PEQUEÑAS
SEMILLITAS Año
19 - Número 5811 ~ Sábado 9 de Noviembre de 2024Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina) ¡Alabado sea Jesucristo!
Toda la naturaleza es un anhelo de servir. Sirve la nube, sirve el viento,
sirve el surco. Donde hay un árbol que plantar, plántalo tú; donde hay un error
que enmendar, enmiéndalo tú; donde hay un esfuerzo que todos esquivan, acéptalo
tú.
Sé el que aparta la piedra del camino, el odio de los corazones y las
dificultades del problema. Hay una alegría de ser sano y la de ser justo; pero
hay la hermosa, la inmensa alegría de servir. Qué triste sería el mundo si todo
en él estuviera hecho, si no hubiera en él un rosal que plantar; una empresa
que emprender. No caigas en el error de creer que solo se hacen méritos con los
grandes trabajos; hay pequeños servicios: regar un jardín, ordenar unos libros,
peinar a una niña.
El servir no es solo tarea de seres inferiores. Dios, que da el fruto y la
luz, sirve. Pudiera llamársele así: El que sirve.
Y tiene sus ojos en nuestras manos y nos pregunta cada día: ¿Serviste
hoy?, ¿A quién?, ¿Al árbol, a tu amigo, a tu madre?
La Palabra de Dios Lecturas del día ♡ Primera Lectura: Ez 47, 1-2. 8-9. 12
♡ Salmo: Sal 45, 2-3. 5-6. 8-9
♡ Segunda Lectura: 1 Cor 3, 9-11. 16-17
♡ Santo Evangelio: Jn 2,13-22
Cuando se acercaba la Pascua de los judíos, Jesús subió a Jerusalén. Y
encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los
cambistas en sus puestos. Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera
del Templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó el dinero de los cambistas
y les volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: «Quitad esto de aquí.
No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado». Sus discípulos se
acordaron de que estaba escrito: El celo por tu Casa me devorará.
Los judíos entonces le replicaron diciéndole: «Qué señal nos muestras para
obrar así?». Jesús les respondió: «Destruid este templo y en tres días lo
levantaré». Los judíos le contestaron: «Cuarenta y seis años se han tardado en
construir este Santuario, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?». Pero Él
hablaba del Santuario de su cuerpo. Cuando resucitó, pues, de entre los
muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho eso, y creyeron en la
Escritura y en las palabras que había dicho Jesús.
♡ Comentario:
Hoy, en esta fiesta universal de la Iglesia, recordamos
que aunque Dios no puede ser contenido entre las paredes de ningún edificio del
mundo, desde muy antiguo el ser humano ha sentido la necesidad de reservar
espacios que favorezcan el encuentro personal y comunitario con Dios. Al
principio del cristianismo, los lugares de encuentro con Dios eran las casas
particulares, en las que se reunían las comunidades para la oración y la
fracción del pan. La comunidad reunida era —como también hoy es— el templo
santo de Dios. Con el paso del tiempo, las comunidades fueron construyendo
edificios dedicados a las reuniones litúrgicas, la predicación de la Palabra y
la oración. Y así es como en el cristianismo, con el paso de la persecución a
la libertad religiosa en el Imperio Romano, aparecieron las grandes basílicas,
entre ellas San Juan de Letrán, la catedral de Roma.
San Juan de Letrán es el símbolo de la unidad de todas las Iglesias del mundo
con la Iglesia de Roma, y por eso esta basílica ostenta el título de Iglesia
principal y madre de todas las Iglesias. Su importancia es superior a la de la
misma Basílica de San Pedro del Vaticano, pues en realidad ésta no es una
catedral, sino un santuario edificado sobre la tumba de San Pedro y el lugar de
residencia actual del Papa, que, como Obispo de Roma, tiene en la Basílica
Lateranense su catedral.
Pero no podemos perder de vista que el verdadero lugar de encuentro del hombre
con Dios, el auténtico templo, es Jesucristo. Por eso, Él tiene plena autoridad
para purificar la casa de su Padre y pronunciar estas palabras: «Destruid este
templo y en tres días lo levantaré» (Jn 2,19). Gracias a la entrega de su vida
por nosotros, Jesucristo ha hecho de los creyentes un templo vivo de Dios. Por
esta razón, el mensaje cristiano nos recuerda que toda persona humana es
sagrada, está habitada por Dios, y no podemos profanarla usándola como un
medio.
San Juan de Letrán es el símbolo de la unidad de todas las Iglesias del mundo
con la Iglesia de Roma, y por eso esta basílica ostenta el título de Iglesia
principal y madre de todas las Iglesias. Su importancia es superior a la de la
misma Basílica de San Pedro del Vaticano, pues en realidad ésta no es una
catedral, sino un santuario edificado sobre la tumba de San Pedro y el lugar de
residencia actual del Papa, que, como Obispo de Roma, tiene en la Basílica
Lateranense su catedral.
Pero no podemos perder de vista que el verdadero lugar de encuentro del hombre
con Dios, el auténtico templo, es Jesucristo. Por eso, Él tiene plena autoridad
para purificar la casa de su Padre y pronunciar estas palabras: «Destruid este
templo y en tres días lo levantaré» (Jn 2,19). Gracias a la entrega de su vida
por nosotros, Jesucristo ha hecho de los creyentes un templo vivo de Dios. Por
esta razón, el mensaje cristiano nos recuerda que toda persona humana es
sagrada, está habitada por Dios, y no podemos profanarla usándola como un
medio.
* Rev. D. Joaquim MESEGUER García (Rubí, Barcelona, España) © Textos de
Evangeli.net
Santoral Católico: Dedicación de la Basílica de Letrán Según una tradición que
arranca del siglo XII, se celebra hoy el aniversario de la consagración de la
basílica romana construida por el emperador Constantino hacia el año 324 en el
Laterano. Esta celebración fue primero una fiesta de la ciudad de Roma; más
tarde se extendió a toda la Iglesia de rito romano, con el fin de honrar
aquella basílica, que es llamada «madre y cabeza de todas las iglesias de la
Urbe y del Orbe», en señal de amor y de unidad para con la cátedra de Pedro
que, como escribió san Ignacio de Antioquía, «preside a todos los congregados
en la caridad». La basílica de San Juan de Letrán es la catedral de Roma y está
dedicada al mismo Cristo, el Salvador. En ella tiene su sede el Papa, como
obispo de la Iglesia romana, Iglesia madre de la cristiandad occidental.
Oración: Señor, tú que
edificas el templo de tu gloria con piedras vivas y elegidas, multiplica en tu
Iglesia los dones del Espíritu Santo, a fin de que tu pueblo crezca siempre
para edificación de la Jerusalén celeste. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
(Directorio Franciscano – ACI Prensa – Catholic.net)
Palabras de San Pablo VI «La Iglesia envía seguidores de Cristo, que le
entregan todo a él; envía a los jóvenes llenos de fuego y de fantasía, que han
intuido la más alta definición de la vida: una aventura de amor divino [...]
Todo cristiano debe ser un verdadero cristiano, un perfecto cristiano. ¿Y cómo
se llama la vida perfecta de un cristiano? Se llama “santidad”. Por ello, todo
cristiano debe ser santo»
Tema del día: Sigo apostando por la vida A pesar de que se duermen mis sentidos por rutina,
A pesar de esta apatía que bosteza enmohecida.
A pesar de muchas broncas que quedaron escondidas.
A pesar de mis fracasos, mis pecados, mis caídas.
A pesar ya de ilusiones que están por siempre dormidas, y de fantasmas
internos prendidos de mis pupilas.
A pesar de que me invento muchas veces la sonrisa.
A pesar de que me trague mis verdades, mis mentiras.
A pesar de mis defectos, de mi cólera, de mi ira, de mis eternos miedos
que desde mi alma silban, y que viva disfrazando mis pequeñas cobardías.
A pesar de mi pasado que me espía a escondidas.
A pesar de mis angustias que rasguñan mis costillas.
A pesar de mi energía que se agota, se termina, y del paso de los años,
de mis luchas, mis heridas.
A pesar de todo eso... ¡Sigo apostando por la vida!
Humor de sábados 😀 Un día se mueren todos los billetes y se van al cielo. San Pedro los
recibe y piden permiso para entrar, pero les dice que ninguno de ellos puede
hacerlo.
- ¿Pero por qué no? -dice el de $500- Yo soy poderoso y tengo las puertas
abiertas pues en todas partes me quieren. Igual yo -dice el de $1000- Todos me
quieren tener ¿por qué no podemos entrar?
- No insistan -dice San Pedro, -no pueden entrar al cielo-... tal vez el
de $10 pueda hacerlo...
En eso se oye un raro ruido, son todas las moneditas de 0.10, 0.25 y 0.50
centavos que también habían muerto.
- Pasen, pasen -les dice San Pedro- Las puertas del cielo están abiertas
para ustedes.
Los billetes se ponen muy enojados y reclaman -¿Por qué razón ellas que
valen menos si y nosotros no?
San Pedro les responde: -¡Porque a ellas sí se las ve en la iglesia los
domingos!
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas” En Brasil, en la década de 1930, un franco-masón se encontraba en trance
de muerte. Sus allegados lo vigilaban estrechamente para evitar que entrara un
sacerdote. Tres veces se presentó un sacerdote y tres veces fue despedido sin
avisarle al enfermo.
Sin embargo, el moribundo empeoraba y perdía el conocimiento. Se pensó que
había muerto cuando, de pronto, quienes le rodeaban, llenos de terror, lo
vieron de pie en su cama, pidiendo ayuda y amenazando a quienes lo rodeaban:
“¡Miserables! ¡Sí, ciertamente hay un infierno! ¡Yo estaba a punto de ser
ahí precipitado cuando una dama blanca me detuvo al borde para darme tiempo de
confesarme!”.
Luego, dirigiéndose a su hermano y a su esposa:
“¡Miserables! ¡Ustedes dos fueron quienes rechazaron al sacerdote que vino
tres veces a verme para salvarme del infierno y abrirme las puertas del Cielo!
¡Tú, mi hermano, debes saber que no eres el amo de esta casa! ¡Que mi esposa
vaya pronto a buscar al sacerdote! ¡Quiero confesarme!”.
El franco-masón se confesó con alegría y expiró.
🌸Jesús es Salvador. Pero ¿de qué nos salvó, de quién? Jesús nos salvó del
pecado, nos rescató de las manos del demonio. Porque la humanidad estaba toda
en poder del Maligno, ya que la había conquistado en Adán y Eva, mediante el
pecado original y todos los pecados que se derivaron de él. Y hacía falta que
alguien muy poderoso, alguien que fuera Dios, Único capaz de vencer a Satanás,
que es un ángel caído pero muy poderoso, nos viniera a rescatar y a salvar.
Esto es muy importante saberlo para nuestra vida cotidiana, porque si
Jesús rescató almas del poder del demonio; nosotros, que somos o debemos ser
otros Cristos, tenemos también la misión de rescatar almas del poder del mal y
conducirlas al Cielo.
Hacemos esto, cumplimos esta misión, en primer lugar con nuestra propia
alma. A través de la propia conversión nos liberamos de las garras del diablo
para entregarnos a Dios. Pero también tenemos la obligación de salvar a los
hermanos que siguen en poder del Mal. Y los salvamos con nuestra oración,
ofreciendo nuestros sufrimientos y cruces por ellos, y también con el buen
ejemplo, la palabra oportuna y las obras de misericordia, es decir, con la
caridad.
Tenemos la posibilidad de ser héroes, de ser santos. No la
desaprovechemos, sino tomémonos nuestra vida en serio y, tomados de la mano de
Jesús y de María, avancemos con valor contra las fuerzas del mal.
🌸 Hace mucho tiempo, un sargento de un batallón insultaba y reprendía
fuertemente a los soldados, que no podían sacar un vehículo atascado en el
fango.
En ese momento se presentó un señor de figura alta y delgada. Observó la situación y preguntó al sargento
por qué no ayudaba a los soldados.
- Por qué he de hacerlo? Yo soy el
sargento, contestó con altanería.
Sin pérdida de tiempo, el hombre recién llegado, alto y flacucho, se quitó
la chaqueta y se unió a los soldados en la dura faena de sacar el vehículo del
lodazal en que estaba sumergido.
Terminada la tarea, ese hombre se lavó las manos en un pozo de agua, se
puso la chaqueta y dijo al sargento:
- Cuando usted necesite de mi ayuda, le ruego me llame, que con mucho
gusto le ayudaría.
- Y ¿quién es usted? - le preguntó el sargento:
- Yo soy Abraham Lincoln, presidente de la Nación.
Extractos de cartas del Padre Pío (Recopilación: P. Gianluigi Pasquale en “365
días con el Padre Pío”) 9 de noviembre
Es una crisis terrible la que atravieso, e ignoro lo
que me está reservado. La crisis que atravieso es más espiritual que corporal,
pero no es menos cierto que todo el físico siente y participa de manera
extraordinaria de todos los sufrimientos de aquel, y que tanto uno como otro se
unen para hacer que me marchite en el dolor.
¡Ay de mí! ¿Quién me salvará de esta cárcel
tenebrosa? ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Pero, ¡viva Dios en lo
más alto de los cielos! Él es mi fortaleza, Él es la salvación de mi alma, Él
es mi porción de eternidad. En Él espero, en Él confío y no temeré mal alguno.
(14 de julio de 1915, a Raffaelina Cerase,
Ep. II, 462)
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