domingo, 19 de octubre de 2025

Pequeñas Semillitas 6135

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 20 - Número 6135 ~ Domingo 19 de Octubre de 2025
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
El problema para las personas que solemos orar es que raramente vemos el resultado: pedimos salud y seguimos encontrándonos mal; pedimos trabajo y no lo encontramos; pedimos un buen viaje y nos resulta lleno de dificultades; oramos para que aquella persona enderece sus pasos y la vemos a diario más extraviada. Y así, por el estilo, de muchas otras cosas. Es cuando nos sorprendemos pensando que Dios se hace el sordo, convirtiéndose su aparente silencio en una grave tentación para nosotros. ¿Por qué he de seguir orando, si de todas maneras, nunca saco nada en claro?
Para ayudarnos a superar este embrollo, Jesús nos propone la parábola de un juez sin entrañas de misericordia que no quería hacer justicia a una mujer viuda y desamparada. Aquella mujer, no teniendo a otro a quien acudir, no cesaba de ir a su encuentro pidiéndole que le hiciera justicia. Tanta fue la reiteración de la mujer que, cansado de verla y oírla, el juez dijo: Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara. Y termina Jesús diciendo: Dios ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche? (…) Os digo que les hará justicia sin tardar.
(Mons. Enric Prat)
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
- DOMINGO 29 DEL TIEMPO ORDINARIO -
Primera Lectura: Éxodo 17, 8-13
 
Salmo: Sal 120, 1-2. 3-4. 5-6. 7-8
 
Segunda Lectura: 2 Timoteo 3, 14–4, 2
 
Santo Evangelio: Lc 18,1-8
En aquel tiempo, Jesús les decía una parábola para inculcarles que es preciso orar siempre sin desfallecer. «Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: ‘¡Hazme justicia contra mi adversario!’. Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme’».
Dijo, pues, el Señor: «Oíd lo que dice el juez injusto; y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar? Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?».
 
Comentario:
Hoy, Jesús nos recuerda que «es preciso orar siempre sin desfallecer» (Lc 18,1). Enseña con sus obras y con las palabras. San Lucas se nos presenta como el evangelista de la oración de Jesús. Efectivamente, en algunas de las escenas de la vida del Señor, que los autores inspirados de la Escritura Santa nos transmiten, es únicamente Lucas quien nos lo muestra rezando.
En el Bautismo en el Jordán, en la elección de los Doce y en la Transfiguración. Cuando un discípulo le pidió «Señor, enséñanos a orar» (Lc 11,1), de sus labios salió el Padrenuestro. Cuando anuncia las negaciones a Pedro: «Yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca» (Lc 22,32). En la crucifixión: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34). Cuando muere en la Cruz: «Padre, en tus manos pongo mi espíritu». El Señor mismo es modelo de la oración de petición, especialmente en Getsemaní, según la descripción de todos los evangelistas.
—Puedo ir concretando cómo elevaré el corazón a Dios en las distintas actividades, porque no es lo mismo hacer un trabajo intelectual que manual; estar en la iglesia que en el campo de deportes o en casa; conducir por la ciudad que por la autopista; no es lo mismo la oración de petición que el agradecimiento; o la adoración que pedir perdón; de buena mañana que cuando llevamos todo el cansancio del día. San Josemaría Escrivá nos da una receta para la oración de petición: «Más consigue aquel que importuna más de cerca... Por tanto, acércate a Dios: esfuérzate por ser santo».
Santa María es modelo de oración, también de petición. En Caná de Galilea es capaz de avanzar la hora de Jesús, la hora de los milagros, con su petición, llena de amor por aquellos esposos y llena de confianza en su Hijo.
*  Rev. D. Pere CALMELL i Turet (Barcelona, España) © Textos de Evangeli.net 
 
Palabras del Santo Padre Pío 
«Mi pasado, Señor,
lo confío a tu misericordia,
mi presente a tu amor,
y mi futuro a tu providencia»
 
Predicación del Evangelio:
Orar siempre con fe
La parábola es breve y se entiende bien. Ocupan la escena dos personajes que viven en la misma ciudad. Un «juez» al que le faltan dos actitudes consideradas básicas en Israel para ser humano. «No teme a Dios» y «no le importan las personas». Es un hombre sordo a la voz de Dios e indiferente al sufrimiento de los oprimidos.
 
La «viuda» es una mujer sola, privada de un esposo que la proteja y sin apoyo social alguno. En la tradición bíblica, estas «viudas» son, junto con los huérfanos y los extranjeros, el símbolo de las gentes más indefensas. Los más pobres de los pobres.
 
La mujer no puede hacer otra cosa sino presionar, moverse una y otra vez para reclamar sus derechos, sin resignarse a los abusos de su «adversario». Toda su vida se convierte en un grito: «Hazme justicia».
 
Durante un tiempo, el juez no reacciona. No se deja conmover; no quiere atender aquel grito incesante. Después reflexiona y decide actuar. No por compasión ni por justicia. Sencillamente para evitarse molestias y para que las cosas no vayan a más.
 
Si un juez tan mezquino y egoísta termina haciendo justicia a esta viuda, Dios, que es un Padre compasivo, atento a los más indefensos, «¿no hará justicia a sus elegidos, que le gritan día y noche?».
 
La parábola encierra antes que nada un mensaje de confianza. Los pobres no están abandonados a su suerte. Dios no es sordo a sus gritos. Está permitida la esperanza. Su intervención final es segura. Pero ¿no tarda demasiado?
 
De ahí la pregunta inquietante del evangelio. Hemos de confiar; hemos de invocar a Dios de manera incesante y sin desanimarnos; hemos de «gritarle» que haga justicia a los que nadie defiende. Pero, «cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?».
 
¿Es nuestra oración un grito a Dios pidiendo justicia para los pobres del mundo o la hemos sustituido por otra, llena de nuestro propio yo? ¿Resuena en nuestra liturgia el clamor de los que sufren o nuestro deseo de un bienestar siempre mejor y más seguro?
.
(P. José Antonio Pagola - Imagen de YouTube)
 
Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
💕 Elevamos una oración de agradecimiento a Dios por la devolución de los 20 rehenes vivos que el grupo terrorista islámico Hamas había secuestrado en Israel hace dos años, y seguimos rezando para que la paz en esa castigada región se mantenga.
 
💕 Desde Córdoba, Argentina, damos gracias a Dios por la exitosa cirugía realizada a Sergio F. por tumor de riñón. Oramos para que su salud siga mejorando por completo.
 
💕 Desde Villa Fontana, provincia de Córdoba, la familia de Diego Eduardo Prialis, agradece a Dios, a Jesús Misericordioso y nuestra amada Madre, por sus 54 años cumplidos el pasado 13 de octubre. Para todos ellos pedimos salud y bienestar.
 
💕 Desde Córdoba, Argentina, la familia de Marcos B. (47 años) agradece a Dios y al Cura Brochero por su intercesión, por la recuperación que está experimentando de sus graves problemas de salud después de haber estado en terapia intensiva, intubado y con sepsis. Sigue ahora en habitación común y continuamos rezando por él.
 
💕 Desde Buenos Aires, Argentina, Cecilia Claudia B. agradece al Señor por su tratamiento para el Párkinson y por la protección divina en su viaje de regreso a dicha ciudad.
 
Oremos: Bendito seas, Dios mío, porque a pesar de ser yo indigno de toda ayuda, tu generosidad e infinita bondad nunca dejan de otorgar el bien aún a los ingratos y a los que se han apartado de ti. Conviértenos a ti, para que seamos agradecidos, humildes y piadosos, pues Tú eres nuestra salud, nuestra fortaleza y nuestra salvación.
 
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Meditación Dominical del P. Santiago Martín 
La mejor prueba del grado de interés que tenemos en algo es la perseverancia que ponemos en conseguirlo. Si al primer fracaso dejamos de luchar por lo que pretendíamos, es que no nos importaba demasiado. En cambio, cuando algo nos preocupa de verdad, insistimos hasta que lo logramos o hasta que vemos que es absolutamente imposible. Si eso hacemos con las cosas del mundo, ¿por qué no hacemos lo mismo con las cosas de Dios? ¿Pedimos al Señor, con la misma intensidad, la santidad que el trabajo, la superación de nuestros defectos que el éxito en los estudios? Decimos que queremos amarle, y es verdad, pero en la práctica no le dedicamos el mismo interés que a nuestro trabajo, a nuestros amigos o a la diversión y el descanso. Insistamos, pues, en pedirle al Señor la santidad y en poner los medios para conseguirla. Esa insistencia será una prueba de que queremos ser santos, a la vez que un acto de confianza en Dios y en que Él tiene la fuerza para conseguir un milagro tan grande.
Por otro lado, la insistencia tiene que ser humilde, sabiendo que estamos pidiendo un favor y no reclamando un derecho, pues de lo contrario lo único que conseguiremos con nuestra soberbia es ofender a aquel al que pedimos ayuda, en este caso a Dios.
(Padre Santiago Martín fm)
 
Un año con María
Octubre 19: Tu conversión
Creo que hoy nos toca enfrentar como Iglesia la divergencia entre asistentes y discípulos. Creo que hoy tenemos muchos católicos no cristianos, es decir, tenemos gente de cultura cristiana, gente que asiste al templo y que pertenece a grupos e instituciones católicas, pero que no tienen una entrega total a Cristo. Entonces, en vez de hacer una opción de vida por Cristo, hemos tomado a Cristo para nuestro mundo. El mundo del consumismo, el egoísmo, el vivir sólo para mí. Hoy se nos vuelve a invitar a una transformación total que se da desde la conversión, desde el encuentro con Él. Pídele a María esta gracia.
(PADRE LUIS ZAZANO)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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