domingo, 23 de marzo de 2025

Pequeñas Semillitas 5936

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 20 - Número 5936 ~ Domingo 23 de Marzo de 2025
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
La Cuaresma es para prepararnos a celebrar la Resurrección del Señor con mentes y corazones renovados. Esta renovación parece incompleta sin una buena confesión de pecados. En ella procuramos lograr lo que el Papa San Juan Pablo II llamó “purificación de memoria”. Esta experiencia de la verdad y del arrepentimiento junto con la reparación de cualquiera deuda encumbrado y la absolución del confesor aplaca nuestra ansiedad. Podemos ir adelante en paz con Dios y con nuestro prójimo. En un mundo cargado de pecado, podemos comenzar de nuevo vivir como hermanos de Cristo llevando a cabo la voluntad del Padre.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
(Domingo III de Cuaresma, ciclo C)
Primera Lectura: Éxodo 3, 1-8a. 13-15
 
Salmo: Sal 102, 1-2. 3-4. 6-7. 8 y 11
 
Segunda Lectura: 1 Corintios 10, 1-6. 10-12
 
Santo Evangelio: Lucas 13, 1-9
En aquel tiempo, llegaron algunos que contaron a Jesús lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios. Les respondió Jesús: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque han padecido estas cosas? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo. O aquellos dieciocho sobre los que se desplomó la torre de Siloé matándolos, ¿pensáis que eran más culpables que los demás hombres que habitaban en Jerusalén? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo».
Les dijo esta parábola: «Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, y fue a buscar fruto en ella y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: ‘Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro; córtala; ¿para qué va a cansar la tierra?’. Pero él le respondió: ‘Señor, déjala por este año todavía y mientras tanto cavaré a su alrededor y echaré abono, por si da fruto en adelante; y si no da, la cortas’».
 
Comentario:
Hoy, tercer domingo de Cuaresma, la lectura evangélica contiene una llamada de Jesús a la penitencia y a la conversión. O, más bien, una exigencia de cambiar de vida.
“Convertirse” significa, en el lenguaje del Evangelio, mudar de actitud interior, y también de estilo externo. Es una de las palabras más usadas en el Evangelio. Recordemos que, antes de la venida del Señor Jesús, san Juan Bautista resumía su predicación con la misma expresión: «Predicaba un bautismo de conversión» (Mc 1,4). Y, enseguida, la predicación de Jesús se resume con estas palabras: «Convertíos y creed en el Evangelio» (Mc 1,15).
Esta lectura de hoy tiene, sin embargo, características propias, que piden atención fiel y respuesta consecuente. Se puede decir que la primera parte, con ambas referencias históricas (la sangre derramada por Pilato y la torre derrumbada), contiene una amenaza. ¡Imposible llamarla de otro modo!: lamentamos las dos desgracias —entonces sentidas y lloradas— pero Jesucristo, muy seriamente, nos dice a todos: —Si no cambiáis de vida, «todos pereceréis del mismo modo» (Lc 13,5).
Esto nos muestra dos cosas. Primero, la absoluta seriedad del compromiso cristiano. Y, segundo: de no respetarlo como Dios quiere, la posibilidad de una muerte, no en este mundo, sino mucho peor, en el otro: la eterna perdición. Las dos muertes de nuestro texto no son más que figuras de otra muerte, sin comparación con la primera.
Cada uno sabrá cómo esta exigencia de cambio se le presenta. Ninguno queda excluido. Si esto nos inquieta, la segunda parte nos consuela. El “viñador”, que es Jesús, pide al dueño de la viña, su Padre, que espere un año todavía. Y entretanto, él hará todo lo posible (y lo imposible, muriendo por nosotros) para que la viña dé fruto. Es decir, ¡cambiemos de vida! Éste es el mensaje de la Cuaresma. Tomémoslo entonces en serio. Los santos —san Ignacio, por ejemplo, aunque tarde en su vida— por gracia de Dios cambian y nos animan a cambiar.
* Cardenal Jorge MEJÍA Archivista y Bibliotecario de la S.R.I. (Città del Vaticano, Vaticano) © Textos de Evangeli.net
 
Pensamiento del día
«Cada día me miro en el espejo y me pregunto: "Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer hoy?". Si la respuesta es "No" durante demasiados días seguidos, sé que necesito cambiar algo».
(STEVE JOBS)
 
Predicación del Evangelio:
¿Para qué una higuera estéril?
Jesús se esforzaba de muchas maneras en despertar en la gente la conversión a Dios. Era su verdadera pasión: ha llegado el momento de buscar el reino de Dios y su justicia, la hora de dedicarnos a construir una vida más justa y humana, tal como la quiere él.
 
Según el evangelio de Lucas, Jesús pronunció en cierta ocasión una pequeña parábola sobre una «higuera estéril». Quería desbloquear la actitud indiferente de quienes le escuchaban, sin responder prácticamente a su llamada. El relato es breve y claro. Un propietario tiene plantada en medio de su viña una higuera. Durante mucho tiempo ha venido a buscar fruto en ella. Sin embargo, años tras año, la higuera viene defraudando sus expectativas. Allí sigue, estéril en medio de la viña.
 
El dueño toma la decisión más sensata. La higuera no produce fruto y está absorbiendo inútilmente las energías del terreno. Lo más razonable es cortarla. «¿Para qué va a ocupar un terreno en balde?».
 
Contra toda sensatez, el viñador propone hacer todo lo posible para salvarla. Cavará la tierra alrededor de la higuera, para que pueda contar con la humedad necesaria, y le echará estiércol, para que se alimente. Sostenida por el amor, la confianza y la solicitud de su cuidador, la higuera queda invitada a dar fruto. ¿Sabrá responder?
 
La parábola ha sido contada para provocar nuestra reacción. ¿Para qué una higuera sin higos? ¿Para qué una vida estéril y sin creatividad? ¿Para qué un cristianismo sin seguimiento práctico a Jesús? ¿Para qué una Iglesia sin dedicación al reino de Dios? ¿Para qué una religión que no cambia nuestros corazones? ¿Para qué un culto sin conversión y una práctica que nos tranquiliza y confirma en nuestro bienestar? ¿Para qué preocuparnos tanto de «ocupar» un lugar importante en la sociedad si no introducimos fuerza transformadora con nuestras vidas? ¿Para qué hablar de las «raíces cristianas» de Europa si no es posible ver los «frutos cristianos» de los seguidores de Jesús?
(Texto del P. José Antonio Pagola  - Imagen de Arquidiócesis de Cali)
 
Mes de San José
Día 23º- Ejemplo de la misión.
Aunque con una vida escondida, tú, oh querido santo, has cumplido una misión específica, única e irrepetible en la historia.
Haz, oh san José, que yo pueda con la palabra y con el testimonio de vida, colaborar en la misión de la Iglesia para la construcción del reino de Dios.
(Web Católico de Javier)
 
Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
💕 . . . . .
 
Oremos: Bendito seas, Dios mío, porque a pesar de ser yo indigno de toda ayuda, tu generosidad e infinita bondad nunca dejan de otorgar el bien aún a los ingratos y a los que se han apartado de ti. Conviértenos a ti, para que seamos agradecidos, humildes y piadosos, pues Tú eres nuestra salud, nuestra fortaleza y nuestra salvación.
 
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Meditación del Padre Santiago Martín
Cuando somos jóvenes, nos parece que el tiempo es infinito y con frecuencia lo desperdiciamos, como si fuésemos poseedores de una fortuna inagotable. Después, al envejecer, quisiéramos hacer lo que no hicimos y con frecuencia comprobamos que ya se nos ha pasado la edad, ya no tenemos fuerzas. Con respecto a Dios sucede algo parecido. Estamos tan seguros de su bondad que nos parece que ésta no se va a acabar nunca y por eso pensamos que siempre, en cualquier momento, podemos convertirnos y dar los frutos de santidad que Él espera. La certeza que nos da nuestra fe de saber que hasta en el último instante un pecador puede pedir perdón y ser perdonado, se vuelve contra el propio Dios, como si su bondad fuera su peor enemigo y, a la postre, también el nuestro, pues al no hacer el bien que debiéramos nos hacemos daño a nosotros mismos. Es como si Dios fuera equivalente a un padre indulgente que termina por conseguir una colección de hijos malcriados y, por eso, desgraciados. Para evitarlo, para colocar la idea de Dios en su justo término, para hacernos comprender que el amor divino no está reñido con la justicia, es por lo que Jesús nos contó la parábola de la higuera que no daba fruto.
Dios, efectivamente, nos da muchas oportunidades, pero éstas no son infinitas. Llegará un momento en la vida de cada uno en el cual las oportunidades para amar se habrán acabado y quizá entonces querremos pedir una prórroga, una hora más de vida, para hacer lo que no hicimos durante tantos años y días perdidos. Aprovechemos que nuestro corazón late todavía para agradecer, para amar.
Propósito: ¿Estoy cumpliendo los buenos propósitos que hice? ¿Si me llegara la hora de la muerte estaría preparado, en gracia de Dios y con las manos llenas de buenas obras?
 
Un año con María
Marzo 23: Las heridas que no sanan
Suele pasar que las personas nos vayamos volviendo duras con el transcurso de la vida; a mayor golpe que recibimos, más duros nos vamos haciendo. Por eso buscamos protegernos como con una armadura de hierro, pero esto nos hace sentir atrapados en nosotros mismos.
Siempre te tocará encontrarte con almas endurecidas y golpeadas. Las heridas del alma tardan en sanar. Es tan difícil cuando clasificamos a la gente y no la dejamos crecer... tú tienes que dar oxígeno a la gente que te rodea.
Nuestra Madre sabe ser Madre y puede ayudar a sanar a los hijos más golpeados. Encomienda a Ella tu corazón herido o el corazón de esa persona que sabes que lo necesita.
(PADRE LUIS ZAZANO)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
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