domingo, 16 de enero de 2022

Pequeñas Semillitas 4878

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 17 - Número 4878 ~ Domingo 16 de Enero de 2022
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
El Evangelio de este domingo nos trae el relato de la primera manifestación pública de Jesús en las bodas de Caná.
En estos tiempos en que el matrimonio aparece tan cuestionado y con tan poca adhesión por muchas parejas de novios, es bueno meditar acerca de este sacramento.
El matrimonio nos ayuda entender la cercanía de Dios a Su pueblo. Como beneficio recíproco, Dios ha elevado el matrimonio a un nivel preeminente. Porque es asociado con Dios mismo, el matrimonio es más que un contracto o un modo legal para satisfacer el apetito sexual. Es un voto sagrado entre un hombre y una mujer para mantenerse fieles en tiempos malos y tiempos buenos. Es una entrega total de uno a otro de modo que la pareja sea familia donde se cría la prole. Es un compromiso de amor hasta el fin de la vida.
El relato del Evangelio indica a los cónyuges una vía para que el vino del amor no se acabe: ¡Invitar a Jesús a las propias bodas! Si Él está presente, siempre se le puede pedir que repita el milagro de Caná: transformar el agua en vino. El agua del acostumbramiento, de la rutina, de la frialdad, en el vino de un amor y de una alegría mejor que la inicial, como era el vino multiplicado en Caná. «Invitar a Jesús a las propias bodas» significa honrar el Evangelio en la propia casa, orar juntos, acercarse a los sacramentos, tomar parte en la vida de la Iglesia.
Que este texto de las Bodas de Caná alimente en nosotros la alegría de vivir y nos ayude a establecer con Dios y con los hermanos una relación amable y positiva, fortalezca nuestra confianza en María, la intercesora por excelencia, y purifique nuestra fe de los sensacionalismos.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Isaías 62,1-5
 
Salmo: Sal 95,1-2a.2b-3.7-8a.9-10a.c
 
Segunda Lectura: 1 Corintios 12,4-11
 
Santo Evangelio: Jn 2,1-12
En aquel tiempo, se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: «No tienen vino». Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora». Dice su madre a los sirvientes: «Haced lo que Él os diga».
Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una. Les dice Jesús: «Llenad las tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. «Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala». Ellos lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al novio y le dice: «Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora».
Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en Él sus discípulos. Después bajó a Cafarnaúm con su madre y sus hermanos y sus discípulos, pero no se quedaron allí muchos días.
 
Comentario:
Hoy, contemplamos los efectos saludables de la presencia de Jesús y de María, su Madre, en el corazón de los acontecimientos humanos, como en el caso que nos ocupa: «En aquel tiempo, se celebraron unas bodas en Caná de Galilea. Estaba allí la madre de Jesús. También fue invitado Jesús, junto con sus discípulos» (Jn 2,1-2).
Jesús y María, con una intensidad diferente, hacen presente a Dios en cualquier lugar donde estén y, donde está Dios, allí hay amor, gracia y milagro. Dios es el bien, la verdad, la belleza, la abundancia. Cuando el sol despliega sus rayos en el horizonte, la tierra se ilumina y recibe calor, y toda vida trabaja para producir su fruto. Cuando dejamos que Dios se acerque, el bien, la paz y la felicidad crecen sensiblemente en los corazones, quizás fríos o dormidos hasta entonces.
La mediación que Dios ha escogido para hacerse presente entre los hombres y comunicarse profundamente con ellos, es Jesucristo. La obra de Dios llega al corazón del mundo por la humanidad de Jesucristo y, secundariamente, por la presencia de María. Poco sabían los novios de Caná a quién habían invitado a su boda. La invitación respondía probablemente a algún vínculo de amistad o parentesco. En aquellos momentos, Jesús todavía no había hecho ningún milagro y la importancia de su persona era desconocida.
Él aceptó la invitación porque está a favor de las relaciones humanas principales y sinceras, y se sintió atraído por la honestidad y buena disposición de aquella familia. Así, Jesús hizo presente a Dios en aquella celebración familiar. Allí, «en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales» (Jn 2,11) prodigiosas y allí el Mesías «abrió el corazón de los discípulos a la fe gracias a la intervención de María, la primera creyente» (San Juan Pablo II).
Aproximémonos también nosotros a la humanidad de Jesús, tratando de conocer y amar más y de manera progresiva, su trayectoria humana, escuchando su palabra, creciendo en fe y confianza, hasta ver en Él el rostro del Padre.
* Rev. D. Enric PRAT i Jordana (Sort, Lleida, España)
 
Pensamiento del día
 
“No desprecies el recuerdo del camino recorrido.
Ello no retrasa vuestra carrera, sino que la dirige;
el que olvida el punto de partida pierde fácilmente la meta”
(San Pablo VI)
 
Predicación del Evangelio:
“El buen vino de la alianza”
Después del excelente testimonio de Juan Bautista sobre Cristo, acogemos hoy el de María. San Juan no habla de ella nada más que dos veces, sin jamás decir su nombre. Aquí como al pie de la cruz, ella se define en relación con el Mesías: es “su madre”. Contrariamente los “hermanos de Jesús” que van a rechazarlo en seguida, María reconoce en él la sabiduría de Dios.
 
Ella da testimonio empleando las palabras de Faraón que había reconocido también la sabiduría de Dios en José, el hijo de Jacob y Raquel cuando dijo a los egipcios: “Id a José, y haced lo que él os diga.” María nos invita a reconocer a su Hijo. Y si toma ella la iniciativa de la acción, es para borrarse mejor ante él, como Juan Bautista de hacerlo.
 
El contexto es de una boda en que el vino falta. La respuesta de Jesús es visiblemente su “hora”, que no vendrá hasta el capítulo 17:2 “Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo... de la gloria que tenía junto a ti antes del comienzo del mundo.” La hora de la glorificación a la que María compromete a su Hijo comprenderá ante todo una elevación de la tierra en la cruz, luego la resurrección y la subida a la derecha del Padre, y sobre todo la efusión del Espíritu, que será el testigo por excelencia del Mesías, Hijo de Dios.
 
El agua cambiada en vino anuncia ya esta hora expresando el tiempo en el que estamos. Las jarras de piedra son 6: siete menos uno, es la imagen bíblica de la imperfección. Esta agua que servía a los rituales antiguos, Jesús la cambia en vino de la alianza y de la fiesta que nos alegra (Salmo 104, 15; Jueces 9, 13) y que nos reunirá en el banquete de las naciones (Isaías 25, 6).
 
No hay ninguna duda que, en el Espíritu del redactor del cuarto evangelio, esta escena del agua cambiada en vino anuncia la última comida de Jesús, cuando cambie el vino en su sangre en la espera y la proclamación del festín definitivo, en donde beberá “un vino nuevo en el Reino de Dios” (Mc 14, 25). Si su hora no ha llegado todavía, es que vendrá; y será entonces cuando hará falta que se esté en vela para reconocer la sabiduría de Dios en él.
(P. Felipe Santos S.D.B.)
 
Poesía
¡Quédate, Señor, conmigo!
Has venido a visitarme
como Padre y como amigo.
Jesús, no me dejes solo.
¡Quédate, Señor, conmigo!
 
Por el mundo envuelto en sombras
soy errante peregrino,
dame tu luz y tu gracia.
¡Quédate, Señor, conmigo!
 
En este preciso instante
abrazado estoy contigo.
Que esta unión nunca me falle.
¡Quédate, Señor, conmigo!
 
Acompáñame en la vida
Tu presencia necesito.
Sin Ti desfallezco y caigo.
¡Quédate, Señor, conmigo!
 
Declinando está la tarde.
Voy corriendo como un río
al hondo mar de la muerte.
¡Quédate, Señor, conmigo!
 
En la pena y en el gozo
sé mi aliento mientras vivo,
hasta que muera en tus brazos.
¡Quédate, Señor, conmigo! 
(Plegaria del Padre Pío)
 
Nuevo vídeo
 
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de esta página
 
Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
Desde Córdoba, Argentina, el autor de esta humilde página (Felipe) expresa su infinito agradecimiento a Jesús, María y José (la Sagrada Familia de Nazaret) a quienes me encomendé frente a la operación de próstata que debí realizarme hace unos días. Y de los santos de esta tierra, al beato Fran Mamerto Esquiú en cuyas manos he depositado mi salud. También reciban mi más cálido agradecimiento las cientos (o tal vez miles) de personas que han rezado por mi salud frente a esta situación. Y recuerden esto: ni nos podemos imaginar cuán grande es nuestro Dios y cuánto nos ama…
 
Un minuto para volar
Enero 16
Podemos rendir culto a Dios en medio de los momentos felices, sobre todo cuando no nos escapamos de Dios para gozar, cuando logramos vivir el placer en su presencia. Si el Señor nos regala un momento para disfrutar, gocemos con un corazón creyente, que se deja amar por Él en el gozo. Él es el creador del placer, Él ama nuestra felicidad porque es nuestro Padre. Por eso se alegra con nosotros cuando podemos vivir un buen momento.
(Mons. Víctor M. Fernández)
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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1 comentario:

  1. Agradecida por la Salud de Don Felipe y porque Pequeñas Semillitas continúa... Bendiciones desde Costa Rica

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