domingo, 29 de junio de 2025

Pequeñas Semillitas 6025

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 20 - Número 6025 ~ Domingo 29 de Junio de 2025
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
¿Quién sino Cristo podría haber unido a dos personas más diferentes que Pedro y Pablo? Aunque eran muy diferentes, ambos creyeron en Cristo y entregaron su vida a su servicio. Jesús transformó sus vidas. Si Pedro no lo hubiera conocido, probablemente habría seguido pescando para ganarse la vida. Pablo habría seguido siendo un fariseo devoto, decidido a perseguir a los cristianos. Pero en el camino a Damasco, tuvo un profundo encuentro espiritual con Cristo.
Pedro y Pablo, tan diferentes en trasfondo y temperamento, conocieron a Jesús y respondieron con fe. Ese encuentro cambió sus vidas por completo. Se entregaron con confianza al plan de Dios. Hoy, en lugar de simplemente admirarlos, podríamos orar por un compromiso más profundo con vidas que reflejen, como las suyas, al Mesías al que sirvieron.
En este domingo celebramos el día del Papa, la solemnidad de san Pedro y san Pablo. Ha sido Nuestro Señor el que ha puesto a Pedro para apacentar su rebaño con estas palabras tan graves, solemnes y contundentes: «Y yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella» (Mt 16,18). Jesús nombra a Pedro como máximo responsable de su Iglesia y le da el poder de interpretar auténticamente la ley divina, es la cabeza de los Apóstoles. El Papa es el Vicario de Cristo y tenemos que quererlo y escucharlo, porque en su voz estamos escuchando al «dulce Cristo en la tierra», como llamaba santa Catalina de Siena al Papa.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
- SOLEMNIDAD DE SAN PEDRO Y SAN PABLO -
Primera Lectura: Hechos 12, 1-11
 
Salmo: Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9
 
Segunda Lectura: 2 Timoteo 4, 6-8. 17-18
 
Santo Evangelio: Mt 16,13-19
En aquel tiempo, llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?». Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Díceles Él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».
 
Comentario:
Hoy celebramos la solemnidad de San Pedro y San Pablo, los cuales fueron fundamentos de la Iglesia primitiva y, por tanto, de nuestra fe cristiana. Apóstoles del Señor, testigos de la primera hora, vivieron aquellos momentos iniciales de expansión de la Iglesia y sellaron con su sangre la fidelidad a Jesús. Ojalá que nosotros, cristianos del siglo XXI, sepamos ser testigos creíbles del amor de Dios en medio de los hombres tal como lo fueron los dos Apóstoles y como lo han sido tantos y tantos de nuestros conciudadanos.
Recordamos que en una de las primeras intervenciones del Papa Francisco, dirigiéndose a los cardenales, les dijo que hemos de «caminar, edificar y confesar». Es decir, hemos de avanzar en nuestro camino de la vida, edificando a la Iglesia y confesando al Señor. El Papa advirtió: «Podemos caminar tanto como queramos, podemos edificar muchas cosas, pero si no confesamos a Jesucristo, alguna cosa no funciona. Acabaremos siendo una ONG asistencial, pero no la Iglesia, esposa del Señor».
Hemos escuchado en el Evangelio de la misa un hecho central para la vida de Pedro y de la Iglesia. Jesús pide a aquel pescador de Galilea un acto de fe en su condición divina y Pedro no duda en afirmar: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16). Inmediatamente, Jesús instituye el Primado, diciendo a Pedro que será la roca firme sobre la cual se edificará la Iglesia a lo largo de los tiempos (cf. Mt 16,18) y dándole el poder de las llaves, la potestad suprema.
Aunque Pedro y sus sucesores están asistidos por la fuerza del Espíritu Santo, necesitan igualmente de nuestra oración, porque la misión que tienen es de gran trascendencia para la vida de la Iglesia: han de ser fundamento seguro para todos los cristianos a lo largo de los tiempos; por tanto, cada día nosotros hemos de rezar también por el Santo Padre, por su persona y por sus intenciones.
* Mons. Jaume PUJOL i Balcells, Arzobispo Emérito de Tarragona (Tarragona, España) © Textos de Evangeli.net
 
Santoral Católico:
San Pedro y San Pablo
🌻 SAN PEDRO, Príncipe de los Apóstoles, es Simón, a quien Jesús cambió el nombre por el de «Cefas» o Pedro. Era de Betsaida, aldea marinera situada a la ribera del mar de Galilea, donde ejercía el oficio de pescador junto con su padre y su hermano Andrés, también apóstol. Fue éste quien lo llevó a Jesús, el cual les dijo: «Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres». Estaba casado y tenía un carácter noble, franco y vehemente, como puso de manifiesto en repetidas ocasiones. Estando por Cesarea de Filipo, a preguntas de Jesús, Pedro le respondió: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo», y el Maestro le prometió entonces el Primado: «Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia». Pedro, en la noche más negra de la historia, negó por tres veces a Jesús; pero enseguida lloró su pecado, volvió al grupo y corrió la mañana de la Resurrección al sepulcro de Cristo, quien, cuando se les apareció más tarde en Galilea, le otorgó el Primado: «Apacienta mis ovejas». Después de Pentecostés, ejerció su apostolado en Jerusalén, Antioquía de Siria y luego en Roma como primer obispo de la misma. Allí fue crucificado, cabeza abajo como los esclavos, durante la persecución de Nerón, el año 64.
Oración: Señor, Dios nuestro, tú que entregaste a la Iglesia las primicias de tu obra de salvación, mediante el ministerio apostólico de san Pedro y san Pablo, concédenos, por su intercesión y sus méritos, los auxilios necesarios para nuestra salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
 
🌻 SAN PABLO, Apóstol de los gentiles, nació en Tarso (Turquía) y estudió en la escuela de Gamaliel en Jerusalén. Ferviente fariseo, presenció y aprobó el martirio de san Esteban y, llevado de su celo por la ley mosaica, persiguió a los cristianos. Convertido a Cristo en el camino de Damasco, hecho que celebramos el 25 de enero, se retiró al desierto y más tarde visitó a los Apóstoles y se incorporó a la comunidad cristiana. Con algunos compañeros recorrió, en tres largos viajes, amplias regiones de Asia Menor y Europa Oriental fundando numerosas comunidades cristianas. Su acción fue esencial para la extensión de la Iglesia a todas las gentes, más allá del pueblo judío. Sus cartas a las iglesias locales son alimento sustancial del que se nutre la Iglesia en todos los tiempos. Acusado de traicionar la Tradición de sus mayores, los judíos lo entregaron a la autoridad romana para acabar con él, pero Pablo, ciudadano romano, apeló al César, y fue trasladado a Roma. Allí permaneció dos años evangelizando con libertad, hasta que el año 67, durante la persecución de Nerón, fue decapitado en la Vía Ostiense.
Oración: Señor, tú que nos llenas de santa alegría en la celebración de la fiesta de san Pedro y san Pablo, haz que tu Iglesia se mantenga siempre fiel a las enseñanzas de aquellos que fueron fundamento de nuestra fe cristiana. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
 
Para más información hacer clic acá.
(Directorio Franciscano – ACI Prensa – Catholic.net)
 
Pensamientos del día
«Ámense constantemente los unos a los otros con un corazón puro, como quienes han sido engendrados de nuevo, no por un germen corruptible, sino incorruptible: la Palabra de Dios, es viva y eterna. Porque toda carne es como hierba y toda su gloria como flor del campo: la hierba se seca y su flor se marchita, pero la Palabra del Señor permanece para siempre»
(SAN PEDRO)
 
«Yo sé bien en quién tengo puesta mi fe, y estoy convencido de que es poderoso para guardar mi depósito hasta aquel día, es decir, hasta el día definitivo. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece… ¡Ay de mí si no evangelizase!»
(SAN PABLO)
 
Predicación del Evangelio:
San Pedro y San Pablo
Celebramos hoy la fiesta de San Pedro y San Pablo, dos personas ordinarias transformadas en personas extraordinarias por la gracia de Dios. Pedro y Pablo forjaron los principios básicos por los que aún vivimos hoy los católicos. Pedro, el apóstol de los judíos, y Pablo, el apóstol de los gentiles, son el cimiento y el principio de la Iglesia. 
 
Como honramos y celebramos a nuestros héroes civiles: presidentes, generales, poetas, estrellas del cine y del deporte… Nosotros celebramos también esos hombres y mujeres que fueron fieles a Jesucristo y trabajaron incansablemente por darlo a conocer por todo el mundo. Pedro y Pablo son el número uno en esa larga lista de hombres y mujeres que vivieron en la amistad del Señor. 
 
Predicar sobre Pedro y Pablo es predicar sobre la Iglesia. La Iglesia es como un gigantesco iceberg viajando por el mar. Lo que vemos, la punta del iceberg, no es nada comparado con lo que las aguas guardan y esconden. 
 
Lo que vemos cada día con nuestros ojos es la institución externa: obispos, sacerdotes, feligreses, templos, titulares en los periódicos, ustedes y yo haciendo el trabajo de Cristo, pero venimos aquí para ver con los ojos de la fe el misterio interior de la presencia escondida de Cristo, para edificar nuestras vidas sobre el único y verdadero cimiento que es Cristo. 
 
La Iglesia ha conocido la gloria durante los dos mil últimos años. Y es verdad que también ha conocido la vergüenza, tiempos de persecución y de corrupción. Y no es ningún secreto que en estos últimos tiempos los escándalos la han sacudido violentamente. Para mucha gente la Iglesia es lo que leen en la prensa. Y ésta ha saciado su hambre de escándalos y excesos con total profusión. 
 
Lo que siempre devuelve a la Iglesia la estabilidad y la renovación es la vuelta a lo básico: la vuelta a Pedro y Pablo, lo que ellos aprendieron de Jesucristo y nos entregaron. 
 
La pregunta más importante que Pedro tuvo que contestar a lo largo de su vida fue la pregunta eterna: “¿Quién dice la gente que soy yo?”  “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios Vivo”.  Desde entonces hay una conexión entre Jesucristo y la iglesia, entre Jesucristo y Pedro, entre Jesucristo y los doce apóstoles y todos nosotros. 
 
La identidad de la Iglesia está enraizada en la confesión de Jesucristo como el Hijo del Dios viviente. Y estamos aquí para hacer la misma profesión de fe y así conectarnos con la parte escondida del iceberg: Jesucristo. 
 
Pablo nos invita hoy, a pesar de todo, a competir bien, a completar la carrera, a guardar la fe en Jesucristo. 
 
En esta fiesta de Pedro y Pablo tenemos que reconocer que hay muchas cosas buenas en la Iglesia: muchas vidas heroicas, oración profunda, servicio generoso, hermosas tradiciones… 
 
¿Una Iglesia atormentada? Sí. ¿Escándalos? Sí. Esa es la parte triste de la punta del iceberg. Pero debajo, en lo profundo, hay una Iglesia con vida, con perdón, con buenas noticias, una Iglesia orante. La Iglesia de Pedro y Pablo está herida y siempre lo ha estado, incluso en tiempo de los apóstoles, pero está viva y luchando por hacer el bien a todos. 
 
El Cristo por el que Pedro y Pablo dieron sus vidas sigue animando y fortaleciendo a todos los creyentes de hoy. 
(P. Félix Jiménez Tutor – Imagen: Misioneros Digitales Católicos)
 
Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
💕 Desde Córdoba, Argentina, agradecen a Dios y a las personas que rezaron por la salud de María Dolores U., que luego de un evento cardíaco ha sido intervenida con colocación de stent en una de sus arterias coronarias y ya salió de Unidad Coronaria. En un mes aproximadamente le harán otra intervención similar. Damos gracias a Dios y seguiremos rezando por ella.
 
Oremos: Bendito seas, Dios mío, porque a pesar de ser yo indigno de toda ayuda, tu generosidad e infinita bondad nunca dejan de otorgar el bien aún a los ingratos y a los que se han apartado de ti. Conviértenos a ti, para que seamos agradecidos, humildes y piadosos, pues Tú eres nuestra salud, nuestra fortaleza y nuestra salvación.
 
Meditación dominical del P. Santiago Martín
El triple interrogatorio que el Señor le hace a San Pedro es una oportunidad que le da al apóstol para desdecirse de la triple negación en la noche del Jueves Santo. Pero lo más importante es que Jesús le pregunta por su amor, y no por su fe. Podía hacer dicho: “Simón, tienes fe en mí” y, en cambio, le pregunta si le ama. El Señor ya sabe que San Pedro tiene fe, porque esta escena ocurre después de la resurrección. También sabe que le quiere, pero es necesario no sólo que se lo diga, sino también que entienda que la tarea que le ha encargado al nombrarle su vicario está ligada a ese amor. Se podría trabajar en la evangelización, como se trabaja en una empresa, sin tener ningún afecto hacia esa empresa -en este caso, sin afecto o con un afecto mínimo hacia Dios-. Pero el Señor no quiere eso de sus evangelizadores. No quiere, ante todo, su tiempo, su esfuerzo, su preparación y sus cualidades; quiere, en primer lugar, su amor. El sólo va a pedir ayuda a los que son sus amigos, a los que le aman, porque sabe que sólo de ellos se puede fiar, sólo ellos serán buenos colaboradores suyos, colaboradores del Buen Pastor.
Hay además otra enseñanza. Jesús no le dice a Pedro: “apacienta tus ovejas”, sino “apacienta mis ovejas”. Él y sólo Él es el dueño del rebaño. Ni Pedro, ni el Papa, ni el obispo, ni el sacerdote, ni el catequista, ni siquiera el padre o la madre, son dueños de los hijos de Dios. Nosotros somos meros cuidadores de esos hijos y debemos hacerlo siendo conscientes de que no nos pertenecen, sino que son propiedad de Dios. Por eso, porque son de Dios, tenemos que cuidarles como Dios quiere, tenemos que enseñarles lo que Dios quiere que les enseñemos y no nuestras opiniones particulares. Porque amamos, evangelizamos y porque amamos, lo hacemos como Dios quiere que lo hagamos.
 
Un año con María
Junio 29: Convertir tu lugar
Jacob tuvo que escapar luego de arrebatar con engaños la bendición que correspondía a Esaú. En ese camino, una noche tuvo un sueño en Maquom, que en hebreo significa lugar. En ese lugar Dios empieza a  hablarle y le presenta una esperanza en su vida, le muestra que no lo abandonará y le promete que lo llevará algún día a su casa.
Jacob fue desleal y, sin embargo, Dios lo habla. Hay personas que viven en la culpa y se aíslan porque no quieren asumir que hay una oportunidad de redención. Si has lastimado a alguien en el pasado, puedes convertir tu maquom, en la puerta del cielo.
(PADRE LUIS ZAZANO)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
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