sábado, 8 de mayo de 2021

Pequeñas Semillitas 4663

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 16 - Número 4663 ~ Sábado 8 de Mayo de 2021.
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Decía José Luis Martín Descalzo, sacerdote, periodista y escritor español (1930-1991):
“De la vehemencia y el entusiasmo deben surgir la paz y la serenidad. Del optimismo, la esperanza. De la risa fácil y de la alegría ruidosa, el apacible y agudo sentido del humor. De la capacidad de asimilación ha de nacer la riqueza interior. El ímpetu y el vigor deben producir la paciencia y la dulzura. La búsqueda inquieta de la felicidad ha de concluir en el aprecio y la armonía con todo lo que nos rodea. De la fe en los demás hemos de llegar a la indulgencia y la comprensión de todos. De la alegría de vivir hay que sacar el gozo de haber vivido. De la necesidad de amar y ser amado tiene que surgir la derrota de todos los egoísmos y un amor, al fin, plenamente desprendido”.
 
¡Buenos días María!
La Virgen de Luján llegó desde Sao Paulo (Brasil) a Argentina en mayo de 1630. Un terrateniente, Antonio Farías Sáa, quería construir una capilla a la Virgen María en sus tierras, en Sumampa, provincia de Santiago del Estero, Argentina.
Un amigo de Brasil le regaló una representación de la Inmaculada Concepción y una Virgen con el Niño. Les transportaron desde Brasil hasta Argentina, luego en un carro, desde Buenos Aires hasta Sumampa. Pero después de una parada en la orilla del río Luján, 68 kilómetros al oeste de Buenos Aires, cerca de la «Estancia Don Rosendo», el carro que transportaba las dos imágenes de la Virgen no se movió: no había nada que lo hiciera avanzar.
Se pensó quitar una de las imágenes: tarea imposible. Se retiró la segunda, y el carro se desbloqueó... La Virgen «no quería irse…» La noticia se extendió hasta Buenos Aires y las multitudes se pusieron en marcha hacia Luján. Don Rosendo construyó una capilla para la Virgen milagrosa. De hecho, milagros respondieron a las oraciones de los peregrinos.
El Santuario de Luján es ahora uno de los más grandes de América Latina, con seis millones de peregrinos. La Virgen de Luján es la Patrona de Argentina.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Hechos 16,1-10
 
Salmo: Sal 100 (99) 1-2.3.5
 
SANTO EVANGELIO: Juan 15,18-21
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero, como no sois del mundo, porque yo al elegiros os he sacado del mundo, por eso os odia el mundo. Acordaos de la palabra que os he dicho: El siervo no es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros; si han guardado mi Palabra, también la vuestra guardarán. Pero todo esto os lo harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado».
 
Comentario:
Hoy, el Evangelio contrapone el mundo con los seguidores de Cristo. El mundo representa todo aquello de pecado que encontramos en nuestra vida. Una de las características del seguidor de Jesús es, pues, la lucha contra el mal y el pecado que se encuentra en el interior de cada hombre y en el mundo. Por esto, Jesús resucitado es luz, luz que ilumina las tinieblas del mundo. Karol Wojtyla nos exhortaba a «que esta luz nos haga fuertes y capaces de aceptar y amar la entera Verdad de Cristo, de amarla más cuanto más la contradice el mundo».
Ni el cristiano, ni la Iglesia pueden seguir las modas o los criterios del mundo. El criterio único, definitivo e ineludible es Cristo. No es Jesús quien se ha de adaptar al mundo en el que vivimos; somos nosotros quienes hemos de transformar nuestras vidas en Jesús. «Cristo es el mismo ayer, hoy y siempre». Esto nos ha de hacer pensar. Cuando nuestra sociedad secularizada pide ciertos cambios o licencias a los cristianos y a la Iglesia, simplemente nos está pidiendo que nos alejemos de Dios. El cristiano tiene que mantenerse fiel a Cristo y a su mensaje. Dice san Ireneo: «Dios no tiene necesidad de nada; pero el hombre tiene necesidad de estar en comunión con Dios. Y la gloria del hombre está en perseverar y mantenerse en el servicio de Dios».
Esta fidelidad puede traer muchas veces la persecución: «Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros» (Jn 15,20). No hemos de tener miedo de la persecución; más bien hemos de temer no buscar con suficiente deseo cumplir la voluntad del Señor. ¡Seamos valientes y proclamemos sin miedo a Cristo resucitado, luz y alegría de los cristianos! ¡Dejemos que el Espíritu Santo nos transforme para ser capaces de comunicar esto al mundo!
* Rev. D. Ferran JARABO i Carbonell (Agullana, Girona, España)
 
Santoral Católico:
Nuestra Señora de Luján
Advocación Mariana
Es la Patrona de la República Argentina. En 1630, cien años después del milagro de Guadalupe, María se manifiesta en el Río de la Plata.
Como suele ocurrir con la Santísima Virgen, a fuerza de milagros se produjo un fenómeno de conversión popular que arrastró a millones de personas a través de los siglos, al amor verdadero por la Madre de Dios y a través de Ella a Cristo.
Argentina tiene en sus raíces a la Virgen de Luján. Se puede decir sin miedo a equivocarse que la propia Madre de Dios marcó con su sello inconfundible la creación de esta Nación, y su historia actual también. Para los argentinos, es tiempo de volver los ojos a la mirada Misericordiosa de la Reina del Cielo, Virgen gauchita y guapa, para suplicarle su ayuda urgente.
Más abajo narramos en forma resumida la historia de la Virgen de Luján, cuya imagen fue coronada canónicamente por el Papa León XIII en 1887.
Para información más amplia hacer clic acá.
* Aciprensa – Corazones.org
 
Palabras de San Juan Pablo II
“Te encomiendo y te consagro, Virgen de Luján, la patria argentina, pacificada y reconciliada, las esperanzas y anhelos de este pueblo, la Iglesia con sus Pastores y sus fieles, las familias para que crezcan en santidad, los jóvenes para que encuentren la plenitud de su vocación, humana y cristiana, en una sociedad que cultive sin desfallecimiento los valores del espíritu. Haz que Argentina entera sea fiel al Evangelio, y abra de par en par su corazón a Cristo, el Redentor del hombre, la Esperanza de la humanidad”
(Buenos Aires, abril de 1987)
 
Historias:
Ella quiso quedarse en Luján
Esta es la breve historia de la Virgen que se quiso quedar en Luján
 
Hacia el año 1630, un cierto portugués, de nombre Antonio Faría de Sá, hacendado de Sumampa, jurisdicción de Córdoba del Tucumán (hoy provincia de Santiago del Estero), pidió a un amigo suyo, Juan Andrea, marino, que le trajese del Brasil una imagen de la Concepción de María Santísima con el propósito de venerarla en la Capilla que estaba fabricando en su estancia.
 
Juan Andrea cumplió el encargo y le trajo no una, sino dos imágenes de Nuestra Señora, que llegaron al puerto de Buenos Aires. Una, según el pedido, era de la Purísima Concepción; la otra, del título de la Madre de Dios con el niño Jesús dormido entre los brazos.
 
Ambas imágenes fueron colocadas en dos cajoncillos y subidas a una carreta. Al llegar a las orillas del Río Luján, en la estancia de Rosendo, los troperos se detuvieron allí para pasar la noche. Al día siguiente, una clara mañana de Mayo, queriendo proseguir el camino no pudieron mover la carreta. Admirados de la novedad pasaron a individualizar la causa y declaró el conductor del convoy: “Aquí vienen dos cajones con dos bultos de la Virgen, que traigo recomendados para una capilla de Sumampa”.
 
Cuando abrieron el cajón, hallaron una bella imagen de Nuestra Señora de la Concepción, de media vara de alto y con las manos juntas ante el pecho. Luego de venerar la Santa Imagen la llevaron en procesión a la casa de Rosendo y sus dueños le levantaron un humilde altar. Fue entonces cuando un joven negro llamado Manuel dijo: “Sáquese de la carreta uno de los cajones y observemos si camina”.
 
Así se hizo, pero en vano. “Truéquense los cajones”, replicó él mismo. Entonces ocurrió que al cambiar los cajones y al tirar los bueyes la carreta se movió sin dificultad.
 
Desde luego entendieron los arrieros tal disposición del Cielo de que la imagen de la Virgen encerrada en tal cajón debía quedarse en aquel paraje y así siguieron con la otra a su destino.
 
Desde entonces se la venera en Luján, y es la Patrona de la República Argentina. Con el correr de los años se levantó un templo que es hoy la magnífica Basílica de Luján.
 
De los envíos del P. Natalio
Desacelera el ritmo
“Si el nadador levanta la cabeza es para «recobrar aliento». Si el automovilista se detiene frente a un surtidor, es para «cargar nafta». Si te detienes es para tomar conciencia de ti mismo, para unificar todas tus potencias, ordenarlas y dirigirlas para comprometerte por entero en tu vida” (M. Quoist). Decídete a vivir intensamente el momento presente, con serena sabiduría.
 
Desacelera el ritmo de tu corazón silenciando tu mente. Resuelve sólo una cosa por vez. Rompe la tensión de tus nervios y músculos con la dulce música de los arroyos que viven en tu memoria. Vive intensamente la paz del sueño. Aprende a tomar vacaciones de un minuto, al detenerte a mirar una flor, al conversar con un amigo, al contemplar un amanecer o al leer algunas líneas de un buen libro. Recuerda que una vida más intensa no quiere decir una vida más rápida. Mira las ramas del roble que florece y comprende que creció grande y fuerte porque creció despacio y bien. Ten calma, desacelera el paso y echa tus raíces en la buena tierra de lo que realmente vale, para así crecer hacia las estrellas. Cada mañana, al despertar, pide a Dios que te dé serenidad y fortaleza para enfrentar las luchas cotidianas.
 
“Si vas siempre a velocidades muy altas, cansarás el motor del auto. Si vives siempre «bajo presión», tu cuerpo y tu espíritu se gastarán muy pronto. Si corres tanto no encontrarás a nadie y, lo que es más grave, no te encontrarás ni a ti mismo. Si quieres captar lo más profundo que hay en ti, has de saber detenerte y reflexionar”, (M. Quoist). ¡Excelente consejo!
* Padre Natalio
 
Nuevo artículo
 
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable":
San Juan Pablo II visita Luján (1987)
Puedes acceder en la dirección:
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
Cuando nos acercamos a la hora del almuerzo o la cena, y tenemos que cocinar, por lo general vemos qué es lo que tenemos en nuestra despensa o alacena para, a partir de eso, decidir qué comer. Y muchas veces nos desanimamos, porque no se nos ocurre qué hacer con eso que tenemos. Sin embargo, si consultamos o viene alguien más experto en el arte de la cocina, con muy poco, sugiere o prepara algo riquísimo.
Al ir al encuentro con Dios en la oración, la comparación bien nos viene. Puede ocurrirnos que al mirar la despensa o alacena del corazón, también nos encontremos bastante pobres. Hay poco de cada cosa, y de algunas, nada. Sin embargo, antes de desanimarnos, podríamos preguntar a Dios y pedirle que tome lo que hay, con la certeza de que hará maravillas. La preocupación, por tanto, de qué quiera cocinar en nosotros, se la dejamos a Dios.
Tal vez, pueda, con un poco de ternura y paciencia que encuentre en nosotros, cocinar el acompañar de un adulto mayor; tal vez, con un poco de alegría pueda cocinar un ambiente lindo a los que vayan llegando a casa o al trabajo; tal vez, con un poco de fortaleza pueda animar a los que andan tecleando; y así con todo. Dios siempre tendrá preparado algo para ofrecer, con lo que se cocine en nuestra oración.
(Javier Albisu SJ)
 
Oración por la Patria
 
Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.
Nos sentimos heridos y agobiados.
Precisamos tu alivio y fortaleza.
Queremos ser nación, una nación cuya identidad
sea la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común.
Danos la valentía de la libertad de los hijos de Dios
para amar a todos sin excluir a nadie,
privilegiando a los pobres y perdonando a los que nos ofenden,
aborreciendo el odio y construyendo la paz.
Concédenos la sabiduría del diálogo
y la alegría de la esperanza que no defrauda.
Tú nos convocas. Aquí estamos, Señor,
cercanos a María, que desde Luján nos dice:
¡Argentina! ¡Canta y camina!
Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.
Amén.
 
Año de San José 
San José, hombre justo y modelo de virtudes,
es el Patrono Universal de la santa Iglesia,
y por lo tanto de todos nosotros.
Es el santo que tuvo en la tierra
la misión más grande y noble:
proteger al Niño Dios y su Santísima Madre.
 
Mayo 8
Padre celestial, Tú que alimentas las aves del cielo y vistes los lirios del campo, concede a todos los hombres el pan de cada día para su cuerpo, y el alimento de la Eucaristía para su espíritu. Así sea.
(P. Florentín Brusa, cmf)
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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AMDG

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