La Palabra de Dios Lecturas del día ♡ Primera Lectura: Rom 1,16-25
♡ Salmo: Sal 18, 2-3. 4-5
♡ Santo Evangelio: Lc 11,37-41
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, un fariseo le rogó que fuera a
comer con él; entrando, pues, se puso a la mesa. Pero el fariseo se quedó
admirado viendo que había omitido las abluciones antes de comer. Pero el Señor
le dijo: «¡Bien! Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el
plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad. ¡Insensatos! el
que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior? Dad más bien en limosna lo
que tenéis, y así todas las cosas serán puras para vosotros».
♡ Comentario:
Hoy, el evangelista sitúa a Jesús en un banquete: «Un fariseo le rogó que
fuera a comer con él» (Lc 11,37). ¡En buena hora tuvo tal ocurrencia! ¡Qué cara
debió poner el anfitrión cuando el invitado se saltó la norma ritual de lavarse
(que no era un precepto de la Ley, sino de la tradición de los antiguos
rabinos) y además les censuró contundentemente a él y a su grupo social! El
fariseo no acertó en el día, y el comportamiento de Jesús, como diríamos hoy,
no fue “políticamente correcto”.
Los evangelios nos muestran que al Señor le importaba poco el “qué dirán”
y lo “políticamente correcto”; por eso, pese a quien pese, ambas cosas no deben
ser norma de actuación de quien se considere cristiano. Jesús condena
claramente la actuación propia de la doble moral, la hipocresía que busca la
conveniencia o el engaño: «Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa
y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad» (Lc 11,39).
Como siempre, la Palabra de Dios nos interpela sobre usos y costumbres de
nuestra vida cotidiana, en la que acabamos convirtiendo en “valores” patrañas
que intentan disimular los pecados de soberbia, egoísmo y orgullo, en un
intento de “globalizar” la moral en lo políticamente correcto, para no
desentonar y no quedar marginados, sin que importe el precio a pagar, ni como
ennegrezcamos nuestra alma, pues, a fin de cuentas, todo el mundo lo hace.
Decía san Basilio que «de nada debe huir el hombre prudente tanto como de
vivir según la opinión de los demás». Si somos testigos de Cristo, hemos de
saber que la verdad siempre es y será verdad, aunque lluevan chuzos. Esta es
nuestra misión en medio de los hombres con quienes compartimos la vida,
procurando mantenernos limpios según el modelo de hombre que Dios nos revela en
Cristo. La limpieza del espíritu pasa por encima de las formas sociales y, si
en algún momento nos surge la duda, recordemos que los limpios de corazón verán
a Dios. Que cada uno elija el objetivo de su mirada para toda la eternidad.
* Rev. D. Pedro IGLESIAS Martínez (Rubí, Barcelona, España)
Santoral Católico: San Ignacio de Antioquía Fue el segundo sucesor
de san Pedro en el gobierno de la Iglesia de Antioquía (Siria). Condenado a
morir devorado por las fieras, fue trasladado a Roma, donde recibió la corona
del martirio el año 107, en tiempo del emperador Trajano. Durante su viaje a
través de Asia Menor, escribió siete cartas, dirigidas a distintas Iglesias, en
las que trata sabia y eruditamente de Cristo, de la constitución de la Iglesia
y de la vida cristiana. En Esmirna fue acogido por san Policarpo, y allí
escribió cuatro de sus cartas, entre ellas la dirigida a la «Iglesia de Roma,
que preside la caridad... y que ha recibido las órdenes de los apóstoles»; y a
los romanos les pide que no intervengan para evitar su martirio: «Trigo soy de
Cristo -les argumenta-: seré molido por los dientes de las fieras, a fin de
llegar a ser pan blanco de Dios». El modelo de vida cristiana que propone está
centrado en la imitación de Cristo para unirse a Él, y con Él al Padre.
Oración: Dios
todopoderoso y eterno, tú has querido que el testimonio de tus mártires
glorificara a toda la Iglesia, cuerpo de Cristo; concédenos que, así como el
martirio que ahora conmemoramos fue para san Ignacio de Antioquía causa de
gloria eterna, nos merezca también a nosotros tu protección constante. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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© Directorio Franciscano – ACI Prensa – Catholic.net
Pensamiento del día Ama
como si nadie te hubiera herido.Canta
como si nadie estuviera escuchando.Vive
como si el cielo estuviera en la tierra…»(William
Purkey) Historias:Raíces profundas Tiempo atrás, yo era vecino de un médico, cuyo "hobby" era
plantar árboles en el enorme patio de su casa.
A veces observaba, desde mi ventana, su esfuerzo por plantar árboles y
más árboles, todos los días. Lo que más llamaba mi atención, entretanto, era el
hecho de que él jamás regaba lo que plantaba. Pasé a notar, después de algún
tiempo, que sus árboles estaban demorando mucho en crecer.
Cierto día, resolví entonces aproximarme al médico y le pregunté si él no
tenía recelo de que las plantas no creciesen, pues percibía que él nunca las
regaba. Fue cuando, con un aire orgulloso, él me describió su fantástica
teoría.
Me dijo que, si regase sus plantas, las raíces se acomodarían en la
superficie y quedarían siempre esperando por el agua fácil, que venía de
encima. Como él no las regaba, los árboles demorarían más para crecer, pero sus
raíces tenderían a migrar para lo más profundo, en busca del agua y de las
varias nutrientes encontradas en las capas más inferiores del suelo.
Así, según él, los árboles tendrían raíces profundas y serían más
resistentes a las intemperies. Y complementó que él frecuentemente daba unas
palmadas en sus árboles, con un diario doblado, y que hacía eso para que se
mantuviesen siempre despiertas y atentas. Esa fue la única conversación que
tuvimos con mi vecino. Tiempo después fui a vivir a otro país, y nunca más
volví a verlo.
Varios años después, al retornar del exterior, fui a dar una mirada a mi
antigua residencia. Al aproximarme, noté un bosque que no había antes. ¡Mi
antiguo vecino había realizado su sueño!
Lo curioso es que aquel era un día de un viento muy fuerte y helado, en
que los árboles de la calle estaban arqueados, como si no estuviesen
resistiendo al rigor del invierno. Entretanto, al aproximarme al patio del
médico, noté cómo estaban sólidos sus árboles: prácticamente no se movían,
resistiendo estoicamente aquel fuerte viento.
Qué efecto curioso, pensé... Las adversidades por las cuales aquellos
árboles habían pasado, llevando palmaditas y habiendo sido privados de agua,
parecía que los había beneficiado de un modo que el confort y el tratamiento
más fácil jamás lo habrían conseguido.
Todas las noches, antes de ir a acostarme, doy siempre una mirada a mis
hijos. Observo atentamente sus camas y veo cómo ellos han crecido.
Frecuentemente rezo por ellos. En la mayoría de las veces, pido para que sus
vidas sean fáciles: "Dios mío, libra a mis hijos de todas las dificultades
y agresiones de este mundo"...
He pensado, entretanto, que es hora de mudar mis oraciones. Esa mudanza
tiene que ver con el hecho de que es inevitable que los vientos helados y
fuertes nos alcancen y también a nuestros hijos. Sé que ellos encontrarán
innumerables dificultades y que, por tanto, mis oraciones para que las
dificultades no ocurran, han sido muy ingenuas. Siempre habrá una tempestad en
algún momento de nuestras vidas.
Por tanto, pretendo mudar mis oraciones. Haré eso porque, queramos o no,
la vida no es muy fácil. Al contrario de lo que siempre he hecho, pasaré a
rezar para que mis hijos crezcan con raíces profundas, de tal forma que puedan
retirar energía de las mejores fuentes, de las más divinas, que se encuentran siempre
en los lugares más difíciles. Rezamos siempre para que tengamos facilidades,
pero en verdad lo que necesitamos hacer es pedir para desenvolver raíces
fuertes y profundas, de tal modo que cuando las tempestades lleguen y los
vientos helados soplen, resistamos bravamente, en vez de que seamos subyugados
y barridos para lejos.
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas” Un día Jesús dijo a una famosa mística francesa, Gabriela Bossis
(1874-1950, autora del diario “Él y yo”) después de la comunión:
"Vive sólo para mí. Cuando hables, que se vea bien que lo único que
te importa soy Yo. No temas mencionar mi nombre en la conversación, pues todos,
sin saberlo, tienen necesidad de mí. Y el Nombre de Dios puede suscitar el bien
en las almas. Trata de adquirir este hábito y yo te ayudaré. Vendrán a ti para
oír hablar de mí. ¿Qué podrías temer, si yo me tomo la parte más grande de tu
trabajo? Que te dé placer sembrar mi Nombre en las palabras que pronuncias;
como una tierna reparación por el dolor que me causan todos aquéllos que
quieren borrarme en todas partes, aún en el alma de los niños pequeños. Siembra
mi Nombre. Yo daré el crecimiento.”
Hermanos: Como testigos de Cristo debemos dar testimonio valiente de
nuestra pertenencia a él. No sólo en circunstancias especiales como lo hicieron
los mártires, sino en el día a día. Con sencillez y entereza el discípulo de
Cristo irradia quién es para él el tesoro de su corazón, la razón de su vida,
la fuerza que lo sostiene. Sin miedos ni vergüenzas, en todos los ambientes que
frecuentamos cada día, debemos recordar que —por la gracia del Bautismo— todos
somos discípulos y misioneros de Jesús.
Recordando al Padre Natalio El águila agradecida
Ser agradecido es una virtud humana muy digna. Dar
las gracias ante un favor, ante un buen gesto, ante una atención recibida, es
una forma concreta de reconocer que lo que han hecho por nosotros, nos agrada,
nos beneficia, nos hace bien... Quien posee esta virtud, es una persona de buen
corazón. Una fábula de Esopo da luz a esta reflexión.
Encontró un labrador un águila apresada en la
trampa y, admirado por su belleza, la soltó y le dio libertad. El águila, que
no fue ingrata con su bienhechor, viéndole sentado al pie de un muro que
amenazaba derrumbarse, voló hasta él y le arrebató con sus garras la cinta con
que se ceñía su cabeza. Se alzó el hombre para perseguirla. El águila dejó caer
la cinta; la tomó el labriego, y al volver sobre sus pasos halló desplomado el
muro en el lugar donde antes estaba sentado, quedando muy sorprendido y
agradecido de haber sido así retribuido por el águila.
Poco de lo que somos o poseemos lo hemos logrado por
mérito propio. Generalmente, se lo debemos a alguien. Un inmenso desfile de
quienes merecen que les demos las gracias, puede aparecer delante de nuestros
ojos con sólo pensarlo: padre, maestros, familiares, amigos, servidores
públicos, antepasados… ¿Descubriste la alegría de ser agradecido?
(P. Natalio)
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Recordando al Padre Natalio
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