domingo, 13 de octubre de 2024

Pequeñas Semillitas 5784

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 19 - Número 5784 ~ Domingo 13 de Octubre de 2024
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
En el Evangelio que proclamamos hoy, el “joven rico” que tenía muchas posesiones y, sin embargo, reconoce también que aún no tiene lo verdaderamente importante, en un primer momento muestra una excelente disposición llamando a Jesús Maestro bueno y postrándose ante Él. Sin embargo, esto es sólo aparente. De hecho, esos gestos y esas palabras iniciales, que parecían manifestar acatamiento sin condiciones a Jesús, no se mantienen cuando el Señor le indica lo que, en concreto, debe hacer para conseguir la vida eterna que tanto desea. De hecho desiste de su sumisión al Salvador. Se diría que ya no lo considera Bueno, cuando no le agrada lo que Jesús le propone.
Sin embargo, las posesiones –muy numerosas, posiblemente– ocupaban casi completamente sus afanes, su interés, su cabeza y su corazón. Era, por eso, imposible que así pusiera de verdad su capacidad personal al servicio de la vida eterna que pretendía lograr: pretendía volar sin abandonar el suelo. Sin duda, fue muy consciente de su incoherencia y por eso no soportó la mirada de Jesús, a pesar de que le contemplaba con inmenso cariño. El apego a sus cosas ganó en aquella ocasión la batalla a su generosidad y a la confianza que Jesús le reclamaba.
Santa María, nuestra Madre, nos anima con su ejemplo: Reina en el Cielo, y en la tierra feliz como nadie, porque en Ella se fijó el Señor y quiso ser su esclava.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Sab 7, 7-11
 
Salmo: Sal 89, 12-13. 14-15. 16-17
 
Segunda Lectura: Heb 4, 12-13
 
Santo Evangelio: Mc 10,17-30
En aquel tiempo, cuando Jesús se ponía en camino, uno corrió a su encuentro y arrodillándose ante Él, le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?». Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre». Él, entonces, le dijo: «Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud». Jesús, fijando en él su mirada, le amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme».
Pero él, abatido por estas palabras, se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes. Jesús, mirando a su alrededor, dice a sus discípulos: «¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!». Los discípulos quedaron sorprendidos al oírle estas palabras. Mas Jesús, tomando de nuevo la palabra, les dijo: «¡Hijos, qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de la aguja que un rico entre en el Reino de Dios». Pero ellos se asombraban aún más y se decían unos a otros: «Y ¿quién se podrá salvar?». Jesús, mirándolos fijamente, dice: «Para los hombres, imposible; pero no para Dios, porque todo es posible para Dios». Pedro se puso a decirle: «Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». Jesús dijo: «Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora al presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna».
 
Comentario:
Hoy vemos cómo Jesús —que nos ama— quiere que todos entremos en el Reino de los cielos. De ahí esta advertencia tan severa a los “ricos”. También ellos están llamados a entrar en él. Pero sí que tienen una situación más difícil para abrirse a Dios. Las riquezas les pueden hacer creer que lo tienen todo; tienen la tentación de poner la propia seguridad y confianza en sus posibilidades y riquezas, sin darse cuenta de que la confianza y la seguridad hay que ponerlas en Dios. Pero no solamente de palabra: qué fácil es decir «Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío», pero qué difícil se hace decirlo con la vida. Si somos ricos, cuando digamos de corazón esta jaculatoria, trataremos de hacer de nuestras riquezas un bien para los demás, nos sentiremos administradores de unos bienes que Dios nos ha dado.
Acostumbro a ir a Venezuela a una misión, y allí realmente —en su pobreza, al no tener muchas seguridades humanas— las personas se dan cuenta de que la vida cuelga de un hilo, que su existencia es frágil. Esta situación les facilita ver que es Dios quien les da consistencia, que sus vidas están en las manos de Dios. En cambio, aquí —en nuestro mundo consumista— tenemos tantas cosas que podemos caer en la tentación de creer que nos otorgan seguridad, que nos sostiene una gran cuerda. Pero, en realidad —igual que los “pobres”—, estamos colgando de un hilo. Decía la Madre Teresa: «Dios no puede llenar lo que está lleno de otras cosas». Tenemos el peligro de tener a Dios como un elemento más en nuestra vida, un libro más en la biblioteca; importante, sí, pero un libro más. Y, por tanto, no considerarlo en verdad como nuestro Salvador.
Pero tanto los ricos como los pobres, nadie se puede salvar por sí mismo: «¿Quién se podrá salvar?» (Mc 10,26), exclamarán los discípulos. «Para los hombres, imposible; pero no para Dios, porque todo es posible para Dios» (Mc 10,27), responderá Jesús. Confiémonos todos y del todo a Jesús, y que esta confianza se manifieste en nuestras vidas.
* Rev. D. Xavier SERRA i Permanyer (Sabadell, Barcelona, España) © Textos de Evangeli.net
 
Pensamiento del día
«El consentimiento a la gracia depende mucho más de la gracia que de nuestra propia voluntad solamente; pero la resistencia a la gracia depende únicamente de la sola voluntad. Así de amorosa es la mano de Dios»
(SAN FRANCISCO DE SALES)
 
Predicación del Evangelio:
El cambio fundamental
El cambio fundamental al que nos llama Jesús es claro. Dejar de ser unos egoístas que ven a los demás en función de sus propios intereses para atrevernos a iniciar una vida más fraterna y solidaria. Por eso, a un hombre rico que observa fielmente todos los preceptos de la ley, pero que vive encerrado en su propia riqueza, le falta algo esencial para ser discípulo suyo: compartir lo que tiene con los necesitados.
 
Hay algo muy claro en el evangelio de Jesús. La vida no se nos ha dado para hacer dinero, para tener éxito o para lograr un bienestar personal, sino para hacernos hermanos. Si pudiéramos ver el proyecto de Dios con la transparencia con que lo ve Jesús y comprender con una sola mirada el fondo último de la existencia, nos daríamos cuenta de que lo único importante es crear fraternidad. El amor fraterno que nos lleva a compartir lo nuestro con los necesitados es «la única fuerza de crecimiento», lo único que hace avanzar decisivamente a la humanidad hacia su salvación.
 
El hombre más logrado no es, como a veces se piensa, aquel que consigue acumular más cantidad de dinero, sino quien sabe convivir mejor y de manera más fraterna. Por eso, cuando alguien renuncia poco a poco a la fraternidad y se va encerrando en sus propias riquezas e intereses, sin resolver el problema del amor, termina fracasando como hombre.
 
Aunque viva observando fielmente unas normas de conducta religiosa, al encontrarse con el evangelio descubrirá que en su vida no hay verdadera alegría, y se alejará del mensaje de Jesús con la misma tristeza que aquel hombre que «se marchó triste porque era muy rico».
 
Con frecuencia, los cristianos nos instalamos cómodamente en nuestra religión, sin reaccionar ante la llamada del evangelio y sin buscar ningún cambio decisivo en nuestra vida. Hemos «rebajado» el evangelio acomodándolo a nuestros intereses. Pero ya esa religión no puede ser fuente de alegría. Nos deja tristes y sin consuelo verdadero.
 
Ante el evangelio nos hemos de preguntar sinceramente si nuestra manera de ganar y de gastar el dinero es la propia de quien sabe compartir o la de quien busca solo acumular. Si no sabemos dar de lo nuestro al necesitado, algo esencial nos falta para vivir con alegría cristiana.
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(P. José Antonio Pagola  - Imagen de Dominicos Colombia)
 
Nuevo vídeo y artículo
 
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet
referido al Evangelio de este Domingo.
Para verlo tienes que ir al final de esta página:
 
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
sobre el tema: Oración a Ntra. Sra. del Pilar
Puedes acceder en la dirección:
 
Buzón de Sugerencias
Este es un espacio abierto para que los lectores de “Pequeñas Semillitas” puedan hacer las sugerencias que consideren útiles para la estructura de este boletín diario. Se pueden sugerir temas y contenidos, e incluso se acepta que envíen artículos de interés general -especialmente de contenido cristiano- con una extensión de no más de 500 palabras, los cuales serán tenidos en consideración para su eventual publicación.
“Pequeñas Semillitas” tiene una estructura básica que es la siguiente: saludo inicial (el “Alabado sea Jesucristo”); la Palabra de Dios (Lecturas y Evangelio con su comentario); el Santoral del día; el Pensamiento del día; un Tema central (Tema del día, o Historia, o Tema médico); las Meditaciones breves de cada día; los Pedidos de Oración (lunes, miércoles y viernes) o Agradecimientos (domingos); el Humor (los sábados); y la nota de cierre de cada edición que este año 2024 son fragmentos de cartas del Santo Padre Pío (ya veremos qué elegir para el año próximo).
Ese es el contenido básico de “Pequeñas Semillitas” durante este año 2024. Está abierto el buzón de sugerencias para ver la opinión de los lectores. Toda sugerencia dirigirla únicamente por correo electrónico a feluzul@gmail.com
 
Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
💕 Desde Monterrey, México, llega un agradecimiento a Dios y a las personas que rezaron por los estudios y operación de Humberto José G. D., 71 años de edad, todo lo cual resultó exitoso por la mano del Señor y la mediación de la Santísima Virgen.
 
💕 Agradecimientos varios: Gregorio E., 70 años, de Italia, los estudios revelaron que no hay cáncer; Michael Iván, 59 años, de Canadá, mejorando física y anímicamente; Carmita, 81 años, mexicana en Canadá, operada del corazón con éxito; Jessica, de Lima, Perú, 55 años, enyesada en el brazo y mejorando.
 
Oremos: Bendito seas, Dios mío, porque a pesar de ser yo indigno de toda ayuda, tu generosidad e infinita bondad nunca dejan de otorgar el bien aún a los ingratos y a los que se han apartado de ti. Conviértenos a ti, para que seamos agradecidos, humildes y piadosos, pues Tú eres nuestra salud, nuestra fortaleza y nuestra salvación.
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
La historia del joven rico ha sido interpretada a veces como la expresión de los dos caminos que habría en la vida cristiana: el del laico que busca la salvación cumpliendo los mínimos, es decir: observando los mandamientos; y el de aquellos otros que aspiran a algo más, a la consagración religiosa o sacerdotal, que exige un seguimiento más radical de Cristo.
No creo que esa interpretación sea correcta, porque para todos los cristianos rigen los mismos preceptos: los mandamientos por un lado y la ley del amor por otro. No es verdad que el camino del laico sea el del aprobado y el del religioso o sacerdote el del notable o el sobresaliente. Todos estamos llamados a la misma vocación, la de la santidad. A ella vamos a llegar cuando observamos los mandamientos -los mínimos- y cuando procuramos practicar la caridad -el máximo-. La caridad, el amor, es para todos y no sólo para unos cuantos elegidos que quizá algún día veneraremos en los altares. Es para todos los bautizados igualmente válido el precepto de amar a los enemigos, de dar limosna a quien lo necesita, de consolar al que sufre, de vestir al desnudo, de acompañar al solitario, de cumplir con las propias obligaciones, de poner en las propias espaldas algo del peso ajeno para que el prójimo pueda ver aliviada su carga. No hay un camino de segunda y uno de primera. Hay un solo camino cristiano: el del amor a Dios y al prójimo. (Padre Santiago Martín)
🌸
Como dice el dicho, si la vida te trae limones, prepara limonada. 
Es sencillo y verdadero.  Sin importar cuáles son las circunstancias de nuestra vida, podemos maximizar los sucesos positivos. Y, lo que es más importante, podemos aprender de los negativos. Al reflexionar acerca del pasado, frecuentemente descubrimos con sorpresa que el limón hizo posible la delicia de la experiencia presente.
Todos los hechos de nuestra vida son hilos que tejen un patrón que se desarrolla con un propósito. Cada experiencia es igual a todas las demás. No debemos aferrarnos ni echarnos atrás ante ninguna. La suma de todas ellas es lo que nos hace ser lo que somos. Cada uno de nosotros es, por sí mismo, un mosaico. Y a pesar de ello, nuestros patrones y nuestras rutas se cruzan con un propósito. 
La esperanza de que cierta experiencia sea un elemento necesario para nuestro proyecto propicia la gratitud, incluso en el momento en que debemos beber el trago amargo. Hoy me enfrentaré a algunos limones. ¿Podré prepara limonada?
🌸
La paz es necesaria en un alma, en la familia y en el mundo, porque cuando hay paz, entonces reina Dios en el alma, en la familia y en el mundo. Y con la oración invocamos la paz y la atraemos a nosotros, a nuestra familia y al mundo entero.
Especialmente cuando rezamos el Rosario, nuestra alma se va pacificando con la repetición cadenciosa de los Padrenuestros y Avemarías, y vamos siendo envueltos por el sosiego, la calma, la paz. También al rezar la Coronilla de la Divina Misericordia, el Señor nos ha prometido que obtendremos la paz del alma.
Entonces cuando necesitemos poner en paz nuestra mente y corazón, tomemos el Rosario y comencemos a rezar, y veremos cómo en cuestión de minutos nuestro corazón alcanza la tranquilidad y la calma, y vamos tomando fuerzas y se nos va como aclarando la mente y tenemos más claridad para tomar decisiones.
Porque hay que saber que cuando tenemos el corazón turbado no conviene tomar decisiones, ya que podemos equivocarnos fácilmente. Antes comencemos a rezar, para que venga la paz a nosotros, y recién ahí dispongámonos a tomar las decisiones oportunas, bajo la influencia benéfica y pacificadora de la oración.
 
Extractos de cartas del Padre Pío
(Recopilación: P. Gianluigi Pasquale en “365 días con el Padre Pío”)
13 de octubre
Es increíble el valor que daba san Jerónimo a la lectura de los libros santos. A Salvina le recomienda que tenga siempre a mano libros devotos, porque estos son un fuerte escudo para rechazar todos los pensamientos malvados con los que es atacada la edad juvenil. A san Paulino le inculca lo mismo: «Siempre –dice él– esté en tus manos el libro sagrado que dé alimento a tu espíritu con la lectura devota». A la viuda Furia le insinúa que lea con frecuencia las sagradas escrituras y los libros de aquellos doctores, cuya doctrina es santa y sana, para que no tenga que cansarse al elegir, entre el lodo de los falsos documentos, el oro de las santas y sanas enseñanzas. A Demetria le escribe así: «Ama la lectura de las sagradas escrituras si quieres ser amada por la sabiduría divina, si quieres ser custodiada y poseída por ella. Antes, te embellecías de diversos modos –agrega aquí enseguida el santo doctor–, llevabas alhajas en el pecho, gargantillas en el cuello, joyas preciosas en las orejas. En el futuro las sagradas lecturas sean tus alhajas y tus joyas, con las que adornes tu espíritu con pensamientos santos y con afectos devotos».
(28 de julio de 1914, a Raffaelina Cerase, Ep. II, 138)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
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