PEQUEÑAS
SEMILLITAS Año
18 - Número 5512 ~ Martes 12 de Diciembre de 2023Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina) ¡Alabado sea Jesucristo!
"No estoy yo aquí que soy tu Madre? No estás bajo mi sombra y
resguardo? No soy la fuente de tu alegría? No estás en el hueco de mi manto, en
el cruce de mis brazos? Qué más puedes querer?"
Estas palabras son parte de una de las conversaciones de la Santísima
Virgen con San Juan Diego. Palabras que cada uno necesitamos grabarnos en el
corazón, porque siempre habrá cosas que nos aflijan. Ella en su misericordia
materna, sabe y conoce qué es lo que sucede en nuestras vidas. María se duele,
se preocupa e intercede por nosotros. Pero también sabe que es parte de la vida
del hombre llevar la Cruz de su Hijo amadísimo, que llevando esa Cruz con amor,
nos templa, nos hace fuertes y nos mereceremos estar junto a la Santísima
Trinidad gozando de su gloria para la eternidad.
¡Nuestra Señora de Guadalupe, ruega por nosotros!
La Palabra de Dios Lecturas del día ♡ Primera Lectura: Is 40,1-11 o Za
2, 14-17
♡ Salmo: Sal 95 o Jdt 13, 18bcde. 19
♡ Santo Evangelio: Mt 18, 12-14
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «¿Qué os parece? Si un
hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿no dejará en los
montes las noventa y nueve, para ir en busca de la descarriada? Y si llega a
encontrarla, os digo de verdad que tiene más alegría por ella que por las
noventa y nueve no descarriadas. De la misma manera, no es voluntad de vuestro
Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños».
♡ Comentario:
Hoy, Jesús nos lanza un reto: «¿Qué os parece?» (Mt 18,12); ¿qué clase de
misericordia practicas? Quizás nosotros, “católicos practicantes”, habiendo
gustado muchas veces de la misericordia de Dios en sus sacramentos, estemos
tentados a pensar que ya estamos justificados ante los ojos de Dios. Corremos
el peligro de convertirnos inconscientemente en el fariseo que menosprecia al
publicano (cf. Lc 18,9-14). Aunque no lo digamos en voz alta, quizás pensemos
que estamos libres de culpa ante Dios. Algunos síntomas de que este orgullo
farisaico echa raíces en nosotros pueden ser la impaciencia ante los defectos
de los demás, o pensar que las advertencias nunca van para nosotros.
El “desobediente” profeta Jonás, un judío, se mantuvo inflexible cuando
Dios mostró pena por los habitantes de Nínive. Yahvé reprochó la intolerancia
de Jonás (cf. Jon 4,10-11). Aquella mirada humana ponía límites a la divina
misericordia. ¿Acaso también nosotros ponemos límites a la misericordia de
Dios? Hemos de prestar atención a la lección de Jesús: «Sed misericordiosos
como vuestro Padre es misericordioso» (Lc 6,36). Con toda probabilidad,
¡todavía nos queda un largo camino por recorrer para imitar la misericordia de
Dios!
¿Cómo debiéramos entender la misericordia de nuestro Padre celestial? El
Papa Francisco dijo que «Dios no perdona mediante un decreto, sino con un
abrazo». El abrazo de Dios para con cada uno de nosotros se llama “Jesucristo”.
Cristo manifiesta la misericordia paternal de Dios. En el capítulo cuarto del
Evangelio de san Juan, Cristo no airea los pecados de la mujer samaritana. En
lugar de ello, la divina misericordia cura a la Samaritana ayudándola a
afrontar plenamente la realidad de su pecado. La misericordia de Dios es
totalmente coherente con la verdad. La misericordia no es una excusa para
tomarse rebajas morales. Sin embargo, Jesús debió haber provocado su
arrepentimiento con mucha más ternura que la que sintió la mujer adúltera
“herida por el amor” (cf. Jn 8,3-11). Nosotros también debemos aprender cómo
ayudar a los demás a encararse con sus errores sin avergonzarles, con gran
respeto hacia ellos como hermanos en Cristo, y con ternura. En nuestro caso,
también con humildad, sabiendo que nosotros mismos somos “vasijas de barro”.
* Fr. Damien LIN Yuanheng
(Singapore, Singapur)
Santoral Católico: Nuestra Señora de Guadalupe El 9 de diciembre de
1531, en un lugar denominado Tepeyac, María Santísima se apareció al indio san
Juan Diego (cf. 9 de diciembre). La Virgen le encargó que en su nombre pidiese
al obispo de México, el franciscano Juan de Zumárraga, la construcción de una
iglesia en el lugar de la aparición. El obispo no aceptó la idea y le pidió
pruebas objetivas en confirmación del prodigio. El 12 de diciembre, la Virgen
se le volvió a presentar y lo invitó a subir hasta la cima de la colina de
Tepeyac para recoger flores y traérselas a ella. No obstante la fría estación
invernal y la aridez del lugar, Juan Diego encontró unas flores muy hermosas.
Una vez recogidas las colocó en su «tilma» y se las llevó a la Virgen, que le
mandó presentarlas al Sr. Obispo como prueba de veracidad. Una vez ante el
obispo el Santo abrió su «tilma» y dejó caer las flores, mientras en el tejido
apareció impresa la imagen de la Virgen de Guadalupe, que desde aquel momento
se convirtió en el corazón espiritual de la Iglesia en México. El obispo mandó
construir la capilla, luego trasformada en grandioso templo. El 23 de enero de
1999 dijo san Juan Pablo II en la basílica de Guadalupe: «Tengo la alegría de
anunciar ahora que he declarado que el día 12 de diciembre en toda América se
celebre a la Virgen María de Guadalupe con el rango litúrgico de fiesta».
Oración: Señor, Dios
nuestro, que has concedido a tu pueblo la protección maternal de la siempre
Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos, por su intercesión, permanecer
siempre firmes en la fe y servir con sincero amor a nuestros hermanos. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
(Directorio Franciscano – ACI Prensa – Catholic.net)
Palabras de San Juan Pablo II «Haz que todos, gobernantes
y súbditos, aprendan a vivir en paz, se eduquen para la paz, cumplan todo lo
que exigen la justicia y el respeto de los derechos de cada hombre, para que
así se consolide la paz. Escúchanos, Virgen «morenita», Madre de la Esperanza,
Madre de Guadalupe» (1997)
💕«He
venido aquí para poner a los pies de la Virgen mestiza del Tepeyac, Estrella
del Nuevo Mundo, la exhortación apostólica Ecclesia in America, que
recoge las aportaciones y sugerencias pastorales de dicho Sínodo, confiando a
la Madre y Reina de este Continente el futuro de su evangelización» (1999)
Historia de la Virgen de Guadalupe Diez años después de la conquista de México, el
día 9 de diciembre de 1531, Juan Diego iba rumbo al Convento de Tlaltelolco
para oír misa. Al amanecer llegó al pie del Tepeyac. De repente oyó música que
parecía el gorjeo de miles de pájaros. Muy sorprendido se paró, alzó su vista a
la cima del cerro y vio que estaba iluminado con una luz extraña. Cesó la
música y en seguida oyó una dulce voz procedente de lo alto de la colina,
llamándole: "Juanito; querido Juan Dieguito". Juan subió presurosamente
y al llegar a la cumbre vio a la Santísima Virgen María en medio de un arco
iris, ataviada con esplendor celestial.
Su hermosura y mirada bondadosa llenaron su
corazón de gozo infinito mientras escuchó las palabras tiernas que ella le
dirigió a él. Ella habló en azteca. Le dijo que ella era la Inmaculada Virgen
María, Madre del Verdadero Dios. Le reveló cómo era su deseo más vehemente
tener un templo allá en el llano donde, como madre piadosa, mostraría todo su
amor y misericordia a él y a los suyos y a cuantos solicitaren su amparo.
"Y para realizar lo que mi clemencia pretende, irás a la casa del Obispo
de México y le dirás que yo te envío a manifestarle lo que mucho deseo; que
aquí en el llano me edifique un templo. Le contarás cuanto has visto y
admirado, y lo que has oído. Ten por seguro que le agradeceré bien y lo pagaré,
porque te haré feliz y merecerás que yo te recompense el trabajo y fatiga con
que vas a procurar lo que te encomiendo. Ya has oído mi mandato, hijo mío, el
más pequeño: anda y pon todo tu esfuerzo".
Juan se inclinó ante ella y le dijo:
"Señora mía: ya voy a cumplir tu mandato; me despido de ti, yo, tu humilde
siervo".
Cuando Juan llegó a la casa del Obispo Zumárraga
y fue llevado a su presencia, le dijo todo lo que la Madre de Dios le había
dicho. Pero el Obispo parecía dudar de sus palabras, pidiéndole volver otro día
para escucharle más despacio.
Ese mismo día regresó a la cumbre de la colina y
encontró a la Santísima Virgen que le estaba esperando. Con lágrimas de
tristeza le contó cómo había fracasado su empresa. Ella le pidió volver a ver
al Sr. Obispo el día siguiente. Juan Diego cumplió con el mandato de la
Santísima Virgen. Esta vez tuvo mejor éxito; el Sr. Obispo pidió una señal.
Juan regresó a la colina, dio el recado a María
Santísima y ella prometió darle una señal al siguiente día en la mañana. Pero
Juan Diego no podía cumplir este encargo porque un tío suyo, llamado Juan
Bernardino había enfermado gravemente.
Dos días más tarde, el día doce de diciembre,
Juan Bernardino estaba moribundo y Juan Diego se apresuró a traerle un
sacerdote de Tlaltelolco. Llegó a la ladera del cerro y optó ir por el lado
oriente para evitar que la Virgen Santísima le viera pasar. Primero quería
atender a su tío. Con grande sorpresa la vio bajar y salir a su encuentro. Juan
le dio su disculpa por no haber venido el día anterior. Después de oír las
palabras de Juan Diego, ella le respondió: "Oye y ten entendido, hijo mío
el más pequeño, que es nada lo que te asusta y aflige. No se turbe tu corazón,
no temas esa ni ninguna otra enfermedad o angustia. ¿Acaso no estoy aquí yo,
que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy tu salud? ¿Qué más te
falta? No te aflija la enfermedad de tu tío, que no morirá ahora de ella; está
seguro de que ya sanó".
Cuando Juan Diego oyó estas palabras se sintió
contento. Le rogó que le despachara a ver al Señor Obispo para llevarle alguna
señal y prueba a fin de que le creyera. Ella le dijo: "Sube, hijo mío el
más pequeño, a la cumbre donde me viste y te di órdenes, hallarás que hay
diferentes flores; córtalas, recógelas y en seguida baja y tráelas a mi
presencia".
Juan Diego subió y cuando llegó a la cumbre, se
asombró mucho de que hubieran brotado tan hermosas flores. En sus corolas
fragantes, el rocío de la noche semejaba perlas preciosas. Presto empezó a
córtalas, las echó en su regazo y las llevó ante la Virgen. Ella tomó las
flores en sus manos, las arregló en la tilma y dijo: "Hijo mío el más
pequeño, aquí tienes la señal que debes llevar al Señor Obispo. Le dirás en mi
nombre que vea en ella mi voluntad y que él tiene que cumplirla. Tú eres mi
embajador muy digno de confianza. Rigurosamente te ordeno que sólo delante del
Obispo despliegues tu tilma y descubras lo que llevas".
Cuando Juan Diego estuvo ante el Obispo Fray
Juan de Zumárraga, y le contó los detalles de la cuarta aparición de la
Santísima Virgen, abrió su tilma para mostrarle las flores, las cuales cayeron
al suelo. En este instante, ante la inmensa sorpresa del Señor Obispo y sus
compañeros, apareció la imagen de la Santísima Virgen María maravillosamente
pintada con los más hermosos colores sobre la burda tela de su manto.
Ante esto el obispo creyó y mandó a construir la
que sería la primerea capilla en honor a la Santísima Virgen.
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas” ¡Allanen los caminos! Allanen, sí, todos los caminos de la tierra porque
el Señor está cerca.
Él vendrá y llenará de esperanza a todos los que la perdieron. Vendrá en
la noche para ser Luz. Vendrá para acompañar a los cansados.
Ya pueden respirar tranquilos aquellos que se creían abandonados. El
Salvador está cerca. Abran caminos de esperanza los que pasan por este mundo
sin encontrar sentido a la vida.
Allanen los senderos porque Él vendrá. Vendrá como rocío en la mañana;
rasgará las conciencias dormidas y ablandará la dureza de nuestros corazones.
Vendrá el Señor, no tardará. Esperadlo en la puerta de cada casa porque,
sin hacer ruido, vendrá y lo iluminará todo con su amor.
A esperar, sí, espérenlo. Que el Adviento es esperar.
Recordando al Padre Natalio La convivencia
Por un sabio plan divino las personas somos
distintas, tenemos diversas capacidades, diferentes inclinaciones y gustos. Es
una realidad y tienes que aceptarla buenamente, sin dejarte alcanzar ni por la
envidia del bien ajeno, ni por el orgullo de lo que te ha tocado. Es señal de
madurez la aceptación serena de ti mismo con tus capacidades y carencias.
Bernini, famoso escultor, y Borromini, no
menos famoso arquitecto, eran dos personajes en Roma que no se llevaban bien.
Una vez, se le encargó a Bernini que hiciera una fuente en cierta plaza de la
ciudad, junto a la cual estaba la residencia de ambos. Entre otras esculturas
en esta fuente colocó la estatua de un hombre que se tapaba el rostro… para no
ver una casa proyectada por Borromini.
Fue sin duda una broma cruel del escultor. El amor
que pide Jesús debe llevarnos a evitar en la convivencia las faltas de
aceptación y las incomprensiones. El Señor nos quiere ver bondadosos y
pacíficos. No es fácil, pero lo podrás, si lo pides cada día: “Señor, ayúdame a
ser hoy comprensivo y paciente con todos”. Que pases un día feliz de buena
convivencia.
(P. Natalio)
FELIPE -Jardinero de Dios-(el más pequeñito de todos) BLOG ”PEQUEÑAS
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