martes, 23 de abril de 2024

Pequeñas Semillitas 5614

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 19 - Número 5614 ~ Martes 23 de Abril de 2024
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
Una oportuna palabra amistosa al amigo es nutritiva afectivamente para su espíritu, sea que él esté tranquilo o angustiado.
Una palmadita en la espalda, acompañada de una sonrisa y una expresión cordial, lo conforta.
Una voz de aliento sincera cuando él está acongojado, es altamente estimulante.
Una palabra de ánimo cuando él está confundido o se siente derrotado, lo rehabilita, lo reconcilia con la vida, hace renacer en él la esperanza y le abre una ventana a la alegría. Una bella acción encubre todas las ignorancias.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Hch 11, 19-26
 
Salmo: Sal  86, 1-3. 4-5. 6-7
 
Santo Evangelio: Jn 10,22-30
Se celebró por entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno. Jesús se paseaba por el Templo, en el pórtico de Salomón. Le rodearon los judíos, y le decían: «¿Hasta cuándo vas a tenernos en vilo? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente». Jesús les respondió: «Ya os lo he dicho, pero no me creéis. Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que dan testimonio de mí; pero vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. El Padre, que me las ha dado, es más grande que todos, y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno».
 
Comentario:
Hoy vemos a Jesús que se «paseaba por el Templo, en el pórtico de Salomón» (Jn 10,23), durante la fiesta de la Dedicación en Jerusalén. Entonces, los judíos le piden: «Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente», y Jesús les contesta: «Ya os lo he dicho, pero no me creéis» (Jn 10,24.25).
Sólo la fe capacita al hombre para reconocer a Jesucristo como el Hijo de Dios. San Juan Pablo II hablaba en el año 2000, en el encuentro con los jóvenes en Tor Vergata, del “laboratorio de la fe”. Para la pregunta «¿Quién dicen las gentes que soy yo?» (Lc 9,18) hay muchas respuestas... Pero, Jesús pasa después al plano personal: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Para contestar correctamente a esta pregunta es necesaria la “revelación del Padre”. Para responder como Pedro —«Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo» (Mt 16,16)— hace falta la gracia de Dios.
Pero, aunque Dios quiere que todo el mundo crea y se salve, sólo los hombres humildes están capacitados para acoger este don. «Con los humildes está la sabiduría», se lee en el libro de los Proverbios (11,2). La verdadera sabiduría del hombre consiste en fiarse de Dios.
Santo Tomás de Aquino comenta este pasaje del Evangelio diciendo: «Puedo ver gracias a la luz del sol, pero si cierro los ojos, no veo; pero esto no es por culpa del sol, sino por culpa mía».
Jesús les dice que si no creen, al menos crean por las obras que hace, que manifiestan el poder de Dios: «Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que dan testimonio de mí» (Jn 10,25).
Jesús conoce a sus ovejas y sus ovejas escuchan su voz. La fe lleva al trato con Jesús en la oración. ¿Qué es la oración, sino el trato con Jesucristo, que sabemos que nos ama y nos lleva al Padre? El resultado y premio de esta intimidad con Jesús en esta vida, es la vida eterna, como hemos leído en el Evangelio.
*  Rev. D. Miquel MASATS i Roca (Girona, España) 
 
Santoral Católico:
San Jorge
La figura de este mártir nos llega desde la remota antigüedad cristiana envuelta en leyenda. Nacido en Capadocia y educado en la fe cristiana por su madre, dejó su cargo en el ejército imperial, cambiándolo por la profesión de la milicia cristiana; repartió sus bienes entre los pobres, se enfrentó a los cultos paganos y sufrió cruel martirio durante la persecución de Diocleciano a comienzos del siglo IV. Ya en ese siglo fue objeto de veneración en Dióspolis o Lidda (Palestina), donde había una iglesia construida en su honor, en la que se veneraba su sepulcro. Su culto se difundió ampliamente desde muy antiguo por Oriente y Occidente. La tradición popular y el arte lo representan como el caballero que hace frente al dragón, símbolo de la fe intrépida que triunfa sobre la fuerza del maligno.
Oración: Señor, alabamos tu poder y te rogamos que san Jorge, fiel imitador de la pasión de tu Hijo, sea para nosotros protector generoso en nuestra debilidad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
(Directorio Franciscano – ACI Prensa – Catholic.net)
 
Pensamiento del día
«Todos los hombres temen la muerte de la carne, y pocos la del alma. Todos procuran que no llegue la muerte de la carne, que ciertamente ha de llegar algún día: por eso sufren. Se esfuerza para no morir, el hombre que ha de morir; y no se esfuerza para no pecar, el hombre que ha de vivir eternamente. Y cuando se esfuerza para no morir, sin razón se esfuerza; pues puede diferir la muerte, pero no evitarla. En cambio, si no peca, no se esfuerza en vano, y vivirá para siempre»
(SAN JULIÁN DE TOLEDO)
 
Tema del día:
Vencer el temor a la muerte

1)  Para saber
Una niña, Anita, le dijo a su padre, al ser arropada en su cama para dormir, que tenía mucho miedo de morirse. Su padre le preguntó: “Anita, cuando viajamos en un tren, ¿te fijaste cuándo nos dan los boletos?” Le respondió: “Sí, justo antes de subir al tren”. Su padre le explicó: “Así es. No tenemos el boleto, hasta que lo necesitamos. Eso pasa con la muerte. Dios te dará lo que necesites cuando llegue el momento. Por eso no temas. Dios estará ahí para darnos lo necesario para hacer ese viaje y, además, ¡para acompañarnos!”
 
Uno de los mayores temores del hombre es la muerte. Porque sabe que nadie escapa a ella, y se separa de quienes ama; es entrar a lo desconocido. También por sufrir la separación del cuerpo y el alma. La cultura moderna no tiene medios para enfrentarnos a la muerte. En cambio, la fe cristiana nos ofrece recursos asombrosos y suficientes.
 
En este tiempo pascual la Iglesia nos recuerda que Cristo ha vencido a la muerte: ¡Ha resucitado! y nos invita a que nosotros también la venzamos con Él. El Papa Francisco recordaba que las mujeres que fueron al sepulcro de Jesús, temían no saber cómo quitar la gran piedra que lo sellaba. Sin embargo, al llegar miran que estaba quitada. Esa piedra, dice el Papa, también está en nuestros corazones: es la desesperanza, desconfianza, nuestros miedos y amarguras, que bloquea el camino hacia la alegría y la esperanza. Y Jesús tiene el poder de destruir esa piedra.
 
2)  Para pensar
A lo largo de la vida, dice el Papa Francisco, nos encontramos “escollos de muerte”, situaciones que nos roban el entusiasmo y la fuerza para seguir adelante: los sufrimientos; la muerte de seres queridos; fracasos y miedos que nos impiden realizar el bien; muros de egoísmo y de indiferencia; los anhelos de paz quebrantados por el odio y la guerra. Pareciera que nuestros sueños están destinados a hacerse añicos y nos preguntamos angustiados: ¿quién nos quitará la piedra del sepulcro?
 
Si nos dejamos llevar de la mano por Jesús Resucitado, ningún fracaso o dolor, ni la misma muerte, tiene la última palabra sobre el destino de nuestra vida; ninguna derrota podrá detener nuestro camino hacia la plenitud de la vida. El Salmo 23 nos invita a confiar en Dios: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno porque tú estarás conmigo”.
 
3)  Para vivir
Dice Hamlet en la obra de Shakespeare que teme algo después de la muerte, pues es «el país sin descubrir y de cuya frontera ningún viajero regresa». Pero se equivoca, ya regresó alguien y ese es Jesús Resucitado. El temor a la muerte que nos esclaviza, Jesús lo ha vencido para liberarnos, para que pasemos de las tinieblas a la luz, de la muerte a la Vida.
 
Comenta un erudito bíblico, William Lane, que al decir que Jesús es “pionero” de nuestra salvación, se podría traducir mejor por: «nuestro campeón». Es nuestro representante, tomó el castigo que merecemos por nuestros pecados, y se enfrentó a nuestros mayores enemigos: el pecado y la muerte. Y los venció. Jesús es el verdadero Campeón que ha vencido a la muerte, que nos perdona y cubre con su amor. Entonces podemos decir con San Pablo: “¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde, oh sepulcro, tu aguijón?” (1 Co 15:55).
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(Pbro. José Martínez Colín – Imagen: Catedral de Escuintla, Guatemala)
 
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Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
Mensaje de la Virgen al Padre Gobbi:
Jesús está realmente presente en la Eucaristía porque quiere entrar en una continua comunión de vida con vosotros.
Cuando vais delante de Él, os ve; cuando le habláis, os escucha; cuando le confiáis algo, acoge en su Corazón cada una de vuestras palabras; cuando le pedís algo, siempre os atiende. Id ante el Tabernáculo para establecer con Jesús una relación de vida simple y cotidiana.
Con la misma naturalidad con que buscáis a un amigo, os fiáis de las personas que os son queridas, y sentís la necesidad de los amigos que os ayudan, id así también ante el Tabernáculo en busca de Jesús. Haced de Jesús el amigo más querido, la persona de más confianza, la más deseada y amada.
Expresad vuestro amor a Jesús; repetídselo con frecuencia porque sólo esto es lo que le contenta inmensamente, le consuela de todas las ingratitudes, le recompensa de todas las traiciones: “Jesús, Tú eres nuestro amor; Tú eres nuestro único gran amigo; Jesús, nosotros te amamos; nosotros estamos enamorados de Ti”.
De hecho, la presencia de Cristo en la Eucaristía tiene, sobre todo, la función de haceros crecer en una experiencia de verdadera comunión de amor con Él, de modo que nunca más os sintáis solos, pues permanece aquí abajo para estar siempre con vosotros.
🌸
Hay un número de espectáculo que nunca falta en un circo. Y es aquel de los leones que saltan por unos aros de fuego. Los leones saltan grandes distancias para pasar por esos aros. Según los veterinarios, uno de los instintos de los animales con pelo es alejarse del fuego, porque saben que pueden quemarse con facilidad, llevándolos a la muerte en cuestión de pocos minutos. Pero entonces, ¿Cómo logran que los leones salten entre las llamas de fuego? Siempre hemos pensado que era el resultado de largas horas de entrenamiento. Que por medio de entrenamiento constante, lograban vencer los instintos.
Pero según los entrenadores, no importa cuánto se entrene a un animal, éste nunca podrá correr hacia el fuego. Y entonces, ¿Qué es lo que los impulsa a hacerlo? Es la fe que ellos ponen en su entrenador. Antes de dirigirse hacia el fuego, el animal mira los ojos de su entrenador. Y puesta su fe en él, puede correr.
La fe tiene el poder de vencer hasta nuestros propios instintos. Aunque se trate de algo que nuestros instintos rechaza, si tenemos fe, tendremos la fuerza para correr hacia el fuego. Delante de nosotros nos esperan grandes tribulaciones y dificultades. También se levantarán las adversidades para impedir nuestro avance. Pero justamente, la fe tiene el poder que nos permite vencer y superar todas esas dificultades. Por eso debemos creer.
“Puesto los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” (Hebreos 12:2)
 
Extractos de cartas del Padre Pío
(Recopilación: P. Gianluigi Pasquale en “365 días con el Padre Pío”)
23 de abril
Déjate guiar amorosamente por la divina providencia, ya sea que te quiera hacer caminar por tierra y por desiertos, ya sea por las aguas de las consolaciones sensibles y espirituales. Ten en tu mano tu «bouquet» («ramo»); pero, si se presenta algún otro olor delicioso, no dejes de olerlo, dando gracias, porque el «bouquet» se lleva para no quedarse por mucho tiempo sin algún consuelo y placer espiritual.
Mantente firme en todas las situaciones a las que Jesús quiera llevarte para que tu corazón sea totalmente para él; no hay cosa mejor que esta. Despójate, pues, de todas las cosas que te esclavizan, a base de renuncias continuas a tus afectos terrenos; y convéncete de que el rey del cielo te ofrecerá sus regalos para atraerte
a su amor.
Veo en tu corazón una resolución profunda de querer servir a Dios; y esto me garantiza que tú serás fiel en los ejercicios de la santa devoción y en el esfuerzo constante por adquirir las virtudes. Pero te recuerdo una cosa, que tú ciertamente no ignoras. Cuando te encuentres con fallos por motivos de enfermedad, no debes de ningún modo extrañarte, sino que, detestando por un lado la ofensa que Dios recibe, debes, por el otro, conseguir cierta humildad gozosa, al ver y conocer nuestra miseria.
(12 de enero de 1917, a Erminia Gargani, Ep. III, 669)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
 
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