jueves, 3 de noviembre de 2022

Pequeñas Semillitas 5144

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 17 - Número 5144 ~ Jueves 3 de Noviembre de 2022
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
Hoy me propongo reflexionar sobre la riqueza. Cuando una persona es creyente y verdaderamente piadosa, no tiene puesta su mirada en convertirse en rica.
El motivo es que dispone de unos recursos interiores que le proporcionan unas riquezas mucho mayores que las que el mundo le puede ofrecer.
Recuerdo aquella frase que decía: "Es mejor tener el banco en el Cielo que tener el cielo en el banco". O esa otra que dice: "Lo que evita que una persona vaya al Cielo no es que posea riquezas, sino que las riquezas lo posean a ella".
Tengamos en cuenta que si nuestro tesoro está en la tierra, lo vamos a abandonar; si está en el Cielo, nos lo han de entregar.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Flp 3,3-8a
 
Salmo: Sal 104,2-3.4-5.6-7
 
Santo Evangelio: Lc 15,1-10
En aquel tiempo, todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Éste acoge a los pecadores y come con ellos».
Entonces les dijo esta parábola. «¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros; y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido’. Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión.
»O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas, y dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido’. Del mismo modo, os digo, se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta».
 
Comentario:
Hoy, el evangelista de la misericordia de Dios nos expone dos parábolas de Jesús que iluminan la conducta divina hacia los pecadores que regresan al buen camino. Con la imagen tan humana de la alegría, nos revela la bondad de Dios que se complace en el retorno de quien se había alejado del pecado. Es como un volver a la casa del Padre (como dirá más explícitamente en Lc 15,11-32). El Señor no vino a condenar el mundo, sino a salvarlo (cf. Jn 3,17), y lo hizo acogiendo a los pecadores que con plena confianza «se acercaban a Jesús para oírle» (Lc 15,1), ya que Él les curaba el alma como un médico cura el cuerpo de los enfermos (cf. Mt 9,12). Los fariseos se tenían por buenos y no sentían necesidad del médico, y es por ellos —dice el evangelista— que Jesús propuso las parábolas que hoy leemos.
Si nosotros nos sentimos espiritualmente enfermos, Jesús nos atenderá y se alegrará de que acudamos a Él. Si, en cambio, como los orgullosos fariseos pensásemos que no nos es necesario pedir perdón, el Médico divino no podría obrar en nosotros. Sentirnos pecadores lo hemos de hacer cada vez que recitamos el Padrenuestro, ya que en él decimos «perdona nuestras ofensas...». ¡Y cuánto hemos de agradecerle que lo haga! ¡Cuánto agradecimiento también hemos de sentir por el sacramento de la reconciliación que ha puesto a nuestro alcance tan compasivamente! Que la soberbia no nos lo haga menospreciar. San Agustín nos dice que Jesucristo, Dios Hombre, nos dio ejemplo de humildad para curarnos del “tumor” de la soberbia, «ya que gran miseria es el hombre soberbio, pero más grande misericordia es Dios humilde».
Digamos todavía que la lección que Jesús da a los fariseos es ejemplar también para nosotros; no podemos alejar de nosotros a los pecadores. El Señor quiere que nos amemos como Él nos ha amado (cf. Jn 13,34) y hemos de sentir gran gozo cuando podamos llevar una oveja errante al redil o recobrar una moneda perdida.
* Rev. D. Francesc NICOLAU i Pous (Barcelona, España)
 
Santoral Católico:
San Martín de Porres
Nació en Lima (Perú) el año 1579, de un funcionario real español, Juan de Porres, y de una joven de origen africano, Ana Velázquez, que no se casaron: Martín era mulato e hijo ilegítimo, lo que le causó muchas dificultades. Fue educado cristianamente por su madre y aprendió de joven el oficio de barbero-cirujano. En 1603 fue admitido en la Orden de los dominicos como hermano converso, después de vivir ocho años en el convento como donado. Desde el principio se le confió el oficio de enfermero que ejerció, con gran competencia y mayor caridad, en favor de los frailes y de los numerosos pobres que acudían al convento; además instituyó varias obras caritativas. Supo conjugar la incesante actividad asistencial con el recogimiento de un contemplativo. Llevó una vida de mortificación y de humildad, y tuvo una gran devoción a la Eucaristía. Murió en Lima el 3 de noviembre de 1639.
Oración: Señor, Dios nuestro, que has querido conducir a san Martín de Porres por el camino de la humildad a la gloria del cielo, concédenos la gracia de seguir sus ejemplos, para que merezcamos ser coronados con él en la gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
© Directorio Franciscano – ACI Prensa – Catholic.net
 
Pensamiento del día
“La mano de Dios
está sobre ti... para bendecirte,
debajo de ti... para sostenerte,
detrás de ti... para protegerte,
delante de ti... para guiarte,
y a tu lado... para siempre apoyarte”
 
Grandes Biografías:
José Luis Martín Descalzo
José Luis Martín Descalzo nace el 27 de agosto de 1930 en Madridejos (Toledo), España, en el seno de una familia profundamente cristiana, de la que era el menor de cuatro hermanos. Sus padres: Don Valeriano, de nobleza y sobriedad castellana y Doña Pepita, que derrochaba bondad y buen humor - “Comíamos amor cada mañana, rebanadas de alma” - inculcaron en él su afición temprana a la lectura y un arraigado sentido del deber.
 
Cuando tenía tres años se trasladan a vivir a Astorga coincidiendo con el nuevo destino profesional de su padre, funcionario, secretario judicial. En Astorga transcurre casi toda su infancia, hecho que evoca de manera entrañable a menudo en sus obras. A los 12 años ingresa en el Seminario de Valladolid y más tarde fue a Roma donde estudió Historia y Teología, ordenándose sacerdote en 1953.
 
La fe y el concepto de la vida como entrega y donación a Dios y los hombres se forjan en la fragua de la familia y su profunda vocación religiosa se consolida en los primeros años de su juventud.
 
Regresó a Valladolid, tierra natal de sus padres y allí vivió gran parte de su juventud, siendo profesor en el Seminario, obteniendo la cátedra de Literatura por oposición y desarrollando una gran actividad dinamizadora: Director de una compañía de teatro, y de uno de los focos culturales más importantes, por donde pasaron todas las grandes figuras de la cultura española.
 
Trabajó en el periódico Norte de Castilla de la mano de Miguel Delibes y fue corresponsal en Roma de la Gaceta del Norte. Sus crónicas del Concilio Vaticano II son consideradas verdaderas obras maestras; más tarde trabajaría en ABC y la revista “Blanco y negro”, que dirigió durante muchos años. Viajó como enviado especial por casi todos los países del mundo.
 
Periodista, poeta, autor dramático y novelista, obtuvo numerosos premios de Literatura: Premio Nadal de Novela (1956),  Premio Teatral de Autores (1962), Ínsula de poesía (1952), Periodismo González Ruano (1977), ensayo, etc.
 
De su prolífica obra literaria destacan: “Vida y misterio de Jesús de Nazaret”, y los libros de Razones: “para vivir”,  “para la esperanza”, “para la alegría”,  “para el amor”, “desde la otra orilla” que recogen muchos de los artículos periodísticos publicados, y que son seguidos por multitud de lectores. Basados en hechos reales y cotidianos de la vida, constituyen una manera singular, que a modo de parábolas, tratan de dar una respuesta de esperanza al dolor humano, utilizando para ello un lenguaje nítido, transparente y a la vez profundo, al alcance del ‘hombre de la calle’, que somos todos.
 
En ellos asimismo expone y acerca la esencia y el pensamiento de numerosos autores que han influido en su vida.
 
José Luis Martín Descalzo, padecía una grave enfermedad cardíaca y renal, que le obligó a estar sometido a diálisis muchos años, en los que tuvo a su lado como ángel custodio a su hermana Sor Angelines. Durante ese tiempo escribió muchas de las mejores páginas de su prolífica obra, además de continuar interviniendo en televisión y escribiendo artículos en prensa. Vivió en todo momento sin dejar de sembrar esperanza y vida hasta su muerte en Madrid, el martes 11 de junio de 1991.
 
Su testimonio y su obra permanecen vivos, extendiéndose hoy su semilla por todo el mundo.
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
Debe ser la edad, pero a veces creo que soy una de las personas más afortunadas, realmente bendecido por Dios.
Hace algunos años, yo pensaba que ser una persona privilegiada era el poder tener una hermosa casa, un coche caro, mucho dinero o cosas similares. Y es posible que así sea para algunos. El concepto de privilegio forma un abanico de grandes posibilidades.
Me pueden tachar de conformista, pero he visto muchas cosas, y si puedo leer un libro tranquilamente en mi casa, con luz eléctrica, en una cómoda silla y puedo levantarme a beber agua cuando desee, posiblemente y aunque no lo sepa, sea una de las personas más envidiadas de este planeta.
Como San Francisco de Asís lo decía hace 900 años, hoy yo podría decir también que 'necesito muy pocas cosas, y esas pocas cosas las necesito poco'.
Sí; podrán decir que soy conformista, pero yo creo que soy un privilegiado con fuerzas para luchar por aquello que merece la pena. Hoy, lo que más quiero para mi vida, es estar cerca de Dios, encaminar mis pasos hacia Jesús, sentirme iluminado por el Espíritu Santo, contar con la compañía protectora de la Santísima Virgen María. Y si, además de todo eso, puedo llevar a mis hermanos la alegría del Evangelio a través de internet, mi alegría es completa.
 
Un minuto para volar
Noviembre 3
Está bien renunciar a algunas cosas para hacer felices a los demás, con tal que no renuncies a ser tú mismo, con tal que no llegues a olvidar quién eres en realidad. Porque Dios no creó un personaje, te creó a ti, y espera que seas tú mismo. Solo siendo tú mismo le dejarás a este mundo algo que nadie más podrá darle. Los demás no solo necesitan tus favores. También te necesitan a ti, necesitan eso tan personal que solo tú puedes entregar.
(Mons. Víctor M. Fernández)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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