jueves, 25 de abril de 2024

Pequeñas Semillitas 5616

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 19 - Número 5616 ~ Jueves 25 de Abril de 2024
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
Vamos a iniciar esta edición transcribiendo una oración de sanación:
Señor, guía mi camino, bendice este y cada uno de mis días futuros. Concédeme tu infinito amor para llevar la vida en paz y con fuerzas.
Desborda mi corazón con tu gracia y hazme consciente de esta felicidad de haberte encontrado y haber sentido que cambiaste el rumbo de mi vida.
No permitas que, como aquellos fariseos, yo tenga la obsesión por eso que es secundario, que ahoga el amor, nubla el perdón y disminuye mi deseo de servirte.
Señor, libérame de esa mirada tan proclive a la acusación y a mirar lo malo del otro. Que no juzgue y que aprenda a ver con ojos de compasión.
Tus mandatos, son fuente de vida nueva y de alegría. Ayúdame a realizar buenas obras con todo lo bueno que has sembrado en mi corazón.
Renuévame con el fuego de tu Espíritu. Libérame del falso orgullo que me hace creer mejor que otros. Dame el ánimo para no dejarme abatir.
Ven mi Señor, con tu luz y tu sabiduría y ayúdame a entender que, para ser constructor de un nuevo orden, debo confiar en el apoyo de tu gracia.
Que pueda ser reflejo de tu luz, esa luz que promueve la dignidad del ser humano, y mirar siempre a través de tu Espíritu de tu compasión. Amén. 
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: 1 P 5, 5-14
 
Salmo: Sal 88, 2-3. 6-7. 16-17
 
Santo Evangelio: Mc 16,15-20
En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien».
Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban.
 
Comentario:
Hoy habría mucho que hablar sobre la cuestión de por qué no resuena con fuerza y convicción la palabra del Evangelio, por qué guardamos los cristianos un silencio sospechoso acerca de lo que creemos, a pesar de la llamada a la “nueva evangelización”. Cada uno hará su propio análisis y apuntará su particular interpretación.
Pero en la fiesta de san Marcos, escuchando el Evangelio y mirando al evangelizador, no podemos sino proclamar con seguridad y agradecimiento dónde está la fuente y en qué consiste la fuerza de nuestra palabra.
El evangelizador no habla porque así se lo recomienda un estudio sociológico del momento, ni porque se lo dicte la “prudencia” política, ni porque “le nace decir lo que piensa”. Sin más, se le ha impuesto una presencia y un mandato, desde fuera, sin coacción, pero con la autoridad de quien es digno de todo crédito: «Ve al mundo entero y proclama el Evangelio a toda la creación» (cf. Mc 16,15). Es decir, que evangelizamos por obediencia, bien que gozosa y confiadamente.
Nuestra palabra, por otra parte, no se presenta como una más en el mercado de las ideas o de las opiniones, sino que tiene todo el peso de los mensajes fuertes y definitivos. De su aceptación o rechazo dependen la vida o la muerte; y su verdad, su capacidad de convicción, viene por la vía testimonial, es decir, aparece acreditada por signos de poder en favor de los necesitados. Por eso es, propiamente, una “proclamación”, una declaración pública, feliz, entusiasmada, de un hecho decisivo y salvador.
¿Por qué, pues, nuestro silencio? ¿Miedo, timidez? Decía san Justino que «aquellos ignorantes e incapaces de elocuencia, persuadieron por la virtud a todo el género humano». El signo o milagro de la virtud es nuestra elocuencia. Dejemos al menos que el Señor en medio de nosotros y con nosotros realice su obra: estaba «colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban» (Mc 16,20).
* Mons. Agustí CORTÉS i Soriano Obispo de Sant Feliu de Llobregat (Barcelona, España) 
 
Santoral Católico:
San Marcos
Junto con su primo Bernabé, fue compañero de san Pablo en la comunidad de Antioquía y en los comienzos de su predicación apostólica en Chipre. Más tarde fue compañero y colaborador de san Pedro durante su permanencia en Roma hasta su muerte; el Apóstol, en su carta primera, lo llama «hijo mío». La tradición considera que Marcos recogió en su Evangelio las catequesis de Pedro a los romanos, y que fue «discípulo e intérprete de Pedro, aunque no hubiera escuchado ni seguido al Señor». Cuando san Pablo estaba prisionero en Roma, le pidió a Timoteo, que se encontraba en Éfeso, que le llevara a Marcos «porque le era muy útil para el ministerio». Según la tradición, Marcos evangelizó en Alejandría de Egipto, fundó aquella Iglesia y sufrió el martirio en tiempo del emperador Trajano.
Oración: Señor, Dios nuestro, que enalteciste a tu evangelista san Marcos con el ministerio de la predicación evangélica, concédenos aprovechar de tal modo sus enseñanzas que sigamos siempre fielmente las huellas de Cristo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Para más información hacer clic acá.
(Directorio Franciscano – ACI Prensa – Catholic.net)
 
Pensamiento del día
«Las personas más bellas con las que me he encontrado son aquellas que han conocido la derrota, conocido el sufrimiento, conocido la lucha, conocido la pérdida, y han encontrado su forma de salir de las profundidades. Estas personas tienen una apreciación, una sensibilidad y una comprensión de la vida que los llena de compasión, humildad y una profunda inquietud amorosa»
(ELISABETH KUBLER-ROSS)
 
Grandes Biografías:
Santa Teresa de Calcuta
Esta mensajera luminosa del amor de Dios nació el 26 de agosto de 1910 en Skopje, una ciudad situada en el cruce de la historia de los Balcanes. Era la menor de los hijos de Nikola y Drane Bojaxhiu, recibió en el bautismo el nombre de Gonxha Agnes, hizo su Primera Comunión a la edad de cinco años y medio y recibió la Confirmación en noviembre de 1916. Desde el día de su Primera Comunión, llevaba en su interior el amor por las almas. La repentina muerte de su padre, cuando Gonxha tenía unos ocho años de edad, dejó a la familia en una gran estrechez financiera. Drane crió a sus hijos con firmeza y amor, influyendo grandemente en el carácter y la vocación de si hija. En su formación religiosa, Gonxha fue asistida además por la vibrante Parroquia Jesuita del Sagrado Corazón, en la que ella estaba muy integrada.
 
Cuando tenía dieciocho años, animada por el deseo de hacerse misionera, Gonxha dejó su casa en septiembre de 1928 para ingresar en el Instituto de la Bienaventurada Virgen María, conocido como Hermanas de Loreto, en Irlanda. Allí recibió el nombre de Hermana María Teresa (por Santa Teresa de Lisieux). En el mes de diciembre inició su viaje hacia India, llegando a Calcuta el 6 de enero de 1929. Después de profesar sus primeros votos en mayo de 1931, la Hermana Teresa fue destinada a la comunidad de Loreto Entally en Calcuta, donde enseñó en la Escuela para chicas St. Mary. El 24 de mayo de 1937, la Hermana Teresa hizo su profesión perpetua convirtiéndose entonces, como ella misma dijo, en “esposa de Jesús para toda la eternidad”. Desde ese momento se la llamó Madre Teresa. Continuó a enseñar en St. Mary convirtiéndose en directora del centro en 1944. Al ser una persona de profunda oración y de arraigado amor por sus hermanas religiosas y por sus estudiantes, los veinte años que Madre Teresa transcurrió en Loreto estuvieron impregnados de profunda alegría. Caracterizada por su caridad, altruismo y coraje, por su capacidad para el trabajo duro y por un talento natural de organizadora, vivió su consagración a Jesús entre sus compañeras con fidelidad y alegría.
 
El 10 de septiembre de 1946, durante un viaje de Calcuta a Darjeeling para realizar su retiro anual, Madre Teresa recibió su “inspiración,” su “llamada dentro de la llamada”. Ese día, de una manera que nunca explicaría, la sed de amor y de almas se apoderó de su corazón y el deseo de saciar la sed de Jesús se convirtió en la fuerza motriz de toda su vida. Durante las sucesivas semanas y meses, mediante locuciones interiores y visiones, Jesús le reveló el deseo de su corazón de encontrar “víctimas de amor” que “irradiasen a las almas su amor”. “Ven y sé mi luz”, Jesús le suplicó. “No puedo ir solo”. Le reveló su dolor por el olvido de los pobres, su pena por la ignorancia que tenían de Él y el deseo de ser amado por ellos. Le pidió a Madre Teresa que fundase una congregación religiosa, Misioneras de la Caridad, dedicadas al servicio de los más pobres entre los pobres. Pasaron casi dos años de pruebas y discernimiento antes de que Madre Teresa recibiese el permiso para comenzar. El 17 de agosto de 1948 se vistió por primera vez con el sari blanco orlado de azul y atravesó las puertas de su amado convento de Loreto para entrar en el mundo de los pobres.
 
Después de un breve curso con las Hermanas Médicas Misioneras en Patna, Madre Teresa volvió a Calcuta donde encontró alojamiento temporal con las Hermanitas de los Pobres. El 21 de diciembre va por vez primera a los barrios pobres. Visitó a las familias, lavó las heridas de algunos niños, se ocupó de un anciano enfermo que estaba extendido en la calle y cuidó a una mujer que se estaba muriendo de hambre y de tuberculosis. Comenzaba cada día entrando en comunión con Jesús en la Eucaristía y salía de casa, con el Rosario en la mano, para encontrar y servir a Jesús en “los no deseados, los no amados, aquellos de los que nadie se ocupaba”. Después de algunos meses comenzaron a unirse a ella, una a una, sus antiguas alumnas.
 
El 7 de octubre de 1950 fue establecida oficialmente en la Archidiócesis de Calcuta la nueva congregación de las Misioneras de la Caridad. Al inicio de los años sesenta, Madre Teresa comenzó a enviar a sus Hermanas a otras partes de India. El Decreto de Alabanza, concedido por el Papa Pablo VI a la Congregación en febrero de 1965, animó a Madre Teresa a abrir una casa en Venezuela. Ésta fue seguida rápidamente por las fundaciones de Roma, Tanzania y, sucesivamente, en todos los continentes. Comenzando en 1980 y continuando durante la década de los años noventa, Madre Teresa abrió casas en casi todos los países comunistas, incluyendo la antigua Unión Soviética, Albania y Cuba.
 
Para mejor responder a las necesidades físicas y espirituales de los pobres, Madre Teresa fundó los Hermanos Misioneros de la Caridad en 1963, en 1976 la rama contemplativa de las Hermanas, en 1979 los Hermanos Contemplativos y en 1984 los Padres Misioneros de la Caridad. Sin embargo, su inspiración no se limitó solamente a aquellos que sentían la vocación a la vida religiosa. Creó los Colaboradores de Madre Teresa y los Colaboradores Enfermos y Sufrientes, personas de distintas creencias y nacionalidades con los cuales compartió su espíritu de oración, sencillez, sacrificio y su apostolado basado en humildes obras de amor. Este espíritu inspiró posteriormente a los Misioneros de la Caridad Laicos. En respuesta a las peticiones de muchos sacerdotes, Madre Teresa inició también en 1981 el Movimiento Sacerdotal Corpus Christi como un “pequeño camino de santidad” para aquellos sacerdotes que deseasen compartir su carisma y espíritu.
 
Durante estos años de rápido desarrollo, el mundo comenzó a fijarse en Madre Teresa y en la obra que ella había iniciado. Numerosos premios, comenzando por el Premio Indio Padmashri en 1962 y de modo mucho más notorio el Premio Nóbel de la Paz en 1979, hicieron honra a su obra. Al mismo tiempo, los medios de comunicación comenzaron a seguir sus actividades con un interés cada vez mayor. Ella recibió, tanto los premios como la creciente atención “para gloria de Dios y en nombre de los pobres”.
 
Toda la vida y el trabajo de Madre Teresa fue un testimonio de la alegría de amar, de la grandeza y de la dignidad de cada persona humana, del valor de las cosas pequeñas hechas con fidelidad y amor, y del valor incomparable de la amistad con Dios. Pero, existía otro lado heroico de esta mujer que salió a la luz solo después de su muerte. Oculta a todas las miradas, oculta incluso a los más cercanos a ella, su vida interior estuvo marcada por la experiencia de un profundo, doloroso y constante sentimiento de separación de Dios, incluso de sentirse rechazada por Él, unido a un deseo cada vez mayor de su amor. Ella misma llamó “oscuridad” a su experiencia interior. La “dolorosa noche” de su alma, que comenzó más o menos cuando dio inicio a su trabajo con los pobres y continuó hasta el final de su vida, condujo a Madre Teresa a una siempre más profunda unión con Dios. Mediante la oscuridad, ella participó de la sed de Jesús (el doloroso y ardiente deseo de amor de Jesús) y compartió la desolación interior de los pobres.
 
Durante los últimos años de su vida, a pesar de los cada vez más graves problemas de salud, Madre Teresa continuó dirigiendo su Instituto y respondiendo a las necesidades de los pobres y de la Iglesia. En 1997 las Hermanas de Madre Teresa contaban casi con 4.000 miembros y se habían establecido en 610 fundaciones en 123 países del mundo. En marzo de 1997, Madre Teresa bendijo a su recién elegida sucesora como Superiora General de las Misioneras de la Caridad, llevando a cabo sucesivamente un nuevo viaje al extranjero. Después de encontrarse por última vez con el Papa Juan Pablo II, volvió a Calcuta donde transcurrió las últimas semanas de su vida recibiendo a las personas que acudían a visitarla e instruyendo a sus Hermanas. El 5 de septiembre, la vida terrena de Madre Teresa llegó a su fin. El Gobierno de India le concedió el honor de celebrar un funeral de estado y su cuerpo fue enterrado en la Casa Madre de las Misioneras de la Caridad. Su tumba se convirtió rápidamente en un lugar de peregrinación y oración para gente de fe y de extracción social diversa (ricos y pobres indistintamente). Madre Teresa nos dejó el ejemplo de una fe sólida, de una esperanza invencible y de una caridad extraordinaria. Su respuesta a la llamada de Jesús, “Ven y sé mi luz”, hizo de ella una Misionera de la Caridad, una “madre para los pobres”, un símbolo de compasión para el mundo y un testigo viviente de la sed de amor de Dios.
 
Seis años después de su muerte, en octubre de 2003, y coincidiendo con la celebración del 25º aniversario del pontificado de Juan Pablo II, la Madre Teresa de Calcuta fue beatificada en una multitudinaria misa a la que acudieron fieles de todas partes del mundo. A finales de 2015, el Vaticano aprobó su canonización; el 4 de septiembre de 2016, ante más de cien mil fieles congregados en la plaza de San Pedro, el papa Francisco ofició la ceremonia que elevaba a los altares a Santa Teresa de Calcuta, cuya festividad (5 de septiembre), incorporada al santoral católico, se celebró por primera vez al día siguiente.
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(Texto de Vatican.va  - Imagen de BBC News Mundo)
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
El dinero y los bienes materiales son medio y no fin, ya que al usarlos debemos hacerlo para el bien de los hermanos y para nuestro propio bien, que no será el acumularlos avaramente, sino el hacerlos producir frutos, pues a la hora de la muerte veremos de manera muy diferente los bienes materiales que poseemos, a como los vemos ahora.
¡Cuántos por una riqueza se han perdido para siempre en el Infierno! Y ahora entienden aquellas palabras del Evangelio, de que no se puede ser esclavos de Dios y del Dinero.
En estos tiempos es muy grande la tentación de poner el corazón en las riquezas materiales, porque ellas nos dan mucho bienestar y comodidad, más aún con los medios modernos de comunicación, nos quieren hacer vivir el paraíso en la tierra. Incluso cuando tenemos una pequeña fortuna nos sentimos como más amparados y protegidos, seguros. ¡Qué falso es todo esto! Si Dios nos llama a su presencia en cualquier momento, ¿dónde queda la seguridad? Por eso sólo valen las buenas obras y si queremos llevar el dinero a la eternidad, demos limosna a los pobres y hagamos obras de misericordia.
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Es famoso el milagro, realizado por santa Teresita del Niño Jesús en el convento de las carmelitas descalzas de Gallípoli (Italia) en enero de 1910. La Priora estaba triste y angustiada, porque tenía muchas novicias y no podía pagar todas las deudas que se acumulaban para seguirlas sustentando. Una tarde, se le apareció santa Teresita y la tranquilizó y le aseguró que la ayudaría en esa difícil situación. De hecho, la Madre Priora encontró milagrosamente en la caja de la comunidad una extraordinaria cantidad de dinero, suficiente para cancelar todas las deudas acumuladas y seguir sustentando a sus novicias.
El obispo decidió investigar este suceso y, siguiendo la pista proporcionada por la numeración de los billetes de 50 liras, logró descubrir que esa gran cantidad de dinero, con que santa Teresita había proveído al Monasterio, había sido rescatada por la santa de las ruinas del gran terremoto de Mesina. Pertenecía al lote de divisas que el Banco de Italia de Nápoles había remitido al Banco de Italia de Mesina, donde había desaparecido bajo los escombros del terrible sismo. Este milagro fue considerado para su beatificación, que tuvo lugar el 29 de abril de 1923.
 
Extractos de cartas del Padre Pío
(Recopilación: P. Gianluigi Pasquale en “365 días con el Padre Pío”)
25 de abril
Las tentaciones y las tempestades que rondan en tu cabeza son signos seguros de la predilección divina. El temor que tienes a ofender a Dios es la prueba más segura de que no le ofendes.
Confía con confianza ilimitada en la bondad divina y, cuanto más intensifique el enemigo los ataques, más debes abandonarte confiadamente en el pecho del dulcísimo esposo celestial, que no permitirá jamás que seas vencida. El mismo Dios lo ha proclamado solemnemente en la Sagrada Escritura: «Fiel es Dios, que no permitirá que seáis tentados sobre vuestras fuerzas. Antes bien, con la tentación os dará fuerzas suficientes para superarla».
Convencerse de lo contrario es una infidelidad, y Dios nos guarde de caer en semejante aberración. También san Pablo se inquietaba y pedía ser liberado de la dura
prueba de la carne: también él temía intensamente sucumbir, ¿pero acaso no se le garantizó que la ayuda de la gracia le bastaría siempre? Nuestro enemigo, juramentado en daño nuestro, quiere persuadirte de todo lo contrario, pero desprécialo en nombre de Jesús y ríete con ganas de él. Este es el mejor remedio para hacerle batirse en retirada. Él se hace fuerte con los débiles, pero con quien se le enfrenta con el arma en la mano se vuelve un bellaco. Teme no obstante, pero con temor santo, quiero decir con el temor que no está nunca separado del amor. Cuando ambos, el temor y el amor, están unidos entre sí, se dan mutuamente la mano, como dos hermanas, para mantenerse siempre en pie y para caminar seguros por los caminos del Señor.
(25 de abril de 1914, a Raffaelina Cerase, Ep. II, 76)

FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
 
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