martes, 25 de octubre de 2022

Pequeñas Semillitas 5135

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 17 - Número 5135 ~ Martes 25 de Octubre de 2022
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
Decía San Vicente de Paúl lo siguiente: "La crítica es destructiva y arruina a la comunidad. Cuando quisieron acabar con nuestro Señor criticaban todo lo que hacía, su conducta, su predicación, veían mal que comiera con pecadores y que conversara con ellos; criticaban lo que dijo de que destruiría el templo y lo reedificaría en 3 días. Finalmente, criticaban todo lo que hacía el Hijo de Dios, hasta que consiguieron darle muerte."
Por ello, hoy deberíamos proponernos meditar sobre las críticas que hacemos sobre los demás, para que las disminuyamos cuanto sea posible.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Ef 5,21-33
 
Salmo: Sal 18,2-3.4-5
 
Santo Evangelio: Lc 13,18-21
En aquel tiempo, Jesús decía: «¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza, que tomó un hombre y lo puso en su jardín, y creció hasta hacerse árbol, y las aves del cielo anidaron en sus ramas». Dijo también: «¿A qué compararé el Reino de Dios? Es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo».
 
Comentario:
Hoy, los textos de la liturgia, mediante dos parábolas, ponen ante nuestros ojos una de las características propias del Reino de Dios: es algo que crece lentamente —como un grano de mostaza— pero que llega a hacerse grande hasta el punto de ofrecer cobijo a las aves del cielo. Así lo manifestaba Tertuliano: «¡Somos de ayer y lo llenamos todo!». Con esta parábola, nuestro Señor exhorta a la paciencia, a la fortaleza y a la esperanza. Estas virtudes son particularmente necesarias a quienes se dedican a la propagación del Reino de Dios. Es necesario saber esperar a que la semilla sembrada, con la gracia de Dios y con la cooperación humana, vaya creciendo, ahondando sus raíces en la buena tierra y elevándose poco a poco hasta convertirse en árbol. Hace falta, en primer lugar, tener fe en la virtualidad —fecundidad— contenida en la semilla del Reino de Dios. Esa semilla es la Palabra; es también la Eucaristía, que se siembra en nosotros mediante la comunión. Nuestro Señor Jesucristo se comparó a sí mismo con el «grano de trigo [que cuando] cae en tierra y muere (...) da mucho fruto» (Jn 12,24).
El Reino de Dios, prosigue Nuestro Señor, es semejante «a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo» (Lc 13,21). También aquí se habla de la capacidad que tiene la levadura de hacer fermentar toda la masa. Así sucede con “el resto de Israel” de que se habla en el Antiguo Testamento: el “resto” habrá de salvar y fermentar a todo el pueblo. Siguiendo con la parábola, sólo es necesario que el fermento esté dentro de la masa, que llegue al pueblo, que sea como la sal capaz de preservar de la corrupción y de dar buen sabor a todo el alimento (cf. Mt 5,13). También es necesario dar tiempo para que la levadura realice su labor.
Parábolas que animan a la paciencia y la segura esperanza; parábolas que se refieren al Reino de Dios y a la Iglesia, y que se aplican también al crecimiento de este mismo Reino en cada uno de nosotros.
* Rev. D. Francisco Lucas MATEO Seco (Pamplona, Navarra, España)
 
Santoral Católico:
Santos Frutos, Valentín y Engracia
Mártires
Según la tradición, Frutos nació en Segovia (España) en el seno de una familia noble. En la segunda mitad del siglo VII, junto con sus hermanos Valentín y Engracia, vendió sus bienes, los distribuyó a los pobres y se retiró a vivir como ermitaño en las cercanías de Segovia, en una zona de montañas escarpadas, donde murió hacia el año 715. Los cuerpos de San Frutos, Santa Engracia y San Valentín, venerados por los cristianos segovianos, se conservaron en la ermita de San Frutos, cerca de la actual Sepúlveda, desde comienzos del siglo VIII hasta el siglo XI.
Para más información hacer clic acá.
© ACI Prensa
 
Pensamiento del día
 
"Si queréis recibir la vida del Espíritu Santo,
conservad la caridad, amad la verdad
y desead la unidad para llegar a la eternidad"
(San Agustín)
 
Grandes Biografías:
Beato Fray Mamerto Esquiú
En Argentina, en la hermosa y norteña Catamarca, en Piedra Blanca, un 11 de mayo de 1826, nace el niño Mamerto de la Ascensión Esquiú. Sus padres, Santiago y Maria de las Nieves, y sus hermanos Rosa, Odorico, Marcelina, Justa y Josefa, configuraban una familia sencilla, trabajadora y de vida cristiana.
 
Fray Mamerto Esquiú, con unción los recuerda en su diario: «Seis éramos los hijos venturosos de estos padres tiernos que, son bienes de fortuna y en humilde estado de labradores, eran felicísimos en la tranquilidad de su virtud… y en las dulzuras de una vida abocada a su familia y a Dios…»
 
A los 5 años de edad, su madre lo vistió con el hábito de San Francisco, en cumplimiento de una promesa que hiciera por su restablecimiento, al nacer gravemente enfermo. Mamerto, en calidad de aspirante a la Orden, contando apenas con 10 años, entró al convento franciscano de Catamarca.
 
Entró en 1841 ingresó al noviciado entre los Frailes Menores de la Provincia de la Asunción en Argentina. El 15 de mayo de 1849 celebró su primera Misa. Como sacerdote se distinguió particularmente en la predicación, ministerio por el cual fue apreciado no sólo en los ambientes eclesiales sino también en los políticos.
 
En 1853, al pronunciar el sermón sobre la Constitución Nacional, pidiendo por la paz y la unión de los argentinos, se hace conocido en casi todos los ámbitos de la Nación.
 
Sus llamamientos a la paz, a la hermandad y a la colaboración civil contribuyeron a crear el clima socio-cultural para el nacimiento del nuevo Estado Federal Argentino. En espíritu de servicio y evangelización, entre 1855 y 1862, el padre Esquiú aceptó también desempeñar un papel político activo, como diputado y miembro del Consejo de Gobierno de Catamarca.
 
Deseoso de volver a la vida franciscana regular, obtuvo el traslado en 1862 a un convento de misiones en Tarija, Bolivia, como misionero apostólico, con el propósito de llevar una vida más austera y oculta.
 
En 1870 fue propuesto a la sede episcopal de Buenos Aires, pero se consideró indigno y, por tanto, se alejó del país peregrinando a Tierra Santa, a Roma y a Asís.
 
En 1877 peregrinó a Tierra Santa. En Jerusalén desea permanecer hasta el fin de sus días, sin embargo, la obediencia lo regresa a su patria con el mandato de cooperar en el restablecimiento de la vida regular entre los religiosos.
 
En 1879  rechaza nuevamente el nombramiento como Obispo de Córdoba, pero el Sr. Nuncio le dice: «Es voluntad del Santo Padre que Ud. sea Obispo de Córdoba», a lo que Fray Mamerto responde: «Si el Papa lo quiere, Dios lo quiere, y acepta. Así se convierte en pastor y padre solícito de esta diócesis mediterránea.
 
Fue consagrado el 12 de diciembre de 1880, y Córdoba luego de tres años vuelve a tener cabeza espiritual. Fue caritativo y generoso ante toda necesidad, celoso en su ministerio, manso y humilde en su expresión, pobre al máximo y sacrificado, se impone realmente por la práctica de las virtudes, proponiendo la santidad como corazón de la vida sacerdotal y del compromiso cristiano. El fundamento de su extraordinaria actividad pastoral fue la intensa vida de oración y de unión a Cristo.
 
Predicó en casi todas las iglesias y capillas de Córdoba, dio ejercicios espirituales en varios lugares; y los monasterios, hospitales  cárceles fueron testigos del paso y de la voz del infatigable Obispo. Creó el Taller de la Sagrada Familia, lugar de trabajo para las mujeres sin recurso, y llevó a cabo diversas obras de esta índole en estrecha colaboración con los párrocos. El Seminario de Córdoba se vio enriquecido por la labor promotora de Fray Mamerto con el restablecimiento de los estudios teológicos.
 
Su segundo año de Episcopado fue como «campesino» yendo de pueblo en pueblo, recorriendo la campaña. Río Cuarto, Río Segundo, Tulumba, Jesús María, Bell Ville entre otros, fueron testigos de la presencia paternal de Fray Mamerto, quien no solo administraba los sacramentos, sino que dedicaba gran parte de su tiempo a escuchar a sus fieles.
 
Marcado por las fatigas apostólicas muere en plena actividad de celoso Pastor, en la posta de «El Suncho», Catamarca, el 10 de enero de 1883.
 
Fue declarado Venerable en 2006. El milagro propuesto para la beatificación se produjo en la diócesis de Tucumán, en Argentina, en el año 2016 en favor de una recién nacida con osteomielitis femoral grave.
 
El 18 de junio de 2020 el Papa Francisco promulgó el Decreto sobre el milagro atribuido a la intercesión del Venerable Siervo de Dios Mamerto Esquiú. Dicho decreto posibilitó la Beatificación de fray Mamerto Esquiú, la cual se llevó a cabo el 4 de setiembre de 2021. La ceremonia se realizó en la explanada de la iglesia de Piedra Blanca, a pocos metros de la casa de adobe donde nació en 1826.
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(Fuente: fraymamertoesquiu.org)
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
Las abejas tienen un aguijón, como si fuera la punta de una flecha. Cuando pican a un ser humano o a un animal, el aguijón entra en la piel y no sale, porque el aguijón se mantiene dentro de la "víctima". Cuando intentan salir volando, parte del intestino de las abejas termina siendo arrancado. Morirán poco después como resultado de esta mutilación. El ataque puede dañar un poco a su víctima, pero a la abeja le cuesta la vida. Obviamente en el caso de las abejas, esto es algo del instinto del insecto.
Pero con el ser humano sucede algo similar: aquellos que viven todo el tiempo tratando de atacar a la gente a través de chismes, calumnias e intrigas; destilando odio, rencor... pueden molestar momentáneamente a su "víctima", pero siempre terminan siendo víctimas de su propia maldad.
Observa que no hay felicidad en aquellos que viven así... Son seres desdichados.
Por eso, tú sigue tu vida haciendo el bien, como Dios pide, sin importar a quién, y jamás te rindas. No desistas de tus metas y deberes por personas que disfrutan metiéndose en las vidas ajenas, tratando de perjudicar a los demás; ésas siempre terminan mal, víctimas de su propio veneno.
 
Un minuto para volar
Octubre 25
Con la fe miras de otra manera tus debilidades, porque las ves como una oportunidad para crecer. Si tienes fe, de todo lo que pierdas brotarán bendiciones. La fe te hace confiar en que todo puede ser distinto. Con la fe, no te cansas de creer que todo puede cambiar, porque si existe Dios nada puede ser más fuerte que su amor y su poder infinito. Con la fe tienes la certeza de que Dios no te dejará solo en las dificultades. Con la fe, nada de lo que te toque vivir será en vano. Solo intenta descubrir un mensaje divino en todo lo que te suceda.
(Mons. Víctor M. Fernández)

FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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