PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año
14 - Número 4193 ~ Domingo 15 de Diciembre de 2019
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
A
muy pocos días de la Navidad, la liturgia de este día, nos empuja y nos invita
a que nos abramos a la alegría más grande: Jesús.
Domingo
de regocijo. La cercanía de Jesús, nos infunde optimismo e ilusión. Todo queda
empapado, si no permitimos que otros aspectos se impongan al sentido navideño,
por el gusto del aniversario que se avecina: la aparición de Jesús en la
tierra.
El
Evangelio es un mensaje de alegría: esto proclama la liturgia del tercer
domingo de Adviento, que, por las palabras de Pablo en la antífona de ingreso,
ha tomado el nombre de domingo «Gaudete», «estad siempre alegres», o sea,
domingo de la alegría: «Que el desierto y el sequedal se alegren... Se alegrarán
con gozo y alegría... en cabeza, alegría perpetua; siguiéndolos, gozo y
alegría. Pena y aflicción se alejarán».
¡Buenos días!
Vela y ora por tu matrimonio
Si
consideramos un poco las causas de los problemas matrimoniales que sacuden a
tantas familias, vemos que el desconocimiento del valor de la persona humana,
la falta de un diálogo profundo, el no saber perdonar, el no tener tiempo para
convivir y el ambiente de inmoralidad reinante, resquebrajan trágicamente la
vida matrimonial.
Empieza a olvidar los malos momentos del pasado; a
perdonar y a querer más a tu cónyuge; a valorar más las virtudes y cualidades
que tiene; a no desperdiciar momentos para estar más cerca de tu ser amado y
convivir con él; a participar de sus sufrimientos e ideales, de sus
preocupaciones y triunfos; a reír juntos y a llorar juntos; a vivir en verdad
siendo un solo ser. Ama y cuida tu matrimonio. Juntos arrodíllense, oren al
Señor, las manos juntas, imploren al Señor que entre en sus vidas, que sea él
quien conduzca su matrimonio, quien los mantenga unidos hasta el final. ¡Hasta
que la muerte los separe!
Ánimo,
comienza a cultivar una manera renovada de amarse y convivir como en tus
mejores tiempos. Proponte dialogar más, estar más tiempo juntos, escucharse
más. Aplica el gran remedio de la ternura y la comprensión. Todo sacrificio
vale la pena para salvar el matrimonio del divorcio, de la soledad, del caos
del hogar. (Anónimo).
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios
Lecturas del día
♥ Primera Lectura: Is 35, 1-6a. 10
♥ Salmo: Sal 145, 6-10
♥ Segunda Lectura: Sant 5, 7-10
♥ Santo Evangelio: Mt 11,2-11
En aquel tiempo, Juan, que en la cárcel había oído
hablar de las obras de Cristo, envió a sus discípulos a decirle: «¿Eres tú el
que ha de venir, o debemos esperar a otro?». Jesús les respondió: «Id y contad
a Juan lo que oís y veis: los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan
limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la
Buena Nueva; ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!».
Cuando éstos se marchaban, se puso Jesús a hablar de
Juan a la gente: «¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el
viento? ¿Qué salisteis a ver, si no? ¿Un hombre elegantemente vestido? ¡No! Los
que visten con elegancia están en los palacios de los reyes. Entonces, ¿a qué
salisteis? ¿A ver un profeta? Sí, os digo, y más que un profeta. Éste es de
quien está escrito: ‘He aquí que yo envío mi mensajero delante de ti, que
preparará por delante tu camino’. En verdad os digo que no ha surgido entre los
nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en
el Reino de los Cielos es mayor que él».
♥ Comentario:
Hoy, como el domingo anterior, la Iglesia nos
presenta la figura de Juan el Bautista. Él tenía muchos discípulos y una
doctrina clara y diferenciada: para los publicanos, para los soldados, para los
fariseos y saduceos... Su empeño es preparar la vida pública del Mesías.
Primero envió a Juan y Andrés, hoy envía a otros a que le conozcan. Van con una
pregunta: «Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?» (Mt 11,3).
Bien sabía Juan quién era Jesús. Él mismo lo testimonia: «Yo no lo conocía,
pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: ‘Aquel sobre el que veas
descender el Espíritu y permanecer sobre él, ése es el que bautiza en el
Espíritu Santo’» (Jn 1,33). Jesús contesta con hechos: los ciegos ven y los
cojos andan...
Juan era de carácter firme en su modo de vivir y en
mantenerse en la Verdad, lo cual le costó su encarcelamiento y martirio. Aún en
la cárcel habla eficazmente con Herodes. Juan nos enseña a compaginar la
firmeza de carácter con la humildad: «No soy digno de desatarle las sandalias»
(Jn 1,27); «Es preciso que Él crezca y que yo disminuya» (Jn 3,30); se alegra
de que Jesucristo bautice más que él, pues se considera sólo “amigo del esposo”
(cf. Jn 3,26).
En una palabra: Juan nos enseña a tomar en serio
nuestra misión en la tierra: ser cristianos coherentes, que se saben y actúan
como hijos de Dios. Debemos preguntarnos: —¿Cómo se prepararían María y José
para el nacimiento de Jesucristo? ¿Cómo preparó Juan las enseñanzas de Jesús?
¿Cómo nos preparamos nosotros para conmemorarlo y para la segunda venida del
Señor al final de los tiempos? Pues, como decía san Cirilo de Jerusalén:
«Nosotros anunciamos la venida de Cristo, no sólo la primera, sino también la
segunda, mucho más gloriosa que aquélla. Pues aquélla estuvo impregnada por el
sufrimiento, pero la segunda traerá la diadema de la divina gloria».
Dr. Johannes VILAR (Köln, Alemania)
Palabras de San Juan
Pablo II
“El
Señor está cerca, nos lo recuerda cada día la liturgia. Adviento quiere decir:
Dios que viene, porque quiere que “todos los hombres sean salvos y vengan al
conocimiento de la verdad” (1 Tim 2, 4). Viene porque ha creado al mundo y al
hombre por amor, y con él ha establecido el orden de la gracia. Pero viene “por
causa del pecado”, viene “a pesar del pecado”, viene para quitar el pecado. Por
eso no nos extrañamos que, en la noche de Navidad, no encuentre sitio en las
casas de Belén y deba nacer en un establo. Pero lo más importante es el hecho
de que Él viene. El Adviento de cada año nos recuerda que la gracia, es decir,
la voluntad de Dios para salvar al hombre, es más poderosa que el pecado”.
Predicación del
Evangelio:
Curar heridas
La actuación de Jesús dejó desconcertado al Bautista.
Él esperaba un Mesías que extirparía del mundo el pecado imponiendo el juicio
riguroso de Dios, no un Mesías dedicado a curar heridas y aliviar sufrimientos.
Desde la prisión de Maqueronte envía un mensaje a Jesús: “¿Eres tú el que ha de
venir o tenemos que esperar a otro?”.
Jesús le responde con su vida de profeta curador:
“Decidle a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los inválidos
andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y a
los pobres se les anuncia la Buena Noticia”. Este es el verdadero Mesías: el
que viene a aliviar el sufrimiento, curar la vida y abrir un horizonte de
esperanza a los pobres.
Jesús se siente enviado por un Padre misericordioso
que quiere para todos un mundo más digno y dichoso. Por eso, se entrega a curar
heridas, sanar dolencias y liberar la vida. Y por eso pide a todos: “Sed
compasivos como vuestro Padre es compasivo”.
Jesús no se siente enviado por un Juez riguroso para
juzgar a los pecadores y condenar al mundo. Por eso, no atemoriza a nadie con
gestos justicieros, sino que ofrece a pecadores y prostitutas su amistad y su
perdón. Y por eso pide a todos: “No juzguéis y no seréis juzgados”.
Jesús no cura nunca de manera arbitraria o por puro
sensacionalismo. Cura movido por la compasión, buscando restaurar la vida de
esas gentes enfermas, abatidas y rotas. Son las primeras que han de
experimentar que Dios es amigo de una vida digna y sana.
Jesús no insistió nunca en el carácter prodigioso de
sus curaciones ni pensó en ellas como receta fácil para suprimir el sufrimiento
en el mundo. Presentó su actividad curadora como signo para mostrar a sus
seguidores en qué dirección hemos de actuar para abrir caminos a ese proyecto
humanizador del Padre que él llamaba “reino de Dios”.
El Papa Francisco afirma que “curar heridas” es una
tarea urgente: “Veo con claridad que lo que la Iglesia necesita hoy es una
capacidad de curar heridas y dar calor, cercanía y proximidad a los
corazones... Esto es lo primero: curar heridas, curar heridas”. Habla luego de
“hacernos cargo de las personas, acompañándolas como el buen samaritano que
lava, limpia y consuela”. Habla también de “caminar con las personas en la
noche, saber dialogar e incluso descender a su noche y oscuridad sin perderse”.
Al confiar su misión a los discípulos, Jesús no los
imagina como doctores, jerarcas, liturgistas o teólogos, sino como curadores.
Su tarea será doble: anunciar que el reino Dios está cerca y curar enfermos.
Padre José Antonio Pagola
Nuevo vídeo
Hay
un nuevo vídeo subido al blog
de
"Pequeñas Semillitas" en
internet.
Para
verlo tienes que ir al final de esta página
Ofrecimiento para
sacerdotes y religiosas
Formulo
el siguiente ofrecimiento únicamente
para sacerdotes o religiosas que reciben diariamente "Pequeñas
Semillitas" por e-mail: Si desean recibir los comentarios del Evangelio
del domingo siguiente con dos o tres días de anticipación, para tener tiempo de
preparar sus meditaciones, homilías o demás trabajos pastorales sobre la
Palabra de Dios, pueden pedírmelo a feluzul@gmail.com
Sólo
deben indicar claramente su nombre, su correo electrónico, ciudad de residencia
y a qué comunidad religiosa pertenecen.
"Pequeñas
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Si
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dirigiéndote por e-mail a feluzul@gmail.com
A
todos los que las reciben, los invito a que compartan las "Pequeñas Semillitas" reenviándolas a sus contactos, y de
ese modo ayudan a sembrar en el mundo la alegría del Evangelio.
Un minuto con María
En 1637, en Francia, dos hombres influyentes de la
sociedad de Marsella que tenían un proceso entre sí después de varios años sin
poderlo terminar, decidieron presentar su disputa ante la jurisdicción de
Grenoble. Estaban decididos a arruinarse mutuamente, tanto materialmente como
en su reputación, con tal de salir del laberinto legal en el que se habían
metido.
En su camino pasaron por la pequeña ciudad de
Bargemon, en Haute-Provence, y decidieron encontrar una posada para pasar la
noche. Conociendo la reputación de Nuestra Señora de Bargemon, fueron a
visitarla a su santuario en el centro del pueblo. ¡Apenas se arrodillaron ante
la Virgen, sintieron el deseo recíproco de terminar su disputa amistosamente y
regresar a casa sin ir a Grenoble!
Y como la Santísima Virgen no hace nada a medias, los
hizo conocer a un religioso que, en poco tiempo, resolvió la disputa legal que
les había enfrentado durante tantos años. Los dos hombres regresaron a sus
hogares en gran amistad, ante el asombro de los ciudadanos y de todos aquellos
que esperaban la ruina inevitable de sus familias. Porque a la Virgen María en
su santuario de Bargemon, "no le importan menos los bienes de la fortuna
que los de la mente y el cuerpo", informa en sus crónicas el hermano
Rafael. El padre Agustín Déchaussé estaba a cargo de la capilla de Bargemon en
aquel momento.
Cinco minutos con Jesús
Diciembre 15
Son muchas las cosas que en los días de Navidad los
hombres pedirán al cielo; a ese Dios que, sin dejar de ser Dios, se quiso hacer
hombre, por amor al hombre, para salvar al hombre.
Pero indudablemente, hay algo que está en las
plegarias de todos; todos esperamos y pedimos que el Niño de la Navidad nos
traiga la paz.
(Padre Alfonso Milagro)
FELIPE
-Jardinero
de Dios-
(el más pequeñito de
todos)
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