domingo, 10 de noviembre de 2024

Pequeñas Semillitas 5812

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 19 - Número 5812 ~ Domingo 10 de Noviembre de 2024
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
El evangelio de la pobre viuda es un bonito pretexto para que los predicadores de todas las iglesias exhorten a sus feligreses a dar generosamente para el mantenimiento de la Iglesia y para la caridad con los hermanos necesitados.
La mayor y la mejor riqueza de la Iglesia no son sus grandes templos ni sus tesoros artísticos sino su libertad y su servicio generoso a los pobres y su anuncio de Jesucristo, que es su Señor y su riqueza. Todo lo demás le sobra. La Iglesia no anuncia el evangelio de la prosperidad sino el evangelio de la comunión y de la encarnación entre los pobres.
La religiosidad es una cuestión de amor en virtud del cual se está dispuesto a darlo todo sin miedo a perder nada en el trueque, porque se sabe que el amor de Dios es infinitamente correspondido más allá incluso de lo esperado; antes al contrario, que de todo lo que se puede llegar a dar, se recibe el ciento por una y, además, la vida eterna.
Jesús nos recuerda hoy que hay que dar, no lo que nos sobra, sino -como decía la Madre Teresa de Calcuta- hasta que nos duela. Jesús es la viuda que lo da todo y es el único ejemplo que nosotros tenemos que imitar. Dios no necesita nada. Sus hijos sí.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: 1 Rey 17, 10-16
 
Salmo: Sal 145, 7. 8-9a. 9bc-10
 
Segunda Lectura: Heb 9, 24-28
 
Santo Evangelio: Mc 12,38-44
En aquel tiempo, dijo Jesús a las gentes en su predicación: «Guardaos de los escribas, que gustan pasear con amplio ropaje, ser saludados en las plazas, ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y que devoran la hacienda de las viudas con pretexto de largas oraciones. Esos tendrán una sentencia más rigurosa».
Jesús se sentó frente al arca del Tesoro y miraba cómo echaba la gente monedas en el arca del Tesoro: muchos ricos echaban mucho. Llegó también una viuda pobre y echó dos moneditas, o sea, una cuarta parte del as. Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo: «Os digo de verdad que esta viuda pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del Tesoro. Pues todos han echado de lo que les sobraba, ésta, en cambio, ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir».
 
Comentario:
Hoy, el Evangelio nos presenta a Cristo como Maestro, y nos habla del desprendimiento que hemos de vivir. Un desprendimiento, en primer lugar, del honor o reconocimiento propios, que a veces vamos buscando: «Guardaos de (…) ser saludados en las plazas, ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes» (cf. Mc 12,38-39). En este sentido, Jesús nos previene del mal ejemplo de los escribas.
Desprendimiento, en segundo lugar, de las cosas materiales. Jesucristo alaba a la viuda pobre, a la vez que lamenta la falsedad de otros: «Todos han echado de lo que les sobraba, ésta [la viuda], en cambio, ha echado de lo que necesitaba» (Mc 12,44).
Quien no vive el desprendimiento de los bienes temporales vive lleno del propio yo, y no puede amar. En tal estado del alma no hay “espacio” para los demás: ni compasión, ni misericordia, ni atención para con el prójimo.
Los santos nos dan ejemplo. He aquí un hecho de la vida de san Pío X, cuando todavía era obispo de Mantua. Un comerciante escribió calumnias contra el obispo. Muchos amigos suyos le aconsejaron denunciar judicialmente al calumniador, pero el futuro Papa les respondió: «Ese pobre hombre necesita más la oración que el castigo». No lo acusó, sino que rezó por él.
Pero no todo terminó ahí, sino que —después de un tiempo— al dicho comerciante le fue mal en los negocios, y se declaró en bancarrota. Todos los acreedores se le echaron encima, y se quedó sin nada. Sólo una persona vino en su ayuda: fue el mismo obispo de Mantua quien, anónimamente, hizo enviar un sobre con dinero al comerciante, haciéndole saber que aquel dinero venía de la Señora más Misericordiosa, es decir, de la Virgen del Perpetuo Socorro.
¿Vivo realmente el desprendimiento de las realidades terrenales? ¿Está mi corazón vacío de cosas? ¿Puede mi corazón ver las necesidades de los demás? «El programa del cristiano —el programa de Jesús— es un “corazón que ve”» (Benedicto XVI).
* Pbro. José MARTÍNEZ Colín (Culiacán, México) © Textos de Evangeli.net
 
Palabras de San Juan XXIII
«La mujer ha adquirido una conciencia cada día más clara de su propia dignidad humana. Por ello no tolera que se la trate como una cosa inanimada o un mero instrumento; exige, por el contrario, que, tanto en el ámbito de la vida doméstica como en el de la vida pública, se le reconozcan los derechos y obligaciones propios de la persona humana»
 
Predicación del Evangelio:
Dar generosa y sinceramente
Jesús estaba con sus discípulos en el templo de Jerusalén. Eran los días anteriores a su pasión y muerte y quería recalcar algunas enseñanzas que muchas veces les había dado en aquellos años. Una muy importante era el que no fuesen como los fariseos, que aparentaban por fuera lo que no eran por dentro. Querían aparentar muy religiosos; pero la verdadera religión es el trato íntimo con Dios desde el corazón.
 
Parecido a los fariseos eran los escribas o letrados. Algunos eran del grupo de los fariseos y eran quienes entendían más de la Escritura y debían enseñarla al pueblo. Ahora Jesús una vez más les dice a los apóstoles que tengan cuidado para no parecerse a los letrados, pues les gusta que les alaben, buscan los primeros puestos; pero hacen algo desagradable a Dios, pues se aprovechan del poco dinero de las viudas con motivo de largos rezos. Jesús habla de las viudas, como podría hablar de los pobres y desamparados, pues eran las más desamparadas de todos. En aquel tiempo no había seguridades sociales y sí mucha injusticia; y las viudas que no tenían ya amparo de ningún varón, estaban desamparadas. Pero las había agradables a Dios.
 
Jesús quiere dar la lección de una manera práctica. Y para eso van donde están las vasijas o cajas donde la gente deposita sus limosnas para el templo. La gente va dejando el dinero y algunos ricos dejan bastante. Pero llega una pobre viuda y deja dos moneditas. Seguro que sonarían mucho menos que las grandes monedas de los ricos; pero resonaron fuertemente en el corazón de Jesús. Y les da la lección a los apóstoles: “esta pobre viuda es la que más ha echado”. Dios no juzga como nosotros por los hechos externos. Dios conoce el fondo de nuestro corazón. Por eso suele pasar que algunos actos externos de religión, hechos al parecer con mucha perfección, no valgan para Dios, si esa persona busca sólo recibir honores y premios terrenos.
 
Eso es cierto, como otras veces lo enseña Jesús. Hoy aquí les da a los apóstoles otra razón de porqué agrada a Dios esa limosna de la viuda: “Porque los demás han dado de lo que les sobra, pero la viuda ha dado lo que necesitaba para vivir”. Dar lo que se necesita para vivir es como dar la vida. Y esto es amor. A ella se le pueden aplicar las palabras de Jesús: “El que entrega su propia vida por el Evangelio, la salvará”. Este es el verdadero culto: la entrega de nuestro corazón, de la vida al Señor.
 
En la primera lectura de hoy se nos da otro ejemplo de otra viuda. El profeta Elías estaba huyendo de las amenazas del rey y llegó a Sarepta en tiempos de mucha hambre y sed; pero encontró a una viuda que recogía un poco de leña para hacer el último pan. Le pidió un vaso de agua y un pan. Porque le hablaba de Dios, la viuda se lo dio al profeta, aun quedándose sin nada. Dios se lo premió con creces. Pero hacemos una reflexión. Dios no le llenó hasta arriba la vasija de aceite, sino que la fue conservando según las necesidades. Si nosotros le damos al Señor nuestra vida, Él la irá conservando, quizá no haciendo cosas espectaculares, sino en la vida ordinaria.
 
Aquella viuda del evangelio no podía dar gracias a Dios por las riquezas, pero lo que tenía lo consideraba un don de Dios y se ponía en sus manos con fe y confianza. No se necesitan grandes cosas en lo humano para agradar a Dios, si no tenemos grandes cosas. Por eso es más fácil servir a Dios en la pobreza que en la riqueza. Es bueno recordar a la Virgen María. No conocemos que hiciera grandes cosas externas, como a veces conocemos en la vida de algunos santos. Pero es la más santa de todos, porque supo entregar constantemente su vida al Señor. Lo especial fue su amor.
 
Alguno puede decir que quizá la donación de aquella viuda sirvió para vanidades externas de algún jefe del templo. Lo cierto es que Dios ve que ella lo da para la honra de Dios, para que otros le alaben. Si luego alguno desbarata ese dinero, mayor juicio condenatorio tendrá. Hoy es día para pensar si nosotros damos a Dios no sólo bienes externos, sino tiempo y disponibilidad para la mayor gloria de Dios.
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(P. Silverio Velasco  - Imagen de Boosco.org)
 
Nuevo vídeo y artículo
 
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet
referido al Evangelio de este Domingo.
Para verlo tienes que ir al final de esta página:
 
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"Juan Pablo II inolvidable"
sobre el tema: San Juan Pablo II en 10 frases
Puedes acceder en la dirección:
 
Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
💕 Desde la provincia de San Luis, Argentina, nuestra lectora y amiga Karina quiere agradecer a Jesús y a su amada Virgen de Lourdes, por los resultados de los estudios de su hija Alma, de 18 años de edad, cuyas endoscopías digestivas salieron bien y solo se ha diagnosticado una condición de celiaquía, que es algo benigno y con tratamiento sencillo. Nos sumamos a la acción de gracias por Almita.
 
Oremos: Bendito seas, Dios mío, porque a pesar de ser yo indigno de toda ayuda, tu generosidad e infinita bondad nunca dejan de otorgar el bien aún a los ingratos y a los que se han apartado de ti. Conviértenos a ti, para que seamos agradecidos, humildes y piadosos, pues Tú eres nuestra salud, nuestra fortaleza y nuestra salvación.
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
El ejemplo de la viuda que pone en la colecta poca cantidad pero que es todo lo que tiene, es un punto de referencia para nuestro comportamiento. Es, a la vez, un caso práctico sobre la unión entre el amor a Dios y el amor al prójimo. Y es que, para nosotros, los cristianos, no se puede estar junto a Dios si no se está junto al hombre y, a la vez, cuando estamos junto a Dios estamos más fácilmente al servicio del hombre.
La solidaridad, la caridad, no es un asunto optativo para un seguidor de Cristo. No es algo que podamos hacer o dejar de hacer, sin que tenga consecuencia alguna el que se haga o no se haga. La caridad, el amor, es una obligación, es un deber. No podemos poner excusas para negarnos a amar. Podremos llevar a la práctica este mandamiento de una forma o de otra, y eso las circunstancias y el deber de nuestro estado nos lo indicarán. Pero en ningún caso podemos decir que hay circunstancias o problemas que nos impidan amar. Ni siquiera la pobreza -de tiempo o de dinero- es una excusa. Ahí está el ejemplo de la viuda y de su pequeña limosna. Todos tenemos algo que dar. Todos, incluso aquellos que también tienen que pedir, pueden dar algo a los que son más pobres que ellos o a los que, aunque sea de otra cosa, les necesitan.
Propósito: Examinar nuestra conciencia: ¿Hago el bien que puedo? ¿Doy la limosna que puedo? ¿Ayudo a quien puedo? ¿Gasto más de lo necesario? ¿Cumplo con mis obligaciones profesionales?
(P. Santiago Martín)
 
Extractos de cartas del Padre Pío
(Recopilación: P. Gianluigi Pasquale en “365 días con el Padre Pío”)
10 de noviembre
No digas que te encuentras sola subiendo al Calvario y que te encuentras sola luchando y llorando, porque contigo está Jesús, que no te abandona nunca. Tú querrías verlo, lo querrías sentir; pero, créeme, esto sería lo peor para ti, y sufrirías demasiado si Jesús se te revelase.
Por amor del cielo te ruego que calmes tus ansias, tus aprensiones al respecto. Vive tranquila y avanza siempre, y que no te detenga en esa carrera la aseveración que te hago en el dulce Señor de que estás cerca de la mitad del camino hacia la cima del calvario.
Estás en la más oscura noche, es cierto; pero el pensamiento de una aurora luminosa y de un mediodía radiante te sostenga, te anime y te estimule a seguir siempre hacia delante. El que hasta ahora te ha sostenido, no dudes, continuará sosteniéndote, cada vez con más paciencia y con mayor complacencia divina, en lo que resta del áspero y duro viaje.
(14 de julio de 1915, a Raffaelina Cerase, Ep. II, 462)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
PÁGINAS DE FELIPE DE URCA:
 
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