domingo, 27 de abril de 2025

Pequeñas Semillitas 5967

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 20 - Número 5967 ~ Domingo 27 de Abril de 2025
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
La vida terrena de Jesús, a primera vista, no aparece precisamente coronada de éxito. Antes, en presencia del catastrófico final, un juicio precipitado inclinaría la balanza a favor de sus enemigos que se salieron con la suya, mientras el programa de Jesús quedaba bajo el signo del fracaso. Un fracaso que resultó ser aparente tan pronto como se confirmó el hecho de la resurrección. La muerte había sido el final de un acto y la bajada de telón, pero, apenas el tiempo de un respiro, subió de nuevo el telón y apareció invertido el resultado del espectáculo. La lúgubre escena anterior quedó totalmente transformada: Jesús había superado todas las limitaciones terrenales y revestido de gloria se apareció a sus discípulos, a quienes llenó de paz y de gozo por el anuncio de la salvación, confirmándoles con la efusión del Espíritu y reuniéndoles en comunidad viva. La misma incredulidad de Tomás y las dudas de otros discípulos evidencian con mayor fuerza la realidad de los hechos. Después de aquello, los apóstoles y demás creyentes, con su compromiso de fe, ponen en marcha el Reino de Dios que Jesús había anunciado. A partir de aquel momento, el misterio de salvación se abrió paso rápidamente a través de los continentes y los siglos, hasta llegar a nuestros días.
(Mons. Enric Prat)
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
(DOMINGO II DE PASCUA)
Primera Lectura: Hechos 5, 12-16
 
Salmo: Sal 117, 2-4. 22-24. 25-27a
 
Segunda Lectura: Apocalipsis 1, 9-11a. 12-13. 17-19
 
Santo Evangelio: Jn 20,19-31
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío». Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré».
Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: «La paz con vosotros». Luego dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente». Tomás le contestó: «Señor mío y Dios mío». Dícele Jesús: «Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído».
Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro. Éstas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.
 
Comentario:
Hoy, Domingo II de Pascua, completamos la octava de este tiempo litúrgico, una de las dos octavas —juntamente con la de Navidad— que en la liturgia renovada por el Concilio Vaticano II han quedado. Durante ocho días contemplamos el mismo misterio y tratamos de profundizar en él bajo la luz del Espíritu Santo.
Por designio del Papa San Juan Pablo II, este domingo se llama Domingo de la Divina Misericordia. Se trata de algo que va mucho más allá que una devoción particular. Como ha explicado el Santo Padre en su encíclica Dives in misericordia, la Divina Misericordia es la manifestación amorosa de Dios en una historia herida por el pecado. “Misericordia” proviene de dos palabras: “Miseria” y “Cor”. Dios pone nuestra mísera situación debida al pecado en su corazón de Padre, que es fiel a sus designios. Jesucristo, muerto y resucitado, es la suprema manifestación y actuación de la Divina Misericordia. «Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito» (Jn 3,16) y lo ha enviado a la muerte para que fuésemos salvados. «Para redimir al esclavo ha sacrificado al Hijo», hemos proclamado en el Pregón pascual de la Vigilia. Y, una vez resucitado, lo ha constituido en fuente de salvación para todos los que creen en Él. Por la fe y la conversión acogemos el tesoro de la Divina Misericordia.
La Santa Madre Iglesia, que quiere que sus hijos vivan de la vida del resucitado, manda que —al menos por Pascua— se comulgue y que se haga en gracia de Dios. La cincuentena pascual es el tiempo oportuno para el cumplimiento pascual. Es un buen momento para confesarse y acoger el poder de perdonar los pecados que el Señor resucitado ha conferido a su Iglesia, ya que Él dijo sólo a los Apóstoles: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados» (Jn 20,22-23). Así acudiremos a las fuentes de la Divina Misericordia. Y no dudemos en llevar a nuestros amigos a estas fuentes de vida: a la Eucaristía y a la Penitencia. Jesús resucitado cuenta con nosotros.
* Rev. D. Joan Ant. MATEO i García (Tremp, Lleida, España) © Textos de Evangeli.net 
 
Palabras de San Juan Pablo II
«La misericordia divina llega a los hombres a través del corazón de Cristo crucificado: ‘Hija mía, di que soy el Amor y la Misericordia en persona’, pedirá Jesús a sor Faustina (Diario, p. 374). Cristo derrama esta misericordia sobre la humanidad mediante el envío del Espíritu que, en la Trinidad, es la Persona-Amor. Y ¿acaso no es la misericordia un ‘segundo nombre’ del amor (cf. Dives in misericordia, 7), entendido en su aspecto más profundo y tierno, en su actitud de aliviar cualquier necesidad, sobre todo en su inmensa capacidad de perdón?»
 
Predicación del Evangelio:
Abrir las puertas
El evangelio de Juan describe con trazos oscuros la situación de la comunidad cristiana cuando en su centro falta Cristo resucitado. Sin su presencia viva, la Iglesia se convierte en un grupo de hombres y mujeres que viven «en una casa con las puertas cerradas, por miedo a los judíos».
 
Con las «puertas cerradas» no se puede escuchar lo que sucede fuera. No es posible captar la acción del Espíritu en el mundo. No se abren espacios de encuentro y diálogo con nadie. Se apaga la confianza en el ser humano y crecen los recelos y prejuicios. Pero una Iglesia sin capacidad de dialogar es una tragedia, pues los seguidores de Jesús estamos llamados a actualizar hoy el eterno diálogo de Dios con el ser humano.
 
El «miedo» puede paralizar la evangelización y bloquear nuestras mejores energías. El miedo nos lleva a rechazar y condenar. Con miedo no es posible amar al mundo. Pero, si no lo amamos, no lo estamos mirando como lo mira Dios. Y, si no lo miramos con los ojos de Dios, ¿cómo comunicaremos su Buena Noticia?
 
Si vivimos con las puertas cerradas, ¿quién dejará el redil para buscar las ovejas perdidas? ¿Quién se atreverá a tocar a algún leproso excluido? ¿Quién se sentará a la mesa con pecadores o prostitutas? ¿Quién se acercará a los olvidados por la religión? Los que quieran buscar al Dios de Jesús nos encontrarán con las puertas cerradas.
 
Nuestra primera tarea es dejar entrar al Resucitado a través de tantas barreras que levantamos para defendernos del miedo. Que Jesús ocupe el centro de nuestras iglesias, grupos y comunidades. Que solo él sea fuente de vida, de alegría y de paz. Que nadie ocupe su lugar. Que nadie se apropie de su mensaje. Que nadie imponga un estilo diferente al suyo.
 
Ya no tenemos el poder de otros tiempos. Sentimos la hostilidad y el rechazo en nuestro entorno. Somos frágiles. Necesitamos más que nunca abrirnos al aliento del Resucitado para acoger su Espíritu Santo.
(Texto: P. José Antonio Pagola  - Imagen de Misioneros Digitales Católicos)
 
Nuevo vídeo y artículo
 
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet
referido al Evangelio de este Domingo.
Para verlo tienes que ir al final de esta página:
 
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
Tema: “Apóstol de la Divina Misericordia”
Puedes acceder en la dirección:
 
Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
💕 Desde todos los rincones de la Tierra, los católicos damos gracias a Dios por habernos dado a Francisco como Sumo Pontífice durante algo más de doce años. Su magisterio de humildad, sencillez, amor a los más pobres y entrega a los necesitados, nos ha enseñado con hechos, mucho más que con palabras. ¡Gracias Francisco y descansa en paz!
 
Oremos: Bendito seas, Dios mío, porque a pesar de ser yo indigno de toda ayuda, tu generosidad e infinita bondad nunca dejan de otorgar el bien aún a los ingratos y a los que se han apartado de ti. Conviértenos a ti, para que seamos agradecidos, humildes y piadosos, pues Tú eres nuestra salud, nuestra fortaleza y nuestra salvación.
 
Meditación del Padre Santiago Martín
San Juan termina su Evangelio recordando a sus lectores el motivo por el cual lo escribió: ofrecer a los que se interesaban por la nueva doctrina lo esencial del ejemplo y del mensaje de Jesucristo. Y también ofrecer el resultado de la aplicación a la vida personal de ese mensaje. Para Juan, no se trata sólo de estar en contacto con la verdad, sino de demostrar que sólo la verdad -que es Cristo- nos hace libres y produce en el ser humano una auténtica vida digna de ese nombre.
Si Cristo es el camino y es la verdad, también es la vida. Más aún, sólo es la vida porque es el camino y la verdad. O lo que es lo mismo: sólo podremos tener vida, y vida en abundancia, si estamos unidos a Cristo, si imitamos a Cristo. Y la vida a que se refiere Juan es sinónimo de felicidad -no de ausencia de problemas-, sinónimo de plenitud humana y también sinónimo de eternidad cuando la muerte nos alcance. Pero él pone una condición para obtener esa vida: creer en Cristo. La fe y la práctica de la moral que va ligada a esa fe, son condiciones indispensables para disfrutar de la vida que Cristo otorga.
Pero si todo esto vale para cada uno, hoy -como en tiempos de San Juan- es urgente ser testigos de ello ante los hombres. Todos aspiran a la felicidad, pero no la encuentran porque la buscan en caminos equivocados. Nosotros debemos demostrarles, con nuestro ejemplo, que somos felices y que cualquiera puede serlo simplemente por estar unidos a Cristo. El dolor, la cruz y la misericordia que tengamos con el prójimo se convierten así en instrumentos testimoniales, cuando somos capaces de sonreír a pesar de ellos, gracias a la fuerza de Dios.
Propósito: No quejarme de los problemas y aprovecharlos para dar testimonio de que se puede ser feliz aun sufriendo, por estar unidos a Cristo y por la fuerza que Cristo da para resistir.
 
Un año con María
Abril 27: El peligro del orgullo
Vos y yo tenemos un gran enemigo: el orgullo. Ese orgullo te genera un total estar estático en la vida.
Algunos creen que el orgullo pasa por una cuestión social, son orgullosos los ricos y famosos, pero no... vi gente seguir en la pobreza por años, por el simple hecho de no pedir ayuda. Es ahí cuando se confunde orgullo con dignidad, es ese el punto peligroso. Porque el orgullo es lo que no te permite: mirar a los ojos, pedir oportunidad, pedir perdón, decir lo siento, pedir ayuda, sáquenme de aquí, etc.
En el magníficat vemos que María habla de los orgullosos, pero en ese canto nos presenta el ‘anawin’, que significa pobre de corazón. Seamos esos pobres de corazón que saben que su mayor riqueza es tener a Dios.
(PADRE LUIS ZAZANO)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
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