domingo, 11 de septiembre de 2022

Pequeñas Semillitas 5091

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 17 - Número 5091 ~ Domingo 11 de Setiembre de 2022
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
El capítulo 15 de San Lucas contiene las tres parábolas de la misericordia: la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo pródigo. Es muy oportuno meditar esta página de san Lucas en todo tiempo.
Las llamadas ‘parábolas de la misericordia’ son una defensa de Jesús contra sus detractores. Su argumento es contundente: me acerco a los pecadores y excluidos de la sociedad porque Dios obra así; me preocupo por ellos porque Dios se preocupa por ellos. Dios, padre de todos, no margina a nadie y se alegra de recuperar al que está hundido en la soledad de su crisis.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Éx 32,7-11.13-14
 
Salmo: Sal 50,3-4.12-13.17.19
 
Segunda Lectura: 1Tim 1,12-17
 
Santo Evangelio: Lc 15,1-32
En aquel tiempo, todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Él para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Éste acoge a los pecadores y come con ellos». Entonces les dijo esta parábola: «¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros; y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido’. Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión.
»O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas, y dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido’. Del mismo modo, os digo, se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta».
Dijo: «Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: ‘Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde’. Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: ‘¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros’. Y, levantándose, partió hacia su padre.
»Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: ‘Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo’. Pero el padre dijo a sus siervos: ‘Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado’. Y comenzaron la fiesta.
»Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: ‘Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano’. Él se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: ‘Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!’. Pero él le dijo: ‘Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado’».
 
Comentario:
Hoy consideramos una de las parábolas más conocidas del Evangelio: la del hijo pródigo, que, advirtiendo la gravedad de la ofensa hecha a su padre, regresa a él y es acogido con enorme alegría.
Podemos remontarnos hasta el comienzo del pasaje, para encontrar la ocasión que permite a Jesucristo exponer esta parábola. Sucedía, según nos dice la Escritura, que «todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Él para oírle» (Lc 15,1), y esto sorprendía a fariseos y escribas, que murmuraban: «Éste acoge a los pecadores y come con ellos» (Lc 15,2). Les parece que el Señor no debería compartir su tiempo y su amistad con personas de vida poco recta. Se cierran ante quien, lejos de Dios, necesita conversión.
Pero, si la parábola enseña que nadie está perdido para Dios, y anima a todo pecador llenándole de confianza y haciéndole conocer su bondad, encierra también una importante enseñanza para quien, aparentemente, no necesita convertirse: no juzgue que alguien es “malo” ni excluya a nadie, procure actuar en todo momento con la generosidad del padre que acepta a su hijo. El recelo del mayor de los hijos, relatado al final de la parábola, coincide con el escándalo inicial de los fariseos.
En esta parábola no solamente es invitado a la conversión quien patentemente la necesita, sino también quien no cree necesitarla. Sus destinatarios no son solamente los publicanos y pecadores, sino igualmente los fariseos y escribas; no son solamente los que viven de espaldas a Dios, sino quizá nosotros, que hemos recibido tanto de Él y que, sin embargo, nos conformamos con lo que le damos a cambio y no somos generosos en el trato con los otros. Introducidos en el misterio del amor de Dios —nos dice el Concilio Vaticano II— hemos recibido una llamada a entablar una relación personal con Él mismo, a emprender un camino espiritual para pasar del hombre viejo al nuevo hombre perfecto según Cristo.
La conversión que necesitamos podría ser menos llamativa, pero quizá ha de ser más radical y profunda, y más constante y mantenida: Dios nos pide que nos convirtamos al amor.
* Rev. D. Alfonso RIOBÓ Serván (Madrid, España)
 
Palabras de Benedicto XVI
"Seguir a Jesús en la fe es caminar con Él en la comunión de la Iglesia. No se puede seguir a Jesús en solitario. Quien cede a la tentación de ir por su cuenta o de vivir la fe según la mentalidad individualista que predomina en la sociedad, corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo, o de acabar siguiendo una imagen falsa de Él"
 
Predicación del Evangelio:
Volver al amor de Dios
Puede ocurrir que en algunos aspectos, por algo, en algo, por alguien y en alguien nos hayamos desviado del camino que, el evangelio, nos sugiere para estar en armonía con Dios, con los demás y con nosotros mismos.
 
Hoy escuchamos con especial atención las lecturas que este domingo nos presenta: “Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado” (la 1ª); “Me pondré en camino donde está mi Padre” (Salmo); “El Señor derrochó su gracia en mí” (la 2ª); “He encontrado la moneda perdida” (el Evangelio)
 
Cuatro frases que, en esta asamblea eucarística, nos muestran el deseo que brota de las entrañas de Dios: su anhelo de no perdernos. Cuando a San Juan Evangelista le preguntaban (anciano ya y con los ojos puestos en el cielo) ¿Por qué no nos dices algo sobre Dios? Enseguida respondía: “Dios es amor”.
 
Y, el Evangelio de hoy, es un canto a la misericordia de Dios. A su bondad. Hoy, al escuchar la Palabra, nos sentimos abrumados. ¿Qué tenemos los hombres y mujeres, qué tiene el ser humano para que Dios se acuerde de él? Ni más ni menos que somos creatura suya y, el Creador, no puede consentir que su obra se pierda, se derrumbe, se malogre o sea troceada por miles de circunstancias.
 
¿Qué nos aparta de ese amor de Dios? ¿Nos lo preguntamos alguna vez?
 
- Otros dioses; aquellos que se cuelan en nuestra conciencia y nos hacen dar por bueno lo malo y, por claro, lo que es oscuro. Aquellos reyes que nos hacen doblegarnos ante ellos y, luego, nos hacen esclavos de nuestros vicios, defectos (pongamos lo que queramos).
 
- Nuestro “súper-yo”. El aparentar y sentirnos más que en lo que realidad somos. El orgullo es un muro que nos distancia de la humildad y que, además, nos hace distantes respecto a muchas personas. También respecto al mismo Dios.
 
- El afán de experimentar. En una sociedad de sensaciones y sensacionalismo es difícil mantener el equilibrio. El permanecer en la casa del Padre. En el lugar donde, tal vez, se nos exige pero se nos trata como en ningún otro lado: como a personas. A veces, como el hijo que se marchó, también nosotros lo hacemos frecuentemente, silenciosamente, sin meter ruido, sin comentarlo incluso a Dios.
 
¡Yo me basto a mí mismo! ¡No necesito de Dios ni de Iglesia! ¡Los curas no me dicen nada! ¡No hay nada más allá de lo que veo, palpo o me demuestran!
 
Sí, lo experimental o experimentado, no puede ser la causa primera y última para permanecer alrededor de nuestras convicciones religiosas. Jesús, en más de una ocasión, nos dice: “En la casa de mi Padre hay muchas estancias”. Que el Señor nos haga descubrir que, la vida, es un apartamento en el que vivimos cuatro días.
 
Pero que, en nada, es comparable con la gran mansión donde Dios nos sentará un día para demostrarnos algo que no siempre reconocemos y sentimos: 
su inmenso amor. Tan inmenso como el mismo mar.
(P. Javier Leoz)
 
Poesía
Veneración
Y si vas al Cobre, quiero que me traigas
una Virgencita de la Caridad.
Yo no quiero flores, yo no quiero estampas,
lo que quiero es Virgen de la Caridad.
 
Cuando tú vayas a Oriente,
mi legendaria región,
tierra que tiembla caliente,
cuna del sabroso Son,
llégate al Puerto Boniato,
sube la loma San Juan,
vete al Caney por un rato,
y prueba las frutas
que allí dulces están.
 
Cuando pienso en mi morena
que se llama Caridad,
rezo como un alma buena
por toda la humanidad;
¡Virgencita, tu eres buena!,
hazme un milagro de amor,
mira que muero de pena
si tú no mitigas a  mi hijo el dolor.
 
Y si vas allá, donde está Cachita,
tráeme una estampita para mi mamá.
Y si vas al Cobre…
Y si vas allá, donde mi negrita,
tráeme una estampita de la Caridad.

Virgen de la Caridad del Cobre - Patrona de Cuba
 
Nuevo vídeo y artículo
 
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de esta página
 
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
 
Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
💕 Desde Córdoba, Argentina, llega el agradecimiento de la familia de dos niños: de Lucio Mateo C., de 10 años de edad, afectado de Linfoma Hodgkin, evolucionando bien y que ha salido de terapia intensiva pasando a habitación; y de Tiziano G., de 6 años de edad, que hace unos días fue operado de un tumor en la cabeza y ahora va a comenzar la quimioterapia. Nos sumamos a la acción de gracias a Dios y seguimos rezando por estos chicos.
 
💕 Desde Bogotá, Colombia, nuestro lector John Fredy G. M., agradece a todos los que con sus oraciones intercedieron ante el Padre Celestial por su estado de salud; ya está en su casa luego de haber sido sometido a una cirugía abdominal. Expresa su gratitud infinita al Señor Jesucristo y a nuestra Madre Santísima por su protección constante.
 
Bendito seas, Dios mío, porque a pesar de ser yo indigno de toda ayuda, tu generosidad e infinita bondad nunca dejan de otorgar el bien aún a los ingratos y a los que se han apartado de ti. Conviértenos a ti, para que seamos agradecidos, humildes y piadosos, pues Tú eres nuestra salud, nuestra fortaleza y nuestra salvación.
 
Un minuto para volar
Setiembre 11
También en la relación con los demás es necesario aprender a ser receptivos. No se trata solo de hacer cosas por ellos. Hace falta que te dejes amar, que te dejes educar por los demás, que sepas escuchar. De otro modo, con la intención de hacer el bien, comienzas a sentirte una especie de ser divino, un rey poderoso, un ser autosuficiente. De esa manera no podrás vivir el gozo de una relación de iguales, los demás no te sentirán uno de ellos, y en el fondo te quedarás sin amistad. Porque la amistad no es solo dar, es también saber recibir.
(Mons. Víctor M. Fernández)

FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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