domingo, 13 de diciembre de 2020

Pequeñas Semillitas 4529

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 15 - Número 4529 ~ Domingo 13 de Diciembre de 2020
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Es curioso cómo presenta el cuarto evangelio la figura del Bautista. Es un «hombre», sin más calificativos ni precisiones. Nada se nos dice de su origen o condición social. Él mismo sabe que no es importante. No es el Mesías, no es Elías, ni siquiera es el Profeta que todos están esperando. Solo se ve a sí mismo como «la voz que grita en el desierto: «Allanad el camino al Señor». Sin embargo, Dios lo envía como «testigo de la luz», capaz de despertar la fe de todos. Una persona que puede contagiar luz y vida. ¿Qué es ser testigo de la luz?
Se dice que el mundo actual se está convirtiendo en un «desierto», pero el testigo nos revela que algo sabe de Dios y del amor, algo sabe de la «fuente» y de cómo se calma la sed de felicidad que hay en el ser humano. La vida está llena de pequeños testigos. Son creyentes sencillos, humildes, conocidos solo en su entorno. Personas entrañablemente buenas. Viven desde la verdad y el amor. Ellos nos «allanan el camino» hacia Dios. Son lo mejor que tenemos en la Iglesia.
(P. José Antonio Pagola)
 
¡Buenos días!
La vendedora de flores
Cuando tu vida se encrespa con alguna tormenta, no pierdas el ánimo, porque hay dentro de ti fuerzas insospechadas. No olvides que nada puede acontecer antes que se ponga el sol que no parezca insignificante en el río de los siglos. Mantente sereno e imperturbable diciéndote una y otra vez: “También esto pasará”. Aquí tienes un testimonio que lo confirma.
 
Ese día la vendedora de flores sonreía más que lo habitual; su arrugado rostro resplandecía de gozo. Por un impulso le compré una de sus rosas. — Se ve usted muy feliz está mañana, le dije. — ¡Claro!, exclamó. Sobran los motivos. Aquella mujer vestía tan pobremente y se veía tan frágil, que su actitud me intrigó. — Sobrelleva sus problemas admirablemente, la elogié. Ella me explicó entonces: — Cuando crucificaron a Cristo, el Viernes Santo, fue el día más triste de la historia. Pero tres días después, él resucitó. Por eso he aprendido a esperar tres días siempre que algo me aflige. Es asombroso: las cosas siempre se arreglan de una u otra manera en ese tiempo. Seguía sonriendo al despedirse de mí. Sus palabras me vienen a la mente siempre que estoy en dificultades.
 
Repite las tres sabias palabras que nos han transmitido los antiguos, hasta que se conviertan en un hábito tan fuerte que al punto aparezcan en tu mente cuando el buen humor esté por apartarse de ti. Ellas mantendrán tu vida en equilibrio y triunfarás en medio de las adversidades: “También esto pasará” (Og Mandino). Haz la prueba.
* Enviado por el P. Natalio
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Isaías 61:1-2, 10-11
 
Salmo: Lucas 1:46-50, 53-54
 
Segunda Lectura: I Tesalonicenses 5:16-24
 
Santo Evangelio: Jn 1,6-8.19-28
Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Éste vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por Él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. Y éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron donde él desde Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle: «¿Quién eres tú?». Él confesó, y no negó; confesó: «Yo no soy el Cristo». Y le preguntaron: «¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías?». Él dijo: «No lo soy». «¿Eres tú el profeta?». Respondió: «No». Entonces le dijeron: «¿Quién eres, pues, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?». Dijo Él: «Yo soy voz del que clama en el desierto: ‘Rectificad el camino del Señor’, como dijo el profeta Isaías».
Los enviados eran fariseos. Y le preguntaron: «¿Por qué, pues, bautizas, si no eres tú el Cristo, ni Elías, ni el profeta?». Juan les respondió: «Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis, que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia». Esto ocurrió en Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
 
Comentario:
Hoy, en medio del Adviento, recibimos una invitación a la alegría y a la esperanza: «Estad siempre alegres y orad sin cesar. Dad gracias por todo» (1Tes 5,16-17). El Señor está cerca: «Hija mía, tu corazón es el cielo para Mí», le dice Jesús a santa Faustina Kowalska (y, ciertamente, el Señor lo querría repetir a cada uno de sus hijos). Es un buen momento para pensar en todo lo que Él ha hecho por nosotros y darle gracias.
La alegría es una característica esencial de la fe. Sentirse amado y salvado por Dios es un gran gozo; sabernos hermanos de Jesucristo que ha dado su vida por nosotros es el motivo principal de la alegría cristiana. Un cristiano abandonado a la tristeza tendrá una vida espiritual raquítica, no llegará a ver todo lo que Dios ha hecho por él y, por tanto, será incapaz de comunicarlo. La alegría cristiana brota de la acción de gracias, sobre todo por el amor que el Señor nos manifiesta; cada domingo lo hacemos comunitariamente al celebrar la Eucaristía.
El Evangelio nos ha presentado la figura de Juan Bautista, el precursor. Juan gozaba de gran popularidad entre el pueblo sencillo; pero, cuando le preguntan, él responde con humildad: «Yo no soy el Mesías...» (cf. Jn 1,21); «Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis, que viene detrás de mí» (Jn 1,26-27). Jesucristo es Aquél a quien esperan; Él es la Luz que ilumina el mundo. El Evangelio no es un mensaje extraño, ni una doctrina entre tantas otras, sino la Buena Nueva que llena de sentido toda vida humana, porque nos ha sido comunicada por Dios mismo que se ha hecho hombre. Todo cristiano está llamado a confesar a Jesucristo y a ser testimonio de su fe. Como discípulos de Cristo, estamos llamados a aportar el don de la luz. Más allá de esas palabras, el mejor testimonio, es y será el ejemplo de una vida fiel.
* Rev. D. Joaquim MESEGUER García (Rubí, Barcelona, España)
 
Palabras de San Juan Pablo II
“Adviento se ha de transformar para nosotros en el tiempo de la regeneración y santificación sacramental. Que la penitencia sacramental, a la que nos invita la liturgia, prepare la venida eucarística de Cristo en nuestra vida. Que Aquel que llama a la puerta de la morada interior de cada uno de nosotros reciba la invitación a entrar. Tomemos conciencia de que la realidad mesiánica no es sólo la comunión de vida con el Dios de la Alianza, sino el habitar de Dios mismo en el interior de los hombres. El Adviento nos da para que nos preguntemos, en el interior de nuestra conciencia, cuál es nuestra respuesta”
 
Predicación del Evangelio:
¡Estemos alegres!
En estos días, ya cercanos a la Navidad, hay muchas cosas que nos invitan a la alegría. Y está muy bien. Desgraciadamente muchos se quedan sólo en la parte externa, material. Y, como son cosas pasajeras y a veces muy deficientes, la alegría se deshace como un pedazo de hielo puesto al calor del sol. En este domingo 3º de Adviento la Iglesia quiere que en la misma liturgia resuene la palabra alegría. Hoy lo vemos un poco en las tres lecturas. En la primera sentimos al profeta Isaías que invita a la esperanza alegre, a pesar de que el pueblo está en el destierro, porque Dios, que es nuestro creador, no puede querer en definitiva el mal, sino la alegría, para la cual debemos colaborar con el arrepentimiento y el acercarnos al Señor.
 
San Pablo en la segunda lectura es más explícito y nos dice: “Estad siempre alegres”. A veces nos empeñamos en creer que Dios quiere el mal para nosotros. Es necesario que afiancemos nuestra fe en Dios, que es nuestro Creador bondadoso y que por lo tanto desea siempre nuestro bien y nuestra felicidad. Este mundo es imperfecto, porque es de paso, y hay dificultades, que son para todos, buenos y malos; pero para el que está con Dios, en todo sabe hallar la alegría de corazón, aunque sepa que la perfección de la felicidad estará en la vida futura. Pero si se busca la alegría por caminos que no llevan a Dios, al final sólo se halla la infelicidad y la tristeza. La experiencia de las personas entregadas a Dios nos dice que el hecho de conocer a Cristo y vivir con Él es una fuente continua de alegría. Ello requiere diálogos con Dios Padre, o con Cristo, que nos espera en la Eucaristía.
 
La tristeza nace del egoísmo, de buscar compensaciones materiales, que muchas veces no llegan. La alegría es verdadera, cuando uno procura hacer alegres a los demás. Este es uno de los grandes mensajes de Navidad. La alegría perfecta es un don de Dios; por eso hay que estar en continua acción de gracias. Como salmo responsorial de este día, nos presenta el “Magnificat” de la Santísima Virgen. Ella siente su alma desbordar de gozo, que quiere transmitir a su prima Isabel, y ante ella proclama la grandeza del Señor. En ese momento se siente agradecida y humilde.
 
Esta virtud de la humildad aparece, para nuestro ejemplo, en la figura de San Juan Bautista, que hoy nos trae el evangelio. Juan no era la luz, sino que daba testimonio de la luz. Fueron gentes importantes a preguntarle quién era y él declaró que no era un profeta, aunque su misión era hablar a favor de otro. Para esto se requiere mucha humildad o conocimiento de la realidad. Tanta humildad, que afirmaba no ser digno ni de “desatar la sandalia del Mesías”. Su mensaje era: “Preparad el camino”. Hoy, en las vísperas de la Navidad, también nos dice a nosotros que preparemos el camino. Para ello debemos estar en una especie de “desierto”, que significa un cierto silencio en nuestro interior. Hay muchos que en estos días navideños sólo quieren mucho ruido, mucha bulla externa; pero con ello no dejan que penetre el mensaje de Jesús.
 
San Juan se parecía a los motoristas que van por delante de una carrera ciclista anunciando que la carrera ya viene. A la gente no le interesa mirar a los motoristas, sino sólo saber que ya vienen los ciclistas, que es lo que quieren ver. Así a veces nos quedamos sólo con los festejos externos de la Navidad y no atendemos para nada a aquel que realmente festejamos en la Navidad, que es Jesús, Dios hecho hombre.
 
Es lo que les decía el Bautista a aquellos sacerdotes y levitas: “En medio de vosotros hay uno que no conocéis”. ¡Cuántas veces se puede decir esto a muchos cristianos en la Navidad! En medio de tanto ruido y gasto no conocen al Redentor. Nos empeñamos a veces en ver tinieblas donde hay luz y esplendor. La Navidad es el mensaje de Dios, que se hace hombre por amor. Dios muestra su compasión y misericordia y nos enseña que, a pesar de los sufrimientos de esta vida, su mensaje es de optimismo y alegría para los que están dispuestos a acogerle en su corazón.
 
(P. Silverio Velasco)
 
Poesía
Un pedido a San José
 
San José te suplicamos
Que nos vengas a ayudar
Mi Patria está en peligro
¡El mal pretende reinar!
 
Vos que cuidaste al Niño
Y lo pudiste acunar
Que lo llevaste a Egipto
Cuando lo querían matar.
 
Ayúdanos en tu año
Con tu poderosa intercesión
Guía a la Patria de todos
¡Con tu vara y tu bastón!
 
Que triunfe otra vez la Vida
Que vuelva a reinar la Paz
Que todos juntos cantemos
¡Unidos en Navidad!
 
(Desconozco el autor)
 
Nuevo vídeo
 
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de esta página:
 
Agradecimientos 
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
 Desde Buenos Aires, Argentina, llega el agradecimiento a Dios y a quienes elevaron oraciones para Marcelo, 51 años, operado de cáncer de lengua, ya en su casa en período de recuperación. Que Dios lo siga acompañando en este tiempo de convalecencia.
 
Desde Olavarría, Argentina, agradecen a Dios y a los que rezaron por María Eugenia, 37 años, que fue operada hace unos poquitos días de fibromatosis uterina, y que por la gracia del Señor ya está en su casa cursando un buen pos operatorio.
 
Desde Chile, Sylvia agradece a la infinita misericordia de Dios por los buenos resultados de sus últimos estudios oncológicos, mientras continúa realizando el tratamiento específico de inmunoterapia por melanoma. 

♡ Desde Buenos Aires, Argentina, Cecilia Claudia nos escribe para agradecer a Dios por el don de la vida y la salud de toda su familia (esposo, hijos, nieta), en medio de la pandemia, y a pesar de las dificultades laborales.
 
Meditaciones de Adviento
Contemplando la santa Iglesia este gran misterio y este gran prodigio de aparecer un Dios nacido en un establo, toda admirada exclama: ¡Oh grande misterio, y admirable Sacramento! que los animales viesen al Señor nacido recostado en un pesebre.
Para contemplar con ternura y amor el nacimiento de Jesús, debemos pedir al Señor que nos dé una fe viva; porque si entramos sin fe en la gruta de Belén, no experimentaremos más que un afecto de compasión, al ver un niño reducido a un estado tan pobre, que naciendo en el corazón de invierno, es reclinado en un pesebre de bestias, sin fuego y en medio de una fría cueva.
Pero si entramos con fe, y vamos considerando qué exceso de bondad y de amor ha sido el que un Dios haya querido reducirse a comparecer pequeñito infante, estrechando entre las fajas, colocado sobre la paja, que gime, que tiembla de frío, que no puede moverse, que tiene necesidad de leche para vivir, ¿cómo es posible que cada uno de nosotros no se sienta atraído, y dulcemente obligado a dar todos sus afectos a este Dios niño, que se ha reducido a tal estado para hacerse amar?  Dice San Lucas, que los pastores después de haber visitado a Jesús en el establo, se volvieron glorificando y loando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto.
¿Qué habían visto? No otro que un pobrecito niñito tiritando de frio, sobre unas pocas pajas; mas por cuanto estaban iluminados de la fe, reconocieron en aquel infante el exceso del amor divino; del cual inflamados iban después alabando y glorificando a Dios en la contemplación de haber tenido la suerte de ver un Dios anonadado y desmayado por amor de los hombres.
(San Alfonso María de Ligorio)
 
¡Hasta mañana! con Madre Teresa
Diciembre 13
Todo mi tiempo pertenece a los demás, porque al dedicarme con todo mi corazón a los que sufren, es a Jesús a quien sirvo en su rostro desfigurado, pues el mismo dijo: “Lo hiciste por mí...”.
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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