PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año
14 - Número 3905 ~ Martes 5 de Febrero de 2019
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Cuando
vamos en bote, si queremos avanzar, los remos deben ir parejos. En cuanto uno
de los dos entra solo, empezamos a girar en círculo.
En
el diálogo con Dios, aprendemos lo que luego nos sirve en el diálogo con los
demás y con nosotros mismos. También aquí, si solo hacemos entrar en
consideración una de los dos cosas que tenemos que ver, entramos a girar en
círculo.
Si
cuando rezamos, solo entra lo que nos tiene “afectados”, “apegados”; si solo
hablamos de lo nuestro, de nuestro plan, no vamos a avanzar. Pronto nos daremos
cuenta que estamos girando en círculo. Y no solo, no salimos, sino hasta puede
ser, que se convierta en un remolino que termine por tragar nuestra fuerza,
nuestra alegría, nuestra esperanza.
Pero
así como podemos girar en torno a nosotros mismos, también podemos girar en
torno de Dios. Pensar en su proyecto, en su palabra, en su amor, sin
acompañarlo de ese otro “remo” que es nuestra vida a la que él ofrece su proyecto,
su palabra, su amor, es no avanzar. Es girar en una espiritualidad sin carne,
que no lleva nuestro nombre y apellido.
Javier Albisu S.J.
¡Buenos días!
Antes de leer la Biblia
Dios está vivo en su Palabra para iluminarte,
consolarte, fortalecerte… Pero debes acercarte a ella con verdadera fe. Antes
de leerla es adecuado que te pongas en la presencia del Señor con alguna
oración que te ambiente en un clima de devoción y acogida cordial del don de
Dios. Puede servirte la que sigue.
Dios, mi Padre bondadoso.
Estoy rodeado de ruidos y voces. Estoy cansado de escuchar palabras sin verdad,
sin el calor de la intimidad personal, sin la eficacia del amor comprometido.
Tú, Señor, me hablas con una Palabra nueva. Por eso quiero escucharte. Porque
tu Palabra me muestra la verdad, me revela la eficacia de tu amor, me ofrece la
participación en tu misma vida. Señor, que tu Palabra se haga carne en mi vida.
Te ofrezco un corazón pobre y abierto. Siembra en mí tu Palabra, que tu
Espíritu la haga fecunda, como en el seno de María, la santísima Virgen y Madre
de Jesús. Y seré en el mundo el eco de tu voz, la proclamación de tu Evangelio.
Amén.
La actitud de humilde escucha es decisiva para leer
con provecho, pero es un don que debes pedirle al Señor con la confianza de un
hijo. Y el libro sagrado te animará con promesas de vida sin fin, será para ti
una escalera para subir al cielo, te ofrecerá normas simples de vida
inocente y te descubrirá el amor entrañable de Dios por
ti. Que sea tu alimento cotidiano.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios
Lecturas de hoy
♥ Primera Lectura: Heb 12, 1-4
♥ Salmo: Sal 21, 26b-28. 30abcd. 31b-32
♥ SANTO EVANGELIO: Mc 5,21-43
En aquel tiempo, Jesús pasó de nuevo en la barca a la
otra orilla y se aglomeró junto a Él mucha gente; Él estaba a la orilla del
mar. Llega uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a
sus pies, y le suplica con insistencia diciendo: «Mi hija está a punto de
morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva». Y se fue con
él. Le seguía un gran gentío que le oprimía.
Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde
hacía doce años, y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado
todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor, habiendo oído
lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto.
Pues decía: «Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré». Inmediatamente
se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal.
Al instante, Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de Él, se
volvió entre la gente y decía: «¿Quién me ha tocado los vestidos?». Sus
discípulos le contestaron: «Estás viendo que la gente te oprime y preguntas:
‘¿Quién me ha tocado?’». Pero Él miraba a su alrededor para descubrir a la que
lo había hecho. Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó
atemorizada y temblorosa, se postró ante Él y le contó toda la verdad. Él le
dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad».
Mientras estaba hablando llegan de la casa del jefe
de la sinagoga unos diciendo: «Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al
Maestro?». Jesús que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la sinagoga: «No
temas; solamente ten fe». Y no permitió que nadie le acompañara, a no ser
Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a la casa del jefe de la
sinagoga y observa el alboroto, unos que lloraban y otros que daban grandes
alaridos. Entra y les dice: «¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no ha
muerto; está dormida». Y se burlaban de Él. Pero Él después de echar fuera a
todos, toma consigo al padre de la niña, a la madre y a los suyos, y entra
donde estaba la niña. Y tomando la mano de la niña, le dice: «Talitá kum», que
quiere decir: «Muchacha, a ti te digo, levántate». La muchacha se levantó al
instante y se puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de sí, llenos
de estupor. Y les insistió mucho en que nadie lo supiera; y les dijo que le
dieran a ella de comer.
♥ Comentario:
Hoy, el Evangelio nos presenta dos milagros de Jesús
que nos hablan de la fe de dos personas bien distintas. Tanto Jairo —uno de los
jefes de la sinagoga— como aquella mujer enferma muestran una gran fe: Jairo
está seguro de que Jesús puede curar a su hija, mientras que aquella buena
mujer confía en que un mínimo de contacto con la ropa de Jesús será suficiente
para liberarla de una enfermedad muy grave. Y Jesús, porque son personas de fe,
les concede el favor que habían ido a buscar.
La primera fue ella, aquella que pensaba que no era
digna de que Jesús le dedicara tiempo, la que no se atrevía a molestar al
Maestro ni a aquellos judíos tan influyentes. Sin hacer ruido, se acerca y,
tocando la borla del manto de Jesús, “arranca” su curación y ella enseguida lo
nota en su cuerpo. Pero Jesús, que sabe lo que ha pasado, no la quiere dejar
marchar sin dirigirle unas palabras: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y
queda curada de tu enfermedad» (Mc 5,34).
A Jairo, Jesús le pide una fe todavía más grande.
Como ya Dios había hecho con Abraham en el Antiguo Testamento, pedirá una fe
contra toda esperanza, la fe de las cosas imposibles. Le comunicaron a Jairo la
terrible noticia de que su hijita acababa de morir. Nos podemos imaginar el
gran dolor que le invadiría en aquel momento, y quizá la tentación de la
desesperación. Y Jesús, que lo había oído, le dice: «No temas, solamente ten
fe» (Mc 5,36). Y como aquellos patriarcas antiguos, creyendo contra toda
esperanza, vio cómo Jesús devolvía la vida a su amada hija.
Dos grandes lecciones de fe para nosotros. Desde las
páginas del Evangelio, Jairo y la mujer que sufría hemorragias, juntamente con
tantos otros, nos hablan de la necesidad de tener una fe inconmovible. Podemos
hacer nuestra aquella bonita exclamación evangélica: «Creo, Señor, ayuda mi
incredulidad» (Mc 9,24).
Rev. D. Francesc PERARNAU i Cañellas (Girona, España)
Santoral Católico:
Santa Águeda
Virgen y Mártir
Es una de las más famosas vírgenes y mártires de la
antigüedad cristiana, y su nombre fue incluido en el canon romano de la misa.
Nació en Catania o Palermo hacia el año 230, de padres cristianos, nobles y
ricos. En su juventud consagró su virginidad al Señor. Durante la persecución
de Decio, Quinciano, gobernador de la isla de Sicilia, sometió a Águeda a los
más crueles y vejatorios tormentos porque se negó ella a las pretensiones
amorosas de él, no quiso sacrificar a los dioses y se mantuvo firme en su fe
cristiana. Según cuenta la tradición, Quinciano, despechado y furioso, ordenó
que le cortaran los pechos; sobrevivió ella milagrosamente. Por fin, condenada
a la hoguera, murió virgen y mártir en Catania el 5 de febrero del año 251.
Oración: Te
rogamos, Señor, que la virgen santa Águeda nos alcance tu perdón, pues ella fue
agradable a tus ojos por la fortaleza que mostró en su martirio y por el mérito
de su castidad. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
© Directorio Franciscano – Aciprensa –
Catholic.net
San Felipe de Jesús
Primer mártir mexicano
Para más información hacer clic acá.
© Corazones.org
Pensamiento del día
"El futuro tiene muchos
nombres.
Para los débiles es lo
inalcanzable.
Para los temerosos, lo
desconocido.
Para los valientes es la
oportunidad".
(Víctor Hugo)
Historias:
Alejandro Magno
Alejandro III de Macedonia, llamado el Grande
(Alejandro Magno) fue rey de Macedonia desde 336 a. C. hasta su muerte. Es
considerado uno de los líderes militares más importantes de la Historia, por su
conquista del Imperio Aqueménida.
Tras la unificación de múltiples ciudades-estado de
la antigua Grecia bajo el dominio de su padre, Filipo II de Macedonia,
Alejandro conquistó el Imperio Persa, incluyendo Anatolia, Siria, Fenicia,
Judea, Gaza, Egipto, Bactriana y Mesopotamia, y amplió las fronteras de su propio
imperio hasta la región del Punjab.
Encontrándose al borde de la muerte, Alejandro
convocó a sus generales y les comunicó sus tres últimos deseos:
1 - Que su ataúd fuese llevado en hombros y
transportado por los propios médicos de la época.
2 - Que los tesoros que había conquistado (plata,
oro, piedras preciosas...), fueran esparcidos por el camino hasta su tumba,
y...
3 - Que sus manos quedaran balanceándose en el aire,
fuera del ataúd, y a la vista de todos.
Uno de sus generales, asombrado por tan insólitos
deseos, le preguntó a Alejandro cuáles eran sus razones.
Alejandro le explicó:
1 - Quiero que los más eminentes médicos carguen mi
ataúd para así mostrar que ellos NO tienen, ante la muerte, el poder de curar.
2 - Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros
para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí
permanecen.
3 - Quiero que mis manos se balanceen al viento, para
que las personas puedan ver que vinimos con las manos vacías, y con las manos
vacías partimos.
Web católico de Javier
Un minuto con María
En la década de 1580, una pobre pastora del Flandes
belga (Bélgica) amaba tanto a la Santísima Virgen que iba todos los días a
rezarle en una pequeña capilla mientras sus ovejas pastaban. Y como la estatua
de la Santísima Virgen no tenía adornos, la joven pastora le hizo una capa con
un trozo de tela y, a menudo, le tejía una corona de flores y le decía: “Madre,
me gustaría ponerte una corona de piedras preciosas en la frente; pero, como
soy muy pobre, te ruego aceptes esta sencilla corona de flores”.
La pastora pronto cayó enferma y entró en agonía;
pero dos religiosos que estaban por ahí y que descansaban debajo de un árbol,
de repente tuvieron una visión: vieron a un grupo de vírgenes muy hermosas y,
en medio de ellas, una que las superaba en belleza y majestuosidad.
Uno de los religiosos le preguntó quién era: “Soy la
Madre de Dios y voy con estas vírgenes santas cerca de aquí a visitar a una
pastora en agonía que me hizo muchas visitas”. Y enseguida desapareció.
Los religiosos entonces se dijeron "vamos
nosotros también a verla". Salieron y encontraron, en una pobre choza, a
la pastora ya moribunda, recostada sobre un poco de paja. Ellos la saludaron y
ella les dijo: "Hermanos, oren a Dios para que Él les muestre la compañía
que me rodea”. Ellos se arrodillaron y vieron a María cerca de la pastora, con
una corona de flores en la mano consolándola. Y, mientras las vírgenes santas
entonaban un cántico, el alma de la pastora se separó del cuerpo. María la
coronó, la recibió en sus brazos y se la llevó con ella al Paraíso.
(Citado por san Alfonso María de Ligorio
en Las Glorias de María)
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el
Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes,
diáconos, seminaristas, monjas, religiosas, novicias, catequistas y todos los
que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para
que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto
con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de
Jesús y del Inmaculado Corazón de María;
por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y
martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros
hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el
abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por
los pacientes internados en la Casa de la Bondad en Córdoba (Argentina); por los niños con cáncer
y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por
los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por las
víctimas de catástrofes naturales; por la unión de las familias, la fidelidad
de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento;
por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración para Ricardo, de Monterrey, México, que es un verdadero hombre de Dios,
y el pasado día 2 de febrero ha recibido un trasplante de pulmón, y si bien
hasta acá todo va muy bien, enfrenta treinta días que serán críticos. Le
pedimos a Jesús que lo acompañe y le conceda la gracia de una muy buena
recuperación. Y hacemos propicia la oportunidad para elevar oraciones por los
familiares y por el alma de los que al morir han donado órganos para dar vida
al prójimo que los necesita.
Pedimos oración para dos amigos de Córdoba,
Argentina, que atraviesan problemas de salud: Raúl y Pedro. Que la
Virgen de Lourdes interceda ante Jesús por ellos para conseguir su total
curación.
Continuamos unidos en oración por medio del rezo del
Santo Rosario poniendo en Manos de Nuestra Madre Bendita todas nuestras
preocupaciones, alegrías y necesidades, poniendo al mundo entero en Manos de
nuestra Madre y pidiéndole a Ella paz para el mundo. Al rezar por la paz,
rezamos por todo, por la paz en el mundo, en los corazones, porque la violencia
sea desterrada, por la paz para los niños que están en peligro de ser
abortados. Paz para los jóvenes que no encuentran el camino, paz para los
deprimidos. Paz para los que no han tenido la dicha de conocer al Amor. En fin
rezamos por la paz, y sigamos haciéndolo.
Tú quisiste, Señor, que
tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto
el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha las plegarias
que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se
hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse
elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la
pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo
nuestro Señor.
Amén
Cinco minutos con Jesús
Febrero 5
Cuando nos encontremos con Cristo, solamente nos
lamentaremos de no habernos encontrado antes con Él.
¡Cuánto tiempo perdido!
(Padre Alfonso Milagro)
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito
de todos)
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