domingo, 22 de junio de 2025

Pequeñas Semillitas 6018

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 20 - Número 6018 ~ Domingo 22 de Junio de 2025
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
En esta SOLEMNIDAD DEL CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO, en el ciclo C de los Evangelios, Lucas nos relata el milagro de la multiplicación de los panes. Este milagro es como la anticipación de lo que será el Pan eucarístico en la vida de las comunidades. Por eso el relato del milagro tiene profundas afinidades con una celebración litúrgica.
Las multitudes seguían a Jesús porque su Palabra respondía a sus interrogantes más hondos y en Él encontraban el sentido de sus vidas. Jesús se conmueve ante esta multitud que lo escuchaba con devoción y que no tenía cómo alimentarse. Entonces el Señor realiza el milagro de dar de comer a unas cinco mil personas a partir de cinco panes y dos pescados. El evangelista nos cuenta que después de quedar satisfechos todos los presentes, sobraron doce canastos de pan.
Este relato contiene, entre líneas, un mensaje eucarístico: el Pan que nos ofrece el Señor, que es el Pan de la Palabra y el Pan Eucarístico, satisface nuestras necesidades más profundas. Es el Pan que da la Vida eterna.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
- SOLEMNIDAD DE CORPUS CHRISTI -
Primera Lectura: Génesis 14, 18-20
 
Salmo: Sal 109, 1. 2. 3. 4
 
Segunda Lectura: 1 Corintios 11, 23-26
 
Santo Evangelio: Lc 9,11b-17
En aquel tiempo, Jesús les hablaba acerca del Reino de Dios, y curaba a los que tenían necesidad de ser curados. Pero el día había comenzado a declinar, y acercándose los Doce, le dijeron: «Despide a la gente para que vayan a los pueblos y aldeas del contorno y busquen alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar deshabitado». Él les dijo: «Dadles vosotros de comer». Pero ellos respondieron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente».
Pues había como cinco mil hombres. Él dijo a sus discípulos: «Haced que se acomoden por grupos de unos cincuenta». Hicieron acomodarse a todos. Tomó entonces los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición y los partió, y los iba dando a los discípulos para que los fueran sirviendo a la gente. Comieron todos hasta saciarse. Se recogieron los trozos que les habían sobrado: doce canastos.
 
Comentario:
Hoy es el día más grande para el corazón de un cristiano, porque la Iglesia, después de festejar el Jueves Santo la institución de la Eucaristía, busca ahora la exaltación de este augusto Sacramento, tratando de que todos lo adoremos ilimitadamente. «Quantum potes, tantum aude...», «atrévete todo lo que puedas»: ésta es la invitación que nos hace santo Tomás de Aquino en un maravilloso himno de alabanza a la Eucaristía. Y esta invitación resume admirablemente cuáles tienen que ser los sentimientos de nuestro corazón ante la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Todo lo que podamos hacer es poco para intentar corresponder a una entrega tan humilde, tan escondida, tan impresionante. El Creador de cielos y tierra se esconde en las especies sacramentales y se nos ofrece como alimento de nuestras almas. Es el pan de los ángeles y el alimento de los que estamos en camino. Y es un pan que se nos da en abundancia, como se distribuyó sin tasa el pan milagrosamente multiplicado por Jesús para evitar el desfallecimiento de los que le seguían: «Comieron todos hasta saciarse. Se recogieron los trozos que les habían sobrado: doce canastos» (Lc 9,17).
Ante esa sobreabundancia de amor, debería ser imposible una respuesta remisa. Una mirada de fe, atenta y profunda, a este divino Sacramento, deja paso necesariamente a una oración agradecida y a un encendimiento del corazón. San Josemaría solía hacerse eco en su predicación de las palabras que un anciano y piadoso prelado dirigía a sus sacerdotes: «Tratádmelo bien».
Un rápido examen de conciencia nos ayudará a advertir qué debemos hacer para tratar con más delicadeza a Jesús Sacramentado: la limpieza de nuestra alma —siempre debe estar en gracia para recibirle—, la corrección en el modo de vestir —como señal exterior de amor y reverencia—, la frecuencia con la que nos acercamos a recibirlo, las veces que vamos a visitarlo en el Sagrario... Deberían ser incontables los detalles con el Señor en la Eucaristía. Luchemos por recibir y por tratar a Jesús Sacramentado con la pureza, humildad y devoción de su Santísima Madre, con el espíritu y fervor de los santos.
* Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España) © Textos de Evangeli.net 
 
Palabras de San Juan Pablo II
«La Eucaristía es el sacramento de la ocultación más profunda de Dios bajo las especies en el hombre, sacramento de salida al mundo y entrada entre los hombres (…) La Eucaristía es el triunfo del amor sobre el odio. Cada Eucaristía es más fuerte que todo el mal del mundo, es una realización de la redención y reconciliación cada vez más profunda de la humanidad con Dios (…) La Eucaristía es el sacramento de la continua cercanía salvadora del Señor resucitado»
 
Predicación del Evangelio:
Denles ustedes de comer
Hoy es la fiesta del Corpus o de la Eucaristía. Decir Eucaristía es decir algo importantísimo y central en nuestra religión. Se llama del “Corpus” o “del Cuerpo y la Sangre” de Cristo, porque en el lenguaje semita del tiempo de Jesús solían decir “el cuerpo y la sangre” para significar toda la persona. Jesús, al instituir la Eucaristía, consagró primero el pan y luego el vino, como significando su muerte, realidad que representamos en la Misa, aunque Cristo está vivo resucitado. Así nos lo narra hoy san Pablo en la segunda lectura, unos 20 años después, diciendo que era algo muy precioso que había recibido en tradición desde Jesús por medio de los apóstoles.
 
De hecho la fiesta principal de la Eucaristía es el Jueves Santo, día de la Institución; pero ese día tiene sombras de tristeza porque está inminente la muerte de Jesús en el Viernes Santo. Por eso surgió esta fiesta, al terminar el tiempo de Pascua, tiempo de alegría, para honrar la presencia permanente de Cristo en la Eucaristía. En este día se saca a Cristo sacramentado en procesión por las calles o junto al templo para que todos le podamos honrar y celebrar con nuestros cantos y actos de fe.
 
La ocasión para esta fiesta fue un milagro muy célebre, el de Bolsena, cuando un sacerdote, que dudaba de su fe, diciendo Misa, vio cómo la Sagrada Hostia sangraba en abundancia. El papa, al constatar que era un verdadero milagro, ordenó hacer la fiesta y encargó los textos litúrgicos e himnos a Santo Tomás de Aquino. La Eucaristía tiene muchas realidades importantes; pero en esta fiesta celebramos sobre todo la permanencia de Jesús, no sólo en la Misa y cuando comulgamos, sino después cuando permanece en el sagrario para que le visitemos y adoremos. Nuestra fe nos dice que allí está Jesús, no sólo por lo que hizo el jueves santo, sino por el don que les dio a sus apóstoles y sucesores. Así lo ha creído siempre nuestra Iglesia, habiendo muchos que han dado su fe proclamándolo, y Dios ha hecho muchos milagros para confirmarlo.
 
El evangelio de este año correspondiente al ciclo C, nos habla del milagro de la multiplicación de panes y peces. Siempre se ha visto este milagro como un símbolo de la Eucaristía. San Juan narra el discurso que tiene Jesús anunciando la Eucaristía al día siguiente del milagro. Jesús se quedó entre nosotros, no sólo para que le visitemos, sino principalmente para ser alimento especial para nuestra vida en el espíritu. Desgraciadamente muchos le reciben, siendo enemigos suyos, y en algunos lugares ha sido vilmente ultrajado, habiendo sido derramadas por el suelo y pisoteadas las Sagradas Hostias. Jesús respeta la libertad; pero esta fiesta debe servirnos, en la comunión y en la procesión, para que le desagraviemos. Uniéndonos a Jesús, debemos reparar esos ultrajes, con nuestra fe y sobre todo con nuestro amor.
 
Este milagro de la multiplicación de panes y peces tiene también un signo comunitario, como lo tiene la Eucaristía. Jesús les dice a los apóstoles que ellos den de comer a la gente. Ellos tienen sólo unos pocos panes y peces; pero lo dan a Jesús. Es su colaboración; pero con ello Jesús alimenta a la multitud. El día del Corpus es día también de la caridad. Por la Eucaristía adquirimos el compromiso de compartir. Y no sólo el de compartir, sino el de reconocer en el otro la dignidad de la persona humana.
 
En la Misa hay varios momentos especiales en que podemos expresar nuestra fe en la presencia de Cristo. Después de la Consagración, en la elevación miramos a la Hostia Sagrada y miramos al cáliz donde está la Sangre de Cristo, junto con su Cuerpo y Divinidad, y proclamamos que Él es nuestro Señor, que significa estar a sus órdenes en todo, ya que ello es al mismo tiempo nuestra mayor felicidad. Cuando Le recibimos en la Comunión, el sacerdote nos dice: “El Cuerpo de Cristo”, a lo cual nosotros respondemos con el “Amén”, que significa un acto de fe en la presencia de Cristo.
 
Asistamos este día con dignidad y entusiasmo a la veneración de Cristo presente en la Eucaristía para que un día le veneremos más visiblemente en el Cielo.
(P. Silverio Velasco  - Imagen de Parroquia de Binefar)
 
Nuevo vídeo y artículo
 
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet
referido al Evangelio de este Domingo.
Para verlo tienes que ir al final de esta página:
 
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
sobre el tema: 'Solemnidad del Corpus Christi'
Puedes acceder en la dirección:
 
Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
💕 Desde Bogotá, Colombia, Marlon Andrés O., fue operado hace poco de cáncer de próstata y se encuentra en franca recuperación. Marlon agradece de corazón a todas las personas y comunidades que oraron por él. El Señor ha manifestado Su misericordia y poder de sanación en Marlon, quien no lo ha dudado un instante.
 
Oremos: Bendito seas, Dios mío, porque a pesar de ser yo indigno de toda ayuda, tu generosidad e infinita bondad nunca dejan de otorgar el bien aún a los ingratos y a los que se han apartado de ti. Conviértenos a ti, para que seamos agradecidos, humildes y piadosos, pues Tú eres nuestra salud, nuestra fortaleza y nuestra salvación.
 
Meditación dominical del P. Santiago Martín
Hay teólogos que opinan que el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces nunca ocurrió, que fue sólo fruto de la conversión de los discípulos que, al poner lo que tenían en común, permitieron que hubiera bastante para todos. Esta teoría no es cierta. Aquel milagro sucedió realmente, por más que en las enseñanzas de este pasaje evangélico haya, efectivamente, una apelación a la solidaridad. De forma permanente debería sonar en nuestros oídos la frase de Cristo: “Dadles vosotros de comer”. Es una orden que el Señor nos dirige a nosotros con el fin de estimular nuestra generosidad y de que compartamos lo que tenemos con quien no lo tiene y lo necesita. Pero en aquel pasaje, el Señor también rezó a fin de que sucediera el milagro.
Del mismo modo se nos invita a nosotros a rezar para que ocurra la multiplicación de los bienes necesarios en caso de que no baste con lo que hemos recogido mediante la solidaridad, y para que se conviertan los corazones de los que tienen bienes sobrantes a fin de que se decidan a compartirlos con los necesitados. Y es que, normalmente, el que reza se siente movido a compartir y el que, por amor a Dios comparte, se siente llamado a rezar para darle gracias a Dios por haber sido capaz de repartir lo que tenía con los que lo necesitaban. Por eso, en esta fiesta del Corpus, tenemos que tener presente las dos cosas: la llamada a la solidaridad con el prójimo mediante las obras de caridad y la llamada a la solidaridad con Cristo, el permanente solitario en el sagrario, que es un pobre necesitado de nuestro amor.
 
Un año con María
Junio 22: Soltar y perdonar
La vida se nos pasa rápido y el resentimiento es algo que lastima, pero no a la persona que te hizo daño.
Deja las cargas y haz una lista de perdón; deja que tu corazón descanse en paz, suelta y perdona. Perdónate también a vos mismo, somos gente en proceso de recuperación y tenemos que decir basta, hacemos lo que podemos.
Pide a María que te ayude a ser libre. Ella es madre y sabe cuando un hijo está encerrado.   
(PADRE LUIS ZAZANO)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
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