PEQUEÑAS
SEMILLITAS Año
20 - Número 5889 ~ Domingo 2 de Febrero de 2025Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina) ¡Alabado sea Jesucristo!
Hoy el Evangelio nos dice que los padres de Jesús estaban cumpliendo con
la Ley de Moisés, presentado a su Hijo a Dios en el templo. Se puede imaginar
su orgullo y alegría. Dios les había regalado un Hijo, y sus padres estaban
dedicándolo a Dios en el Templo. Según su fe, el Templo era el centro de la
religión judía, el lugar sagrado donde Dios estaba presente en una manera
especial. La pareja está ofreciendo este hijo sagrado al Dios del universo en
el sitio más sagrado de su mundo.
Seguro que, en esta ocasión, había muchas parejas llevando a sus hijos
para presentarles a Dios. Sin embargo, Simeón, varón justo y temeroso de Dios,
pudo reconocerle a Jesús como el Prometido, el Salvador, el que iba a alumbrar
a las naciones. Este hombre, lleno del Espíritu Santo, tuvo la gracia de poder
entender que las profecías de las Escrituras se cumplieron con la llegada de
este niño. Además reconocemos en las palabras de Simeón el anuncio de que el
Mesías no vino solamente para el pueblo de Israel, sino por el bien de todas
las naciones. También vemos a Ana, una profetisa anciana que sirvió a Dios con
ayunos y oraciones. Ella también se acercó a la pareja, dando gracias a Dios y
hablando del niño a todos los que esperaban la liberación de Israel. En otras
palabras, ella también, pudo reconocer el niño como el Mesías, el esperado del
pueblo de Israel.
(Kathleen Maire)
La Palabra de Dios Lecturas del día(Presentación de Jesús en el Templo) ♡ Primera Lectura: Malaquías 3, 1-4
♡ Salmo: Sal 23, 7. 8. 9. 10
♡ Segunda Lectura: Hebreos 2, 14-18
♡ Santo Evangelio: Lc 2,22-40
Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de
Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está
escrito en la Ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor»
y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo
que se dice en la Ley del Señor.
Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era
justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el
Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la
muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino
al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que
la Ley prescribía sobre Él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
«Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz;
porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de
todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo
Israel». Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él.
Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para caída
y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción —¡y a ti
misma una espada te atravesará el alma!— a fin de que queden al descubierto las
intenciones de muchos corazones».
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de
edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y
permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo,
sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. Como se presentase en
aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban
la redención de Jerusalén. Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del
Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El Niño crecía y se
fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre Él.
♡ Comentario:
Hoy, aguantando el frío del
invierno, Simeón aguarda la llegada del Mesías. Hace quinientos años, cuando se
comenzaba a levantar el Templo, hubo una penuria tan grande que los
constructores se desanimaron. Fue entonces cuando Ageo profetizó: «La gloria de
este templo será más grande que la del anterior, dice el Señor del universo, y
en este lugar yo daré la paz» (Ag 2,9); y añadió que «los tesoros más preciados
de todas las naciones vendrán aquí» (Ag 2,7). Frase que admite diversos
significados: «el más preciado», dirán algunos, «el deseado de todas las naciones»,
afirmará san Jerónimo.
A Simeón «le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la
muerte antes de haber visto al Cristo del Señor» (Lc 2,26), y hoy, «movido por
el Espíritu», ha subido al Templo. Él no es levita, ni escriba, ni doctor de la
Ley, tan sólo es un hombre «justo y piadoso, y esperaba la consolación de
Israel» (Lc 2,25). Pero el Espíritu sopla allí donde quiere (cf. Jn 3,8).
Ahora comprueba con extrañeza que no se ha hecho ningún preparativo, no se
ven banderas, ni guirnaldas, ni escudos en ningún sitio. José y María cruzan la
explanada llevando el Niño en brazos. «¡Puertas, levantad vuestros dinteles,
alzaos, portones antiguos, para que entre el rey de la gloria!» (Sal 24,7),
clama el salmista.
Simeón se avanza a saludar a la Madre con los brazos extendidos, recibe al
Niño y bendice a Dios, diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar
que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que
has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles
y gloria de tu pueblo Israel» (Lc 2,29-32).
Después dice a María: «¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!»
(Lc 2,35). ¡Madre!, —le digo— cuando llegue el momento de ir a la casa del
Padre, llévame en brazos como a Jesús, que también yo soy hijo tuyo y niño.
* Rev. D. Lluís RAVENTÓS i Artés (Tarragona, España) © Textos de Evangeli.net
Virgen de la Candelaria La fiesta de la
Purificación de Nuestra Señora, conocida popularmente como "Las
Candelas", conmemora la presentación en el templo de María y su hijo
Jesús. Según la ley judaica todos los primogénitos debían ser consagrados al
culto por mandato divino: "Habló Dios a Moisés y dijo: Conságrame los primogénitos
de Israel, tanto de los hombres como de los animales, puesto, que son
míos". Después que las labores de culto fueran encomendadas a la tribu de
Leví, se legisló la exención de tal tributo a cambio del pago de cinco siclos
que pasarían al tesoro del templo. De otro lado, las madres -aunque los padres
satisficiesen esta cuota-, habían de ir a purificarse, cuarenta días después
del parto. Según su estado podían designar a otra persona para que hiciese la
ofrenda en su nombre. María, no obstante, prefirió acudir ella misma,
encargando a José que comprara un par de palomas a alguno de los mercaderes que
tenían sus puestos en las proximidades del recinto sagrado (entre los ricos se
solía presentar un cordero de un año, pero los pobres habían de contentarse con
un par de tórtolas).
Para más información hacer clic acá.
(ACI Prensa)
Palabras de San Juan Pablo II «En el misterioso encuentro entre Simeón y María, se
unen el Antiguo y el Nuevo Testamento. Juntos, el anciano profeta y la joven
madre dan gracias por esta Luz que ha impedido que prevalezca la oscuridad. Es
la Luz que brilla en el corazón de la vida humana: Cristo, el Salvador y
Redentor del mundo, ‘una luz para la revelación a los gentiles y para la gloria
de su pueblo Israel’ (...) Las palabras de Simeón le parecen a María una
segunda Anunciación, porque le hablan de la situación histórica real en la que
el Hijo ha de cumplir su misión, es decir, en la incomprensión y el dolor. Si bien
este anuncio por un lado confirma su fe en el cumplimiento de las promesas
divinas de salvación, por otro lado, también le revela que tendrá que vivir su
obediencia de fe en el sufrimiento, al lado del Salvador sufriente, y que su
maternidad será misteriosa y dolorosa.»
Predicación del Evangelio: «Será como una bandera discutida» Simeón es un personaje entrañable. Lo imaginamos casi siempre como un
sacerdote anciano del Templo, pero nada de esto se nos dice en el texto. Simeón
es un hombre bueno del pueblo que guarda en su corazón la esperanza de ver un
día «el consuelo» que tanto necesitan. «Impulsado por el Espíritu de Dios»,
sube al templo en el momento en que están entrando María, José y su niño Jesús.
El encuentro es conmovedor. Simeón reconoce en el niño que trae consigo
aquella pareja pobre de judíos piadosos al Salvador que lleva tantos años
esperando. El hombre se siente feliz. En un gesto atrevido y maternal, «toma al
niño en sus brazos» con amor y cariño grande. Bendice a Dios y bendice a los
padres. Sin duda, el evangelista lo presenta como modelo. Así hemos de acoger
al Salvador.
Pero, de pronto, se dirige a María y su rostro cambia. Sus palabras no
presagian nada tranquilizador: «Una espada te traspasara el alma». Este niño
que tiene en sus brazos será una «bandera discutida»: fuente de conflictos y
enfrentamientos. Jesús hará que «unos caigan y otros se levanten». Unos lo
acogerán y su vida adquirirá una dignidad nueva: su existencia se llenará de
luz y de esperanza. Otros lo rechazarán y su vida se echará a perder. El
rechazo a Jesús será su ruina.
Al tomar postura ante Jesús, «quedará clara la actitud de muchos
corazones». El pondrá al descubierto lo que hay en lo más profundo de las
personas. La acogida de este niño pide un cambio profundo. Jesús no viene a
traer tranquilidad, sino a generar un proceso doloroso y conflictivo de
conversión radical.
Siempre es así. También hoy. Una Iglesia que tome en serio su conversión a
Jesucristo, no será nunca un espacio de tranquilidad sino de conflicto. No es
posible
una relación más vital con Jesús sin dar pasos hacia mayores niveles de
verdad. Y esto es siempre doloroso para todos.
Cuanto más nos acerquemos a Jesús, mejor veremos nuestras incoherencias y
desviaciones; lo que hay de verdad o de mentira en nuestro cristianismo; lo que
hay de pecado en nuestros corazones y nuestras estructuras, en nuestras vidas y
nuestras teologías.
.
(P. José Antonio Pagola - Imagen de Arquidiócesis de Cali)
Agradecimientos Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para
tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí
los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la
cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las
gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque
prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para
dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas"
pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la
segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta
a nuestros pedidos de oración.
💕 Desde Costa Rica, América Central, Sonia M. Q. agradece a Dios y a los que han rezado por sus intenciones (problemas familiares) ya que en la semana que terminó ha habido una leve mejoría que le abre una luz de esperanza.
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas” A Jesús intentaron matarle nada menos que en Nazaret. Habría sido aún más
trágico de lo que resultó después su muerte en Jerusalén, que hubieran sido sus
propios paisanos los que acabaran con Él. Ellos, con los que había jugado
siendo niño y a los que, sin duda, tantos favores había hecho, estuvieron a
punto de asesinarle. ¿Y por qué?
Primero, por envidia, pues no se perdona a alguien que triunfa. Segundo,
porque Él no hizo allí los milagros que ellos esperaban y que en el fondo se
resumían en una sola cosa: verter a manos llenas la salud y la fortuna sobre
sus vecinos. Tercero, porque Cristo se atrevió a lanzarles alguna crítica.
También nosotros solemos actuar así: la envidia nos lleva a despreciar al
prójimo y a sentirnos molestos con su éxito y alegres con su fracaso. Además,
cuando el otro no nos da lo que queremos, nos olvidamos de lo que ya nos ha
dado y nos alejamos de él. Y en cuanto a las críticas: la reacción de la
mayoría es la de acallar la voz que nos dice lo que no nos gusta oír, tanto si
tiene razón como si no la tiene, tanto si nos está diciendo las cosas en el
momento oportuno y del mejor modo posible como si aun teniendo razón ha perdido
los modos. Hagamos, pues, un esfuerzo de objetividad, para encajar las
correcciones, seleccionando de ellas lo que nuestra conciencia nos dice que es
verdadero, aunque nos cueste reconocerlo.
Propósito: No saltar ante las críticas. Guardar silencio y analizar
después lo que nos han dicho para ver qué hay de verdad. Más tarde, quizá, se
podrá hablar con el que nos critica.
(P. Santiago Martín)
Un año con María Febrero 2: Los límites educan
Josué tiene que poner los límites a un pueblo
controvertido. Mostrar lo que corresponde a cada uno es marcar las funciones y
los límites, lo que se puede y lo que no se puede. Ya están en la tierra prometida,
pero eso no implica que todo vale; esto lleva a que muchos no quieran el
liderazgo de Josué como así tampoco aceptan rápidamente sus órdenes.
María es servicial desde el momento uno, no tenemos
conocimiento en los evangelios sobre la enseñanza que María emitirá sobre Jesús
en su niñez y adolescencia, pero sabemos que marcará los límites pues Jesús
muestra una personalidad madura, que sabe adaptarse a la realidad. Incluso
María en todo su proceso de acompañar a los apóstoles luego de la Ascensión de
su Hijo continúa mostrando y orientando el caminar que propone Dios.
Pídele a Ella que te ayude a descubrir en tu corazón
el fuego del Espíritu Santo.
(Padre Luis Zazano)
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Predicación del Evangelio:
Agradecimientos
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Un año con María
FELIPE
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