sábado, 22 de marzo de 2025

Pequeñas Semillitas 5935

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 20 - Número 5935 ~ Sábado 22 de Marzo de 2025
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
Hay diversas situaciones en la vida que nos angustian o nos deprimen: la enfermedad, los problemas familiares, la falta de trabajo o de dinero, etc.
Pero ninguno debería ser tan fuerte como para vencer nuestra fe que se apoya en Jesús y que por tal motivo no puede ser vencida por nada ni por nadie.
Nunca una noche ha vencido al amanecer y nunca un problema ha vencido a la esperanza.
Si deseamos el éxito no lo busquemos. Debemos limitarnos a hacer lo que amamos y aquello en lo que creemos. Y entonces el éxito, o las soluciones a nuestros problemas vendrán por añadidura.
El fracaso consiste en no persistir, en desanimarse después de un error, una dificultad, o en no levantarse después de una caída.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
(Sábado II de Cuaresma, ciclo C)
Primera Lectura: Miqueas 7, 14-15. 18-20
 
Salmo: Sal 102, 1-2. 3-4. 9-10. 11-12
 
Santo Evangelio: Lc 15,1-3.11-32
En aquel tiempo, viendo que todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle, los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este acoge a los pecadores y come con ellos». Entonces les dijo esta parábola. «Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: ‘Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde’. Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: ‘¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros’. Y, levantándose, partió hacia su padre.
»Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: ‘Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo’. Pero el padre dijo a sus siervos: ‘Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado’. Y comenzaron la fiesta.
»Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: ‘Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano’. Él se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: ‘Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!’ Pero él le dijo: ‘Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado’».
 
Comentario:
Hoy vemos la misericordia, la nota distintiva de Dios Padre, en el momento en que contemplamos una Humanidad “huérfana”, porque —desmemoriada— no sabe que es hija de Dios. Cronin habla de un hijo que marchó de casa, malgastó dinero, salud, el honor de la familia... cayó en la cárcel. Poco antes de salir en libertad, escribió a su casa: si le perdonaban, que pusieran un pañuelo amarillo en el manzano, tocando la vía del tren. Si lo veía, volvería a casa; si no, ya no le verían más. El día que salió, llegando, no se atrevía a mirar... ¿Habría pañuelo? «¡Abre tus ojos!... ¡mira!», le dice un compañero. Y se quedó boquiabierto: en el manzano no había un solo pañuelo amarillo, sino centenares; estaba lleno de pañuelos amarillos.
Nos recuerda aquel cuadro de Rembrandt en el que se ve cómo el hijo que regresa, desvalido y hambriento, es abrazado por un anciano, con dos manos diferentes: una de padre que le abraza fuerte; la otra de madre, afectuosa y dulce, le acaricia. Dios es padre y madre...
«Padre, he pecado» (cf. Lc 15,21), queremos decir también nosotros, y sentir el abrazo de Dios en el sacramento de la confesión, y participar en la fiesta de la Eucaristía: «Comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida» (Lc 15,23-24). Así, ya que «Dios nos espera —¡cada día!— como aquel padre de la parábola esperaba a su hijo pródigo» (San Josemaría), recorramos el camino con Jesús hacia el encuentro con el Padre, donde todo se aclara: «El misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado» (Concilio Vaticano II).
El protagonista es siempre el Padre. Que el desierto de la Cuaresma nos lleve a interiorizar esta llamada a participar en la misericordia divina, ya que la vida es un ir regresando al Padre.
* Rev. D. Jordi POU i Sabater (Sant Jordi Desvalls, Girona, España) © Textos de Evangeli.net
 
Santoral Católico:
San Epafrodito
Discípulo y colaborador de san Pablo. De él habla el Apóstol en su Carta a los Filipenses y lo llama «mi hermano, colaborador y compañero de armas» (Flp 2,25; 4,18). Sirvió de correo entre la comunidad paulina de Filipos y el propio Pablo que se encontraba cautivo en Roma. Fuera de este auténtico testimonio, no se posee otros detalles de la vida de Epafrodito; sin embargo, el Martirologio Romano señala que "luego fue Obispo de Terracina, enviado por San Pedro cuando éste estuvo en Roma, y donde bautizó a un buen número de conversos, dejando allí como obispo a Lino y partió a Terracina donde consagró a Epafrodito".
Para más información hacer clic acá.
(Directorio Franciscano – ACI Prensa – Catholic.net)
 
Pensamiento del día 
La fe es creer que va a suceder.
Y la valentía es hacer que suceda»
 
Tema del día:
Animémonos a empezar de nuevo
 
Hoy es el día para volver a empezar. Porque estamos vivos y Dios quiere que dejemos atrás nuestro pasado, y que nos lancemos a una vida nueva, como lo han hecho tantos santos, y personas también de las que nos narra el Evangelio. Como el ciego de nacimiento, que ante la inminencia del milagro, de recuperar la vista, arroja el manto y de un salto va hacia Jesús. Nosotros también debemos arrojar nuestro manto, es decir, dejar atrás el pasado que nos ata, y ser criaturas nuevas.
 
Ciertamente lo lograremos con la ayuda de Dios, porque es Él quien debe, por decirlo así, volvernos a crear. Dejemos entonces actuar a Jesús, recibamos los Sacramentos, en especial la Eucaristía, que nos va divinizando. Pero tomemos la decisión de comenzar hoy una vida nueva, sin torturarnos por el pasado, que no podemos cambiar, pero que sí podemos dejar en la misericordia de Dios, dejarlo tranquilamente en el corazón de Dios y deshacernos de él, porque es un peso para nuestro vuelo que comenzaremos hoy mismo.
 
¿Qué nos impide que seamos nuevas creaturas? ¿Por qué estamos rumiando siempre lo que hemos hecho, o lo que fue, como si desconfiáramos de la Omnipotencia y Omnisciencia de Dios, que todo lo sabe, y que sabía de antemano lo que íbamos a hacer? ¿Y creemos que Dios no haya provisto los medios necesarios para solucionar lo que hemos hecho mal, tiempo atrás?
 
Lo que pasa es que desconfiamos de Dios, porque nosotros somos criaturas, pero quien nos ama infinitamente es Dios, que puede arreglarlo TODO, con tal de que confiemos en Él ciegamente y le dejemos las riendas de nuestra vida.
 
Animémonos a empezar de nuevo hoy mismo y, cuando el recuerdo del pasado o de lo que hemos sido, quiera extender su sombra sobre nuestra alma, refugiémonos en el Corazón de Dios, y miremos al Señor que nos sonríe, porque quiere que avancemos confiados y libres de peso, por el camino de la vida, pues lo mejor es lo que está por venir, porque ahora creemos mucho en Dios y tratamos de confiar más en Él. Y como ha dicho Cristo en su Evangelio: “Todo es posible para el que cree”.
 
Biblioteca de “Pequeñas Semillitas” 
Contiene más de 340 artículos que han sido publicados
y que podrás leer o bajar a tu dispositivo.
ATENCIÓN:
Ha cambiado la dirección para entrar en la Biblioteca. Ahora es:
 
Mes de San José
Día 22º- Ejemplo para los obreros.
Como cada uno de nosotros, también tú, oh san José, sentiste la fatiga y el cansancio del trabajo de cada día.
Ayúdame, oh san José, a valorar la dignidad de mi trabajo, sea cual sea, y a cumplirlo con entusiasmo y responsabilidad.
(Web Católico de Javier)
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
La alegría es una característica esencial del cristiano y la Iglesia nos recuerda durante la Cuaresma que debe estar presente en todos los momentos de nuestra vida. Ahora meditamos la alegría de la Cruz. La alegría es compatible con la mortificación y el dolor. Lo que se opone a la alegría es la tristeza, no la penitencia. La mortificación que vivimos en estos días no debe ensombrecer nuestra alegría interior, sino todo lo contrario: debe hacerla crecer, porque nuestra Redención se acerca, el derroche de amor por los hombres que es la Pasión se aproxima, el gozo de la Pascua es inminente. Por eso queremos estar muy unidos al Señor, para que también en nuestra vida se repita, una vez más, el mismo proceso: llegar, por su Pasión y su Cruz, a la gloria y a la alegría de la Resurrección.
‘Dios ama al que da con alegría’ (2 Corintios 9, 7). No nos tiene que sorprender que la mortificación y la penitencia nos cuesten; lo importante es que sepamos encaminarnos hacia ellas con decisión, con la alegría de agradar a Dios, que nos ve. Si hemos tenido miedo a la expiación, llenémonos de valor, pensando que el tiempo es breve y el premio grande, sin proporción con la pequeñez de nuestro esfuerzo.
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Cuando a Jesús le preguntan ¿cuál es el primero de todos los mandamientos?, para responder Jesús emplea las palabras de una oración que los israelitas rezan todas las mañanas: “Escucha Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor, no tendrás otro Dios delante de ti”.
En nuestra conciencia la voz de Dios tiene que ser la luz auténtica que nos acerca a su Reino. Siempre que recibamos la Eucaristía, no nos quedemos simplemente con el hermoso sentimiento de: “¡qué cerca estás de mí, Señor!”. Busquemos, pidamos que la Eucaristía se convierta en nuestro corazón en la luz que va transformando, que va rompiendo, que va separando del alma los ídolos, y que va haciendo de Dios el único criterio de juicio de nuestros comportamientos.
Solamente así podremos escuchar en nuestro corazón esas palabras tan prometedoras del profeta Oseas “Seré para Israel como el rocío; mi pueblo florecerá como el lirio, hundirá profundamente sus raíces. Como el álamo y sus renuevos se propagarán; su esplendor será como el del olivo y tendrá la fragancia de los cedros del Líbano. Volverán a vivir bajo mi sombra.” Que la luz de Dios nuestro Señor sea la sombra a la cual toda nuestra vida crece, en la cual toda nuestra vida se realiza en plenitud. (P. Cipriano Sánchez)
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Juan trabajaba en una planta distribuidora de carne. Un día, terminando su horario de trabajo, fue a uno de los refrigeradores para inspeccionar algo; en ese momento se cerró la puerta, se bajó el seguro y quedó atrapado dentro. Aunque golpeó la puerta fuertemente y comenzó a gritar, nadie pudo escucharlo. La mayoría de los trabajadores habían partido a sus casas, y fuera del refrigerador era imposible escuchar lo que ocurría dentro. Cinco horas después, y al borde de la muerte, alguien abrió la puerta. Era el guardia de seguridad que entró y lo rescató. Juan preguntó a su salvador como se le ocurrió abrir esa puerta si no era parte de su rutina de trabajo, y él le explicó: "Llevo trabajando en esta empresa 35 años; cientos de trabajadores entran a la planta cada día, pero tú eres el único que me saluda en la mañana y se despide de mí en las tardes. El resto de los trabajadores me tratan como si fuera invisible. Hoy, como todos los días, me dijiste tu simple "Hola" a la entrada, pero nunca escuché el "Hasta mañana". Espero por ese "Hola" y ese "Hasta mañana" todos los días. Para ti yo soy alguien, y eso me levanta cada día. Cuando no oí tu despedida, supe que algo te había pasado... ¡Te busqué y te encontré!
Reflexión: se humilde y ama a tu prójimo, todos somos importantes.
 
Un año con María
Marzo 22: Tentaciones
En el desierto el demonio le propone a Jesús llevar una corona, pero no una cruz (Mt 4); lo mismo sucede con Pedro, cuando le quiere evitar la cruz en el transcurso de su misión. Esa tentación que Jesús resistió, hoy nosotros sus seguidores la seguimos enfrentando.
Jesús te enseña que no puedes aprovecharte de tus dones para vos, porque los dones son para servir a los demás.
Siempre tenemos la tentación de agarrar un camino fácil. Pero Dios te muestra que no hay vida sin dolor, para redimir a otros debo morir a mí mismo; no se puede extender un reino desde el poder sino desde el amor, desde la libre elección. Es aquí donde entra María. Ella nos muestra que es reina porque amó y porque su sí fue desde una libre elección.
(PADRE LUIS ZAZANO)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
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2 comentarios:

  1. Buenas noches, querido amigo del alma; estoy leyendo tus Semillitas, en una noche de sueño escurridizo. Buscar la solución de un problema me lleva decir que: cuando mi mano no llega, es el momento de dejárselo a Dios. Nuestra esperanza y nuestra Fé, entran en juego pero... por circunstancias estamos en la reserva; el Señor tiene trabajo conmigo y confío que me escuchará. Ahí estoy. Gracias por la ayuda.
    José Luis Sevillano - Salamanca -España

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  2. Querido amigo:
    No tengas dudas que el Señor escuchará tus oraciones y en el momento oportuno atenderá tus pedidos.
    En las noches de sueño difícil yo rezo y en medio de las oraciones siempre llega el momento de descansar durmiendo.
    Un abrazo en Cristo y en María.
    Felipe

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