jueves, 7 de noviembre de 2024

Pequeñas Semillitas 5809

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 19 - Número 5809 ~ Jueves 7 de Noviembre de 2024
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
Perdonar es una actitud noble, digna y honorable.
De verdad no ganamos nada conservando rencores y resentimientos. Por el contrario, eso afecta, desluce y entristece nuestra espiritualidad.
Tenemos que aprender a perdonar. Perdonando y olvidando seremos más nobles, más dignos, mejores personas. Podremos ser más felices y enriquecer nuestra vida con la mirada afectuosa de Papá Dios.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Flp 3, 3-8
 
Salmo: Sal 104, 2-3. 4-5. 6-7
 
Santo Evangelio: Lc 15,1-10
En aquel tiempo, todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Éste acoge a los pecadores y come con ellos».
Entonces les dijo esta parábola. «¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros; y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido’. Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión.
»O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas, y dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido’. Del mismo modo, os digo, se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta».
 
Comentario:
Hoy, el evangelista de la misericordia de Dios nos expone dos parábolas de Jesús que iluminan la conducta divina hacia los pecadores que regresan al buen camino. Con la imagen tan humana de la alegría, nos revela la bondad de Dios que se complace en el retorno de quien se había alejado por el pecado. Es como un volver a la casa del Padre (como dirá más explícitamente en Lc 15,11-32). El Señor no vino a condenar el mundo, sino a salvarlo (cf. Jn 3,17), y lo hizo acogiendo a los pecadores que con plena confianza «se acercaban a Jesús para oírle» (Lc 15,1), ya que Él les curaba el alma como un médico cura el cuerpo de los enfermos (cf. Mt 9,12). Los fariseos se tenían por buenos y no sentían necesidad del médico, y es por ellos —dice el evangelista— que Jesús propuso las parábolas que hoy leemos.
Si nosotros nos sentimos espiritualmente enfermos, Jesús nos atenderá y se alegrará de que acudamos a Él. Si, en cambio, como los orgullosos fariseos pensásemos que no nos es necesario pedir perdón, el Médico divino no podría obrar en nosotros. Sentirnos pecadores lo hemos de hacer cada vez que recitamos el Padrenuestro, ya que en él decimos «perdona nuestras ofensas...». ¡Y cuánto hemos de agradecerle que lo haga! ¡Cuánto agradecimiento también hemos de sentir por el sacramento de la reconciliación que ha puesto a nuestro alcance tan compasivamente! Que la soberbia no nos lo haga menospreciar. San Agustín nos dice que Jesucristo, Dios Hombre, nos dio ejemplo de humildad para curarnos del “tumor” de la soberbia, «ya que gran miseria es el hombre soberbio, pero más grande misericordia es Dios humilde».
Digamos todavía que la lección que Jesús da a los fariseos es ejemplar también para nosotros; no podemos alejar de nosotros a los pecadores. El Señor quiere que nos amemos como Él nos ha amado (cf. Jn 13,34) y hemos de sentir gran gozo cuando podamos llevar una oveja errante al redil o recobrar una moneda perdida.
* Rev. D. Francesc NICOLAU i Pous (Barcelona, España) © Textos de Evangeli.net 
 
Santoral Católico:
San Engelberto de Colonia
Era hijo del conde de Berg y nació en Alemania hacia 1185. Pronto se le fueron acumulando los oficios y beneficios tanto en el ámbito eclesiástico como en el civil. En 1216 fue elegido arzobispo de Colonia. Aunque tuvo que participar activamente en la política, fue un pastor digno y bueno, que vivía austeramente, protegía a los débiles, corregía los vicios y abusos, hacía justicia y era misericordioso. Heredó el condado de Berg y fue regente del Imperio y tutor del príncipe Enrique, al que después coronó. En 1225, cuando iba a consagrar una iglesia, lo asaltaron los sicarios de un noble a quien había corregido, lo malhirieron y murió. El pueblo lo tuvo por santo y mártir.
Para más información hacer clic acá.
(Directorio Franciscano – ACI Prensa)
 
Pensamiento del día
«Hay un gran movimiento de apostasía, organizado en todos los países, para el establecimiento de una iglesia universal que no tendrá ni dogmas, ni jerarquía, ni regla para el espíritu, ni freno para las pasiones»
(SAN PÍO X)
 
Grandes Biografías:
José Luis Martín Descalzo
Nació el 27 de agosto de 1930 en Madridejos (Toledo), en el seno de una familia profundamente cristiana, de la que era el menor de cuatro hermanos. Sus padres fueron Valeriano, secretario judicial, y Pepita. Ambos inculcaron en él su afición temprana a la lectura y su profundo sentido del deber.
 
En 1931 su familia se trasladó a la localidad leonesa de Astorga; el joven José Luis recibió sus primeras letras en el Colegio La Salle de esta población. En 1940 comenzó a cursar estudios eclesiásticos de latín y humanidades en el Seminario de Astorga y, posteriormente, en el de León. Entre 1945 y 1948 completó su formación con estudios de filosofía en el Seminario de Valladolid. En 1948 obtuvo una beca del Ayuntamiento de Valladolid para estudiar en la Universidad Gregoriana de Roma, donde se licenció en teología en 1952, continuando en este centro hasta 1954, fecha en que se licenció en historia eclesiástica.
 
Ordenado sacerdote en 1953, en el Pontificio Colegio Español de Roma, formó allí parte del grupo literario de la revista Estría, al que también pertenecieron José María Valverde y otros autores cristianos. José Luis Martín Descalzo regresó a España en 1954 para impartir clases como profesor encargado de la cátedra de literatura castellana, griega y latina en el Seminario de Valladolid. Hasta 1960 compaginó esta actividad con las de consiliario del Colegio Universitario Santa Cruz y coadjutor de la parroquia de Santiago Apóstol, ambas en Valladolid. Además, de 1954 a 1961, fue colaborador fijo en el diario "El Norte de Castilla", donde mantuvo una columna fija semanal, titulada "Cosas de Dios". Su actividad periodística la simultaneó en 1958 con colaboraciones fijas en el diario "Ya".
 
En 1957 obtuvo, por oposición, la cátedra de literatura castellana, griega y latina en el Seminario de Valladolid. En 1960 se trasladó, nuevamente, a la Universidad Gregoriana de Roma para asistir a los cursos de doctorado en Teología. Ese mismo año ingresa en "La Gaceta del Norte", donde se hace cargo de los editoriales y crea y dirige la "Página cinco" de colaboraciones. Para este medio trabajó, entre 1962 y 1965, como enviado especial para cubrir en Roma las cuatro sesiones del Concilio Vaticano II.
 
Continuó su formación y en 1960 empezó los estudios de periodismo en la Escuela Oficial de Madrid, obteniendo el título en 1966, fecha en la que se incorporó a la redacción del diario "ABC" como encargado de la sección "La Iglesia en el mundo de hoy", en la que se mantuvo más de dos décadas. En 1968 es nombrado director del semanario "Vida Nueva", que dirige durante siete años, y en 1976 se hace cargo de la sección de Cultura de "ABC". Posteriormente, de 1978 a 1981, dirige el semanario "Blanco y Negro". Regresa como editorialista de "ABC" en 1980, y en 1982 se hace cargo de la sección de religión de este diario. También en 1980 comenzó a dirigir el programa de Televisión Española (TVE) "Pueblo de Dios". En 1987 pasó a ser jefe de la redacción de la sección de Sociedad del diario "ABC".
 
Otra actividad en la que destacó José Luis Martín Descalzo es la de escritor, por la que fue premiado en múltiples ocasiones. Como novelista recibió el Premio Naranco de Novela Corta por "Diálogos de cuatro muertos" (1953) y el Premio Nadal por "La frontera de Dios" (1956). En teatro ganó el Premio teatral de autores con "La hoguera feliz", sobre la figura de Juana de Arco, y el Premio José María Pemán con "Segundo juicio a Galileo". En poesía recibió los premios Ínsula, por "Seis sonetos del alba" (1952); Alba de Tormes, por "Seis sonetos eucarísticos" (1967); Concha Espina, por "La tentación de María" (1969); y Rafael Morales, por "El joven Dios"; fue además en dos ocasiones finalista del Premio de Poesía Leopoldo Panero (1970 y 1973).
 
Como ensayista recibió en 1959 el Premio March por su obra "Personajes bíblicos y literatura". Escribió dos guiones llevados al cine: "Experiencia prematrimonial" (1972) y "Un hombre como los demás" (1975), y realizó gran número de traducciones al castellano, y de éste a otros idiomas. Durante su dilatada trayectoria profesional fue, además, secretario de redacción de los fascículos "La Biblia de BAC", y colaborador en distintos semanarios de América. Además de su intenso trabajo como escritor y periodista, Martín Descalzo ejercía su ministerio sacerdotal como colaborador en la parroquia de Santa María de la Caridad, en Madrid.
 
José Luis Martín Descalzo padeció una grave enfermedad cardíaca y renal, que lo obligó a estar sometido a diálisis durante muchos años, en los que fue atendido por la hermana Sor Angelines; en ese tiempo escribió mucho, además de continuar interviniendo en televisión y escribiendo artículos en prensa. Vivió en todo momento sin dejar de sembrar esperanza y vida, hasta su muerte en Madrid, el martes 11 de junio de 1991; su último libro poético, en el que anuncia su fin, fue "Testamento del pájaro solitario", henchido de referencias a la mística de San Juan de la Cruz.
 
Biblioteca de “Pequeñas Semillitas”
 
Contiene más de 300 artículos que han sido publicados
y que podrás leer o bajar a tu dispositivo. 
ATENCIÓN:
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Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
La vida no florece sola, tienes que cuidar las raíces y convertirlas en tronco, el tronco en ramas, las ramas en flores... y exprimirte el corazón para dar perfume. 
La vida no florece sola, tienes que colaborar en ella. Las cosas no se te dan gratis, tienes que pagar lo que valen.
El fruto no se te da al paso, tienes que abonar y regar.
Los pozos no se llenan solos, tienes que calar hondo, buscar el agua, ver lo que les cabe... y sentarte a la sombra.
Los frutos no llegan por arte de magia, tiene que darles el sol, el agua el aire, tierra.
Tienes que cuidarles la semilla, espantar los pájaros, madurar la cáscara y luego probar si están a punto para dar sabor a la vida... y hacer jugoso el mundo.
Como ves, se te da todo, pero en materia prima... Lo elaborado y valioso lo tienes que hacer tú.
🌸
Un ladrón, de gran astucia y reputación, veneraba a la Madre de Dios con tal confianza que todas las veces que se preparaba a una expedición de robo, primero se ponía bajo su guarda y luego partía raudamente.
Vale mencionar que a veces le ocurría encontrar, después de un atraco fructuoso, a un pobre hombre o a una mujer desdichada, y por el amor a Nuestra Señora se apresuraba a ayudarles desprendiéndose de una parte de los bienes que acaba de expropiar.
Finalmente, un día fue sorprendido en el acto y condenado a la horca. Puede suponerse que a esa hora suprema no dejaría de invocar a Quien tanto amaba. Y Nuestra Señora que no abandona nunca a sus hijos, lo escuchó. Con sus manos delicadas lo tomó de los pies a aquel miserable y lo sostenía de tal manera que él no sentía ningún dolor ni pena.
Al tercer día, quienes lo habían colgado llegaron a ver cómo estaba y no podían creerlo, desde el extremo de la cuerda, el ladrón en plena vida les habló así: «La Señora Santa María me suspendía por los pies mientras ella me ponía la mano en la garganta» Entonces, lo descolgaron rápidamente, el mismo día se convirtió en monje y se consagro a Nuestra Señora.
🌸
Las palabras dejan huella, tienen poder e influyen positiva o negativamente.
Las palabras curan o hieren, animan o desmotivan, reconcilian o enfrentan, iluminan o ensombrecen, dan vida o dan muerte.
Con pocas palabras podemos alegrar a alguien y con pocas palabras podemos llevarlo al desaliento y desespero.
¡Ah, cuánta falta nos hacer tomar conciencia del tremendo poder las palabras!
Ellas moldean nuestra vida y la de los demás. Por eso mismo, los griegos decían que la palabra era divina y los filósofos elogiaban el silencio.
Piensa en esto y cuida tus pensamientos porque ellos se convierten en palabras y cuida tus palabras porque ellas marcan tu destino.
Hay que comunicarse y hacer silencio cuando es el mejor regalo para ti y los que amas. Eres sabio si sabes cuándo hablar y cuando callar.
Piensa muy bien antes de hablar, cálmate cuanto estés airado y resentido y habla sólo cuando estás en paz y que el viento nunca se las lleve.
Las palabras encierran una energía creadora transformante. 
 
Extractos de cartas del Padre Pío
(Recopilación: P. Gianluigi Pasquale en “365 días con el Padre Pío”)
7 de noviembre
Dios mío, ¡qué ha sido mi vida ante ti en estos días en que las más densas tinieblas me han envuelto completamente! ¿Y cuál será mi futuro? Yo ignoro todo, absolutamente todo. Mientras tanto, no cesaré de alzar de noche mis manos desde este lugar santo, y te bendeciré siempre, mientras me quede un soplo de vida.
Te ruego, mi buen Dios, que seas tú mi vida, mi barca y mi puerto. Tú me has hecho subir a la cruz de tu Hijo y yo me esfuerzo por adaptarme del mejor modo posible: estoy convencido de que no descenderé nunca y de que jamás llegaré a ver despejado el horizonte.
Sé que te debo hablar entre truenos y tormentas, y que he de verte en la zarza, entre el fuego de las espinas; pero, para realizar todo esto, es claro que hay que descalzarse y renunciar del todo a la propia voluntad y a las satisfacciones personales.
Estoy dispuesto a todo pero, ¿te dejarás ver algún día en el Tabor, en el ocaso santo?
¿Tendré fuerza para, sin cansarme nunca, ascender a la visión de mi Salvador en el cielo?
(8 de noviembre de 1916, al P. Benedetto da San Marco in Lamis, Ep. I, 836)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
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