jueves, 20 de noviembre de 2025

Pequeñas Semillitas 6167

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 20 - Número 6167 ~ Jueves 20 de Noviembre de 2025
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
¿Qué quieres que haga Señor? Ahora que te siento vivo en mis adentros, ahora que escucho tu palpitar en lo que me envuelve, ahora que te desvelas en mis silencios…
Señor… ¿Qué quieres que haga? Aquí estoy dispuesto a hacer tu voluntad. Ayúdame a descubrirla entre los ruidos y prisas, a saber discernir entre cada instante, en cada circunstancia, en cada presente.
Hazme ver, Señor, la parte que me corresponde; el lugar que debo ocupar al servicio de mis hermanos. Que sea tu Espíritu el que guíe mis pasos y no mis enmascarados egoísmos.
Abre caminos, marca senderos, donde pueda serte fiel testigo del Evangelio, donde pueda ser fiel continuador de tu obra de amor, desde lo que yo soy.
Sé que desde siempre cuentas conmigo para colaborar contigo, en la edificación del reino.
Ante ti, Señor, tal como soy, desde mi nada… ¿Qué quieres que haga?
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
- JUEVES 33 DEL TIEMPO ORDINARIO -
Primera Lectura: 1 Macabeos 2:15-29
 
Salmo: Sal 49, 1-2. 5-6. 14-15
 
Santo Evangelio: Lc 19,41-44
En aquel tiempo, Jesús, al acercarse a Jerusalén y ver la ciudad, lloró por ella, diciendo: «¡Si también tú conocieras en este día el mensaje de paz! Pero ahora ha quedado oculto a tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, en que tus enemigos te rodearán de empalizadas, te cercarán y te apretarán por todas partes, y te estrellarán contra el suelo a ti y a tus hijos que estén dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has conocido el tiempo de tu visita».
 
Comentario:
Hoy, la imagen que nos presenta el Evangelio es la de un Jesús que «lloró» (Lc 19,41) por la suerte de la ciudad escogida, que no ha reconocido la presencia de su Salvador. Conociendo las noticias que se han dado en los últimos tiempos, nos resultaría fácil aplicar esta lamentación a la ciudad que es —a la vez— santa y fuente de divisiones.
Pero mirando más allá, podemos identificar esta Jerusalén con el pueblo escogido, que es la Iglesia, y —por extensión— con el mundo en el que ésta ha de llevar a término su misión. Si así lo hacemos, nos encontraremos con una comunidad que, aunque ha alcanzado cimas altísimas en el campo de la tecnología y de la ciencia, gime y llora, porque vive rodeada por el egoísmo de sus miembros, porque ha levantado a su alrededor los muros de la violencia y del desorden moral, porque lanza por los suelos a sus hijos, arrastrándolos con las cadenas de un individualismo deshumanizante. En definitiva, lo que nos encontraremos es un pueblo que no ha sabido reconocer el Dios que la visitaba (cf. Lc 19,44).
Sin embargo, nosotros los cristianos, no podemos quedarnos en la pura lamentación, no hemos de ser profetas de desventuras, sino hombres de esperanza. Conocemos el final de la historia, sabemos que Cristo ha hecho caer los muros y ha roto las cadenas: las lágrimas que derrama en este Evangelio prefiguran la sangre con la cual nos ha salvado.
De hecho, Jesús está presente en su Iglesia, especialmente a través de aquellos más necesitados. Hemos de advertir esta presencia para entender la ternura que Cristo tiene por nosotros: es tan excelso su amor, nos dice san Ambrosio, que Él se ha hecho pequeño y humilde para que lleguemos a ser grandes; Él se ha dejado atar entre pañales como un niño para que nosotros seamos liberados de los lazos del pecado; Él se ha dejado clavar en la cruz para que nosotros seamos contados entre las estrellas del cielo... Por eso, hemos de dar gracias a Dios, y descubrir presente en medio de nosotros a aquel que nos visita y nos redime.
* Rev. D. Blas RUIZ i López (Ascó, Tarragona, España) © Textos de Evangeli.net
 
Santoral Católico:
San Edmundo
Nació de familia sajona en torno al año 841, y siendo aún muy joven fue coronado rey de la Inglaterra oriental (condados de Norfolk y Suffolk). En el gobierno mostró un gran sentido de la justicia, una enorme equidad y responsabilidad en sus decisiones, a la vez que una profunda piedad cristiana. En la guerra con los daneses, paganos, cayó prisionero. Le exigieron, para quedar en libertad, que firmara un tratado contrario a la justicia y a la religión, y que renegara de su fe. Él se negó y lo decapitaron en el 869.
Para más información hacer clic acá.
(Directorio Franciscano – Píldoras de Fe – Catholic.net)
 
Pensamiento del día
«No son muertos los que descansan en tumbas frías.
Muertos son los que tienen muerta el alma aunque todavía vivan».
(GUSTAVO A. BÉCQUER)
 
Tema del día:
La mortificación signo del espíritu de Jesús
Muy pobre habría de ser nuestra corona, si hubiera de componerse solamente de sacrificios exteriores, porque ¡es tan corta la vida! Afortunadamente el hombre trabaja con mucha mayor actividad que el cuerpo y que Dios. Queriendo hacernos adquirir sumas inmensas de méritos para más gloriosamente coronarnos, nos da medios para sacrificarnos en cada uno de nuestros pensamientos y afectos, siendo así perpetuo el movimiento que nos lleva a Dios. Si fuésemos fieles a su inspiración y llamamiento, veríamos que los sacrificios que nos pide son infinitamente numerosos y cambian a cada instante del día. No pide que se traduzcan en actos exteriores todas las inspiraciones que nos da para sacrificarnos, pero sí que las aceptemos en nuestra voluntad y que estemos dispuestos a ponerlas en práctica si lo exigiera. Para lo cual no hay que apegarse a un estado de alma particular más que a otro, sino poner la propia voluntad en la de Dios y no querer sino lo que Él quiera y cuanto Él quiera.
 
El que está gozando, siempre quisiera gozar, mas no es éste el designio de Dios; hay que saber dejar el goce y tomar la cruz: acordaos de la lección del Tabor. Muchos hay que quisieran servir a Dios tan sólo por la felicidad que va unida a este servicio; si el tiempo de la adoración no se les pasa gozando, se quejan y dicen: ¡No sé orar! ¡Falso! ¡Sois sensuales y en eso consiste todo! El defecto mayor, en que incurren las almas piadosas es el ser sensuales respecto de Dios. Cuando os comunique alegría, disfrutad de la misma, que nada mejor puede haber, pero no os apeguéis a ella; si en cambio se muestra duro, humillaos, sin desanimaros por eso; la máxima que debéis tomar por principio y regla de conducta es que se debe amar a Dios más que sus dones. Cuando san Pablo, cansado de la vida a causa de las tentaciones infernales que le asaltan ruega a Dios le libre de ellas: “No, contesta el Señor, te basta mi gracia, que mi poder resplandece en la flaqueza” (2 Cor. 12, 9). Estas palabras consuelan y confortan al Apóstol, haciéndole decir más tarde: “Reboso de gozo en medio de las tribulaciones que por doquiera me rodean” (2 Cor. 7, 4).
 
En la tribulación y en la mortificación interior es, por tanto, donde se encuentra alegría durable y no en los consuelos, siquiera sean espirituales. Es ley que sólo el alma penitente goce de Dios, porque el alma, que en todo se somete a Dios, tiene también sometido el cuerpo, único medio de que haya paz. No bien se ha hecho un acto de penitencia, un sacrificio, cuando inunda nuestro corazón la paz que Dios da en proporción de nuestra mortificación. La mortificación de penitencia, de justicia, por el pecado, devuelve la paz a la conciencia, lo cual es efecto de la justicia divina aplacada; la mortificación de penitencia y de amor da alegría, paz divina, suavidad, unción, algo indefinible que transporta al alma y la arrastra como fuera de sí misma, que espiritualiza al mismo cuerpo hasta tal punto que el alma va a Dios por el éxtasis, olvidándose de que aún está encerrada en un cuerpo, según se ve en los santos. Haced experiencia de lo que os digo, a saber: que la paz del alma guarda proporción con la mortificación; y si llegáis a practicar la virtud en medio del goce y por el goce, podréis decirme que he mentido. Fijaos en los mártires que rebosaban de júbilo y cantaban cánticos de alegría en medio de los más atroces tormentos. ¿No sentían el sufrimiento? Vaya si sentían; mas el fuego del amor interior excedía con mucho las llamas que consumían su cuerpo.
 
Tengamos presente que el verdadero camino de la santidad es la mortificación. Dios no nos pide sino que nos vaciemos de nosotros mismos, reservándose para sí el llenar el vacío producido. Porque el amor propio es un concentrarnos en nosotros mismos, es estar llenos de nosotros mismos. La santidad es cuestión de mortificación.     
 
¿Que eso cuesta? Ciertamente. La paz es el premio de la guerra hecha a la naturaleza. No puede Dios dar paz sin luchar; de lo contrario, nos daría motivo para ilusiones. La paz nos la dará Él cuando el espíritu de penitencia nos haga más fuertes y cuando le amemos más por lo que es Él mismo que por sus dones. Aceptemos, pues, el plan de Dios. Nuestro Señor quisiera entrar en nosotros por su verdadero espíritu, que es la mortificación; se presenta incesantemente y aguarda con divina paciencia; todo lo encuentra lleno; todas nuestras puertas le están cerradas; nos abandona porque nos encuentra tan llenos de nosotros mismos y tan sensuales en nuestra vida exterior y espiritual, que nada puede hacer.
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(San Pedro Julián Eymard)
 
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Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
Un hombre calvo y demacrado se hallaba en su cama, la cara pálida, le habían trasplantado la médula ósea porque tenía leucemia. La enfermera Hanne Dina se le acercó, lo saludó y le preguntó si quería sopa y él dijo que no, que sólo quería dormir.
Al rato Hanne le llevó la medicina y él se la tomó con disgusto y volvió a hundirse en la almohada. Hanne fue a la cocina del hospital preparó para ella una taza de té, preparó una bandeja y colocó la tetera y dos tazas y se dirigió al cuarto del enfermo preguntándole:
- ¿Le molesta si tomo el té aquí? Quisiera ver las noticias acá mientras tomo el té.
-  Claro que no me molesta respondió.
Ella encendió el televisor mientras le decía: - Traje una taza extra por si quiere té. - Sí, sírvame media taza, por favor, respondió el enfermo.
Al día siguiente Hanne volvió con la bandeja y dos tazas y así lo hizo por una semana. A los pocos días se fue: se había restablecido lo suficiente para irse a terminar su convalecencia en su casa.
Cuatro meses más tarde Hanne estaba en un centro comercial cuando oyó una voz potente. “¡Hanne, que gusto de verla!". La enfermera lo reconoció. Era el enfermo de la taza de té. Él la abrazó y presentándole a la esposa, dijo: "Ésta es Hanne, la mujer que me salvó la vida con una taza de té...
🌸
Cuando los examinamos con detenimiento, los fallos generalmente resultan ser el extremo opuesto de las virtudes. 
El descuido en una situación puede ser generosidad en otra; la reserva puede ser una extensión del tacto. 
En la mayoría de nosotros, los atributos positivos y negativos se relacionan entre sí como los positivos y negativos de las impresiones fotográficas. La forma en que vemos la imagen depende de la situación y de la luz.
La rapidez para enojarnos puede implicar también rapidez para perdonar, para comprender o para movernos rápidamente en situaciones de emergencia. La tendencia a reaccionar lentamente puede relacionarse con la precaución juiciosa. La comprensión de nosotros mismos aumentará cuando logremos vernos a lo largo de un proceso continuo en el que los rasgos que representan una desventaja en una situación pueden constituir una ventaja en otra. A medida que nos vamos comprendiendo a nosotros mismos aprendemos a amarnos mejor, tal y como lo merecemos.
Hoy observaré mi conducta para ver si algún defecto que me desagrada puede ser el otro extremo de una cualidad.
🌸
Las sociedades humanas parecen ir de una crisis a otra, cargadas de injusticia, de opresión y de decepción. Pero la comedia es un don del espíritu humano. En ocasiones es la única arma que tenemos contra el absurdo oficial. ¿Acaso no parece con frecuencia que quienes comprenden más claramente los peligros que enfrentamos son los que se divierten con más entusiasmo?
La risa y la diversión no implican falta de interés. Cada uno de nosotros debe abrirse camino en estos tiempos difíciles, ordenando cuidadosamente sus prioridades y haciendo lo necesario para salvaguardar su crecimiento espiritual.
Una de las tentaciones que nos asaltan a la mayoría de nosotros es tomarnos tan en serio que comenzamos a dar demasiada importancia a los gestos más insignificantes. El sentido del humor es una maravillosa herramienta para hacernos poner los pies sobre la tierra.
Con frecuencia, compartir la diversión es la única forma que tenemos de ponernos en contacto con otro ser humano. Agradezcamos el don del humor verdadero dondequiera que lo encontremos, pues nos da fuerza para continuar.
Los hechos de hoy me recordarán quién soy. Los aceptaré con buen humor.
 
Un año con María
Noviembre 20: El egoísmo
No es que seamos egoístas, estamos ocupados en nosotros mismos, en pagar cuentas, en cuidar la familia. Tener algo en la vida implica mucha quita de tiempo. Nos ponemos armadura para obviar cosas y que no nos afecten. A veces son tan gruesas que nos olvidamos de la compasión.
Por eso debemos pedirle a María que nos ayude a no tener el corazón blindado, que nos abramos a los demás y construyamos desde la compasión como lo hizo Ella.
(PADRE LUIS ZAZANO)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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