PEQUEÑAS
SEMILLITAS Año
19 - Número 5707 ~ Domingo 28 de Julio de 2024Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina) ¡Alabado sea Jesucristo!
En este Evangelio se nos narra la multiplicación de los panes y los peces.
Podemos hacer dos consideraciones.
La primera es el sentido del humor de Jesús. Le hace una broma a Felipe.
Le dice que dé de comer a cinco mil hombres con cinco panes y dos peces. Y no
le dice que los va a multiplicar.
La otra consideración es que Dios quiere nuestra colaboración. Él
multiplicó los panes, pero quiso que le entregaran los panes que tenían. Dios
nos ayuda, pero quiere que pongamos de nuestra parte lo que podamos.
San Ignacio decía: «Haced de vuestra parte todo lo que podáis como si todo
dependiera de vosotros; pero una vez que hayáis puesto vuestra colaboración
dejadlo todo en manos de Dios para que Él haga el resto» Otra vez oí una frase que me gustó mucho:
«Dios pone casi todo. Nosotros ponemos casi nada. Pero Dios no pone su «casi
todo» si nosotros no ponemos nuestro «casi nada».
En conclusión: confiemos en la misericordia de Dios, pero a la vez
pongamos todo lo posible de nuestra parte... así Él hará el resto.
(P. Jorge Loring SJ)
La Palabra de Dios Lecturas del día ♡ Primera Lectura: 2 Reyes 4, 42-4
♡ Salmo: Sal 144, 10-11. 15-16. 17-18
♡ Segunda Lectura: Ef 4, 1-6
♡ Santo Evangelio: Jn 6,1-15
En aquel tiempo, se fue Jesús a la otra ribera del mar de Galilea, el de
Tiberíades, y mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en
los enfermos. Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de sus
discípulos. Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar
Jesús los ojos y ver que venía hacia Él mucha gente, dice a Felipe: «¿Dónde
vamos a comprar panes para que coman éstos?». Se lo decía para probarle, porque
Él sabía lo que iba a hacer. Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no
bastan para que cada uno tome un poco». Le dice uno de sus discípulos, Andrés,
el hermano de Simón Pedro: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de
cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?».
Dijo Jesús: «Haced que se recueste la gente». Había en el lugar mucha
hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número de unos cinco mil. Tomó
entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que
estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron. Cuando se
saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los trozos sobrantes para que nada se
pierda». Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los
cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido.
Al ver la gente la señal que había realizado, decía: «Éste es
verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo». Dándose cuenta Jesús de
que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al
monte Él solo.
♡ Comentario:
Hoy, podemos contemplar cómo
se forja en nuestro interior tanto el amor humano como el amor sobrenatural, ya
que tenemos un mismo corazón para amar a Dios y a los otros.
Generalmente, el amor va abriéndose paso en el corazón humano cuando se
descubre el atractivo del otro: su simpatía, su bondad. Es el caso del
«muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces» (Jn 6,9). Da a Jesús
todo lo que lleva, los panes y los peces, porque se ha dejado conquistar por el
atractivo de Jesús. ¿He descubierto el atractivo del Señor?
A continuación, el enamoramiento, fruto de sentirse correspondido. Dice
que «mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en los enfermos»
(Jn 6,2). Jesús les escuchaba, les hacía caso, porque sabía lo que necesitaban.
Jesucristo siente un poderoso atractivo por mí y quiere mi realización
humana y sobrenatural. Me ama tal como soy, con mis miserias, porque pido
perdón y, con su ayuda, sigo esforzándome.
«Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para
hacerle rey, huyó de nuevo al monte Él solo» (Jn 6,15). Les dirá al día
siguiente: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis
visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado» (Jn
6,26). Escribe san Agustín: «¡Cuántos hay que buscan a Jesús, guiados solamente
por intereses temporales! (...) Apenas se busca a Jesús por Jesús».
La plenitud del amor es el amor de donación; cuando se busca el bien del
amado, sin esperar nada a cambio, aunque sea al precio del sacrificio personal.
Hoy, yo le puedo decir: «Señor, que nos haces participar del milagro de la
Eucaristía: te pedimos que no te escondas, que vivas con nosotros, que te
veamos, que te toquemos, que te sintamos, que queramos estar siempre a tu lado,
que seas el Rey de nuestras vidas y de nuestros trabajos» (San Josemaría).
* Rev. D. Pere CALMELL i Turet (Barcelona, España)
Palabras de Benedicto XVI «Con demasiada frecuencia, la Doctrina de la Iglesia
se percibe como una serie de prohibiciones y posiciones retrógradas, mientras
que en realidad, es creativa y vivificante, y está orientada a la realización
más plena del gran potencial de bien y de felicidad que Dios ha infundido en
cada uno de nosotros»
Predicación del Evangelio: Compartir el pan Ningún evangelista ha subrayado tanto como Juan el carácter eucarístico de
la «multiplicación de los panes». Su relato evoca claramente la celebración
eucarística de las primeras comunidades. Para los primeros creyentes, la
eucaristía no era solo el recuerdo de la muerte y resurrección del Señor. Era,
al mismo tiempo, una «vivencia anticipada de la fraternidad del reino».
Durante muchos años hemos insistido tanto en la dimensión sacrificial de
la eucaristía que podemos olvidar otros aspectos de la cena del Señor. Quizá
hoy tengamos que recordar con más fuerza que esta cena es signo de la comunión
y fraternidad que hemos de cuidar entre nosotros y que alcanzará su verdadera
plenitud en la consumación del reino. La eucaristía tendría que ser para los
creyentes una invitación constante a vivir compartiendo lo nuestro con los
necesitados, aunque sea poco, aunque solo sean «cinco panes y dos peces».
La eucaristía nos obliga a preguntarnos qué relaciones existen entre
aquellos que la celebramos, pues, siendo «signo de comunión fraterna», se
convierte en burla cuando en ella participamos todos, los que viven satisfechos
en su bienestar y quienes pasan necesidad, los que se aprovechan de los demás y
los marginados, sin que la celebración parezca cuestionar seriamente a nadie.
A veces nos preocupa si el celebrante ha pronunciado las palabras
prescritas en el ritual. Hacemos problema de si hay que comulgar en la boca o
en la mano. Y, mientras tanto, no parece preocuparnos tanto la celebración de
una eucaristía que no es signo de verdadera fraternidad ni impulso para
buscarla.
Y, sin embargo, hay algo que aparece claro en la tradición de la Iglesia:
«Cuando falta la fraternidad, sobra la eucaristía» (Luis González Carvajal).
Cuando no hay justicia, cuando no se vive de manera solidaria, cuando no se
trabaja por cambiar las cosas, cuando no se ve esfuerzo por compartir los
problemas de los que sufren, la celebración eucarística queda vacía de sentido.
Con esto no se quiere decir que solo cuando se viva entre nosotros una
fraternidad verdadera podremos celebrar la eucaristía. No tenemos que esperar a
que desaparezca la última injusticia para poder celebrarla. Pero tampoco
podemos seguir celebrándola sin que nos impulse a comprometernos por un mundo
más justo.
El pan de la eucaristía nos alimenta para el amor y no para el egoísmo.
Nos impulsa a ir creando una mayor comunicación y solidaridad, y no un mundo en
el que nos desentendamos unos de otros.
.
(Texto: José Antonio Pagola - Imagen: hogarirmafepol.org)
Nuevo vídeo Hay un nuevo vídeo
subido al blogde "Pequeñas Semillitas" en internetreferido al Evangelio de
este Domingo.Para verlo tienes que ir
al final de esta página: Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para
tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí
los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la
cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las
gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque
prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para
dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas"
pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la
segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como
respuesta a nuestros pedidos de oración.
💕 Desde Buenos Aires, Argentina, nos
llega un agradecimiento a Dios, en primer lugar, y luego a las personas que se
hicieron eco del pedido de oración que hicimos el viernes (hace dos días) por
la joven Martina, que ha tenido una consulta muy satisfactoria con
profesionales de salud mental, y se abren para ella buenas perspectivas de
poder hacer un tratamiento eficaz para su depresión. A la vez que damos gracias
al Señor, seguiremos rezando para que todo salga muy bien.
NOTA: Llama la atención
los pocos mensajes de “Agradecimiento” que se reciben en esta sección. Invito a
que leamos la meditación del Padre Santiago Martín (sigue a continuación), que
precisamente se refiere al tema de saber agradecer.
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas” El Evangelio de esta semana nos muestra a un Cristo que huye. No huye de
la cruz sino de los aplausos. Y lo hace, sobre todo, porque sabe que no son
sinceros sino interesados. Le aplauden porque han comido gratis hasta saciarse.
No aplauden su mensaje, sino sus milagros. Y el Señor se va.
A Jesús no le molesta que le pidamos cosas, sino todo lo contrario. Su
amor por nosotros es tan grande que su mayor alegría es precisamente amarnos y
ayudarnos. Pero porque nos ama de verdad, Él no está a gusto hasta que su ayuda
no produce en nosotros los frutos deseados. El más importante de esos frutos,
el que va unido al concepto mismo de salvación, es el de liberarnos del egoísmo
y hacernos entrar en el camino de la generosidad, del agradecimiento, del amor.
Cuando aprendemos a amar, a agradecer, es cuando la salvación está obrando
en nuestro interior. Por eso, si estamos dispuestos a pedir ayuda, debemos
aprender también a darla. Si acudimos al lado de Jesús cuando tenemos
problemas, debemos ir también a darle gracias o, simplemente, a hacerle
compañía. No le busquemos sólo porque lo que vamos a obtener de Él, sino por Él
mismo; no acudamos sólo a pedir, sino que vayamos también para dar y para
agradecer. Un agradecimiento que vaya más allá de la cortesía, de las palabras
educadas, pues a veces éstas son una excusa para quedar con la conciencia
tranquila. Y si lo hacemos así, Él no huirá de nosotros, sino que nos admitirá
en su compañía y nos llenará de sus dones.
Propósito: Cada vez que necesite algo, analizar si he dado las gracias por
todo lo que Dios ya me ha dado, y hacer lo mismo también con el prójimo. Ir a
Dios no sólo a pedir.
(Padre Santiago Martín)
Extractos de cartas del Padre Pío (Recopilación: P. Gianluigi Pasquale en “365
días con el Padre Pío”) 28 de julio
Si la gracia de Dios no te hubiera iluminado y
atraído hacia Él, tú habrías sido como el necio que, después de toda una noche
caminando por la orilla del río sin advertirlo, a causa de las densas tinieblas
que lo rodeaban, al despuntar la luz que le advierte del peligro en que se ha
encontrado, despreciando la luz, continúa el camino desafiando el peligro.
¡Desgraciado!, en cualquier momento la orilla se termina bajo sus pies, cae y
se ahoga.
También tú recorriste durante una buena parte de la
noche la senda del precipicio; pero la gracia de Jesús fue tan poseedora que no
se limitó a iluminarte y advertirte del peligro real que hasta ese momento
habías corrido, sino que quiso hacer algo más contigo: atraerte hacia él, sin
privarte de tu libre albedrío, con la fuerza del amor. Esta fuerza amorosa tú
la sentiste y no pudiste hacer otra cosa que darte por vencida.
Ahora bien, Jesús podía haberse comportado contigo
como la luz se comportó con aquel infeliz: pero no, su piedad te quería para
él. Observa los amorosos modos de tratar de este buen Padre: desde entonces con
afecto realmente admirable no te dejó un solo instante. Él está siempre a tu
lado, te gobierna, te cuida, te sostiene, para que tu voluntad no sucumba ante
los enemigos que te asaltan por todas partes.
(4 de noviembre de 1914, a Raffaelina Cerase,
Ep. II, 217)
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