PEQUEÑAS
SEMILLITAS Año
19 - Número 5802 ~ Jueves 31 de Octubre de 2024Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina) ¡Alabado sea Jesucristo!
La oración es una fuerza tan real como la gravitación terrestre. Hay
médicos que han visto hombres y mujeres desquiciados por todo tipo de terapias,
librarse de su enfermedad y de la melancolía, por el sincero esfuerzo de la
oración.
La oración es el único poder del mundo que es capaz de vencer las llamadas
leyes de la naturaleza: a estos resultados así obtenidos se los llama milagros.
Pero un constante y silencioso milagro acontece, de hora en hora, en los
corazones de hombres y mujeres que han descubierto, con asombro, que la oración
los enriquece con una continua corriente de fortaleza que los sostiene en sus
vidas cotidianas.
Adecuadamente comprendida, la oración es una actividad de personas
maduras, indispensable para el completo desarrollo de la personalidad y la
integración final de todas las más profundas facultades del hombre. Sólo por la
oración podemos alcanzar la completa y armoniosa unificación del cuerpo, mente
y espíritu, que le da a la frágil constitución humana su fortaleza invencible.
(Alexis Carrel)
La Palabra de Dios Lecturas del día ♡ Primera Lectura: Ef 6, 10-20
♡ Salmo: Sal 143, 1. 2. 9-10
♡ Santo Evangelio: Lc 13,31-35
En aquel tiempo, algunos fariseos se acercaron a Jesús y le dijeron: «Sal
y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte». Y Él les dijo: «Id a decir a
ese zorro: ‘Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana, y al
tercer día soy consumado. Pero conviene que hoy y mañana y pasado siga
adelante, porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén’.
»¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le
son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su
nidada bajo las alas, y no habéis querido! Pues bien, se os va a dejar vuestra
casa. Os digo que no me volveréis a ver hasta que llegue el día en que digáis:
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!».
♡ Comentario:
Hoy podemos admirar la firmeza de Jesús en el cumplimiento de la misión
que le ha encomendado el Padre del cielo. Él no se va a detener por nada: «Yo
expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana» (Lc 13,32). Con esta
actitud, el Señor marcó la pauta de conducta que a lo largo de los siglos
seguirían los mensajeros del Evangelio ante las persecuciones: no doblegarse
ante el poder temporal. San Agustín dice que, en tiempo de persecuciones, los
pastores no deben abandonar a los fieles: ni a los que sufrirán el martirio ni
a los que sobrevivirán, como el Buen Pastor, que al ver venir al lobo, no
abandona el rebaño, sino que lo defiende. Pero visto el fervor con que todos
los pastores de la Iglesia se disponían a derramar su sangre, indica que lo mejor
será echar a suertes quiénes de los clérigos se entregarán al martirio y
quiénes se pondrán a salvo para luego cuidarse de los supervivientes.
En nuestra época, con desgraciada frecuencia, nos llegan noticias de
persecuciones religiosas, violencias tribales o revueltas étnicas en países del
Tercer Mundo. Las embajadas occidentales aconsejan a sus conciudadanos que
abandonen la región y repatríen su personal. Los únicos que permanecen son los
misioneros y las organizaciones de voluntarios, porque les parecería una
traición abandonar a los “suyos” en momentos difíciles.
«¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le
son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su
nidada bajo las alas, y no habéis querido! Pues bien, se os va a dejar vuestra
casa» (Lc 13,34-35). Este lamento del Señor produce en nosotros, los cristianos
del siglo XXI, una tristeza especial, debida al sangrante conflicto entre
judíos y palestinos. Para nosotros, esa región del Próximo Oriente es la Tierra
Santa, la tierra de Jesús y de María. Y el clamor por la paz en todos los
países debe ser más intenso y sentido por la paz en Israel y Palestina.
* Rev. D. Àngel Eugeni PÉREZ i Sánchez (Barcelona, España) © Textos de
Evangeli.net
Santoral Católico: San Alonso Rodríguez Nació en Segovia
(España) el año 1533; su padre se dedicaba al comercio de paños. Empezó
estudios en Alcalá, pero, al fallecer su padre, tuvo que hacerse cargo del
negocio familiar. Contrajo matrimonio en 1557 y tuvo dos hijos. Pronto fue
perdiendo toda la familia a la vez que los negocios le iban mal. Hombre de fe,
se planteó ante el Señor su situación y decidió entrar en la Compañía de Jesús
como hermano coadjutor. Lo rechazó la provincia de Castilla, pero lo admitió la
de Aragón y en 1571 empezó el noviciado. Lo destinaron al colegio de Monte Sión
en Palma de Mallorca, donde pasó el resto de su vida. Trabó una gran amistad
con san Pedro Claver. Su ocupación principal fue la de portero, lo que le dio
ocasión de relacionarse con muchas personas a las que dejaba edificadas.
Trataba a cada uno como si fuera el mismo Jesús en persona. Era hombre de
profunda vida espiritual y los superiores le mandaron escribir sus
experiencias. Murió con fama de santo el 31 de octubre de 1617.
Para más información hacer clic acá.
(Directorio Franciscano – Jesuitas – Catholic.net)
Pensamiento del día «Mientras somos ovejas,
vencemos y superamos a los lobos, aunque nos rodeen en gran número; pero, si
nos convertimos en lobos, entonces somos vencidos, porque nos vemos privados de
la protección del Pastor (Jesucristo). Éste, en efecto, no pastorea lobos, sino
ovejas, y, por esto, te abandona y se aparta entonces de ti, porque no le dejas
mostrar su poder».
(SAN
JUAN CRISÓSTOMO)
Tema del día: Pedir con fe a la
Virgen De San Antonio María
Claret, gigante espiritual que llena todo el siglo XIX de la Iglesia española,
nos cuentan sus biógrafos infinidad de anécdotas y sucesos relacionados con su
ardentísima devoción a la Virgen. No olvidemos que es uno de los mayores santos
marianos que han existido. Desde niño destacaba ya por su amor y piedad para
con la Virgen. Nos fijamos ahora en el siguiente relato recogido en una de sus
documentadas biografías:
Siendo todavía joven
seglar hubo de hacer un viaje en compañía de un buen caballero, quien observó
los claros signos de devoción mariana de que, tanto en sus conversaciones como
en su conducta, daba muestras el joven Claret.
El señor Portellas -así
se llamaba el acompañante- admirado de su piedad, le habló de esta manera: "Paréceme, Antonio, que eres muy devoto de la Virgen".
La respuesta fue
contundente: "¿Cómo no, si todo cuanto le pido me lo alcanza?"
"¿Qué me dices?
Explícame el modo de pedírselo".
Claret le contestó:
"Le pido lo que deseo con amor y confianza. Y si veo que no me escucha, me
acerco más a Ella, tomo su manto y le digo: si no me lo alcanzáis, a fuerza de
tiraros, rasgaré el manto. Y entonces ya me escucha". Hasta aquí la anécdota
narrada por el diligente biógrafo.
Moraleja: Aquí tenemos
una hermosa lección sobre cómo debemos orar y suplicar a María. Se nos ofrecen
tres requisitos esenciales: amor, confianza y perseverancia. Esta última
condición nos falla muy a menudo, pues cuando nos dirigimos a la Virgen queremos
obtener un determinado favor o gracia con la mayor prontitud, y nos ponemos
impacientes si no sucede así. ¿Y qué decir del amor y la confianza, como clave
del fruto de la oración?
La Iglesia nos enseña a
ejercitar la oración perseverante y se muestra insistentemente repetitiva en
muchas de sus plegarias. Ha aprendido el aviso del Señor en la parábola del
amigo inoportuno (Lc 11,5-8). El Padre nuestro, que es la oración por antonomasia
del cristiano, nos enseña a orar y el orden que han de seguir nuestras
peticiones. Jesús nos ha recordado con encarecimiento: "Pedid y se os
dará. Buscad y hallaréis. Llamad y se os abrirá". Eso mismo nos susurra la
Virgen. Ella nunca desoye nuestras súplicas y las encauza hacia lo que
verdaderamente nos conviene, si pedimos algo no conforme con los designios
divinos.
Aprendamos de San
Antonio María Claret a "tirar del manto" de María, hermosa metáfora
que tanto nos dice a todos. Y sobre todo procuremos introducirnos en su Corazón
Inmaculado para oír -si fuera posible- sus dulces latidos. Ninguna petición a la
Virgen se perderá en el camino, aunque Ella se vea obligada a cambiar, con
solicitud materna, el curso de nuestras plegarias. Supliquemos su amorosa y
poderosa intercesión en todas nuestras necesidades espirituales, corporales y
temporales. María se hará siempre presente con su auxilio oportuno. Pero no
dejemos de insistirle, como hacía con tanto amor y confianza el joven Claret,
extraordinario y ejemplar devoto de María.
.
(Texto de Web Católico de Javier - Imagen de Tesoros de la Fe)
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas” Todos hemos conocido o hemos oído hablar de personas cuya vida ha quedado
destrozada por el mal uso del sexo. Quizá en el arranque de sus desdichas
hubiera mucho de pretendida ingenuidad. Y en el asentarse de la adicción, un
silencioso alimentar las propias debilidades.
Eran "simples tonterías", "cosillas sin importancia".
"Probar, que no pasa nada". "Nuevas emociones". "Una
simple concesión sin más trascendencia, que no hace mal a nadie. Además, lo
hace todo el mundo... Somos humanos".
Sin embargo, como ha señalado la Madre Angélica, los frutos de ese dejarse
arrastrar por la adicción al sexo tienen un coste, para ti y para tu alma. Son
errores personales que nada tienen de inofensivos. A partir del momento en que
se sucumbe, ese error -el pecado- deja de ser algo imaginario para entrar en la
propia vida. Ahora se trata de mi error, de mi pecado. Está en mi memoria. Es
real. No es algo de lo que pueda desentenderme fácilmente.
Quien se haya dejado llevar por el desorden sexual debe pararse a pensar,
y decidirse a tomar una ducha fresca, intelectualmente hablando, que le
despierte de los engaños consigo mismo, y así valore debidamente esos actos,
esos programas de televisión, esas películas, esas páginas de internet, esas
revistas o libros que acostumbra a ver o a leer. Dicen que no tiene
importancia, pero en el fondo saben bien que el pecado siempre tiene
importancia. (Alfonso Aguiló)
🌸La templanza es la virtud que modera y ordena la atracción de los placeres
y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de
la voluntad sobre los instintos.
Es la cualidad humana que induce a usar o hacer las cosas con moderación.
Y precisamente, la templanza es una virtud íntimamente ligada con la
moderación, y está muy relacionada con la fortaleza interior que debemos
cultivar para controlar los diversos apetitos.
Esto atañe a los placeres. Se utiliza, por tanto, en relación a la comida,
a la bebida, al sexo o a cualquier otro divertimento humano. La templanza
implica diferentes virtudes como son: la castidad, la sobriedad, la humildad y
la mansedumbre.
El ser humano debe ser consciente y racional de encontrar el justo
equilibrio de todas las cosas. Así, el hombre es el único de los seres vivos
que puede sobreponerse a los instintos, que puede dejar de lado los placeres y
que puede desarrollar niveles de placer mucho más elevados a través de
actividades no relacionadas directamente con el placer corporal.
Como sucede con los metales forjados adecuadamente, es decir, bien
templados, el hombre sereno ha aprendido a conducirse en la vida sin
extravagancias que pueden dañar su cuerpo, su alma o sus bienes.
🌸En Roma, en la festividad de la Asunción, una mujer entró en la basílica
erigida en el Capitolio en honor de la Santísima Virgen María. ¡Cuál fue su
sorpresa al ver a una de sus vecinas muerta hacía un año!
- ¿No eres tú -le dijo ella, Marozina- mi vecina muerta hace poco?
- Sí soy yo.
- ¿Y cómo estás aquí ahora?
La mujer le confesó que había sufrido mucho en el Purgatorio debido a
algunos errores cometidos en su infancia.
Hoy -continuó- la Reina del mundo ha intercedido por nosotros y me ha
sacado del Purgatorio junto a muchos otros, y la cantidad de almas liberadas
supera al número de los habitantes de Roma. Por eso, en acción de gracias,
visitamos los lugares dedicados a nuestra gloriosa Señora, la Virgen María.
Y, como prueba de la realidad de su aparición, la afortunada mujer le dijo
a su amiga que en un año, en esa misma fecha, ella iba a morir; lo cual sucedió
de acuerdo con su predicción.
Extractos de cartas del Padre Pío (Recopilación: P. Gianluigi Pasquale en “365
días con el Padre Pío”) 31 de octubre
Si no fuera, padre mío, por la guerra que el demonio
me hace de continuo, estaría casi en el paraíso; me encuentro en las manos del
demonio, que se esfuerza por arrancarme de los brazos de Jesús. ¡Cuánta guerra,
Dios mío, me hace ese! En algunos momentos, poco falta para que pierda la
cabeza por la violencia continua que debo hacerme. Padre mío, ¡cuántas
lágrimas, cuántos suspiros elevo al cielo para ser liberado de esta situación!
Pero no importa, yo no me cansaré de orar a Jesús. Es verdad que mis oraciones
son más dignas de castigo que de premio, porque he disgustado demasiado a Jesús
con mis incontables pecados; pero, al final, Jesús se apiadará de mí, o
sacándome del mundo y llamándome a él, o librándome; y, si no quisiera
concederme ninguna de estas dos gracias, espero al menos que querrá continuar
concediéndome la gracia de no ceder a las tentaciones. Jesús, que no ha medido
su sangre al derramarla por la salvación del hombre, ¿querrá acaso medir mis
pecados para perderme como consecuencia de los mismos? Creo que no. Él se
vengará, pronto y santamente, con su santo amor hacia la más ingrata de sus
criaturas.
¿Y usted qué me dice sobre esto? Dígaselo también
usted a Jesús, que le mantendré la promesa de no disgustarlo más, que incluso
me esforzaré por amarlo siempre.
(20 de diciembre de 1910, al P. Benedetto da
San Marco in Lamis, Ep. I, 208)
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